[b][COLOR=red]Los reparos hacia el Káiser
El sistema personalista de gestión que impuso el presidente Daniel Passarella empezó a provocar resquemores entre los dirigentes de River. La figura del Káiser ya no tiene el poder de seducción que enseñó hace más de un año, cuando ganó las elecciones. Algunos actos de gobierno alimentaron las diferencias, y la novela en lo que se convirtió la venta de Funes Mori aumentaron el recelo. La desmentida de Benfica, mediante un comunicado oficial, y las acusaciones de Walter Redondo, agente del jugador, que deslizó que River intentó apoderarse de un porcentaje del pase que le corresponde a la familia mancharon la credibilidad.
El Káiser fustigó la presencia de los grupos empresarios que acercaban jugadores al club durante el ciclo Aguilar, aunque la política para reforzar el plantel durante al actual mercado de pases incluye a los inversionistas. Passarella se refugia en lo que él denomina payperview [ver para pagar], que se traduce en la llegada de jugadores de la mano de intermediarios y, en el caso de que rindan, River compraría un porcentaje del pase. Las apuestas no fueron productivas y es poco probable que lo sean: ningún futbolista de elite aceptará someterse a una prueba, aunque ese club se llame River.
La sucesión de Carrizo
Fue la peor noticia que tuvo River durante la pretemporada: la lesión ligamentaria que sufrió Juan Pablo Carrizo en el tobillo izquierdo. El arquero ayer recibió el alta, después de ser intervenido quirúrgicamente. Su ausencia le resta jerarquía y personalidad al equipo, y provoca una encrucijada en el cuerpo técnico. Entre dos y tres meses le demandará la recuperación al santefecino, y la carrera por la sucesión podría desencadenar una situación de tirantez en el plantel. Para el DT Juan José López, el elegido para ocupar el puesto es el juvenil Leandro Chichizola, que atajó ante Estudiantes; para algunos referentes del plantel, la responsabilidad debería recaer sobre Daniel Vega. “Le dije que era su momento”, apuntó Carrizo, apenas le comunicaron la gravedad de la lesión.
“Chichizolarespondió a las expectativas que tenemos y espero que siga de la mejor manera. Con Fillol trabajamos duro con los arqueros y tenemos fe en los chicos; a Vega lo conocemos, no hace falta probarlo”, deslizó el técnico, que no dejó entrever si mantendrá al juvenil en el encuentro con Boca, el miércoles, en Mendoza, o si optará por privilegiar la experiencia de Vega y así evitar el descontento de los caciques .
Dos banderas
Agobiado por las imágenes que lo atormentan desde que protagonizó aquel fatídico accidente, hace poco más de un año, Diego Buonanotte pidió un cambió de aire. Lo logró a medias, porque en la semana quedó certificado su traspaso a Málaga, aunque River lo retendrá hasta la finalización del Clausura. La inconsistencia futbolística y los lógicos altibajos emocionales son recurrentes en el estratego, y la transferencia podría ser un nuevo foco de dispersión en su atribulada cabeza. River lo necesita en su plenitud, aunque en la consideración de Jota Jota arrancaría entre los suplentes; si mira a lo lejos, Málaga atraviesa un momento crítico: marcha último. Presente y futuro, ¿qué pesará más en su mente?
Un soldado en la mira
En un puñado de meses, Juan José López pasó de ser el técnico idoneo para sacar a River del pozo a ser observado con desconfianza. Bajo su mando, los millonarios escaparon de los puestos de Promoción, y la rápida receptividad que encontró en el plantel le permitieron ser ratificado en el cargo. Pero la decisión de desafectar al Burrito Ortega del grupo, la derrota en el superclásico en Mar del Plata y la serie de tres encuentros sin éxitos, fueron minando aquel precoz idilio entre el Negro y la gente.
El cotejo con Boca, en Mendoza, y el arranque del Clausura será el termómetro que medirá cuál es el respaldo que tiene quien se identifica como un fiel soldado del presidente Passarella.
Mientras la tabla de los promedios sigue angustiando a River, Jota Jota deberá ratificar partido tras partido su condición de líder.
Apenas una incorporación
La lista incluyó todo tipo de apellidos. Desde los ídolos, como Andrés D’Alessandro, hasta el de jugadores que terminaron sumándose a Boca, como Diego Rivero y Leandro Somoza. Lo cierto es que la única cara nueva que tiene el plantel es Fabián Bordagaray, que no era tenido en cuenta por Ramón Díaz en San Lorenzo y llegó a River de la mano del empresario Gustavo Ranucci. Una incoporación, no un refuerzo, ya que el delantero no aparece entre los titulares.
El mercado de pases no tiene a los millonarios como protagonistas, y la delicada situación económica le impedirá irrumpir con nombres rutilantes. Igualmente, la nómina no se detiene. Mauro Camoranesi, con el pase en su poder y cuyo contrato ascendería a 400.000 dólares, y Lautaro Acosta, de Sevilla, y que fue ofrecido también a Boca, son las figuritas del momento.
* EL GOL, OTRO DEFICIT DE LOS MILLONARIOS
Apenas un gol convirtió River en tres partidos: el paraguayo Rodrigo Rojas a Racing, en el primer encuentro que disputaron los millonarios en los torneo de verano.
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