00:00 | EL PLANTEL DEL MILLO OPINA
“Queremos que a River le tengan miedo”
La idea de todos los jugadores es formar un River que genere temor en los rivales a partir del poderío ofensivo. Lo piensan y dicen titulares, suplentes y rezagados. Lo quiere Simeone. Lo piden los hinchas…
Alexis Sánchez, Radamel Falcao García, Ariel Ortega, Sebastián Abreu, Mauro Rosales, Augusto Fernández, Matías Abelairas, Diego Buonanotte…
“Y, sí… a mí me daría miedo, je”.
Gustavo Cabral muestra los dientes, sonríe, eleva las cejas y demuestra, cómo no, que prefiere estar de este lado del mundo, al menos del futbolístico. Agradece, sin dudas, formar parte ya de este River en el que, como dice Falcao, “no pueden jugar todos juntos porque alguien tiene que defender”. No pueden ésos ni los chiquilines como Lizio y Sciorilli, que adquirieron algo de roce en el pentagonal de verano y que también aportan su cuota diferencial. Por los nombres, porque es River, por el sistema de juego, hasta por la llegada con aires frescos de Diego Simeone: el equipo está motivado, consciente de su poderío. Y de lo que busca: “Queremos que a River le tengan miedo”.
Leonardo Ponzio, suspendido para la primera fecha del Clausura, es uno de los que deberá exigirse durante el semestre para que se luzcan otros. Es de los sacrificados, como Oscar Ahumada, que pisarán poco el área con el fin de cubrir espacios y recuperar pelotas. “Lo que estamos intentando es armar un equipo agresivo pero a la vez ordenado. Hay mucha gente en ataque pero con responsabilidades de ocupar espacios”, explica. La idea, sostiene, “es que los rivales sientan la presión, y nosotros tener alternativas para llegar al arco rival sin descuidarnos”. La pregunta, como ante Cabral, surge rápidamente. “¿Qué sentirías si estuviera del otro lado? Y… Puede ser miedo, temor, pero sobre todo respeto”. Eduardo Tuzzio se acopla: “Más que nada es eso, respeto, que piensen en lo que está enfrente es River”.
Lejos del agrande o del exceso de confianza, los jugadores de River sienten la responsabilidad. Los apellidos, saben, generan obligaciones. Aunque les falta mucho. “Conocemos nuestro nivel futbolístico, pero hay que jugar como equipo. Se pueden sacar ventajas individuales en determinados momentos, pero lo importante es funcionar colectivamente”, analiza Mauro Rosales. El buen momento provoca, además, una sensación dual: de posible imbatibilidad y, a la vez, de puchinball al que todos le querrán pegar. “Los rivales van a estar siempre al 100%. Todos nos van a querer ganar”, imagina Cabral. “Seguramente, los equipos que jueguen contra River van a estar preocupados por la calidad de jugadores que tenemos del medio hacia adelante, tomarán sus recaudos pero van a hacer lo imposible por ganarnos, eso pasa siempre con cualquier plantel que tengamos”, se suma Paulo Ferrari.
Por ahora desde afuera del equipo base, Nicolás Domingo aporta su mirada. “Tenemos muy buenos hombres de ataque, que además están funcionando bien. Se están conociendo con Abreu, aunque ya mostraron cosas buenas”, explica. Rodrigo Archubi intenta evitar el mote de súperequipo, de imbatible, de fantástico. “Somos un equipo como cualquier otro, con buenos jugadores pero que tendremos que demostrar en el campo. Hay que mejorar y ganar los partidos”.
“De eso se trata el fútbol --vuelve Ferrari–. Trabajaremos para ganar, tratando de ser ofensivos, de atacar, de ser contundentes y atrás tener una defensa sólida”. Los regresos al país de Riquelme, en Boca, y de D’Alessandro, a San Lorenzo, le aportan una cuota de complicación al tema. “Tenemos buen material, pero no somos los únicos”, advierte Rosales. “Sí buenos jugadores, como otros clubes, pero ahora debemos armar un gran equipo. Eso es lo importante. Siempre pienso que nosotros somos los mejores, pero hoy no se gana con nombres, sino con el conjunto”, dice Tuzzio, quien ya vio cómo varios súper River quedaron fuera de combate antes de tiempo.
Hacia allá va de nuevo River, ahora equipo del Cholo. Al ataque. Con Alexis, Falcao, el Burrito, Abreu y compañía. Contra todos los rivales. Y a los de enfrente --como cierra Nasuti-- “que Dios los ayude”.