Tardía ruptura de relaciones con el Eje

Texto escrito por el historiador Felipe Pigna publicado en el Clarín el domingo 25/01/09. Para quienes le gustan la historia se trata de la Argentina en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Un excelente artículo de fuerte contenido para los que sientan algo por el país, más allá de sus posiciones políticas (ideológicas).

[SIZE=1]LA HISTORIA EN UNA FOTO[/SIZE]

Tardía ruptura de relaciones con el Eje

El 26/1/44, el gobierno argentino anunció el quiebre de vínculos con la Alemania nazi y Japón. Era el tramo final de la segunda guerra y del nacionalismo retrógrado de los coroneles del GOU

Felipe Pigna. HISTORIADOR

Hacia fines de 1943, el curso de la Segunda Guerra Mundial comenzó a favorecer a los aliados y, desde entonces, al gobierno militar argentino surgido del golpe de 4 de junio de aquel año se le hizo más difícil sostener su posición de neutralidad. Aumentaron las presiones estadounidenses para que la Argentina rompiese relaciones con el Eje y se integrase al “sistema panamericano”, obediente a los Estados Unidos. Bajo el influjo del secretario de Estado Cordell Hull, Washington pasó a la ofensiva: suspendió los permisos de exportación para casi 16.000 embarques que estaban acordados con anterioridad al 1º de mayo. La medida privaba a la Argentina de maquinarias, materias primas y artículos manufacturados imprescindibles. En particular, se veían afectados los insumos industriales, lo que alejaba cada vez más la competitividad argentina de la brasileña en este rubro. La decisión cumplía fielmente el plan estratégico de los Estados Unidos para la región: debilitar al máximo a la Argentina e impulsar el desarrollo industrial y militar de su ahora incondicional aliado, Brasil.

La actitud hostil del gobierno norteamericano tuvo poco que ver con la declamada intención de combatir al nazifascismo y mucho con aprovechar la coyuntura para desplazar a la Argentina de su lugar preponderante en América latina, para eliminarla de la competencia por un mercado mundial que Estados Unidos quería monopólico y para hacerse cargo del papel de potencia hegemónica de nuestro país que venía ocupando Gran Bretaña. Hull quería presionar al gobierno de Ramírez; pero en lo inmediato, con sus draconianas medidas, lo que logró fue debilitar a los sectores más moderados y fortalecer a los “nacionalistas” más retrógrados que ocuparon espacios clave.

En aquellas circunstancias, Perón fue prudente y sólo se dedicó a apuntalar a Farrell para la vicepresidencia, que había quedado vacante. El coronel era consciente de que aquellos “nacionalistas” eran absolutamente piantavotos y que si quería profundizar su relación con el movimiento obrero era imprescindible despegarse de estos personajes que estaban en la vereda de enfrente de cualquier delegado gremial. Ante el fracaso de las tratativas para adquirir armamento en Estados Unidos, el coronel Enrique González, secretario general de la Presidencia, decidió enviar a un oficial argentino a Berlín para comprar armamento.Luego se sabría que el enviado era, además, un espía nazi. En un episodio digno de una novela de Graham Greene, fue detenido en el Caribe por autoridades británicas, lo que generó un escándalo internacional de grandes proporciones. En ese complicado contexto, el canciller Alberto Gilbert confirmó que el país declararía la guerra al Eje y el GOU se reunió especialmente para tratar el tema. El coronel González y el general Eduardo Ávalos apoyaron al gobierno, frente a una nutrida oposición. Perón sacó provecho, al no alinearse con ninguno de los dos bandos. El 26 de enero de 1944, el gobierno argentino rompía las relaciones diplomáticas con Alemania y Japón (Italia estaba ocupada por los aliados).

Tres semanas después de esa ruptura, los miembros del GOU, muy probablemente alentados por Perón, exigieron la renuncia de González y Gilbert. Eliminados ambos, Ramírez quedaba solo a merced del coronel, quien agitó el fantasma de que el gobierno se aprestaba a enviar tropas al Asia contra Japón. Ramírez no supo convencer a los principales oficiales del Ejército de que se trataba sólo de rumores. En los días siguientes, Ramírez lograría un récord difícil de batir: tendría que presentar tres veces su renuncia a la presidencia.Mientras tanto en Washington, Cordell Hull era reemplazado interinamente en el cargo por Edward Stettinius, quien se mostró más comprensivo con la Argentina. A poco de asumir, le informaba al presidente Roosevelt: “He revisado cuidadosamente con el FBI nuestras acusaciones contra la Argentina y puedo concluir con seguridad que si bien es cierto que hasta hace un año hubo indicios sustantivos de ligazones con el Eje, tal situación ya no existe. Nuestro antagonismo actual se basa más bien en un sentimiento emocional, presente en nuestro pueblo y gobierno. Nos guste o no, Perón permanecerá en el poder […]” (1).

