REFORMA ELECTORAL
[RIGHT]Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático.
[RIGHT]Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas.
El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes.
Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio.[/RIGHT]
[/RIGHT]
[RIGHT]Constitución Nacional Art. 38.-[/RIGHT]
Génesis de la reforma
Las estrategias b[/b] de poder constituyen el eje central del modo de pensar de la pareja presidencial. En el marco de ese hecho y bajo el estimulo de la victoria electoral de 2007, en la cual Cristina Fernández supo duplicar en votos a su contrincante más cercana (Elisa Carrió), se encomendó al Jefe de Gabinete (en aquel momento Alberto Fernández), preparar un proyecto de reforma electoral con el cual “garantizar” por vía jurídica y hasta donde fuera posible los “resultados” de las futuras elecciones. .
Como el proyecto pretendía ser ambicioso y representar un “gran” cambio, Alberto habría acudido reservadamente a la consultora OJF & Asociados, de Orlando J Ferreres, un antiguo funcionario de Carlos Menem, formado en el grupo Bunge y Born b[/b], que luego de realizar las investigaciones correspondientes, preparó un voluminoso y fundamentado trabajo, obviamente ubicado en el marco ideológico imaginable: “la política es cara, engorrosa, hay demasiados partidos políticos, los políticos se dan la gran vida y el ciudadano común está que trina porque se sabe estibador de esa pesada carga”. Un criterio en el cual, toda la política y los políticos son culpables en bloque y frente a ello lo mejor que se puede hacer es achicar. Así como alguna vez se aconsejó “achicar el Estado para agrandar la Nación”, el proyecto proponía “achicar la política para alivianar la carga del ciudadano”.
A poco de asumir Cristina, Alberto Fernández se convirtió en fusible de desatinos en los que poco tenía ver y el proyecto de reforma al Código Electoral Nacional fue cajoneado.
Con otro Jefe de Gabinete y un marco social cada vez menos favorable, hubo varios artículos y presentaciones públicas de Ferreres, en las cuales habló de su extraordinario proyecto de modernización del sistema electoral argentino y que como “suele suceder en este país” con las cosas buenas, “no son tenidas en cuenta”.
El diario “La Nación” del 1-9-2009, publico aunque en formato abreviado, la más conocida de esas versiones de la propuesta Ferreres. b[/b]
Luego de la derrota electoral del 28 de junio de 2009, urgidos por los acontecimientos y un comportamiento social que hacía añorar los apacibles tiempos de Santa Cruz y el aguante del sufrido ciudadano sureño, el matrimonio K recordó la vieja iniciativa y ordeno al Jefe de Gabinete, ahora Aníbal Fernández, trabajar en la vieja idea con dos indicaciones precisas: “no improvisar y actuar con celeridad.
Aníbal, trasladó la tarea a dos de colaboradores, recalcando la necesidad de “no improvisar y actuar con celeridad”. A partir de allí se comenzó a trabajar sobre las bases de un proyecto que si no era el de Ferreress, estaba asentado sobre bases conceptuales casi idénticas, recurría a similares argumentos y llegaba casi a las mismas conclusiones.
Necesidades y problemas actuales
Una buena propuesta de reforma, debidamente estudiada y consensuada, en un marco electoral auspicioso, resultaría obviamente menos sospechosa que una mala e improvisada reforma, realizada en tiempos de declinación y que no pudo ser consensuada ni siquiera con los amigos del gobierno. Pero si a esto se suma el pomposo nombre de “Reforma Política”, no se incorpora ningún elemento de ahorro económico, transparencia política y ni se incluyen reclamos generalizados y simples de realizar, como es el caso de la boleta única, la cosa se pone cuesta arriba.
Pero el tema no termina allí. Al fárrago de ensambles que desfiguró el proyecto original Ferreres, se incorporó una serie de cláusulas proscriptitas dibujadas a medida para impedir la participación de Solanas, arrinconar en una supuesta interna a Cobos y Carrió, cerrarle el camino a Duhalde e imposibilitar la presentación de los hermanos Rodrigues Saa, se llega al escandaloso proyecto aprobado.
Para que no falte nada de la ya conocida liturgia K, a todo ello se agregó el veto presidencial a las disposiciones que otorgaban un mínimo resguardo a los pequeños partidos políticos. En síntesis, un verdadero mamarracho de proporciones, probablemente destinado a favorecer al Presidente Consorte.
Bases de la reforma
Como dije, los fundamentos de la Reforma Electoral parecen tomados del ideario de Ferreres, haciendo hincapié en el “excesivo” numero de partidos políticos existente en nuestro medio, trazando un parangón con los Estados Unidos de Norte América, con muy pocas modificaciones de forma, básicamente destinadas a corregir errores y “encuadrar” la retórica en márgenes estéticos de “izquierda” en los que suele manejarse la pareja K.
