Siempre es bueno ver a tanta gente que luego del conflicto del Gobierno (con el mal denominado) “Campo” se fue realineando, en mayor o menor medida, con algunas de las políticas que adoptó el Gobierno Nacional, llegando a su máximo esplendor en los corrientes días. La desaparación de un líder político, tal fue el caso de Raúl Alfonsín por citar solo otro ejemplo entre tantos, siempre es acompañada por cierta mistificación. Es un escudo, una espada que toma la militancia o grupos afines como sentido de pertenencia a un espacio. Más aquí en Argentina donde, claramente, hay una tendencia personalista en los diferentes frentes de conducción existente.
La partida de Néstor deja un hueco grande, un vacío enorme al que no le cabe reemplazo alguno en breve. Pero este hueco, este vacío aparente demostró también, o mejor dicho lo está haciendo, que en los últimos años hubo un reenamoramiento de la sociedad y la militancia para con la política. Cuál, sino otros, fue uno de los grandes aciertos del caudillo patagónico. Aquel con el que derrapó semillas de militancia, semillas de pasión… de cambio. Muchos de nosotros, los que defendemos el proyecto Nacional y Popular desde distintos flancos, nos criamos en los resagos políticos que fue dejando la década del 90 y la gran crisis del
01 donde la política, inexorablamente, era relacionada a los mayores males que vivió la sociedad. Ser partidario, defensor o activista era sino para sapos de otro pozo, gente de otra galaxia pero no para la Nación. El cambio como relación a lo positivo se disosiava de cualquier capacidad de acción política. Todo aquello era, cuanto menos, relacionado a lo nefasto, corrupto, sucio. Recordarán el ya institucionalizado “que se vayan todos” del no tan lejano 01. Y aquí, en este cambio de paradigma, en esta modificación de dogmas es donde Néstor Kirchner ha hecho mejor su trabajo. La mayor de sus obras. Por supuesto, queda, resagos de aquella época y muchos de los avances se lograron en forma contradictoria con supuestos modismos políticos o sociales. No es para menos; aquí (y no en otro lado como nos quiere mostrar la televisión) comenzaron a pasar cosas buenas. Se abrió una amplia gama de debates en los cuales no siempre se salió victorioso, pero en el cual siempre hubo que barajar y dar de nuevo. Algunos entienden las realidades netamente desde lo resultadista, lo efectista. Aquello que solo pareciera poder lograrse tras “gestiones” queriendo ningunear a la política con un discurso tan apático como atractivo para los resagos ideológicos de las décadas citadas. Y es aquí, reitero, donde advierte su mayor firmeza las semillas de Néstor. Qué somos sino el resultado de un proceso político intenso, contradictorio al fin pero con SUR (cambiemos paradigmas) y ejes claros que fue tomando durante siete años ininterrumpidos banderas lejanas, olvidadas en tiempos tan remotos que parecían de utopía. Es aquí, y no en otro lado, donde muchos de los que apoyamos a la compañera Cristina, el Miércoles y Jueves, en la plaza quisimos trasmitir a la sociedad toda y, naturalmente, a nuestra Presidenta. Por qué no, agradecerle. Después de todo soy el resultado del político que vino de los fríos patagónicos, de la deshabitada Patagonia. Un desconocido que infirió ante poderes de facto, instalados e intentó combatirlos. Cierto es, que también contempló otros pero resulta altanero presentar dichas falencias sin hacer uso de la contextualización que la vorayine política presenta.
A Cristina nuestro apego al proyecto, nuestro inmenso abrazo y nuestra esperanza militante depositada en ella. A Néstor… tu te has ido compeñero, pero lejos de dejarnos al desamparo, tu pronta partida reavivó una llama. Una luz nítida que conduce al final de un camino. Y esa luz será esperanza y será POLÍTICA, Néstor, porque si algo has enseñado en tu paso por nuestra historia es que las cosas se cambian confrontando, se modifican con POLÍTICA y no con gestión. Y allí estaremos para mantener firme las banderas que levantaste y se profundizarán, Néstor, porque como sabrás desde dónde encuestres, no se retrocerá un solo paso sobre lo avanzado.
Hasta la victoria compañero Néstor.
Nicolás