Se terminó lo que se daba. No hay más changüí. A River le sacaron el banquito (como a los boxeadores, sí) y quedó, cara a cara, con su destino, con sus miedos y con su historia. Ya no hay más “resultados” que lo favorezcan, ya no habrá más equipos que “jueguen para” o que “jueguen contra”. Ya es, más que nunca, River contra River.
Ya no hay “resultados puestos”, “resultados negativos”, “resultados positivos”. Se terminaron las especulaciones Jota Jota. Ya el infame “no estén cagados” se hizo parte del imaginario de frases nefastas del fútbol argentino y de la centenaria historia de River.
No habrá aliento de la multitud que logré ayudar en algo. River quedó, mano a mano, con sus miserias y ante el desafío más grande en 110 años de vida.
La historia de River, por otra parte, no estará en juego. Un eventual descenso de River el próximo domingo no le sacará brillo a su historia.
No se despintará La Máquina, no desteñirá el juegos exquisito de Don Alfredo, ni las gambetas de Walter Gómez u Orteguita. Ni siquiera empañara la idolatría del Enzo, el Beto y Don Ángel Labruna. Ni los cañonazos del Mortero de Rufino, el gran Bernabé Ferreyra o esa estirpe goleadora y arrabalera del gran Charro Moreno. No le quitará los tres tricampeonatos, los 33 títulos, ni las dos Copa Libertadores, ni la Supercopa, ni borrará del almanaque aquel mágico 1986, 1996 o 1997. Tampoco se empañara la hazaña de los pibes en 1975, con el gol de Bruno y el corte de esa racha de 18 años sin alegrías.
Lo que River se juega, el próximo domingo, no es la historia. Es el presente, que puede convertirse en tormentoso tirando a apocalíptico y el futuro que lucirá más negro que nunca.
Si River desciende el domingo, además de la vergüenza deportiva, quedará al borde de la quiebra. Varios sponsors se irán o bajarán el dinero que dan. Será más difícil que nunca “tocar el corazón” –Ay, Passarella- de aquellos que están afuera. Muy difícil mantener a los pibes que asoman como joyas, ¿se quedarán para debutar en la B Nacional?. Casi imposible que salga un Fideicomiso dibujado con crayones y ni hablar de respetar una auditoría más mentirosa que la frase “el empate sirve” de Juan José López.
No será, tampoco, cuestión de bajar y que Passarella diga “Volvemos rápido”. No, el Nacional B es mucho más duro que la Primera y estos jugadores que hoy tiene el Millonario (más allá que la mitad se irá cuando finalice la Promoción, sea cual sea el resultado) no están aptos mentalmente para soportar la presión extrema de escenario que más que canchas son campos de batalla.
Se terminó el tiempo de especular, Jota Jota. No es momento de hacer pruebas, Jota Jota. Hay que dejar los egos de lado, Jota Jota. Hay que asumir la situación, Passarella. No se gana más con la historia, Passarella. No es que River le va a ganar a Belgrano por que es River, Passarella. No es que River se va a quedar en primera porque sí, Diego Turnés. No es momento de oportunismos, señores de la oposición.
Es el momento de poner lo que hay que poner sobre la mesa. Darse cuenta de la camiseta que llevan, jugadores y cuerpo técnico, darse cuenta de la institución que presiden, Dirigentes y Passarella y entender que la historia no estará en juego, pero sí el futuro, lo cual es mucho peor y sensiblemente más importante.