¿CROMAÑON FUE ACA?
Quizás me digan que soy un desprevenido, un idiota o un irónico. Da igual. Pero realmente, hay veces que pienso si lo que sucedió en [b]República Cromañón el 30 de diciembre de 2004[/b], que fue el súmmum de las negligencias, sucedió aquí o si fue en una realidad paralela o, quizás, en otro país.
Debe haber sido en otro país, ¿no? Sino, ¿Cómo se explica que se sigan viendo bengalas en algunos recitales de rock? (muchos menos que antes, es la pura verdad, pero no debería haber en ninguno, esto también es verdad), ¿cómo se explica que se haya muerto una piba por asfixia y que haya cedido una valla de contención? ¿Y la muerte de Rubén Carballo, en que lugar cuadra?
Parece mentira que en la Argentina post Cromañón sigan pasando estas cosas. Porque Cromañón fue acá, eh. Aunque algunos no quieran entenderlo, lo olviden o, directamente, les chupe un huevo, cromañón fue acá. Y no fue hace tanto que miles de argentinos lloraban a sus familiares, a sus hermanos, a sus amigos, a sus parejas. No hace tanto. Pero por como actúa la sociedad y por como se comporta el rock (cada vez más peligrosamente parecido a antes) parece que Cromañón pertenece al siglo pasado o a otra época.
En tres días el rock nacional volvió a sumar dos muertes más a su triste historial. Decir que la culpa es de Viejas Locas o de Las Pastillas del Abuelo es chiquito, como lo fue en su momento caerle con todo a Callejeros.
Si la policía reprime salvajemente, como si tratará de una barra brava o de una fuerza de choque, a un grupo de pibes que van a ver un recital, poco tiene que ver la banda que toque esa noche, que además es totalmente circunstancial. ¿O realmente creen que porque toque Viejas Locas o La 25 o Los Gardelitos la cosa cambia? No, puede pasar con cualquiera tranquilamente.
Rubén Carballo no aguantó y murió está mañana. Golpeado por la policía, con sus ropas azules por el chorro hidrante, con su cuerpo marcado por los bastonazos…¿Cómo les da la cara para decir “que se cayó de una pared”? El pobre Rubén, sin quererlo, se convirtió en un segundo Walter Bulacio.
¿Habrá justicia para él? Más allá de la respuesta que como esto es Argentina seguramente se tendrá en un largo plazo, lo real es que a Rubén se le apagaron sus sueños, sus ilusiones su vida con tan sólo 17 años. ¿Es justo? ¿Hay derecho? ¿Vale la pena? ¿Se justifica? No, no, no y más no.
El día sábado Melisa La Torre murió en el recital de Las Pastillas del Abuelo, que se demoró porque cedió una valla de contención. En la Argentina pre-Cromañón era habitual ver a las vallas “atadas con alambre”, con gente teniéndolas para que no vengan en banda. Era común que pase en Cemento, en Cromañón y en cualquier lugar. Pero ahora, con la experiencia que supuestamente adquirimos, es imperdonable. ¿Tanto cuesta asegurar una valla firmemente?
Melisa La Torre falleció, primero por asfixia y luego por un paro cardíaco. ¿Estaba revendido el lugar? Imposible saberlo, pero el sentido común indica que no. Melisa también puede haber sido víctima de la idea de vivir el rock acá que es aplastarse contra la valla. Eso también es posible. Lo cierto es que esto las organizadoras y/o productoras deben saberlo. Saben a que público apuntan el negocio. Hay que intentar evitarlo. Si es imposible, asegurar un continuo suministro de agua en la parte de la valla, donde lo primero que falta es el aire, y una botella de agua vale más que la entrada misma. Doy fé.
Ahora, por ejemplo, miren a AC/DC. Banda legendaria y, no es en tren de comparar, pero en su recital la organización fue loable. Sin problemas en la entrada, campo vendido como debía (con claros detrás), entrada organizada, salida igual. De todas maneras, la gente insiste en amontonarse, en agolparse. ¿Qué se hizo? Se colocó una valla más, a 30 metros del escenario, aproximadamente. No era campo VIP, era como un sistema de esclusas para la gente. De esta manera, el agolpamiento tenía un freno y no todo el peso del campo de River recaía en la valla principal. Genial.
En el mismo recital de AC/DC se vieron tres bengalas. Nadie las apagó, nadie chifló, mucho menos Angus Young o Brian Jhonson pararon la pelota, no tienen porqué, quizás no sepan que es o que fue Cromañón, pero la persona que las encendió, ¿Qué tiene en la cabeza? Ya no es una cuestión de seguridad, es una cuestión de respeto. Quizás en la simple pregunta de ¿Por qué hay gente que sigue creyendo que prender bengalas es piola? Radique buena parte de la respuesta de porque el rock no logra evitar la desorganización, las muertes y la represión.
Está claro que un grano de arena no hace desierto, pero aporta a la causa. El respeto, el cuidado y la defensa debe empezar por la gente misma. No podés prender bengalas en un recital nunca más. No podés intentar colarte en un recital sabiendo lo propensa que es la policía a pegar en esas ocasiones, No podés empujar, empujar y empujar con tal de llegar a la valla, porque no sólo que no lo vas a lograr, sino que vas a lastimar a la gente que está adelante.
Un ejemplo de que se puede fue el recital de Luis Alberto Spinetta en Vélez, el mismo escenario con la misma policía de la caótica noche de Viejas Locas. 35 mil personas entraron tranquilas, sin colados, y vieron un show memorable de más de cinco horas. Sin drama. Y no vengan con que Spinetta es más Light que el rock de barrio. Porque cuando el Flaco tocaba en los ’70 caía la Policía y empezaba a pegar y a “guardar” a los pibes por las dudas. . .
Definitivamente necesitamos menos Pomelos y más Spinettas y no necesariamente arriba del escenario, más bien abajo y en los responsables de organizar estos eventos. Sería una buena manera de empezar a entender como se evitan las muertes idiotas en un recital de Rock.