la Cancillería va a denunciar a las compañías que exploran el petróleo en la zona, tanto ante organismos multilaterales como ante las bolsas de Comercio en donde operen. Interesante.
Se trata de un soldado correntino que fue dado por muerto y vivió como linyera en Uruguay.
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Un ex combatiente de la Guerra de Malvinas reapareció en Uruguay tras haber sido dado por muerto hace 30 años.
Se trata de Miguel Ángel Brítez, un correntino que apareció en las últimas horas en la ciudad uruguaya de Tacuarembó, donde vivía en la calle como mendigo y sufría problemas psicológicos.
El hallazgo del ex soldado de 49 años fue confirmado por el presidente del Centro de ex Combatientes de Malvinas en Corrientes, José Galván, quien precisó que Brítez será trasladado el próximo lunes hacia la capital correntina.
La identidad de Miguel Ángel Brítez, quien se desempeñó como infante de Marina y entró en combate en Puerto Argentino, salió a la luz fruto de una pelea callejera en la que sufrió graves heridas que motivaron su hospitalización.
“El consulado argentino nos informó que el camarada sufrió hundimiento de cráneo durante esta riña callejera, lo que le provocó una parálisis de la mitad del cuerpo y de la cintura para abajo”, agregó Galván, aunque señaló que Brítez “está lúcido y pidió volver a Corrientes”.
El consulado argentino ante Uruguay repatriará a Brítez el próximo lunes y lo trasladará hasta la ciudad entrerriana de Colón, donde el ex combatiente será subido a un avión sanitario del Gobierno de Corrientes para llevarlo finalmente hasta su provincia natal.
La familia Brítez “está muy conmocionada por esta noticia, porque la madre del camarada falleció hace 14 años pensando que su hijo estaba muerto”, precisó Galván.
Tras el reencuentro con sus familiares, el ex combatiente será trasladado hasta el Hospital Escuela de Corrientes, para internarlo debido a las graves heridas que sufrió durante la pelea callejera en tierra uruguaya y por los problemas psicológicos que padece.
Brítez había regresado tras la guerra a Itá Ibaté, una localidad situada 154 kilómetros al este de la capital provincial, pero a los quince días decidió abandonar su hogar y viajar a Tucumán para buscar trabajo.
“Desde que se fue, supuestamente a Tucumán, allá por el segundo semestre de 1982, perdió todo contacto con su familia, que lo creyó muerto. Es el primer caso de este tipo que nos ha tocado vivir, por lo cual estamos muy emocionados y el lunes será un gran día para todos los ex combatientes”, subrayó el titular del organismo
El 30 de marzo de 1982 cincuenta mil trabajadores, a lo largo de seis horas, le disputaron las calles a la dictadura, en lo que fue la mayor movilización política de masas contra el régimen militar. Lo mismo ocurrió en ciudades del interior, principalmente en Rosario, Neuquén, Mar del Plata, Tucumán y Mendoza. En esta última cayó baleado Benedicto Ortiz, secretario general del sindicato minero. Si se le cree al general Martín Balza, la jornada aceleró la decisión de ocupar las Islas.
Entre 1980 y 1981, los conflictos obreros se multiplicaron por tres en relación con los primeros años de la dictadura. La desocupación y subocupación habían pasado de un 9,2 a un 12,7 por ciento y el salario real había descendido un 40 por ciento respecto de 1974.
A mediados de 1981, distintas plantas mecánicas se habían movilizado frente a un reguero de cierres y suspensiones, lo que llevó a una huelga general el 17 de junio y a la detención en masa de más de mil trabajadores frente a la sede del Smata. Por primera vez, la clase obrera le disputó las calles a la dictadura en base a la presencia organizada de columnas fabriles.
Aun el demorado paro nacional de la CGT del 22 de julio del ’81, convocado un mes después de este pico de movilización, tuvo eco en la industria; por su parte, los trabajadores ferroviarios lograron paralizar, contra sus direcciones, el ramal Mitre y parcialmente el Roca y el Sarmiento.
El 7 de noviembre, la CGT llamó a una marcha de protesta a la iglesia de San Cayetano por “pan, paz y trabajo”, al cual respondieron 10 mil personas coreando la consigna “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar”.
