gracias matias25 , pense q estaba solo en esta propuesta!!! te dejo un comentario del partido de ayer del diario el pais: river 6- peñarol 3:
Un set de fútbol, River Plate fue una máquina
El equipo de “JR” le hizo seis goles a Peñarol con el estilo tiqui-tiqui
EDWARD PIÑÓN
Vega para Ezquerra, y empieza la cuenta. Ezquerra para Zambrana, ya van dos. Zambrana la abre para Nuñez, y mentalmente la sucesión de toques no se abandona más. La pelota va de un lado al otro. Seis, siete, ocho toques. Certeros, suaves, con un control de los nervios capaz de desencadenar alta presión en los aficionados de los dos bandos.
River Plate avanza al ritmo del “tiqui-tiqui” de Juan Ramón Carrasco. Y arriba está Porta, colabora Giménez con sus desbordes por la izquierda. Siguen los toques, las jugadas con el sello inconfundible de “JR”. Y los pases son cada vez más filosos, cortan la respiración de los aficionados de Peñarol, que esperaban ver otro debut.
Carrasco y los suyos no lo dejan. El toque sigue. La pelota sale bien desde el fondo. No hay pelotazo, si alguno se equivoca el resto se lo recrimina. Entonces el balón vuelve a recorrer la cancha, dejando huellas que demuestran que hay estilistas del fútbol. Y los goles llegan.
River pega, con la ayuda de Castillo en el primer gol, ese cierto, pero se veía venir. Peñarol lucha, no se rinde, pero no consigue imponer un juego a lo Matosas. Entonces vuelve a lo suyo, a la de poner alma para tratar de impedir que Carrasco consiga romper la maldición de no poder ganarle a un grande.
Pero este River le agregó bombas H a la punta de los botines de sus jugadores y por eso, aunque el manya logra sobreponerse dos veces en el marcador, termina sufriendo con tanto pase bien realizado.
Allá está Martín Rodríguez subiendo por el lateral. Por ahí lo acompaña Núñez. River juega, toca. Desacomoda todas las líneas aurinegras. Irrita a los rivales, enoja a la afición de la Amsterdam.
Hay fútbol. Es un set completo y no sólo por la comparación del marcador final (6-3) con un parcial del tenis, sino porque se trata de una especie de combo. Donde todos juegan. Todos respetan la idea.
Esa idea que llevó a ver, una vez más, que la escuela de Juan Ramón es la de lograr mayor cantidad de generación de jugadas de ataque que su oponente, porque llegando más hay más oportunidades de ganar.
Y eso fue lo que sucedió. Desde el mismo momento que el juez Aguirregaray pitó el comienzo del partido los darseneros le llegaron a Peñarol por los dos costados de la cancha. Ni Lemes ni Pérez pudieron en algún momento evitar que Núñez y Giménez entraran a toda velocidad en la última zona de su equipo.
Además, el fútbol que generó en el mediocampo el cuarteto del toque fue sencillamente destructivo de toda posibilidad carbonera de poder arrancar el campeonato con buen pie.
River fue siempre superior. Apenas acusó algún desperfecto colectivo cuando Peñarol salió más decidido en la segunda mitad. Pero le tomó el pulso enseguida.
Y ni siquiera se dejó amenazar por una supuesta recuperación anímica, especialmente generada por la forma en la que José María Franco impulsó a Peñarol en la cancha.
Los goles del corpulento delantero no consiguieron oficiar de freno para los “Carrasco boys”. Los que jugaron tanto o más que antes, razón por la cual apareció la lanza de más en algún muchacho de Matosas.
Las rojas para Silva Cerón y Lemes le bajaron la cortina a un equipo cuyos máximos méritos fueron haber logrado dos empates transitorios pese a ser superados futbolísticamente o el hecho de haber convertido un tercer gol con dos hombres de menos.
El resto es todo para River. Porque Ezquerra sigue tocando. Cardoso se sumó al va y va. Porta no pierde el ímpetu. Giménez no se quiere ir sin ver cómo una pelota suya termina en la red contraria. Faltan pocos minutos, el partido está ganado. El toque sigue apareciendo. Irrita a los de la Amsterdam. También a alguno de los que está en la cancha porque los cañitos que buscan sus rivales los consiguen.
Cuatro, cinco, seis. Toques, goles. ¡Qué set de fútbol!