En el judaismo no existe el infierno, sino una purgación en la que una vez que tu alma paga tus pecados y luego te vas al Holam Habá
Olam HaBá
Este Mundo (Olam HaZé) es un mundo de apariencias, muy real para nosotros que en él vivimos, pero no es la realidad última.
Tal como el útero no es la única y final vida para el feto, sino solamente una etapa en un largo viaje que se prolonga en otra realidad, bastante diferente a la conocida hasta ese momento.
Dentro de la placenta se manejan ciertos códigos, modos, estilos de existencia, que cambian radicalmente cuando se nace, que en cierta manera es cuando se muere para la vida del útero y se pasa a la vida en el mundo.
De manera similar, Este Mundo, el que tanto amamos y padecemos, éste que podemos considerar nuestra única existencia, realmente no es la realidad definitiva, sino solamente un pasaje, un lugar de tránsito, un tiempo y lugar para el entrenamiento y el aprendizaje.
Tal como enseñan los jajamim (Sabios) en el Talmud, Este Mundo es un pasillo, o antesala, que nos lleva al recinto principal del palacio, denominado Olam HaBá (Posteridad, Mundo Venidero, Más Allá).
En palabras del Rebbe de Kotzk: “Morir es solamente mudarse de una casa a otra. La persona sabia dedica sus mejores esfuerzos a embellecer aquella casa a la cual se mudará en el futuro.”
En nuestra muy humana y limitada percepción de las cosas, no estamos capacitados para describir exactamente esa dimensión ajena a nuestras percepciones y conceptos que es el Mundo Venidero. Es una dimensión totalmente diferente a lo que experimentamos o conocemos, ya que no es material, sino completamente espiritual.
Al no haber materia, no hay espacio, no hay distancia, no hay tiempo, ni movilidad, ni cambios.
No hay visión, ni sonido, ni hambre, ni calor, ni frío, ninguna de las percepciones que nos sumergen e invaden desde el momento de nuestra concepción hasta nuestra muerte.
Tal como el feto en el útero no tiene capacidad para comprender cabalmente ese “otro mundo” que se desarrolla fuera de su placenta, estamos nosotros, incapacitados para develar el misterio que se oculta más allá de esta vida.
Es un “algo” totalmente diferente a todo lo percibido y vivido por nosotros, pero del cual podemos afirmar que existe y que en algún momento TODOS llegaremos a ese “lugar”, o mejor dicho “estado del ser”.
Este “estado del ser” al no depender de la materia es denominado también como “Mundo de la Verdad”, puesto que no hay velos, ni excusas, ni justificaciones, ni mentiras, ni escapes, ni ilusiones. Todo es cierto, correcto, ordenado, pulcro.
¿Difícil de entender o de admitir?
Hay muchos aspectos que conciernen a esta temática que no podemos pensar o concebir, puesto que son hechos que son completamente diferentes a todo lo que conocemos, que no tienen manifestación en nuestro mundo.
Es como querer explicarle a un feto, en el seno materno, qué son los colores y la suave caricia de la brisa marina. Podemos darle una idea al feto, pero él no ha experimentado ni colores ni brisas, por lo que solamente captaría un poquito, a través de analogías.
Perdon por desvirtuar 