Pablo Desimone, El Pity Alvarez del CARP

DIOS MIO, JAJAJJAJJAJAJAJ NO PUEDO PARAR JAAJJAJAJA

Malparida
Por Pablo Desimone - 27/09/2010 - 12:27

¿A qué cancha fui? A ésa que se nos volvió yira, yira cuando apareció la malparida. Esa suerte que es grela y que te larga parao. A ésa cosa que se llama “liga” y la quieren disfrazar de ciencia. ¿O a la que estaba en el clímax del “jugando bien o mal, yo te quiero”, festejando una victoria injusta por lo chiquita, a lo “River” hasta el minuto 90? ¿A ésa que no podía ver el partido sentado porque la emoción y la sensación de gusto y placer por el buen juego arrancaba “oooles”, música y disfrute? A ésa que erizaba la piel con cada arranque de Lamela, como si estuviéramos viendo de nuevo al Beto Alonso. A ésa que todos nos mirábamos y nos pellizcábamos como diciéndonos sin hablar: ¡Viva el fútbol, esto es River!

No me resigno a los juicios apócrifos de la “previsibilidad” que hablan de cerrar un partido que en el trámite nunca se abrió para Quilmes. Volvió la perfidia del destino, del Dios Salvaje y lo impredecible de este juego. River fue amante fiel, nunca se traicionó y quizás ese “sinceridio” de tanto erotismo por la pelota, que no pudo concretar en las áreas, lo pagó con esa puñalada mortal. El tiro del final, que a River se le vine negando, le salió otra vez al ladronzuelo que no había disparado ni una bala de sebita. Y se llevó un botín exagerado.

Hay más, porque volvió esa bruja conspiración de arbitrajes horripilantes y de rivales horripilantes que hacen un culto de la brusquedad (con todo afecto, Paco, pero son un horror). Sin querer sumarme a ningún llanto -como escuché por allí sobre las quejas de Cappa del arbitraje- lo primero que tengo para decir es que Pompei está para el retiro. Dirigió a 50 metros de las jugadas más decisivas de la noche. El codazo a Pavone en el área en el primer tiempo, el penal a Funes Mori en el segundo y el corte de la mejor combinación de la noche con Mauro Díaz de cara al gol. La indiferencia ante el faul táctico como sistema que usaron las tropas de Aníbal y Meiszner. Mucho más tropas de Hannibal Lecter (el caníbal) que de Aníbal el africano, aquél que desafió a la Roma imperial. Quilmes no se animó a nada. Si hasta a Carrizo lo agarraron frío -extraño en él-. Es que de espectador de lujo se convirtió en un témpano en el empate, cuando ni el brujo de la tribu de los indios Kilmes se hubiera animado a vaticinarlo.

¿A qué cancha fui? A ésa que volvía a demostrar todo su fervor, que daba para prolongar con una Stout y una picada la tarde primaveral en casa. Y sin embargo, la gente de River volvió a sellar su compromiso con este presente. Con la popu que reventaba. Con la platea vestida de popular. Que le dio primero el aplauso a las Leonas, se puso de pie con el himno, saludó a Gerlo y ovacionó al capitán Almeyda, cuyos pósters de gladiador que regalaban eran una pieza preciada para los museos caseros.

Fui a la cancha que vio desfilar nuestras huestes hasta la madrugada del lunes con el pecho inflado. Con bronca pero lejos de la tragedia. Porque estos dos impostores, la derrota con Ñuls o los empates de esta índole, no nos pueden inducir al desengaño. No entran en mi inventario. Yo vi un público feliz, gozoso y goloso. Y un equipo coherente y convencido de que la mejor defensa era seguir buscando el segundo y tercer gol antes que sacar un punta y mandar un volante de marca. Cappa juntó a Ortega, Erik, Buonanotte, Funes Mori y Pavone. Puso en evidencia lo que conceptualmente se busca. Todas las variantes de ataque posible. Todo irreprochable, aunque la pelotita no entrara. Quilmes no daba señales de vida y nada decía que sobre la hora “los caprichos del resultado” nos iban a congelar el júbilo.
Estuve en la mejor función colectiva de River -la del segundo tiempo- que invitaba al sueño de que “hay equipo para más”… Hasta que apareció la malparida y me dijo que “hay que esperar”, que “está pero no está”. Yo sé que jugando así se va a tener que entregar. Aunque su vida de “yira, yira” se obstine en esta costumbre “aguafiesta”. Siempre, pero siempre, “el amor es más fuerte”. A no aflojar, Ortega. A no aflojar, Almeyda. A no aflojar, Enano. A vos, capo, a no aflojar. Que las “ligas” son de maricas, no de tipos con aguante como el hincha de River. Ah, salute, mañana en nuestro día.

