Hijo mío. Me canso de ganarte debates.
FALSO de TODA FALSEDAD lo que pusiste.
John Nash, Premio Nobel de Economía, descubrió, literalmente,
que Adam Smith —el padre de la economía —no tenía razón, cuando en
el año 1776 en su obra La riqueza de las naciones esbozó su tesis
principal —y base fundamental de toda la teoría económica moderna—
de que el máximo nivel de bienestar social se genera cuando cada
individuo, en forma egoísta, persigue su bienestar individual, y
nada más que ello.
Mediante desarrollos matemáticos Nash expone ese
razonamiento acerca de Adam Smith y declara que, con ellos, más de
un siglo y medio de teoría económica se desvanecía.
A un economista no se le puede escapar, si está en una posición realmente
científica, la real dimensión de lo que significa la demolición
del individualismo y de la libre competencia como base central de la
teoría económica.
Nash descubre que una sociedad
maximiza su nivel de bienestar cuando cada uno de sus individuos
acciona en favor de su propio bienestar, pero sin perder de vista
también el de los demás integrantes del grupo. Demuestra cómo un
comportamiento puramente individualista puede producir en una
sociedad una especie de “ley de la selva” en la que todos los
miembros terminan obteniendo menor bienestar del que podrían. Con
estas premisas, Nash profundiza los descubrimientos de la Teoría de
los Juegos, descubierta en la década del 30 por Von Neumann y
Morgestern, generando la posibilidad de mercados con múltiples
niveles de equilibrio según la actitud que tengan los diferentes
jugadores, según haya o no una autoridad externa al juego, según sea
el juego cooperativo o no cooperativo entre los diferentes
jugadores. De esta manera, Nash ayuda a generar todo un aparato
teórico que describe la realidad en forma más acertada que la teoría
económica clásica, y que tiene usos múltiples en economía, política,
diplomacia y geopolítica.
Si se lo piensa bien, los descubrimientos de Nash implican
una verdad de Perogrullo. Por ejemplo, tomemos el caso del fútbol.
Supongamos un equipo en el que todos sus jugadores intentan brillar
con luz propia, jugar de delanteros y hacer el gol. Más que
compañeros, serán rivales entre sí. Un equipo de esas
características será presa fácil de cualquier otro que aplique una
mínima estrategia lógica: que los once integrantes se ayuden entre
sí para vencer al rival. ¿Cuál cree el lector que será el equipo
ganador? Aun cuando el primer equipo tenga las mejores
individualidades, es probable que naufrague y que, incluso hasta
individualmente, los miembros del segundo equipo luzcan mejor. Esto,
ni más ni menos, es lo que Nash descubre, en contraposición a Adam
Smith, que sugeriría que cada jugador “haga la suya”.
En la carrera de economía, en la Argentina y en una vasta
cantidad de países, tanto en universidades privadas como en las
públicas, se sigue enseñando desde el primer día hasta el último que
Adam Smith no sólo es el padre de la economía, sino que además
estaba en lo correcto con su hipótesis acerca del individualismo.
Los argumentos que se utilizan para explicar que supuestamente tenía
razón se basan generalmente en desarrollos teóricos anteriores al
descubrimiento de Nash y en cierta evidencia empírica percibida no
sin una alta dosis de arbitrariedad. De ello resulta que se
contamina a la teoría económica —que debería constituir una ciencia—.
Muchos de los profesores que día a día enseñan economía a sus alumnos ni siquiera
han sido informados de que hace más de medio siglo alguien descubrió
que el individualismo, lejos de conducir al mejor bienestar de una
sociedad, puede producir un grado menor, y muchas veces muy
apreciablemente menor, de bienestar general e individual que el que
se podría conseguir por otros métodos de ayuda mutua.
El descubrimiento de Nash acerca de la falsedad de
la teoría de Adam Smith debería haber puesto en estado de alerta y
en emergencia a la comunidad de los economistas en el planeta
entero. Ello, por supuesto, no ocurrió, en buena medida debido a que
sólo un reducido núcleo de profesionales de la economía se enteró a
inicios de los años '50 de la verdadera profundidad de los
descubrimientos de Nash.
Los economistas, no sólo en carreras de grado, sino también en las de
posgrado, tanto en Argentina como en el exterior, no reciben
información alguna acerca de que la base fundamental de la economía
es una hipótesis demostrada incorrecta, nada menos que desde las
propias matemáticas.
En forma prácticamente simultánea a los descubrimientos de Nash, dos economistas, Lipsey y
Lancaster, descubrieron el denominado “Teorema del Segundo Mejor”.
Este descubrimiento enuncia que si una economía, debido a las
restricciones propias que ocurren en el mundo real, no puede
funcionar en el punto óptimo de plena libertad y competencia
perfecta para todos sus actores, entonces no se sabe a priori qué
nivel de regulaciones e intervenciones estatales necesitará ese país
para funcionar lo mejor posible. En otras palabras, lo que Lipsey y
Lancaster descubrieron es que es posible que un país funcione mejor
con una mayor cantidad de restricciones e interferencias estatales,
que sin ellas. O sea que bien podría ser necesaria una muy intensa
actividad estatal en la economía para que todo funcione mejor.En resumen de cuentas, desde al menos los años '50, la teoría
económica se viene manejando de una manera no sólo muy poco
profesional sino además acientífica, casi como si se tratara de la
astrología o de alguna otra disciplina cuyos basamentos
fundamentales no pueden explicarse racionalmente. Descubrimientos
científicos de gran envergadura, cuya difusión hubiera podido
cambiar la historia de la globalización y detener sus peores
consecuencias, fueron prolijamente ocultados hasta a los propios
economistas, mientras que teorías basadas de antemano en hipótesis
probadas matemáticamente como falsas fueron diseminadas no solamente
entre los profesionales en economía, sino también en los medios de
comunicación, y hasta fueron aplicadas en los lugares del mundo en
los que ello ha sido posible, donde había un ambiente receptivo
favorable, como en América latina.
Esto es apenas un pequeño resumen del Capitulo 1 del libro del economista argentino Walter Graziano: HITLER GANO LA GUERRA que va de la Pag. 6 a la 16.
El libro completo en: http://www.republicahuesca.org/Libros/Hitler_gano_la_guerra.pdf


