Los marxistas románticos

05/06/11

PorLaura Ramos

No reflexioné sobre el parecido físico entre León Trotsky y Walter Benjamin hasta hace unos días, en que encontré una foto de mi padre junto a la lápida de Trotsky en su casa de Coyoacán, en México (todas, todas las editoriales fracasadas de mis padres se llamaban Coyoacán). Entonces pensé en el rostro de Benjamin. Benjamin era un poco más grueso y apacible; Lev Davidovich tenía la delgadez propia de los temperamentos insomnes, pero ambos se parecían.

El asesinato de Trotsky, su exilio en Alma Ata y en la isla de Prinkipo, la genealogía trotskista en un sentido general formaba parte de mi propia genealogía, su épica era la figura misma de la tragedia para mi familia: él era mi medida de lo artístico, en cierta forma, porque su muerte fue más que nada literaria para mí. Nos gustaba referirnos a Trotsky haciendo juegos de palabras con el título de unos tomos que mi madre me dio para leer cuando yo tenía catorce años: El profeta armado, El profeta desarmado, El profeta desterrado (Isaac Deustscher).

El primer atentado contra su vida fue llevado a cabo por el infame y detestado y extraordinario muralista David Alfaro Siqueiros. En la madrugada del 24 de mayo de 1940, un comando de 20 hombres armados logró ingresar en la casa. Los asesinos tiraron cerca de cuatrocientos tiros; el propio Siqueiros disparó contra el lecho donde dormían Trotsky y Natasha Sedova, su mítica compañera (mi hermana lleva su nombre). Pero no lograron asesinarlos, porque ambos se pertrecharon en la oscuridad, junto a una pared, al lado de su cama. Yo misma vi los agujeros de bala en el dormitorio, esos boquetes que conforman el mural más político de Siqueiros.

Tres meses después, el joven Jacques Mornard (el sólo hecho de escribir su nombre me produce un rictus amargo en la boca, una repulsión física involuntaria cuyo origen se remota con toda evidencia a la infancia, como un caso clásico de histeria de Sigmund Freud) entró en el despacho de Trotsky a mostrarle unos escritos. Mornard, novio de una de las secretarias de Trotsky, Sylvia Ageloff, era el alias del agente estalinista Ramón Mercader del Río. Había logrado acceder al círculo de confianza de Trotsky luego de varios meses de una relación tejida como una araña teje su tela. El hecho de que el futuro asesino le haya regalado bombones a Natasha alimenta mi pesadilla de la ponzoña de la araña, como si esos bombones ya estuvieran anticipando el veneno. La decisión de Joseph Losey de colocar en el papel de Ramón Mercader a Alain Delon ( El asesinato de Trotsky , año 1972) me parece una decisión perversa e interesante: algo de la belleza de Delon esconde al traidor (me inquieta mucho la naturaleza de la belleza).

Pues bien, la policía secreta soviética le había ofrecido medio millón de dólares a Mercader. Esa mañana del 20 de agosto su madre, otra agente estalinista, lo esperaba dentro de un auto, en la puerta. Trotsky se acercó a la ventana para leer el manuscrito y en ese instante Mercader le descargó un golpe de pica en la cabeza. Mi profeta desarmado murió un hospital de la cruz verde doce horas más tarde. Esa pica, enrojecida por su sangre, modificó para siempre la iconografía del martillo y la hoz que yo tantas veces había dibujado en mi diario, junto a unas preciosas figuritas de rosas con brillantina.

Walter Benjamin, el marxista judío más peculiar de la historia según Hannah Arendt, murió en un hotel en el pueblo catalán de Portbou un mes después de la muerte de Trotsky. Había cruzado a pie los Pirineos desde Francia, junto con un grupo de refugiados que huían de la invasión nazi. Apenas llegaron al hotel, fueron arrestados por la Guardia Civil. A la mañana siguiente, cuando la guardia volvió para llevarlos al tren que los devolvería a Francia, lo encontró muerto. Según Henny Gurland, que formó parte del grupo, Benjamin se dio una sobredosis de morfina. Estaba preparado para quitarse la vida en caso de peligro desde mucho antes (le había obsequiado media ración de pastillas suicidas al escritor húngaro Arthur Koestler, cuyo libro La espuma de la tierra , que cuenta sus desventuras en el campo de concentración de Vernet d’Ariège, también me regaló mi madre. Lo dejé por Una guirnalda de flores , de Louisa May Alcott).

El manuscrito que contenía los últimos trabajos de Benjamin se extravió en Portbou. Él era un marxista romántico. Su crítica a la noción de progreso del marxismo debía resultar insoportable para el estalinismo. ¿Qué contenía ese manuscrito perdido? De ese interrogante surgió la hipótesis que sugiere que pudo haber sido asesinado por agentes de la KGB. En su artículo “La misteriosa muerte de Walter Benjamin” en el Weekly Standard , el periodista Stephen Schwartz denuncia la acción de los agentes de la policía secreta soviética que se infiltraban en España para ejecutar a anarquistas disidentes. El artículo de Schwartz, increíblemente, reescribe las historias de agentes dobles, conspiraciones y crímenes estalinistas que mis padres me contaban cuando yo era una niña.