Summer Welles, un alto funcionario norteamericano, traducía en un informe la preocupación por las consecuencias que había provocado en la opinión pública latinoamericana la ofensiva lanzada contra la Argentina por Washington: “Cuando la bandera argentina aparecía en las pantallas cinematográficas de los países hispanoamericanos era saludada con vivos aplausos, mientras que se acogían con silbatinas todavía más fuertes las imágenes de las personas consideradas responsables de la política de los Estados Unidos” (2).

Mientras todo esto ocurría, el 4 de febrero de 1945 se reunían en Yalta los nuevos amos del mundo. Allí estaban Roosevelt, Churchill y Stalin. El tema de la Argentina estuvo presente en las conversaciones entre los tres “grandes”. Según cuenta Stettinius en sus memorias: “Gran Bretaña, por depender de los suministros de carne que recibía de la Argentina y tener grandes inversiones hechas en aquel país, no deseaba unirse a los Estados Unidos y participar en una acción enérgica contra la República Argentina. Stalin dijo al presidente Roosevelt que no sentía ningún afecto hacia la Argentina y añadió que existía una contradicción en la lógica que regía el sistema de admitir naciones” (3). Como se ve, la actitud para nada desinteresada de Gran Bretaña fue decisiva para no excluir a la Argentina del sistema internacional.

El 21 de febrero de 1945 se reunió en el Palacio de Chapultepec, en la ciudad de México, la Conferencia Interamericana Especial sobre Problemas de Guerra y Paz, promovida por Washington para asegurar su predominio en lo que ellos mismos denominaban despectivamente “el patio trasero”. La Argentina no asistió pero fue claramente protagónica en ausencia, ya que tres artículos de la declaración final hacían clara referencia a nuestro país, invitándolo a firmar las resoluciones e incorporarse al “concierto de las naciones americanas”. Para no desafinar, el presidente Farrell decidió, el 27 de marzo de aquel año clave, dictar el decreto-ley 6945 que decía: “El gobierno de la Nación acepta la invitación que le ha sido formulada por las veinte repúblicas americanas participantes de la Conferencia y adhiere al Acta final de la misma”.

La redacción del artículo 2 del decreto no deja de sorprender: “Declárase el estado de guerra entre la República Argentina y el Imperio del Japón”, y recién en el artículo 3 se le declaraba la guerra a Alemania por carácter transitivo: “Declárase igualmente el estado de guerra entre la República Argentina y Alemania, atento al carácter de esta última aliada del Japón”. El Acta de Chapultepec fue firmada por nuestro embajador en México el 4 de abril. Una semana después, los EE.UU.y las demás naciones latinoamericanas normalizaron las relaciones con la Argentina. En retribución, el gobierno argentino tomó medidas tendientes a mejorar su imagen: cese total del intercambio comercial con los países del Eje, cierre de publicaciones pronazis, intervención de empresas alemanas, arresto de un número importante de espías nazis o sospechosos de serlo y promesa de una pronta convocatoria a elecciones nacionales en las que resultaría electo, a pesar de la furibunda campaña de Washington a favor de la Unión Democrática, el coronel Juan Domingo Perón.

(1)En Rogelio García Lupo, La Revolución de los generales, Buenos Aires, Editorial Jamaica, 1963.
(2)Ibídem.
(3)Edward Stettinius, Roosevelt y los rusos, Barcelona, Plaza y Janés, 1961.

La foto que hace mención el texto de la Conferencia de Yalta.

Texto escrito por el historiador Felipe Pigna publicado en el Clarín el domingo 25/01/09. Para quienes le gustan la historia se trata de la Argentina en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Un excelente artículo de fuerte contenido para los que sientan algo por el país, más allá de sus posiciones políticas (ideológicas).

