¡GUAU! Debe ser muy interesante. ¿Sólo se consigue en Entre Ríos? Te lo pregunto porque en mi provincia las novelas no tienen tanta difusión en el resto del paìs. En mi face tengo una página de lit sanjuanina y por ahí, colegas de otros lugares me preguntan si en sus provincias lo pueden conseguir, lamentablemente tenés que responderles que no. Existe tan buen material en el interior.
Para mi se la infló demasiado. Es una crónica policial con una trama que engancha. Y está escrita como tal.
Como el leit motiv sobre el que está articulada es la violencia hacia la mujer, desde lo social no deja de ser interesante, y hasta tiene algunos momentitos facilmente asociables a situaciones de violencia cotidiana.
Pero la manija que se le dio excede a la novela en sí, entonces me quedó una sensación de poco. También es un género del que raramente se puede esperar lustre estético, figuras retóricas, etc., etc., etc. Son pocos los casos y Millenium no escapa a eso. Es chata chata.
La peli es otra cosa. El argumento se luce más en audiovisual que como novela. La fotografía es excelente y encima está bien adaptada. O será que tengo cierta debilidad por Fincher…
Algo de moda hay. También la muerte precoz y sorpresiva del autor antes de verlos publicados suma para que se genere una especie de mitificación en torno a la novela. Pero no vale la pena que pagues eso. Cuando los quieras leer chiflá y te los mando por encomienda a Rosario.
La verdad que ni idea si sólo se consigue en Entre Ríos, se lo regalaron a mi viejo y ahora lo estoy leyendo para la clase de Literatura, el autor es de Reconquista pero reside en Paraná desde 1981. Mi profe cuando lo vio, lo primero que me dijo es si cuando lo terminaba se lo podia prestar, porque en ninguna libreria de la ciudad lo consiguió. Y como casualidad, el protagonista de la historia iba al mismo curso que voy yo hace 5 años.
Estaba leyendo unas cosas para la facu y me encontré con esto: Quien piense con seriedad y domine el tema que esté estudiando, se expresará concisa e intelegiblemente. Quien, salvo cuando se trata de la acrobacia intelectual de la filosofía o los espectros fantasmagóricos de la mística religiosa, se expresa de manera oscura y carente de concisión, revela estar en la oscuridad… O querer evitar la claridad.
Dedicado a mucha gente que cree saber todo y realmente no sabe ni de lo que habla.
¡Sí! ¡Ubico a esta autora! ¡Rosa Luxemburgo! La leímos para abordar la literatura de Sor Juana en la Facu. Una de las virtudes que tuvo Sor Juana fue, justamente, la precisión con las palabras y su profundidad en ideas. Recuerdo que en clase armamos un debate al respecto: el lenguaje que disfraza, lo que en verdad se calla.
Se me viene a la cabeza este cuento, es brillante. Se llama “El crítico de arte” y su autor es Marcelo Colussi.
Cuenta la historia que alguna vez un grupo de visitantes recorría una afamada galería de arte acompañado de un connotado crítico. De pronto, en el medio de cuadros de atrevida estética, todo el grupo se detiene ante un enorme lienzo blanco en que sólo se veía un punto negro en su centro. Ante la obra, el crítico toma su más histriónico aspecto y, levantando la voz, dice: “vemos cómo aquí el autor quiere significar la infinitud del ser humano, a través de este minúsculo punto negro, ante lo inconmensurable del universo representado en todo este fondo sin color. Con hondo patetismo al par que con una técnica maravillosa, nos transmite la situación de desgarramiento existencial en que nos movemos, dejando ver cómo el microcosmos revela protocatalépticamente el macrocosmos, a través de un manejo sobrio de luces y sombras y con un posicionamiento filosófico profundo en bisectriz dicotómica”. Los oyentes de tan sesuda explicación, en respetuoso silencio, asintieron todos con un ligero movimiento de cabeza, y uno de ellos -el que llevaba más cadenas de oro- pidió precio por la obra. Una vez firmado el cheque con el que se vendió esa “pieza única”, cuenta también la historia que, ante el asombro de todos, el punto negro del cuadro… salió volando. Era una mosca.
[i]Cuenta la historia que alguna vez un grupo de visitantes recorría una afamada galería de arte acompañado de un connotado crítico. De pronto, en el medio de cuadros de atrevida estética, todo el grupo se detiene ante un enorme lienzo blanco en que sólo se veía un punto negro en su centro. Ante la obra, el crítico toma su más histriónico aspecto y, levantando la voz, dice: “vemos cómo aquí el autor quiere significar la infinitud del ser humano, a través de este minúsculo punto negro, ante lo inconmensurable del universo representado en todo este fondo sin color. Con hondo patetismo al par que con una técnica maravillosa, nos transmite la situación de desgarramiento existencial en que nos movemos, dejando ver cómo el microcosmos revela protocatalépticamente el macrocosmos, a través de un manejo sobrio de luces y sombras y con un posicionamiento filosófico profundo en bisectriz dicotómica”. Los oyentes de tan sesuda explicación, en respetuoso silencio, asintieron todos con un ligero movimiento de cabeza, y uno de ellos -el que llevaba más cadenas de oro- pidió precio por la obra. Una vez firmado el cheque con el que se vendió esa “pieza única”, cuenta también la historia que, ante el asombro de todos, el punto negro del cuadro… salió volando. Era una mosca.
Cuenta historias entrelazadas, que con la lectura vas descubriendo qué tanto en común tienen, pero se centra en unos chicos de un colegio militar, su vida dentro y fuera, antes y después. Toca temas adolescentes, las exigencias de la vida militar, las injusticias, las amistades, las chicas, y culmina con lo que aprendieron (o no), y la manera en que está escrito es genial.