El 10 de diciembre, a iniciativa de las Madres de Plaza de Mayo, se concretó la Marcha de la Resistencia. Más de 2.000 manifestantes rondaron durante 24 horas la Plaza de Mayo bajo la consigna “Aparición con vida”. La Multipartidaria de ese entonces y la CGT sólo reclamaban “un informe” a las Fuerzas Armadas sobre los desaparecidos.
Crisis y Multipartidaria
Hacia mediados de 1980, el planteo económico de la dictadura estaba en crisis.
El traspaso de gobierno de Videla a Viola (marzo 1981) se realizó en medio de la crisis bancaria y de la fuga de capitales. Martínez de Hoz había comenzado a aplicar una cadena de devaluaciones. Viola tenía planteada una tarea ímproba.
La Multipartidaria surgió en este escenario (julio 1981). En palabras de Balbín (UCR) “no es un frente político, no es un frente de lucha” sino de “comprensión nacional” -un respaldo civil de la dictadura, en especial de la fracción de Viola.
El golpe
Viola duró seis meses en el cargo. En diciembre se produjo el golpe y Galtieri, el hombre del Pentágono, accedió a la presidencia.
Dos meses después, el periódico Política Obrera haría un señalamiento único en ese tiempo: “El gobierno de Galtieri está acabado”, exactamente un mes antes del desembarco en las Malvinas (PO Nº 327, 2/3/82). En febrero de 1981, un año antes, había anunciado que el gobierno militar iniciaba una cuenta regresiva.
“Los partidos que constituimos la Multipartidaria y aquellos otros que fueron consultados -se leía a fines de 1981- persistimos en levantar la idea de la reconciliación propuesta por la Iglesia y aspiramos a que las coincidencias que hemos alcanzado se extiendan a la nación, incluidas las FFAA”. Firmaron el pronunciamiento (Clarín, solicitada, 15/12/1981) UCR, PJ, MID, Partido Intransigente, Federal y Democracia Cristiana, y lo apoyaron partido Socialista Unificado (PSU), Confederación Socialista Argentina (CSA), Frente de Izquierda Popular (FIP), Línea Popular, Socialista Popular (PSP-García Costa), Comunista (PC), Socialista Popular (PSP-Estévez Boero) y el Frente de Izquierda Nacional (FIP-Corriente Nacional).
Ante la asunción de Galtieri, la CGT declaró: “El sector obrero es prescindente de la actual situación institucional y por lo único que reclama es por un cambio social y económico”. Al llamar a la movilización del 30 de marzo, propuso “decir basta a este proceso que ha logrado hambrear al pueblo, sumiendo a miles de trabajadores en la indigencia y la desesperación” y reclamar su “reversión” a través de “la reactivación del aparato productivo, un urgente incremento del salario”.
Conclusión
El 30 de marzo los trabajadores ganaron las calles colocándose a la vanguardia en la tarea de terminar con la dictadura, con una dirección sindical que planteaba exactamente lo contrario. La convocatoria había superado el escollo presentado por Lorenzo Miguel, empeñado en levantarla. La Multipartidaria alertó contra la “agitación”, la “perturbación” y la “acción callejera”, como lo revelan los diarios de la época.
La operación Malvinas tendría lugar en un marco social que había llegado, en el lapso de un año, al punto de un estallido. Los futuros ‘próceres’ de la democracia se hicieron presentes para jugar el rol de bomberos.
Con el fondo de la conmemoración del 30° aniversario de la guerra de Malvinas, un nuevo libro se suma a otros estudios de los participantes en este proceso. Yofre, ex Side, no estuvo de acuerdo con el desembarco en Malvinas: “No concurrí a la Plaza de Mayo el 10 de abril de 1982″, dice. Para el autor, se trató de una aventura de la dictadura para escapar a un impasse político derivado de una crisis económica sin precedentes (quiebra de bancos y empresas, desocupación récord, inflación, alta deuda externa, etc.). La fractura del gobierno militar se manifestó en el golpe contra Viola y el ascenso de Galtieri, en medio de una recuperación de las luchas obreras (por ejemplo, la tremenda jornada del 30 de marzo, a la que asistieron 50 mil trabajadores) y de un desplazamiento de la clase media a la oposición a la dictadura.
La dictadura pretendió bloquear este proceso. Creyó que Gran Bretaña no se iba a empeñar en una acción militar para recuperar las islas. Fue inducido para creer eso, entre otros, por la embajadora yanqui en las Naciones Unidas, Jane Kirpatrick, quien pertenecía al entorno de Reagan. Sobre esta base, se ideó la táctica del “D+5″: un desembarco que evite bajas británicas y luego, con la mediación yanqui, emprender una retirada que dejaría en pie una soberanía compartida.