[SIZE=1]LA HISTORIA EN UNA FOTO[/SIZE]

Tardía ruptura de relaciones con el Eje

El 26/1/44, el gobierno argentino anunció el quiebre de vínculos con la Alemania nazi y Japón. Era el tramo final de la segunda guerra y del nacionalismo retrógrado de los coroneles del GOU

Felipe Pigna. HISTORIADOR

Hacia fines de 1943, el curso de la Segunda Guerra Mundial comenzó a favorecer a los aliados y, desde entonces, al gobierno militar argentino surgido del golpe de 4 de junio de aquel año se le hizo más difícil sostener su posición de neutralidad. Aumentaron las presiones estadounidenses para que la Argentina rompiese relaciones con el Eje y se integrase al “sistema panamericano”, obediente a los Estados Unidos. Bajo el influjo del secretario de Estado Cordell Hull, Washington pasó a la ofensiva: suspendió los permisos de exportación para casi 16.000 embarques que estaban acordados con anterioridad al 1º de mayo. La medida privaba a la Argentina de maquinarias, materias primas y artículos manufacturados imprescindibles. En particular, se veían afectados los insumos industriales, lo que alejaba cada vez más la competitividad argentina de la brasileña en este rubro. La decisión cumplía fielmente el plan estratégico de los Estados Unidos para la región: debilitar al máximo a la Argentina e impulsar el desarrollo industrial y militar de su ahora incondicional aliado, Brasil.

La actitud hostil del gobierno norteamericano tuvo poco que ver con la declamada intención de combatir al nazifascismo y mucho con aprovechar la coyuntura para desplazar a la Argentina de su lugar preponderante en América latina, para eliminarla de la competencia por un mercado mundial que Estados Unidos quería monopólico y para hacerse cargo del papel de potencia hegemónica de nuestro país que venía ocupando Gran Bretaña. Hull quería presionar al gobierno de Ramírez; pero en lo inmediato, con sus draconianas medidas, lo que logró fue debilitar a los sectores más moderados y fortalecer a los “nacionalistas” más retrógrados que ocuparon espacios clave.

En aquellas circunstancias, Perón fue prudente y sólo se dedicó a apuntalar a Farrell para la vicepresidencia, que había quedado vacante. El coronel era consciente de que aquellos “nacionalistas” eran absolutamente piantavotos y que si quería profundizar su relación con el movimiento obrero era imprescindible despegarse de estos personajes que estaban en la vereda de enfrente de cualquier delegado gremial. Ante el fracaso de las tratativas para adquirir armamento en Estados Unidos, el coronel Enrique González, secretario general de la Presidencia, decidió enviar a un oficial argentino a Berlín para comprar armamento.Luego se sabría que el enviado era, además, un espía nazi. En un episodio digno de una novela de Graham Greene, fue detenido en el Caribe por autoridades británicas, lo que generó un escándalo internacional de grandes proporciones. En ese complicado contexto, el canciller Alberto Gilbert confirmó que el país declararía la guerra al Eje y el GOU se reunió especialmente para tratar el tema. El coronel González y el general Eduardo Ávalos apoyaron al gobierno, frente a una nutrida oposición. Perón sacó provecho, al no alinearse con ninguno de los dos bandos. El 26 de enero de 1944, el gobierno argentino rompía las relaciones diplomáticas con Alemania y Japón (Italia estaba ocupada por los aliados).

Tres semanas después de esa ruptura, los miembros del GOU, muy probablemente alentados por Perón, exigieron la renuncia de González y Gilbert. Eliminados ambos, Ramírez quedaba solo a merced del coronel, quien agitó el fantasma de que el gobierno se aprestaba a enviar tropas al Asia contra Japón. Ramírez no supo convencer a los principales oficiales del Ejército de que se trataba sólo de rumores. En los días siguientes, Ramírez lograría un récord difícil de batir: tendría que presentar tres veces su renuncia a la presidencia.Mientras tanto en Washington, Cordell Hull era reemplazado interinamente en el cargo por Edward Stettinius, quien se mostró más comprensivo con la Argentina. A poco de asumir, le informaba al presidente Roosevelt: “He revisado cuidadosamente con el FBI nuestras acusaciones contra la Argentina y puedo concluir con seguridad que si bien es cierto que hasta hace un año hubo indicios sustantivos de ligazones con el Eje, tal situación ya no existe. Nuestro antagonismo actual se basa más bien en un sentimiento emocional, presente en nuestro pueblo y gobierno. Nos guste o no, Perón permanecerá en el poder […]” (1).

