Yo recomiendo
1-El Capital-Marx
2-El Anticristo-Federico
3-El mundo como voluntad y representacion-Schopenhauer
4-La Metamorfosis-Kafka
5-Demian-Hesse
6-El Principe-Maquiavelo
7-El Contrato Social.Rousseau Adrian
8-Etica para Amador- Savater
9-El Satiricon.Petronio
10-El medio pelo en la sociedad Argentina-Arturo
11-Nunca Mas!-CONADEP
12-El Tunel-Sabato
13-El nombre de la rosa-Eco
14-Viliar y Castigar-Foucault ( imperdible)
El nombre de la Rosa, qué novela!!! La leí cinco veces y siempre me sorprende!!
Y la triología de Tolkein es fabulosa, un clásico, para hacer una tesis , encierra tanto, muy simbólica, significativa.
Del país vecino (Chile) “La última niebla” de María Luisa Bombal. Literatura femenina de la buena
Si no leiste, conseguí El Silmarillion, que narra toda la mitología y toda la historia de la que se habla en El Señor de lo Anillos. Desde la creación del mundo, los elfos, los hombres y toda la historia que sucedió antes de los hechos de El Señor…
Es medio pesado pero muy interesante
Lo compré pero todavía no lo he leído. Me fascina ese tipo de literatura, la encuentro tan completa, mágica; todo lo que esté relacionado con la mitología, lo atemporal, la fantasía me compra. Y Tolkein fue un maestro en mechar mitologías, tradiciones, religiones.
Me identifico mucho con las obras de Hesse, en el caso de los personajes con Narciso. Acá les van algunas recomendaciones:
-Una cuestión personal, Kenzaburo Oé. Trata de un hombre cuyos sueños personales se esfuman ante el nacimiento de un hijo con problemas graves de salud. Ganó el premio nobel de literatura.
-Las intermitencias de la muerte, José Saramago. Una visión genial de un mundo donde las relaciones y conductas humanas cambian totalmente cuando las personas dejan de morir.
-Las puertas de la percepción, Aldous Huxley. Mediante el uso de mescalina, Huxley se propone ejercer una mirada objetiva sobre los estados de percepción del hombre. Me ha pasado de encontrar personas que sin leer el libro lo cuestionan por la propuesta del autor de suministrarse potentes drogas psicoactivas. La verdad es que es un pequeño libro fantástico, un ensayo que vale la pena, se los recomiendo junto con otras obras del autor(uno de los novelistas británicos más importantes del siglo pasado).
De política te recomiendo(pero hasta ahi nomás) Hitler ganó la guerra. Tiene muchos datos interesantes sobre las conexiones políticas de las familias millonarias, los clanes bancarios, los industriales, las empresas armamentísticas, y las universidades estadounidenses. Pero son sólo datos, ya que el autor apunta a la existencia de un organismo para el control del mundo político y económico en las manos de un puñado de personas.
No me gusta recomendar libros a lectores que no conozco sus gustos o estados de ánimo, porque finalmente se corre el riesgo de nombrar títulos que nos han maravillado, pero tal vez a aquélla persona, futuro lector, de nada le sirva.
Los libros; los buenos libros, como las mejores bebidas alcohólicas tienen un determinado tiempo para que toda su riqueza pueda salir a flote. Me fascinó “Ivanhoe” en mis años de púber, pero no se le recomendaría a una persona de más 25. Si estás interesado en Filosofía tendrás que leer la “Fenomenología del Espíritu”, pero ni en pedo es recomendable como primera lectura en la materia. Coelho y Marcos Aguinis son siempre recomendables, salvo para personas que aún tienen un correcto funcionamiento de su actividad cerebral…
En éste caso haré una excepción que intenta ser valida por las circunstancias. El desmedido gusto por el sistema decimal lleva a prepararse para un año excepcional. Desde ésta coyuntura me siento libre de sugerirles páginas que, a mi irresponsable y pretencioso juicio, deberían dedicarle su tiempo.
El año del Bicentenario impulsará un debate nunca cerrado; “¿Qué significa ser Argentinos?”. El “ser nacional” en el centro de la escena. Y la “Argentinidad” que seguramente será tema recurrente(y redituable), no escapará a la Industria Cultural. De hecho ya se pueden ver colecciones alegóricas (“El Ateneo” ya lanzó algo), y esperemos se multipliquen.
Finalmente, quisiera dejarles dos libros a modo de “recomendación”. Son dos libros imprescindibles al momento de pensar nuestro país. Entiendo que hay muchos más (gracias a Dios), pero éstos son los que siempre se me vienen a la mente. Y muy felíz sería de que alguno disfrute la lectura del “Facundo” de Sarmiento, como del “Martín Fierro” de Hernández como lo he disfrutado yo.
Pdta; Imperdible la lista de Juanchi. La familiaridad con algunos autores hace que los llame sólo por el nombre (mandá saludos al Fede y al Artur!), lo de Rousseau me hizo reír y festejo la lectura del viejo amargo de Schopenhauer.