[i][b]La indiferencia ante el faul táctico como sistema que usaron las tropas de Aníbal y Meiszner. Mucho más tropas de Hannibal Lecter (el caníbal) que de Aníbal el africano, aquél que desafió a la Roma imperial

[/b][/i]No puede ser tan hijo de puta este tipo :lol:

Lord Cappa
Por Pablo Desimone - 06/10/2010 - 15:44

¿Qué busca Falcioni? Fama. ¿Qué le pasa? ¿Está nervioso? ¿A título de qué? ¿De que le digan que su equipo juega distinto a River? ¿Se falta a la verdad acaso? ¿De qué se enoja? Que Cappa ponga en blanco sobre negro la pésima actuación de un árbitro que finalmente fue sancionado por el arbitraje que Angel cuestionó. ¿O hay algo más? ¿Se siente desvalorizado por la prensa cuando la mayoría del cuerpo mediático futbolero es proclive a exaltar la eficacia que le ha proporcionado a Banfield o pretende que Cappa se dedique a las Ciencias Sociales o la filosofía y no al futbol? ¿Quién lo juzga? Los judas del “vale todo”, los acólitos del oráculo bilardista y los “mediocres conformistas” que mezclan la inteligencia con la avaricia. Quieren que sea un lord inglés, dentro y fuera de la cancha. Que no se encabrone. Que haga un curso de buenos modales en el medio de un mundo intoxicado por la tilinguería de los plateístas que te matan a escupitajos y hasta los periodistas que insultan su “don de gente”, vendiendo slogans berretas y anticuados.

Quieren que le guste el té de las cinco antes que el mate. Que no fume, que no salive el piso, que no se mueva -perdón Bielsa, entonces-. Que sea una momia, un ente cartón piedra. ¿Creerá Falcioni asustarlo con su cara de bulldog contrariado? ¿Con su descalificaciones groseras como se vio reflejado en esos medios adictos a la chorrera de sangre? ¿O sentirá envidia de lo que no es como filósofo, docente, ex ayudante del Barcelona y Real Madrid? Marcar distancia de una persona respetada como es Cappa en el mundo -y habló de Europa, fundamentalmente- le sirve para posicionarse a futuro cuando la rueda de la fortuna se dé vuelta. Como tantas veces sucede. Porque el éxito es un impostor y es insustancial apoyarse en el buen pasar de hoy. Tanto como es de mala leche apostar al ninguneo de un colega para salvaguardar el pan de mañana.

Me pregunto si las conductas violentas de jugadores como Silva o Clemente tienen la sanción y repercusión que las puteadas de Cappa. Me pregunto, ¿por qué Cappa tiene que ser Fergusson o Guardiola y no puede ser sanguíneo y cascarrabias con la injusticia de algunos fallos? Quieren que tenga la compostura del Príncipe Carlos pero olvidan su oculta doble vida. Además de ser hay que parecer, intentan decir Falcioni y las moralinas escritas por ahí. ¿Qué ganó? ¡Nada! Preguntó y se contestó al mismo tiempo. Falcioni, como la mayoría de los técnicos, es más lo que perdieron que lo que ganaron. Pero entrar en ese terreno es hacerle el juego. El triunfo no da derechos. Y cuando Cappa agarró Banfield fue en el 87, antes de que recibiera el envión económico de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, hay otro desconcepto grave que aquí se está obviando. Aquello de que “se juega como se vive”.