Summer Welles, un alto funcionario norteamericano, traducía en un informe la preocupación por las consecuencias que había provocado en la opinión pública latinoamericana la ofensiva lanzada contra la Argentina por Washington: “Cuando la bandera argentina aparecía en las pantallas cinematográficas de los países hispanoamericanos era saludada con vivos aplausos, mientras que se acogían con silbatinas todavía más fuertes las imágenes de las personas consideradas responsables de la política de los Estados Unidos” (2).

Mientras todo esto ocurría, el 4 de febrero de 1945 se reunían en Yalta los nuevos amos del mundo. Allí estaban Roosevelt, Churchill y Stalin. El tema de la Argentina estuvo presente en las conversaciones entre los tres “grandes”. Según cuenta Stettinius en sus memorias: “Gran Bretaña, por depender de los suministros de carne que recibía de la Argentina y tener grandes inversiones hechas en aquel país, no deseaba unirse a los Estados Unidos y participar en una acción enérgica contra la República Argentina. Stalin dijo al presidente Roosevelt que no sentía ningún afecto hacia la Argentina y añadió que existía una contradicción en la lógica que regía el sistema de admitir naciones” (3). Como se ve, la actitud para nada desinteresada de Gran Bretaña fue decisiva para no excluir a la Argentina del sistema internacional.

El 21 de febrero de 1945 se reunió en el Palacio de Chapultepec, en la ciudad de México, la Conferencia Interamericana Especial sobre Problemas de Guerra y Paz, promovida por Washington para asegurar su predominio en lo que ellos mismos denominaban despectivamente “el patio trasero”. La Argentina no asistió pero fue claramente protagónica en ausencia, ya que tres artículos de la declaración final hacían clara referencia a nuestro país, invitándolo a firmar las resoluciones e incorporarse al “concierto de las naciones americanas”. Para no desafinar, el presidente Farrell decidió, el 27 de marzo de aquel año clave, dictar el decreto-ley 6945 que decía: “El gobierno de la Nación acepta la invitación que le ha sido formulada por las veinte repúblicas americanas participantes de la Conferencia y adhiere al Acta final de la misma”.

La redacción del artículo 2 del decreto no deja de sorprender: “Declárase el estado de guerra entre la República Argentina y el Imperio del Japón”, y recién en el artículo 3 se le declaraba la guerra a Alemania por carácter transitivo: “Declárase igualmente el estado de guerra entre la República Argentina y Alemania, atento al carácter de esta última aliada del Japón”. El Acta de Chapultepec fue firmada por nuestro embajador en México el 4 de abril. Una semana después, los EE.UU.y las demás naciones latinoamericanas normalizaron las relaciones con la Argentina. En retribución, el gobierno argentino tomó medidas tendientes a mejorar su imagen: cese total del intercambio comercial con los países del Eje, cierre de publicaciones pronazis, intervención de empresas alemanas, arresto de un número importante de espías nazis o sospechosos de serlo y promesa de una pronta convocatoria a elecciones nacionales en las que resultaría electo, a pesar de la furibunda campaña de Washington a favor de la Unión Democrática, el coronel Juan Domingo Perón.

(1)En Rogelio García Lupo, La Revolución de los generales, Buenos Aires, Editorial Jamaica, 1963.
(2)Ibídem.
(3)Edward Stettinius, Roosevelt y los rusos, Barcelona, Plaza y Janés, 1961.

La foto que hace mención el texto de la Conferencia de Yalta.

Por qué el bobo este de Pigna dice Nacionalistas “retrógrados”? Qué le pasa? Es impulsor de la no soberanía nacional y la globalización!? DIOS! Las cosas que dice este enfermo y sale en todos lados de la TV, tiene un programa…

Y sí lo mismo pense… Sin ir más lejos para mí que uso esa expresión para saltar el tema del nazismo, acerca de la relación del GOU con el eje. Una forma de sacarse de encima el peso de su proprio texto.