Cabe aclarar, en una consideración muy simplificada, que Argentina se debatió históricamente en una tendencia bipolar (Unitarios – Federales, Conservadores – Unión Cívica, UCR – PJ y múltiples convergencias), en tanto que el sistema norteamericano, no se corresponde con un bipartidismo estricto y más bien “goza” de un estabilidad con tendencia al bipartidismo no forzado por ley como resultado de la concentración del 90% del electorado en los dos partidos mayoritarios, Demócrata y Republicano, dejando muy poco margen para los partidos menores (Partido de la Constitución, Partido Verde y el Partido Libertario, entre otros).
Un apartado especial merece el método utilizado para llegar a la suma de 827 partidos a que llega Ferreres en sus artículos y disertaciones o los 625 que integran la cuenta del oficialismo, ya que la nómina real y efectiva es menor al 5% de la menor de esas cifras b[/b], de los cuales a su vez, una cantidad menor a la mitad suelen presentarse a elecciones b[/b].
¿Cómo se llega entonces a 625 partidos?
La respuesta no es compleja, pero está construida en base a un ingenioso artilugio destinado a generar la idea de que hay una enorme cantidad de partidos, requiere un poco de atención para ser comprendida.
De acuerdo al sistema electoral vigente, un partido político para poder presentar candidato a presidente, requiere de un mínimo de 5 personerías de provinciales y una personería nacional.
Sin embargo ese es el número mínimo exigido por la ley, ya que en el caso de los partidos tradicionales suelen tener personería en todas las provincias, en resumidas cuentas 23, en la Ciudad de Buenos Aires y el orden nacional, con lo cual se llega al numero de 25 tal como se detalla a continuación para el caso del PJ.
1 Partido Justicialista Nacional
23 Partidos Justicialista Provinciales (1 por provincia)
1 Partido Justicialista por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Total 25 Partidos Justicialistas
Siguiendo el mismo procedimiento con la UCR y todo el resto de los partidos políticos, es posible llegar un número substancialmente más amplio, aunque forzado, ya que no habla de una proliferación espontánea sino de un requisito obligatorio fijado por el marco legal vigente. Sin embargo aún así las cifras distan mucho de 625. Para llegar a ese número será necesario agregar partidos provinciales, propuestas vecinalistas, partidos en formación, caducidad y extinción.
En resumidas cuentas, se trata de un ardid destinado a informar desinformando, con fines muy obvios: en lugar de unir para conducir, dividir para reinar.
El peligro de la “Tercera Opción”
A la histórica orientación anticolonial de Cuba, se han agregado en los últimos años y como consecuencia la fractura del bipartidismo, los ejemplos de Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay, Ecuador y Paraguay entre otros.
Frente a este hecho y los efectos que produce en América Latina y el resto del mundo, los EE. UU confeccionan planes para atenderlos en su “particular” estilo, tanto en el plano “pacífico” como disuasivo y confrontativo, Por esa razón sorprende que el gobierno K pretenda utilizar un discurso “progresista” o de izquierda “Reforma Electoral” que solo deja lugar para al bipartidismo.
Conclusión
El tema es muy rico y da para más, pero en procura de síntesis concluyo como sigue:
[ul]
[li]La normativa vulnera los más elementales preceptos constitucionales y principios básicos del estado de derecho. [/li]
[li]Si al perjuicio ocasionado a la casi totalidad de partidos políticos, tradiciones, culturas democráticas y los derechos humanos b[/b] se añade que la medida de corte neofascista es acentuada por el veto de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, muy probablemente en beneficio del Diputado Nacional y Presidente Consorte Néstor Kirchner, se concluye un grotesco de proporciones, propio del feudalismo y que hace dudar de incluso la posibilidad de atravesar con éxito los estrados judiciales. [/li]
[li]Cuanto antes advierta y corrija sus errores el gobierno, menor habrá de ser el costo a pagar y menor la erosión al sistema democrático. [/li]
[/ul]
[ul]
[li]De persistir en la aplicación de la Reforma Electoral en los términos de que expresa la Ley y el sostenimiento del veto, aún llegando a atravesar con resultado favorable al Poder Ejecutivo cualquier instancia judicial, lo más probable es que se termine desembocando en una grave abstención de la ciudadanía y consecuencias imaginables.[/li][/ul]
Luís Brunati 27 de enero de 2010
EL TEXTO EN WORD Y LAS NOTAS ACÁ: http://www.proyecto-sur.com.ar/archivos/REFORMA%20ELECTORAL.doc