El resultado no nos debe confundir. River no jugó bien y hasta que metió el tercero, merecía ir perdiendo claramente.
Recién una vez que Boca se quedó con diez en el penal inventado por Pezzota, River empezó a manejar más la pelota. Es preocupante si dependemos de la inferioridad numérica del rival para lograrlo.
El 4-2-3-1 me convence menos que el 3-3-3-1. En el medio, no juega nadie por los costados y los contrarios pasan como quieren hasta las cercanías del área.
Ahí los reciben nuestros defensores, que aparentemente sólo saben cortar con falta. Para mi sorpresa, el único que marcó realmente bien, sin golpear, fue Villagra, quien tuvo por lejos su mejor partido desde que llegó a River.
Ferrari, que no pudo parar a Palacio en toda la noche, cerró una actuación pobre con un error propio de un juvenil. Sabiendo que Pezzota iba a intentar compensar, no hay que darle la oportunidad. Hizo una mini falta boluda y se fue expulsado por salame, reviviendo las chances de Boca en el partido.
De los 5, Ahumada anduvo mejor que Ponzio, que bajó mucho su rendimiento con respecto al último clásico. Además se que se fue expulsado, le dio más pases a los contrarios que a los compañeros.
No entendí los cambios de Simeone, que parecieron destinados a que Boca empate. Lo sacó a Ortega -que podía complicar- para ponerlo a Archubi, quien necesita una transfusión de sangre. Ese muchacho parece que no tiene ganas de jugar en River. Camina la cancha con cara de nada.
Otra decisión del Cholo que me van a tener que explicar es por qué entró Falcao como una especie de enganche, en lugar de como delantero. Muchos atacantes en cancha, pero al final el único que juega bien arriba es Abreu.
A pesar de los goles, no quedé conforme con el colombiano ni el Loco. Cada uno hace la suya y no les importa si el compañero está en mejor posición para definir. No juegan en equipo y esa competencia egoísta entre ambos nos perjudica. Además, anduvieron horrible con la pelota, que les rebotaba como si les estuvieran tirando una granada.
Nos salvó las papas el chileno Alexis Sánchez, jugador que River debería comprar, pero que seguramente se va a ir a mitad de año. El gordo pelotudo y ladrón de Aguilar va a decir que no tenemos plata, mientras nos gastamos lo mismo en tres jugadores medio pelo, con negociado de por medio.
River habrá obtenido las dos copas Melba del verano, pero parece depender de la inspiración individual o de las circunstancias. Puede ganar como comerse tres, en un marco de poco orden en general y desatenciones individuales.