Pasa que este salame, porque otra no le queda, vive hablando pestes del nacionalismo, como si fuese algo malo.
Igual seguro ahora saltan todos los comunistas diciendome que es naZionalismo y blah blah. Muchachos, un nacionalismo Argentino nunca podría ser Nazi, porque para los nazis somos sudacas, y seríamos poco más que historia si Hitler hubiese ganado la guerra.

me ahorraste las palabras emi. thks jaja

Solamente te llamo la atención la expresión retrógado en todo el texto?? 8| mamita!

no hay que olvidarnos que fuimos refugio de nazis como Eichmann y que Perón no dejó entrar a Werner Heisenberg que fue un judío cientifico alemán que sabía como hacer la bomba atómica y se hizo el boludo. Por esas idelogías estupidas de Perón, Argentina hubiera avanzado muchisimo en el campo de la tecnología y la fisica con un tipo tan capaz como Werner Heisenberg.

Yo creo que eran nacionalistas retrógrados, simplemente porque su visión del nacionalismo era retrógrada, coincido con Pigna en eso. Me parece que hay mejores visiones del nacionalismo que el ser un Aldo Rico. Yo soy nacionalista, pero no soy naZionalista, no sé si nos explicamos. Y muchos de esos militares tenían tendencias nazis, de hecho, hubo un presidente que duró dos días y lo volaron en esa época, justamente por haber nombrado a dos ministros pronazis en el Gabinete.

En el contexto globalizado, creo que se deberían redefinir las nociones de nacionalismo. Por caso, yo impulsaría un nacionalismo acá tendiente a comprar productos del Mercosur, y buscaría afirmar ese nacionalismo en el contexto del Mercosur. Algo parecido a lo que se hace hoy por hoy con los autos. Tal modelo se fabrica en Argentina, tal otro en Brasil. Bueno, eso haría en Argentina, buscar especializarnos en X producto y decirle a los brasucas “para afuera, vos exportás tal cosa y yo exporto tal otra”. Dentro de lo que es Mercosur, cero arancel, para afuera, cobramos todo. Es muy jodido hablar hoy por hoy de un nacionalismo cuando Europa tiene su Unión Europea, y cuando Estados Unidos mismo (con todo el poder que implica eso) trata de promover el NAFTA para no estar en soledad.

Abrazos, Martín.

No sé, este mundo de la integración, de las estructuras supranacionales no está funcionando. Capaz darle una chance al modelo económico nacionalista no sea tan malo… Capaz dejar de pensar en una EU o NAFTA, y tratar de formar un país soberano no sea tan malo. Digo, el mundo tiene los problemas que tiene no por haber empleado las recetas de los derrotados movimientos fascistas (recetas en lo económico, vale decir).

Me parece muy mal volver al mercantillismo.

???
El Mercantilismo dejó de existir en el Siglo XVI, XVII!!!

El nacionalismo es el origen de todos los conflictos armados, muchachos,no olviden nunca eso .

¿Lo escribió Pigna, el historiador oficial del gobierno? Ah, entonces mañana también le creo a lo que dice el INDEC…
Pigna agarrá los libros que no muerden nene, para ser historiador hay que investigar seriamente, y estudiar, no ser solo “profesor de secundario de Historia” (que es una profesion muy honorable cuando quien la jerce lo hace con responsabilidad intelectual hacia sus alumnos sin mentirles",te faltan “varias materias” para ser “Licenciado en Historia” y luego “investigador”…
Andá a la facultad, los libros no muerden, los profe tampoco, pelate el culo estudiando, recibite, dá tu tesis, y después para escribir algó, “investigá”, cosa que no se hace en un día ni en una semana, como alegremente hacés vos, y menos pontificando desde la recreada revista “Caras y Caretas” con $$$$ del gobierno para servirle de historiador oficial…

No entiendo a pigna por que tanto odio a Peron, siempre que puede le tira palos.