¿Cuál es la propuesta de uno y otro entrenador? Un periodista de un conocido diario deportivo coincide que son tan distintos como el agua y el aceite. Una reedición de la divisoria Bilardo-Menotti, pero mucho menor- dice. En esa nota fundamenta el gran trabajo sobre la previsibilidad del juego que hace el técnico del Verde, elogiando toda su contracción al trabajo con pelotas paradas y el juego aéreo. ¿Cómo empató River el domingo? La primera vez, con un centro de izquierda a derecha donde Pavone fue camiseteado. La segunda, con un cabezazo de un central de River. ¿Cuál es el control? ¿Para qué sirven tantos videos, Falcioni? Nadie dice que hay subestimar esas peliculitas del Banfield campeón, pero me animo a asegurar que sin verla mucho más tuvo que ver “la dinámica de lo impensado” que aportaron Erviti, James Rodríguez, Papelito, Silva, Víctor López, que toda esa fanfarria que se monta alrededor del trabajo de uno y el otro.

Falcioni está en Banfield porque no ha podido escalar más peldaños en la consideración de los equipos grandes. Dirige un equipo que sabe lo que hace pero que no tiene la obligación de ser protagonista. River es otra cosa. Cappa lo sabe y el periodismo antagónico también. Donde puedan encontrar fisuras entre el decir y el hacer, lo van a masacrar. Mientras sea porque tiene reacciones humanas, desdorosas en un mínimo sentido, pero humanas al fin, resultará irrelevante. Pero ya debe estar alertado, que en un país que no hay claroscuros, ni grises, hay una espada de Damocles, aguardándolo para decapitarlo a la vuelta de la esquina.

Pocos recuerdan ya los años en que River tenía en la AFA lores ingleses como representantes. Así nos fue. Nuestra caballerosidad lindó con la estulticia. Nos bancamos un Nai Foino o un Guillermo Nimo, dos leyendas negras del arbitraje nacional, que nos costaron dos campeonatos en la época de los infaustos 18 años sin vuelta olímpica. Ahora tenemos un gallego calentón, que sabe explicar el juego, que articula bien sujeto y predicado, que es coherente con el paladar del hincha de River y no le perdonamos ni una puteadita. Me quedó con el cabrón y no con el Príncipe de Inglaterra. Desconfió demasiado de los mansos, “neutrales” y los acartonados cultores de “veladas paquetas” en una cancha de fútbol. Más si juega River. A mí se me sale el corazón y a veces también la cadena.

River sin Oktubre
Por Pablo Desimone - 12/10/2010 - 14:32

                            [IMG]http://www.riverplate.com/files.php?file=ortega_300301682.jpg[/IMG]                     

Fue una tarde que según Cappa, ni Borges podría explicar. Quizá sería más fácil entenderlo desde el “Ji, Ji, Ji” ricotero. Esa revolución futbolera que tanto ansiamos, otra vez fue abortada en su aparición. Fue un “filme velado de blanca noche, el hijo tenaz de tu enemigo, el muy verdugo cuidó distinguido un noche de cristal que se hizo añicos”. Se dilapidaron quizá nuestras esperanzas de pelear arriba. River cayó en la dictadura del gol. Cuando el Lobo parecía un cordero atado, la impericia, el nerviosismo y luego el desasosiego hicieron que ese gatito terminara como un Lobo estepario.

Se aisló cada vez más de nuestro asedio, haciendo posible otro desenlace, que gracias a Carrizo, esta vez no fue. No se puede atribuirle todo a la suerte ni al genio amor del estilo. Faltó inteligencia. Para cazar un gatito hace falta claridad. Imposible lograrlo en una pieza a oscuras. No alcanza ni con la ciencia ni con la voluntad. River jugó 40 minutos como una final. Dispuso de no menos de cinco situaciones clarísimas de gol. Tres tiros en los palos, otra de Román que atajó Sessa y una más de Pavone. El gol no llegó y “fue el oro falso del vermouth que acabó con nuestro cerebro a mordiscones, bebiendo jugo de nuestro corazón”.