Fuente:Clarin

05/06/11

PorLaura Ramos

No reflexioné sobre el parecido físico entre León Trotsky y Walter Benjamin hasta hace unos días, en que encontré una foto de mi padre junto a la lápida de Trotsky en su casa de Coyoacán, en México (todas, todas las editoriales fracasadas de mis padres se llamaban Coyoacán). Entonces pensé en el rostro de Benjamin. Benjamin era un poco más grueso y apacible; Lev Davidovich tenía la delgadez propia de los temperamentos insomnes, pero ambos se parecían.

El asesinato de Trotsky, su exilio en Alma Ata y en la isla de Prinkipo, la genealogía trotskista en un sentido general formaba parte de mi propia genealogía, su épica era la figura misma de la tragedia para mi familia: él era mi medida de lo artístico, en cierta forma, porque su muerte fue más que nada literaria para mí. Nos gustaba referirnos a Trotsky haciendo juegos de palabras con el título de unos tomos que mi madre me dio para leer cuando yo tenía catorce años: El profeta armado, El profeta desarmado, El profeta desterrado (Isaac Deustscher).

El primer atentado contra su vida fue llevado a cabo por el infame y detestado y extraordinario muralista David Alfaro Siqueiros. En la madrugada del 24 de mayo de 1940, un comando de 20 hombres armados logró ingresar en la casa. Los asesinos tiraron cerca de cuatrocientos tiros; el propio Siqueiros disparó contra el lecho donde dormían Trotsky y Natasha Sedova, su mítica compañera (mi hermana lleva su nombre). Pero no lograron asesinarlos, porque ambos se pertrecharon en la oscuridad, junto a una pared, al lado de su cama. Yo misma vi los agujeros de bala en el dormitorio, esos boquetes que conforman el mural más político de Siqueiros.

Tres meses después, el joven Jacques Mornard (el sólo hecho de escribir su nombre me produce un rictus amargo en la boca, una repulsión física involuntaria cuyo origen se remota con toda evidencia a la infancia, como un caso clásico de histeria de Sigmund Freud) entró en el despacho de Trotsky a mostrarle unos escritos. Mornard, novio de una de las secretarias de Trotsky, Sylvia Ageloff, era el alias del agente estalinista Ramón Mercader del Río. Había logrado acceder al círculo de confianza de Trotsky luego de varios meses de una relación tejida como una araña teje su tela. El hecho de que el futuro asesino le haya regalado bombones a Natasha alimenta mi pesadilla de la ponzoña de la araña, como si esos bombones ya estuvieran anticipando el veneno. La decisión de Joseph Losey de colocar en el papel de Ramón Mercader a Alain Delon ( El asesinato de Trotsky , año 1972) me parece una decisión perversa e interesante: algo de la belleza de Delon esconde al traidor (me inquieta mucho la naturaleza de la belleza).

Pues bien, la policía secreta soviética le había ofrecido medio millón de dólares a Mercader. Esa mañana del 20 de agosto su madre, otra agente estalinista, lo esperaba dentro de un auto, en la puerta. Trotsky se acercó a la ventana para leer el manuscrito y en ese instante Mercader le descargó un golpe de pica en la cabeza. Mi profeta desarmado murió un hospital de la cruz verde doce horas más tarde. Esa pica, enrojecida por su sangre, modificó para siempre la iconografía del martillo y la hoz que yo tantas veces había dibujado en mi diario, junto a unas preciosas figuritas de rosas con brillantina.

Walter Benjamin, el marxista judío más peculiar de la historia según Hannah Arendt, murió en un hotel en el pueblo catalán de Portbou un mes después de la muerte de Trotsky. Había cruzado a pie los Pirineos desde Francia, junto con un grupo de refugiados que huían de la invasión nazi. Apenas llegaron al hotel, fueron arrestados por la Guardia Civil. A la mañana siguiente, cuando la guardia volvió para llevarlos al tren que los devolvería a Francia, lo encontró muerto. Según Henny Gurland, que formó parte del grupo, Benjamin se dio una sobredosis de morfina. Estaba preparado para quitarse la vida en caso de peligro desde mucho antes (le había obsequiado media ración de pastillas suicidas al escritor húngaro Arthur Koestler, cuyo libro La espuma de la tierra , que cuenta sus desventuras en el campo de concentración de Vernet d’Ariège, también me regaló mi madre. Lo dejé por Una guirnalda de flores , de Louisa May Alcott).