Peron dejo entrar a la Argentinas alemanes y a judíos de la misma manera, creo que Peron si era nacionalista pero no nazi, aparte durante la segunda guerra mundial, vendio productos tanto al eje como a los aliados.
Hoy en dia no me puedo imaginar un gobierno nacionalista, creo que esa etapa quedo en la historia, si me parese bueno lo que dijo Melezama, con la idea del MERCOSUR espero que pueda seguir adelante y fortaleserce

Pgna ataca a Perón, porque él era parte de la “juventud maravillosa2 que estaba en la historica plaza, cuando “el líder” los tildó de “imberbes” y se retiraron con sus banderas de la misma. Pigna es uno de los tantos “montos”, a los cuales les quedó dede entonces la sangre en le ojo, al igual que a varios de este gobierno, pero como Kirchner no puede él mismo desdibujar la figura de Perón, hace que su sirviente e historiador oficial, poco a poco vaya creando en la opinión pública la imagen de un viejo delincuente que perseguía judios (obvian decir que Ber gelbard fué su último ministro de economía), y afincaba a nazis, como si argentina hubiese sido el único país del mundo en traerlos (Rusia, Estados Unidos, Inglaterra y muchos más se llevaron el triple de nazis a sus países, los blanquearon y nadie dijo ni mu… encima les organizaron las agencias de inteligencias como el Mi5 inglés, la CIA norteamericana y la KGB soviética con los mismos métodos nazis que después aplicaron por todo el globo, y nadie, nadie dijo nada…). No defiendo a los nazis, pero no seamos tan boludos, la masa de los que vinieron acá eran de segundo nivel, los mpas importantes fueron a parar a esos países, incluso les cambiaron los nombres o los nacionalizaron como Von Braun en Estados Unidos. Hay mucha bibliografía al respecto, y el centro Simon Wiessental nunca los buscó en esos lados…
Pigna se encarga de pegarle a Perón, porque si desaparece la figura de¨Perón, o esta es olvidada, puede otra persona ocupar su lugar en la historia cambiando el rumbo del “peronismo”, o haciendo un nuevo movimiento de masas afín, cosa que el señor K vería con muchisimo agrado.
Pigna como persona es excecrable, sus dichos no tienen asidero histórico alguno, es un mediático que usa los medios que el gobierno le brinda (canal 7 por ejemplo), o los comunicadores sociales afines a él (página 12, clarin que son del mismo grupo, Haddad, longobardi o radio10, que también ahora trabajan para el gobierno). Su función es presentar la óptica del gobierno en la materia de historia, cambiando la mentalidad de los argentinos respecto de puntuales hechos históricos, para llevarlos al fin que ellos buscan, que es el de reescribir la historia " a su modo” y de acuerdo a sus intereses…

El historiador que mas odio Felipe Pigna. Siempre ataca a los Nacionalistas…LPQTP, seguro esta orgulloso de que sacaron los granaderos del acto de nuestro General San Martín.

ja se ve que somos varios los que odiamos a esta lacra!!!

No entiendo el tenor de algunos mensajes,cual es el pecado de haber militado en Montoneros ,en la Ues,o en la JTP,o en el Peronismo de Base?(aclaro primero que en lo personal no milite en ninguna de estas agrupaciones ),Haber sido" echado" de la Plaza,(los echo el viejo o se fueron solos?),no es mejor que haberse quedado convalidando al lopezrreguizmo?.Hoy muchos de los que desalojaron la plaza estan en la lista de los 30000 desaparecidos y entre los que se quedaron arriba delpalco y abajo tambien hay tipos como Almiron , preso y proximo a ser juzgado por integrar al triple A .

el comunismo russo, mato mas gente que el holocausto, pero nadie dice nada, la guerrillas sudamericana, mataron mas que los militares, ser nacionalista no es ser nazi, es defender la soberania, gobierno de montoneros, como menem y el actual destruyeron mas el pais, no se trata de defender la dictadura, pero hoy en dia hay mucha gente que sufre muere desaparese, sin tener ideologia politica, sin meterse en nada, el paco mata muchos pibes, en la dictadura eso no pasaba, no quiere vivir en dictadura ni en pedo, pero tampoco esta democracia, y como dijo una tal adolf hitler, el unico juez para definir el bien y el mal en una guerra es la victoria, el gana es el bueno, estados unidos siempre mintio, trata de dominar el mundo, kizas como lo quiso hacer el nazismo, odio la dictadura y los gobierno golpista, tambien odio el comunismo, kiero vivir en libertad, ke pueda camminar y no me esten asaltando, odio a los zurdo golpista que hablan tantas pavadas defendiendo al che y a fidel,
kizas algun dia esto se acave, la guerra como matar no arregla nada, las dos guerra mundial solo debastaron,
ojala habria mil Gandi (como se escriba) pacifista, la mejor persona, y pocos hablan y homenajean a este señor…