Dejo la nota que hice, como opinión
PALADAR NEGRO |
[b]NO APRENDEMOS MAS
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Saquemos el nivel del show, si fue muy bueno, bueno, regular, malo o espantoso. Eso hace a la banda y a su gente. Eso sólo se ajusta a la persona que sacó su entrada y vio lo que esperaba o a aquella que lo hizo y se desilusionó. No hace mal a nadie, más que quizás provocar una bronca pasajera.
¿Cuándo aprenderemos a comportarnos en sociedad? La brutalidad policíaca en un concierto de rock se volvió a hacer presente. No bastó la muerte de Walter Bulacio, no bastaron los miles de enfrentamientos entre seguidores de La Renga y la policía bonaerense, federal o de la provincia que fuera. No bastó el duro enfrentamiento que se produjo en el 2006, el primer día que los Rolling Stones desembarcaron en River. Nada sirvió, al menos no lo suficiente, como para que se entendiera que ese no es el camino.
La Policía y el rock casi son antítesis desde el vamos. Pero que para un recital en un estadio para el regreso de una banda emblema, la policía se arme como si fueran a enfrentarse hooligans y barrabravas es excesivo. A saber: gases lacrimógenos, carros hidrantes, cabeza de tortuga, la montada, dos helicópteros y la cuota de ignorancia y violencia habitual.
Así, el enfrentamiento entre quienes se resistían a irse con su entrada en la mano, aquellos que se creen que las saben todas y quisieron colarse, y la siempre dispuesta a pegar, Policía Federal, se tornó inevitable. Palos por aquí, piedras por allá. Todo en el marco de un recital de rock.
Pero ojo, porque así como las mujeres policía desaparecen de la escena, cuando empieza la pelea, la represión no es tan benévola: mujeres, chicos con muletas, cualquiera liga palazos, gases, o tiene que esquivar los caballos de la montada. Ahí es sálvese quien pueda.
¿Ahora como se explica que según dichos de la propia gente que estuvo el sábado la policía vendiera entradas y después mandara a su casa a aquellos que tenían localidad previamente adquirida? ¿Cómo se explica que no se haya contemplado el regreso de la barra brava de Vélez, que volvía de ver a su equipo en Banfield? ¿Cómo explican que se hayan visto, de nuevo bengalas en un show de rock? ¿Quién falló? ¿Qué falló? ¿Por qué falló?
Es muy fácil acusar de “borrachos y drogadictos” a los pibes que fueron a ver Viejas Locas y así justificar un accionar que tiene que ver más con la falta de educación que con el deber. Es muy fácil. Total, son los jóvenes. Y a nadie le importa lo que pasó con los pibes que van a ver un concierto, porque son todos faloperos, todos borrachos, todos drogados, o el célebremente infame “algo habrán hecho”
Los jóvenes sólo son culpables de no terminar de entender que sino se cuidan ellos, nadie los va a cuidar. Son culpables de no prevenirse y de llegar más temprano, son culpables de al no tener entrada querer ir igual a un recital. Pero ahí se terminan sus culpas, eh.
Pero ojo eh…Porque si da la casualidad que justo se mueren 196 de estos mismos pibes que van solo a ver un recital, ahí si nadie se fija si eran esto o lo otro. Son víctimas, pobrecitos, eran tan buenos. ¿Ahí de quien es la culpa? De la banda claro. ¿Con quién se ensaña la sociedad? Con la banda, claro. ¿Y las autoridades? ¿Y la pésima organización? ¿Y la productora que falló escandalosamente? ¿Y el guiño de la policía? No, esos nunca tendrán la responsabilidad. Ni en Vélez el sábado, ni en Cromañón hace casi cinco años, ni la tendrán el próximo hecho de violencia que protagonice la policía.
Rubén Carballo, el pibe de 17 años que quedó en coma tras ser víctima de la represión del pasado sábado en Vélez, del que la policía dijo que cayó de un muro de siete metros cuando se intentaba colar, y luego, se supo que tenía su entrada en el bolsillo, ¿También es un borracho, drogadicto?
O es simplemente una víctima más de una policía que ante la duda reprime y de manera cada vez más salvaje, de una sociedad que, aún con 196 muertos en el lomo, sigue escondiendo la cara y buscando culpables en donde no los hay, simplemente porque eso es tentadoramente más fácil que hacerse cargo.