El manuscrito que contenía los últimos trabajos de Benjamin se extravió en Portbou. Él era un marxista romántico. Su crítica a la noción de progreso del marxismo debía resultar insoportable para el estalinismo. ¿Qué contenía ese manuscrito perdido? De ese interrogante surgió la hipótesis que sugiere que pudo haber sido asesinado por agentes de la KGB. En su artículo “La misteriosa muerte de Walter Benjamin” en el Weekly Standard , el periodista Stephen Schwartz denuncia la acción de los agentes de la policía secreta soviética que se infiltraban en España para ejecutar a anarquistas disidentes. El artículo de Schwartz, increíblemente, reescribe las historias de agentes dobles, conspiraciones y crímenes estalinistas que mis padres me contaban cuando yo era una niña.

Fuente:Clarin

El caso de la muerte de walter benjamin es muy interesante. Declinó la oferta de Adorno de irse a EEUU con los de la escuela de frankfurt diciendo que todavía había posiciones que defender o cosas porque luchar o algo así. Cuando no le quedó otra lo agarraron justo en españa, justo cuando el llegaba cerraban las fronteras. Dicen que se suicidió, también dicen que lo sometieron a un labaje de estómago, en fin, no se sabe.

Si, llego hasta la frontera, estaba cerrada y por miedo se suicido. Al otro día abrieron el paso, terrible la mala suerte que tuvo.

Claro, según feinmann le hicieron un labaje de estómago para mantenerlo vivo. No se sabe bien que pasó.

LaBaje? Ay, ay, ay.

Elbru :mrgreen:

Jajajaja, hijo de puta, es el inconsciente piojo, estoy pensando que river se va a la B…

No puedo pasar del segundo parrafo sin ver a Caruso hablandome de marxistas…

Muy interesante…

sos un vago y chanta :lol::lol:
Yo a los comunistas de raza los banco, lo tuyo fuchi.

Sos groso en el fondo…

Quienes son los comunistas de raza???
Es interesante la nota, pero no entiendo a lo que apuntas con esta…

Los comunistas de raza no existen más, fueron los que lucharon en la resistencia francesa, en la primera mitad del siglo en el país, otros en rusia, etc. Muchos se jugaron la vida, muchos las perdieron siendo torturados y asesinados. Un comunista era trotsky no la basura de stalin.

Los pseudocomunachos psicobolches que se creen revolucionarios porque van a una marchita con una pancarta no son de raza, son unos hippones trasnochados como el che. Hace rato que el comunismo no existe más.

:question:

Coincido en esto. El segundo parrafo es un poquito reaccionario, te salio el facho de adentro jajaja Igualmente en parte tenes razon, destaco que ir a una marcha no te convierte en comunista y no creo que todos los que vayamos a una marcha pensemos que solamente yendo a marchas ayudamos en algo en la construccion de una mejor sociedad.
Creo que para decir “yo soy comunista” o mejor dicho “soy marxista”, primero tenes que tener formacion sobre lo que afirmas, tenes que estar guiado por grandes sentimientos de amor, de amor por la libertad, la igualdad y por una sociedad diferente, estos sentimientos te van a llevar a hacer lo que sea por colaborar en esta transformacion, en querer llegar a la revolucion y te van a llevar a dejar muchisimas cosas de lado por nuestros ideales.
Creo que son incomparables tipos como Lenin o Trotsky o Guevara o Fidel, con jovenes estudiantes, los contextos son diferentes y esta claro que hay que generar las condiciones para que se den levantamientos populares. No podemos salir con un chumbo a tomar empresas, matar a la presidenta, a los diputados, a los fachos, a los burgueses… aunque me gustaria, seria totalmente al pedo e imposible matar a millones de personas, te terminarias convirtiendo en un adolfito cualquiera. Los cambios no vienen por ahi, los cambios vienen con los movimientos de las masas, de la mano de los trabajadores y estos son los que tienen que liberarse, obviamente que tiene que haber una vanguardia que los desvie hacia una sociedad marxista, sino terminan con gobiernos derechistas.
Hay que tener una estrategia, sin esta, no logramos nada y terminamos presos o muertos.
En algun momento, si se dan las condiciones, tendremos que salir a luchar como lo hicieron el Che o Lenin, en algun momento se tendran que tomar las armas, pero esta mas que claro que este no es el momento y hacerlo seria suicidarse. Hoy en dia la lucha de los jovenes marxistas es otra, no es salir con un chumbo, hoy en dia nuestra lucha es formarnos, formar a otras personas, estar con los obreros, luchar con ellos y generar las condiciones para un levantamiento popular, en todo ambito de la sociedad.

:lol::lol::lol:

Me refiero al che del foro, no a guevara, que no era hippie pero sí un trasnochado.


Desde tu óptica es una opinión muy sensata. Yo no estoy de acuerdo que pueda haber levantamientos populares ni revolucionarios ni ahora ni nunca. Igual estoy de acuerdo en líneas generales con lo que pusiste.

Hablando del che, hoy seria su cumpleaños Nº 83.

Feliz cumpleaños Comandante:salut:

Las crisis del sistema y las contradicciones de los gobiernos llevan a los levantamientos populares, no nos tenemos que ir muy lejos para ver un levantamiento popular en la Argentina. Este gobierno nac y pop va a terminar con una crisis, que seguramente se va a ver acompañada de levantamientos populares.