Me gusta también Charles Dickens. Especialmente su novela “Great Expectations” que he leido y de la cual me ha gustado mucho la pelicula que hizo David Lean.
Muy buena selección de libros. Me queda pendiente “El mundo como voluntad y representación”, y el Tunel, entre otros.
Viliar y Castigar excelente libro. Hace un tiempo tuve que hacer una adaptación de él y transformar un monólogo representando la temática central del texto.
Otros libros de Foucalt imperdibles son: La genealogía del racismo y el ojo del poder.
En lo personal, me gustan bastante los libros que se aplican a la psicología. Los últimos que tengo en mente son algunos textos de Goleman (Inteligencia emocional - social) y de Kristeva (El genio femenino).
El hombre de las novelas policíacas! De Conelly me leí un par de libros (“Más oscuro que la noche” y “El último recurso”), muy buenos libros.
Uno que tengo pendiente y que es de sus obras más recientes es el “Veredicto”.
Hay una novela de el que fue adaptada al cine hace algunos años “Una deuda de sangre” se llama sino me equivoco.
Si hay algo que se puede rescatar de este autor y que deja entre haber en sus obras (al menos las que he leido yo), es la habilidad que tiene para condimentar e incorporar realidad a sus pensamientos fictícios.
Bueno, ya que estamos donde estamos, dejo un texto de Cortazar.
Lucas, sus pudores
En los departamentos de ahora ya se sabe, el invitado va al baño y los otros siguen hablando de Biafra y de Michel Foucault, pero hay algo en el aire como si todo el mundo quisiera olvidarse de que tiene oídos y al mismo tiempo las orejas se orientan hacia el lugar sagrado que naturalmente en nuestra sociedad encogida está apenas a tres metro del lugar donde se desarrollan estas conversaciones de alto nivel, y es seguro que a pesar de los esfuerzos que hará el invitado ausente para no manifestar sus actividades, y los de los contertulios para activar el volumen del diálogo, en algún momento reverberará uno de esos sordos ruidos que oír se dejan en las circunstancias menos indicadas, o en el mejor de los casos el rasguido patético de un papel higiénico de calidad ordinaria cuando se arranca una hoja del rollo rosa o verde.
Si el invitado que va al baño es Lucas, su horror sólo puede compararse a la intensidad del cólico que lo ha obligado a encerrarse en el ominoso reducto. En ese horror no hay neurosis ni complejos, sino la certidumbre de un comportamiento intestinal recurrente, es decir que todo empezará lo mas bien, suave silencioso, pero ya al final, guardando la misma relación de la pólvora con los perdigones en un cartucho de caza, una detonación más bien horrenda hará temblar los cepillos de dientes en sus soportes y agitarse la cortina de plástico de la ducha.
Nada puede hacer Lucas para evitarlo; ha probado todos los métodos, tales como inclinarse hasta tocar el suelo con la cabeza, echarse hacia atrás al punto de que los pies rozan la pared de enfrente, ponerse de costado e incluso, recurso supremo, agarrarse las nalgas y separarlas lo más posible para aumentar el diámetro del conducto proceloso. Vana es la multiplicación de silenciadores tales como echarse sobre los muslos todas las toallas al alcance y hasta las salidas de baño de los dueños de casa; prácticamente siempre, al término de lo que hubiera podido ser una agradable transferencia, el pedo final prorrumpe tumultuoso.
Cuando le toca a otro ir al baño, Lucas sufre por él pues está seguro que de un segundo a otro resonará el primer halalí de la ignominia; lo asombra un poco que la gente no parezca preocuparse demasiado por cosas así, aunque es evidente que no están desatentas de lo que ocurre e incluso lo cubren con choques de cucharitas en las tazas y corrimientos de sillones totalmente inmotivados. Cuando no sucede nada, Lucas se siente feliz y pide de inmediato otro coñac, al punto que termina por traicionarse y todo el mundo se da cuenta de que había estado tenso y angustiado mientras la señora de Broggi cumplimentaba sus urgencias. Cuán distinto, piensa Lucas, de la simplicidad de los niños que se acercan a la mejor reunión y anuncian: Mamá, quiero caca. Qué bienaventurado, piensa a continuación Lucas, el poeta anónimo que compuso aquella cuarteta donde se proclama que no hay placer más exquisito / que cagar bien despacito / ni placer más delicado / que después de haber cagado. Para remontarse a tales alturas ese señor debía estar excento de todo peligro de ventosidad intempestiva o tempestuosa, a menos que el baño de su casa estuviera en el piso de arriba o fuera esa piecita de chapas de zinc separada del rancho por una buena distancia.
Ya instalado en el terreno poético, Lucas se acuerda del verso del Dante en el que los condenados avevan dal cul fatto trombetta, y con esta remisión mental a la más alta cultura se considera un tanto disculpado de meditaciones que poco tienen que ver con lo que está diciendo el doctor Berenstein a propósito de la ley de alquileres.