Dentallada que también alcanzó al “bueno” de Cappa que sacó en un “absurdaje” inentendible al jugador más desequilibrante del partido, Erik Lamela. ¿Se autoboicoteó? Se quedó en el banco insólitamente cuando el cambio que pedía el partido era Buonanotte por Mauro Díaz. Y River fue igual, pero a medida de que transcurrían los minutos, se dejó llevar por la ansiedad de un público que revienta las canchas porque se ilusiona y empuja y empuja tanto, que el equipo se pasa de revoluciones. Claro, éste no es el equipo de Ramón que podía dar 30 toques para hacer salir al rival y ver por dónde se hacen los espacios. Está en formación y la impaciencia se torna en impotencia en la medida en que falla el tiro al blanco. Y cuando Pavone marra las dos que él solito se genera y Ortega no se anima a patear, o a Román le descuelgan un cabezazo imposible al ángulo, empieza a desconfiar de su suerte y se cae.

Ya no había tiempo para hacer del gol “un pase a la red”. El genio amor fue abandonado y la traición al estilo también. Terminó jugando con tres puntas y los centrales a la carga barraca, que cada contra parecía un pelotón de fusilamiento para un Juan Pablo ecuménico. Entonces, “estoy perdido, pues tengo ideas cada vez menos atrevidas y el lobo aúlla”. Antes, mucho antes cuando era un corderito no supimos matarlo. Era partido de seis puntos contra otro rival que se abroquela, que nos repite un planteo táctico conservador y no podemos aplicarle nuestro “Oktubre”. No sabemos resolverlo. Hay que revolucionarse, de una vez por todas.

Hubo silbidos, hubo indiferencia y hubo apoyo en ese canto final: “Porque a River lo quiero lo vengo a alentar en las buenas y en las malas mucho más”. Cappa deberá reflexionar el tema Ortega, la salida del pibe Lamela, la sequía de gol jugando con dos y hasta tres puntas y por sobretodo la falta de serenidad del equipo. Se viene Godoy Cruz, un rival que cambia golpe por golpe. Un buena medida. Pronóstico de partido abierto con más espacios. Estudiantes y Vélez parecen haberse disparado, sin embargo nada está concluido todavía.

Vale la autocrítica, Don Angel. Demasiadas veces “el aguafiestas” se nos presenta sin avisar. Tal vez se le olvidó su santo sin seña. Habrá que recuperar la propiedad de lo perdido. Amigarnos con el muro de Dios y sus mil garabatos de sueños en la piel. Fue una tardecita ricotera, no borgiana. Quizá por allí podamos entender algo de esta sinrazón: “Cuando la noche es más oscura, se vine el día en tu corazón, sin el Diablo que mea en todas partes”. ¡Aguante River! Que el canto no reclama el desencanto y la fiesta no perdona al “aguafiestas”.

Qué tipo más idiota, flashea ser Cortázar y está hablando de un partido de fútbol! Me desagrada mucho leerlo y ver como los th le festejan los textos

:lol::lol:

Este es el famoso Pablo Desimone.

Lo tengo en el fb

La cara de drogadicto con prontuario la tiene.

jaja Esta re chapa, pero no me cae mal.

La fiesta inolvidable
Por Pablo Desimone - 17/11/2010 - 13:56

Y un día Dios nos escuchó. Y volvió casi arrepentido de tantas distracciones. Y nos regaló una fiesta inolvidable. Y nos regaló un equipo, de la mano de ese “negrito” casi olvidado. A “estos soldados de River”, a este montón de “nadies” que ayer nos mezclamos todos como metáfora que tiene el fútbol de igualarnos. Que hicieron malabares para estar. Pero que hicieron también lo imposible para decir presente desde muy lejos, desde tempranito. Vía mail, Internet, desde todo el mundo, para hacernos sentir que iban a estar. Desde donde sea y de la manera que fuera. Y entonces, Dios volvió, porque descubrió esa fe inconmensurable, arrasadora, que venía de la historia.

