Te escribo estas líneas llorando. Estoy desconsolado. Lloré en la cancha en varios tramos del partido. Sabía que las cosas terminarían así. Lo sentía en lo más profundo de mí ser. Lloré sólo sentado en la tribuna. Hoy quise volver al lugar donde a vos te gustaba ir. Llegué a la cancha dos horas antes para ahuyentar los malos fantasmas. Pero no se pudo. Hace semanas que pienso en vos. Dos años atrás nos dejabas para siempre. Hoy te escribo para decirte que marcaste mi vida y uno de esos motivos tiene que ver con River. Fuiste siempre mi gran compañero de cancha. Cómo me divertía verte en la tribuna con el traje puesto. Súper elegante. Un verdadero bacán. “Esto es como ir al teatro”, me decías cuando te imploraba que te saques la corbata para revolearla. Me contaste miles anécdotas que hoy te agradezco. Hay una que me quedó grabada. La relatabas con tanta emoción que me hacías dudar. Me dijiste que habías jugado un partido amistoso en El Monumental. Que te habían invitado y que estaban los más grandes. Pero yo no te lo creía. Ahora, sé que es verdad. Pude comprobar que pisaste el césped del mejor estadio del país. Cuando nos dejaste, a los pocos días, fui a tu casa y me llevé todo tu archivo fotográfico. Entre tantas fotos viejas encontré un tesoro en blanco y negro. Ahí estas con la pelota de cuero en la mano dentro de la cancha. Miré esta imagen toda la semana. Me puse de rodillas e imploré a todos los dioses. Hasta te llamé a tu casa sabiendo que no me iba a atender. ¿Qué dirías viendo a tu River así? Cuanto me gustaría abrazarte como lo hacíamos en cada gol. Cómo lo hicimos en aquella final de 86 cuando fuimos con mi viejo y mi hermano. O en la final de la Libertadores cuando me anticipaste que Crespo hacía dos. River es nuestra historia familiar y lo seguirá siendo. Gracias, muchas gracias por hacerme hincha de River el día que nací. Gracias por contarme los mejores goles. Aquellos que no pude ver. Los de Labruna, Lousteau, Pedernera y Moreno. Gracias por domingos de alegría. Con tu foto en la mano vuelvo a llorar y emocionado te digo: “Perdón abuelo, nos fuimos a la B”.
Dejemos de lado nuestra opinión sobre el “periodismo” que hace este muchacho y sepamos llorar con esta muy linda y triste carta.
Te escribo estas líneas llorando. Estoy desconsolado. Lloré en la cancha en varios tramos del partido. Sabía que las cosas terminarían así. Lo sentía en lo más profundo de mí ser. Lloré sólo sentado en la tribuna. Hoy quise volver al lugar donde a vos te gustaba ir. Llegué a la cancha dos horas antes para ahuyentar los malos fantasmas. Pero no se pudo. Hace semanas que pienso en vos. Dos años atrás nos dejabas para siempre. Hoy te escribo para decirte que marcaste mi vida y uno de esos motivos tiene que ver con River. Fuiste siempre mi gran compañero de cancha. Cómo me divertía verte en la tribuna con el traje puesto. Súper elegante. Un verdadero bacán. “Esto es como ir al teatro”, me decías cuando te imploraba que te saques la corbata para revolearla. Me contaste miles anécdotas que hoy te agradezco. Hay una que me quedó grabada. La relatabas con tanta emoción que me hacías dudar. Me dijiste que habías jugado un partido amistoso en El Monumental. Que te habían invitado y que estaban los más grandes. Pero yo no te lo creía. Ahora, sé que es verdad. Pude comprobar que pisaste el césped del mejor estadio del país. Cuando nos dejaste, a los pocos días, fui a tu casa y me llevé todo tu archivo fotográfico. Entre tantas fotos viejas encontré un tesoro en blanco y negro. Ahí estas con la pelota de cuero en la mano dentro de la cancha. Miré esta imagen toda la semana. Me puse de rodillas e imploré a todos los dioses. Hasta te llamé a tu casa sabiendo que no me iba a atender. ¿Qué dirías viendo a tu River así? Cuanto me gustaría abrazarte como lo hacíamos en cada gol. Cómo lo hicimos en aquella final de 86 cuando fuimos con mi viejo y mi hermano. O en la final de la Libertadores cuando me anticipaste que Crespo hacía dos. River es nuestra historia familiar y lo seguirá siendo. Gracias, muchas gracias por hacerme hincha de River el día que nací. Gracias por contarme los mejores goles. Aquellos que no pude ver. Los de Labruna, Lousteau, Pedernera y Moreno. Gracias por domingos de alegría. Con tu foto en la mano vuelvo a llorar y emocionado te digo: “Perdón abuelo, nos fuimos a la B”.
Dejemos de lado nuestra opinión sobre el “periodismo” que hace este muchacho y sepamos llorar con esta muy linda y triste carta.
Me siento muy identificado. Mi abuelo, enfermo como e’l solo de la banda, me hizo hincha; me pone muy mal pensar que vio a tantas glorias y ahora se tiene que bancar esto.
Pator me parece un ser detestable, pero nobleza obliga, se lo siente realmente conmovido como un hincha mas de River, muy buena carta y realmente leer estas cosas me siguen haciendo emocionar!!!
Yo senti lo mismo con mi viejo, todo el partido me acorde de el, cuando nos llevo a mi hermano y a mi por primera vez al Monumental y quede marcado para siempre con estos colores, la final del 86, recordarlo gritando algun gol, preguntarle por viejas glorias, en fin desde algun lugar se que tambien esta triste