El fútbol en su estado más natural es la única herramienta que le queda a River para zafar del descenso. Es como un llamado del destino, quizás el último, que le sugiere abrazarse a su historia. Aunque suene a locura, es tiempo de los típicamente denominados pecho frío o jugadores de fulbito. No por una cuestión romántica, sino porque es lo que le duele a Belgrano. Apostar a la vehemencia, a correr detrás de la pelota, a lo rústico, no hizo más que emparejar las chances y darle la posibilidad a los mediocres como River de ser superiores o al menos de disfrutar de chances concretas de victoria.
A separar los tantos. Una cosa es el jugador tildado de pecho frío, pero que puede ser productivo, y otro es el que directamente tiene miedo. Hoy River debe apostar a jugadores que aporten desequilibrio individual y gol, por más que su pasado los condene y hasta los etiquete, con justicia, como símbolos de la derrota (por caso, Abelairas en el banco).
Quienes no deben jugar son aquellos que privilegiaron su ego al momento, se llamen como se llamen.
Desde mi humilde parecer, Chichizola debe reemplazar a Carrizo. El pibe tendrá un sentido de la responsabilidad más cercano a la realidad. Carrizo no dá garantías, se va a ir cualquiera sea el resultado y demostró indolencia ante sus errores.
Román no jugará. Es un alivio. Su mayor aporte pasó por la cuota goleadora, que, al parecer, se extinguió en 2010. Ferrero, quizás el jugador más consciente del contexto, tampoco debe jugar. En este partido sirve más un defensor que pueda darle la pelota a un compañero a otro que la tire a dividir casi siempre. Sirve más alguien que pueda ganar en el área rival a una voz de mando atrás. Por virtud de River, por incapacidad de Belgrano o por diseños tácticos, River pasará gran parte del partido atacando, y cuando recupere la pelota, debe tener jugadores aptos para dársela a un compañero.
Afortunadamente, Almeyda tampoco jugará. Se acabará el desorden en el círculo central, las presiones sin sentido, la pelota dividida y un jugador que hace al menos un mes que no está al 100%. Con Cirigliano se ganará un primer pase vital para que los creadores no tengan que ir a buscar la pelota a las narices del arquero de River.
Hoy, la salida de Ferrari es negativa. Su desorden contribuye más de lo que resta. Además tiene gol y mostró rebeldía. Esto no le borra su extenso historial de errores. Es simplemente una apreciación que considero justa realizar.
Tampoco debe jugar Pavone. Quizás, el delantero más limitado de la historia de River. Estudiaría ponerlo en el banco, pero de ninguna manera se merece la titularidad. Vive pensando en el forcejeo, en engañar al árbitro. Ni siquiera es rebelde para bien.
Funes Mori ni siquiera debe ir al banco. El contexto lo desintegró como jugador de fútbol. Necesitará emigrar a otro país para relanzar su carrera. Me dá lástima. Se nota que sufre. Me preocupa como persona.
Con este panorama, tengo en mente un equipo y una idea. Eso sí, no debe ser J.J. quien la traslade al campo. Los jugadores no le creen. Y algo que es fundamental, irrenunciable: River debe hacer prácticas de fútbol de acá al sábado en doble turno.
Mi equipo sería: Chichizola; Pezzella, Maidana, González Pirez (3 defensores altos y rápidos que le dan la pelota a un compañero, saben cabecear en ambas áreas y tienen personalidad de sobra); Pereyra, Cirigliano, J.M.Díaz (una línea de 3, con los defensores bien cerca, con Díaz subiendo menos que Pereyra para armar una línea de 4 cuando ataque Belgrano); Lamela de enlace; y 3 puntas que roten entre los bordes del área y el punto penal. Nada de wines. Los laterales deben ser para Pereyra y Díaz. Esos 3 delanteros deben saber definir mano a mano: Buonanotte, Caruso, Bordagaray. En todo caso, Villalva puede jugar por el Enano, si es que no lo tienen en cuenta, o Mauro Díaz, pasando a jugar con doble enlace o con Lamela más de punta.
En síntesis, a River no lo van a salvar los huevos. La cultura del aguante llevó a River al cuasi descenso deportivo y, en buena parte, al descenso institucional.
No puedo dejarles ni media palabra que ancle en lugares comunes, ni medio consejo. Los comprendo. Sé que son fanáticos y que tienen un puñal en el alma. Yo estuve en ese lugar y cada tanto me asalta el niño que fui, pero, sinceramente, siento que un descenso de River no me cambiará sustancialmente la vida. Sería un hipócrita si dijera que comparto el sentimiento. Sí, de corazón, les digo que los apoyo, que estoy con ustedes y que deseo lo mismo que ustedes.