Con Passarella, Jota Jota, Fillol. Porque vio como el Facebook explotaba de acompañamiento. Y el celu se bloqueaba de mensajes de texto, con historias desde los micros. Con cientos de “estamos llegando”. Todos cantando, rezando y amando. Como esa señora que llegó de Arroyo Seco con 78 años, por primera vez, traída por su hijo que además era hincha de Boca. Y toda esa legión que entendió que lo único que quedaba era “venir a ofrecer al corazón”.

Yo estoy seguro de que bajó. Que se coló para ayudar a entrar ese trapo conmovedor. Que como un gusano gigante trepó la popular y nos regaló esa postal inigualable. Que llegó como un relámpago para enderezar la historia. Que supo que muchos “nadies” necesitábamos esta alegría para seguir arrancándole placer a la vida a pesar de todo. Que éramos muchos los que allí estábamos que no pudimos juntar los pesos para ver a Paul. Y que ya era tarde para “yesterday”, que veníamos por un “aquí y ahora”. Que ahí estábamos, sin dramas, todos mezclados. Desarrapados, turistas, laburantes, desocupados. Todos, sin distinción. Bailando en el anillo, con los pibitos en los hombros. Mirándonos en el espejo de esos murales que tanto tienen de nosotros. Diciéndole al rubio de al lado: ¿Do you like the match? -en un angloargento medio pedorro pero entendible. Y el tipo con “Julia Roberts” al lado contestándome: “¡Oh, yes! it´s the happiness”.

Y yo que le señalo el corazón y el que me responde. ¡Oh, si! this is the heart. Y sí, hermano, ésta es una raza dura y sensible de corazón. Por eso creo que el de arriba volvió. Con los “ángeles guardianes” a la cancha, con los “habitantes del infierno” en las tribunas. Y se empapó de “delirio y carnaval”. Ese fervor estremecedor que solo puede proporcionar el hincha de River. Por eso, también nos perdonó los excesos de argentinidad. Y nos habilitó ese “sólo le pido a Dios” del final. Es que tantas veces nos dieron por muertos y nosotros cada vez más vivos. Que era hora de hacerles sentir que se siente.

Y nos regaló un equipo que vino a dar la “vida y el corazón”. Que jugó una final. Que casi como otra señal divina le tocó atacar para el lado del río en el segundo tiempo. Como había sido toda la vida. Que desde el minuto cero al noventa, tuvo autoridad, orden y amor propio. Que no tuvo un león, sino 11. Que el negrito sabiamente supo acomodar y que no se le cayeron los anillos cuando puso a Arano para achicar cualquier margen de error. Vi al mismo negro, feliz, ese que Carrasco dijo que era el que daba las charlas técnicas mientras Angel elegía los actores.

Que tuvo gestos conmovedores de solidaridad. Como cuando Pavone en el cambio le dice a Funes Mori: “Ahora andá y metela vos, pibe”. De insolencia, en el pechito de Carrizo al minuto. De talento en la zurdita picante de Lamela y de mucho futuro en el cambio de ritmo y la aceleración de Pereyra. En la recuperación estupenda de Acevedo y el profesionalismo de Maidana. ¡Que gritó el gol y se abrazó con sus compañeros, aunque hayan relatores ciegos o con discursos armados para jorobar! Como tantas bobalicadas que le tiraron a Jota Jota en la semana.

Párrafo aparte para el León que también se acordó de Cappa, su don de gente, y el trabajo fino y humano que le dejó al plantel. Y ese final de video, de ramillete humano gritando “despacito, despacito, despacito” y el Tanque, ya ídolo por toda su entrega, tirando su remera a la Sívori baja. Y como si eso fuera poco, de yapa, el barba nos regaló el “sexto sentido”. Yo vi gente muerta, como hacía rato no la veía. Se hicieron humo entre un mutismo alarmante.

Se fueron esfumando entre candelabros de velorio a los diez del segundo tiempo. Una variante de las banderas negras. Estaban entregados y Dios escuchó la marcha fúnebre más potente de los últimos años de una hinchada a otra. De este lado, todavía late, imborrable: la fiesta inolvidable.

Gracias Dios por hacerme de River, por el fútbol, por “los nadies”. Por haber sido parte de ese recibimiento junto a mis hijos y todos esos gringos que lograron encenderse junto a nosotros como nunca pudo el “pecho frío” que abandonó.

La fiesta inolvidable - River Plate - La Pagina Millonaria - Sitio 100% No Oficial

La hinchada de River canta como los Beatles
Por Pablo Desimone - 09/12/2010 - 15:08

Justo ayer se conmemoraban 30 años sin Lennon, un artista que nos regó de sueños. Y la “hinchada de River”, la mejor del mundo, cantó como los Beatles. Un homenaje incomparable para la música, para todos nosotros, guerreros infatigables del aliento y para el espectáculo, que en un gesto digno de reprobación y mal gusto, el locutor de Fútbol para Todos se ocupó de ridiculizar. “Je, cantan por lo mal que juega el equipo”-ironizó en su transmisión. Una irrespetuosidad inaceptable para con nuestra gente y nuestros colores.

Ayer no fue “un día más en la vida”. Pasaron cosas difíciles de explicar. Antes, durante y después del partido. Un mosaico de sensaciones. Casi como aquella gloriosa tapa de “la Banda del Sargento Peppers”, de los genios de Liverpool, donde posaban personajes que encarnaban lo mejor y lo peor de la humanidad. Hay un “largo y sinuoso camino” que John y Paul parecen haber escrito para nosotros. Voy a pedir “una ayudita a mis amigos”. No puedo explicar con demasiada rigurosidad y sentido común el nocaut pincha. Me pareció todo tan inexplicable que sólo me animo a jugar al absurdo de ponerle algunos títulos de canciones beatles a los momentos vividos. ¿Arrancamos?

Primero: “Querida Prudencia”, para con el Negro Jota Jota. Antes y después del partido circulaban versiones sobre la contratación de Sabella a partir de su desvinculación con el pincha. Me resultaron absolutamente impertinentes y hubiera preferido no escucharlas hasta después de la definición del campeonato. ¡Socorro! Perdón John, perdón también al mariscal Ramos Delgado y al maestro Federico Vairo, que el homenaje de su partida no haya sido la “batalla” por todos querida. Ese “Imaginate” que soñamos en la previa y terminó siendo una batallita naval con tres pelotas paradas y tres goles insólitos. Hundidos, tan frágilmente. Sólo me pregunto: “Because”. ¿Por qué? ¿Por qué el cielo no es azul más de cuatro fechas para River? ¿Por qué “La felicidad es un revolver ardiente”?

Si hasta “Ayer”, el fútbol era un juego fácil de jugar, como el amor, si ya nos habíamos olvidado de la Promoción. ¿Por qué otra vez ese imagen de no poder salir con esa fe de ir “A través del universo”? Salir dormidos como un equipo chico, sin la ambición de armar una fiesta completa. Un “Birthday” para arruinarle el campeonato al equipo que más ganas le teníamos. Estudiantes se dio cuenta tan al toque de esa falta de ambición, de ese rostro de “estoy cansado”, antes de arrancar que nos primereó, al minuto. Claro al final armó su “Revolución”, con un River diezmado y perdido como “Lucy en el cielo con diamantes”. ¿Qué fue el pincha que otra cosa que concentración? Ese “todos juntos ahora” que achicó espacios desde el minuto cero y River de cuarenta rebotes no ganó uno. Con actitud abúlica hasta en sus gladiadores. Como aceptando ese “Yo soy un perdedor” que periódicamente vuelve.

Sin el “¡oh cariño!” que necesita la pelota para llegar a destino. Dejando que “La gata” se floreé a expensas de un Almeyda que pareció no estar lo suficientemente recuperado. ¡Mysery! Cuando el pincha se replegó. River no encontró pivot y siguió sistemáticamente apostando al pelotazo. Sólo algún buen encuentro entre Lamela y Pereyra generaron algún tibio desequilibrio por izquierda. “Y aunque el sol siempre llega”, no llegó. Había hecho demasiado poco. Apenas, el tiro libre de Lamela en el palo, cuando Orión estaba vencido. Y ya al final del primer tiempo, cuando estábamos pensando más en los cambios que en el partido aparece River infructuosamente “arreglando sus agujeros” centro que viene por la derecha y Matías Sánchez que dice “la vi parada ahí”. Pum. A cobrar. Y una soledad “Eleonor Rigby”, que se clava en cuarenta mil corazones.

River no tuvo conductor, jugó con un Funes Mori, otra vez muy livianito y por sobre todas las cosas sin saber cambiar de esquema táctico obre la marcha y rápido. Y ese volver sin enganche, para el segundo tiempo fue sentenciar “guitarra vas a llorar”, nuevamente. ¿No se cómo nos trastocaron tanto? No hay Buonanotte, ni Lanzini. Y en un minuto ocurre “el fin”. Expulsado Maidana y la siesta que sigue y termina en la red tras sucesivas distracciones. Un Mercado, pujante y un offside de Rojo que tiene que empujarla. El cuarto pudo ser el quinto, mientras que los cambios llegaron cuando estaban sirviendo los postres.

Partido más que liquidado. Raro y de pronto “la Hinchada Campeón del Mundo” se pone de pie. Y entrega una nueva versión de la música más maravillosa para los ojos. El pueblo riverplatense que no se rinde que canta “All my loving”, jugando bien o jugando mal”, ese lenguaje universal. Que nada, ni nadie puede parar. Entonces hay un frenesí que nos desborda de rabia, de ganas de llorar y de orgullo y nos pide “Dejalo ser”. Es tu corazón. Que te lo manda. Que sabe que el mundo no nos está tratando bien, pero que hay un “Get Back”, hay un volver cada domingo, como lo hicimos siempre.

Sólo comparable, aunque suene irreverente para alguno, a ese cambio de paradigma musical que significaron los Beatles. De fútbol, poco y nada. No me gustó nada. Ni los pantaloncitos negros, ni que hayamos tenido que atacar contra el Río de La Plata en primer tiempo, ni las habladurías con Sabella, ni lo de Ortega, ni el árbitro Abal.
Fue el “anochecer de un día agitado”. Una ensalada de emociones. Usted sabe mucho aquello de “vencedores vencidos”, aunque haya “camaleones mediáticos” que no lo entiendan.

MUY FUERTE JAJA

Me gusto eh… nada mal. Todo lo contrario.

una pregunta quien es pablo desimone qe lo descansan tanto?

Entre mandingas y cachavachas

Mientras la voz del Kaiser anuncia nuevas buenas para las finanzas del club en caso de concretarse el pase de Funes Mori, nos agarramos de sus palabras como a una pata de conejo. Es que los hinchas de River nos hemos convertido en una grey de supersticiosos irredentos dados los sustos y golpes de mala suerte que nos viene deparando el 2011. Un cónclave de mandingas, cachavachas, pomberos, caraú, Hallowen, Lucifer, Demian y Murdor parecen haberse confabulado. Alguien revuelve el brebaje de la olla esperpéntica y cada trago de esa sopa nos somete al delirio. Parecemos colonizados por maldiciones. El año comenzó con la ida de Ortega, las derrotas con Racing y Boca -absolutamente decepcionantes-, la ida de Buonanotte a mediados de año, la dificultad de cerrar lo de Pavone, la falta de concreción de pases de jerarquía y encima la tremenda lesión de Juan Pablo Carrizo y la pequeña del Enano.

Acá estamos invocando a los ángeles guardianes de River para que bajen urgente. Mientras tanto están los devotos del Gauchito Gil, de San la Muerte y hasta de Gilda. Todo es válido con tal de cortar el sortilegio de esta racha negativa. Dinosaurios y elefantes vierten el líquido de sus vejigas sobre nosotros. Los batracios son el plato del mes. Parece la entrada obligada y hay para elegir gama, forma y colores para nuestra indigestión. Falta la lluvia peneneana de erectiles gotas como para decir cartón lleno, mientras nos toman a todos distraídos y agachados. “Todo pasa” dice el faraón de la calle Viamonte y lo raro es que dice la verdad. Templémonos de ánimo para combatir la desazón. Si la vida nos propone esta versión inquisitorial del 2011, armemos nuestros remedios caseros y gualichos.

Ya no leyendo la borra de café. Ni recurriendo a los arcanos esotéricos del tarot. Sino pasando debajo de escaleras, jugándole al 13, pisando el césped con el pie izquierdo, amamantando gatos negros, tocando madera y pisando mierda, como canta Serrat.

Ni Merlín, ni Teresias, ni Gandolf o hasta el mismo Tolkien nos dirían otra cosa que la “cosas ocurren cuando tienen que ocurrir”, ni antes ni después. En el momento exacto. Vienen para dejarnos un mensaje. No son para temer, sino para galvanizarnos. Aquí no hay, ni habrá “fugitivos” del aliento. Ni de la esperanza. Nos están poniendo a prueba una vez más. Y una vez más, vamos a resistir. Todos sabemos que los demonios sólo se apoderan de los débiles de fe. Como decía el Dante de los ignavos.

Y si hay algo que el Vaticano del fútbol renueva año a año es ese catastro de fe, que miles de pibes nuevos vienen a ofrendar. Vamos a romper con los malos espíritus, Vamos a resignificar la oscuridad en luz. Vamos a encontrar nuestro Señor de los Anillos. Con el Indio Vega, o quien le toque suceder a Juan Pablo. Vamos a dar vuelta una vuelta en el laberinto del terror como cuando éramos chicos en el Italpark y nos burlábamos de los Frankestein y los Dráculas. Vamos River, que el viernes nos compramos una escoba y nos reímos de este presente embrujado, para empezar a cambiar la historia.

Vamos a transmutar la energía del enojo en una energía vital que empuje, como si el año estuviera naciendo nuevamente. El resto depende de usted, Kaiser, con media vuelta de tuerca ya agarramos vueltas de nuevo. Vamos campeón, vamos a ganar, donde jugués vamos a estar. Cuando mirés para el tablón yo voy a estar siempre con vos.

Entre mandingas y cachavachas - River Plate - La Pagina Millonaria - Sitio 100% No Oficial

El primer párrafo y el cuarto superan los niveles de lo insólito…

Es increíble la locura que carga este tipo :lol::lol:

Un cónclave de mandingas, cachavachas, pomberos, caraú, Hallowen, Lucifer, Demian y Murdor parecen haberse confabulado. Alguien revuelve el brebaje de la olla esperpéntica y cada trago de esa sopa nos somete al delirio.

Con que desayuna este tipo??? Leí eso y no pude leer mas. Que largue la milonga.

El tipo utiliza palabras inusuales para flashear intelectual y es un reverendo pelotudo… mirá las forradas que escribe por diossssss

Acá estamos invocando a los ángeles guardianes de River para que bajen urgente. Mientras tanto están los devotos del Gauchito Gil, de San la Muerte y hasta de Gilda. Todo es válido con tal de cortar el sortilegio de esta racha negativa. Dinosaurios y elefantes vierten el líquido de sus vejigas sobre nosotros. Los batracios son el plato del mes. Parece la entrada obligada y hay para elegir gama, forma y colores para nuestra indigestión. Falta la lluvia peneneana de erectiles gotas como para decir cartón lleno, mientras nos toman a todos distraídos y agachados. “Todo pasa” dice el faraón de la calle Viamonte y lo raro es que dice la verdad. Templémonos de ánimo para combatir la desazón. Si la vida nos propone esta versión inquisitorial del 2011, armemos nuestros remedios caseros y gualichos.

Este párrafo es simplemente repulsivo