La guerra de la Thatcher
Las cosas ocurrieron de otro modo. Yofre demuestra que la Thatcher sabía que se venía el desembarco y dejó hacer: a fines de marzo, “el comandante en jefe de la Armada inglesa (…) ordena que se prepare preventivamente una flota”. El “29 de marzo, Thatcher autoriza que tres submarinos nucleares (Trident, Spartan y Conqueror) se desplacen al Sur” (pág. 168). Esta historia se repetiría luego en el Golfo, cuando la embajadora norteamericana en Bagdad dio una aprobación al sondeo que hiciera Saddam Hussein para invadir Kuwait, y en la pasividad inicial de Estados Unidos frente a los movimientos soviéticos que anticipaban la ocupación de Afganistán.
Thatcher recibía información de Estados Unidos. Yofre recuerda que en ningún momento fue cerrado el sector del edificio Libertador, sede del Ejército, que estaba ocupado por una delegación del Pentágono. El traspaso de información incluía a los satélites (alguno de los cuales fue lanzado especialmente para este seguimiento). Yofre analiza una a una las negociaciones, ilusiones y traiciones de la relación entre Haig (canciller norteamericano) y la Junta Militar.
¿Por qué no cumplió la dictadura su plan original D+5? No solamente por las maniobras conspirativas a favor de la guerra del alto mando británico.
En una conferencia secreta con mandos navales, en 1992 (de la cual Yofre obtiene información de una grabación clandestina tomada por un marino), el ex canciller Costa Méndez revela que el plan de retirada sí había comenzado a ejecutarse “(a)l segundo día (….) porque la idea era que Naciones Unidas pusiera sus Cascos Azules y, entonces, negociáramos en esas condiciones” (pág. 220). “¿Pero qué pasó?”, se pregunta Costa Méndez. “Esto da lugar a muchas interpretaciones. Una guerra es el máximo desorden que la imaginación humana puede concebir”. La Junta cometió “dos errores de apreciación”, explica. Uno el de la Thatcher, que buscó la guerra. El otro, que él coloca en primer lugar, es “la formidable reacción interna, la formidable reacción que significó la Plaza, el vibrar de toda la Argentina” (pág. 222). Costa Méndez reconoce “que era muy difícil ante esa emoción tan grande no parar la pelota y cumplir el plan” (ídem). Estas confusiones “desmoronan el plan”. La dictadura no se había preparado para una guerra, ni estaba dispuesta a ir un enfrentamiento con el gobierno de Reagan.
La jornada del 30 de marzo
Yofre rechaza la caracterización del viraje que hace el ex canciller en esa reunión. Califica a la jornada de la CGT, 48 horas antes de la invasión, como “una puesta en escena sindical de utilería” (pág. 187). Dice que “se armó una interna en la que los díscolos (la burocracia de Ubaldini y Lorenzo Miguel) debían ganar la calle y demostrar su poder de movilización, para luego aparecer como interlocutores válidos frente a Galtieri” (pág. 189). De acuerdo con un alto jefe militar, estos sindicalistas “se reunían con asesores de Galtieri en un departamento de la calle Pellegrini”. “Los sindicalistas sabían que la situación social era muy difícil -explosiva decían algunos- y nosotros también lo observábamos. Esa caldera debía producir un escape, una salida, para que no se agravara la situación” (ídem).
Para esquivar esta crisis, la Junta no pensaba en la guerra, sino en cambiar la política económica del ministro Roberto Alemann. El alto mando militar se reunió para ver cómo se iba a abordar la manifestación anunciada por la CGT que encabezaba Saúl Ubaldini. Un ala, encabezada por el general Saint Jean, propuso autorizarla, porque “consideraba que el gobierno militar estaba en ‘terapia intensiva’, pero aún le quedaba vida” para negociar una salida (pág. 190). La otra, representada por Vaquero y Nicolaides, “consideraba que el acto sindical había que tomarlo como ‘un acto subversivo’. Por lo tanto, enfrentarlo (…) con severidad y violencia (…) Galtieri, presionado, optó por esta segunda visión… había que reprimirlo”.
La represión originó una lucha callejera extraordinaria. Yofre, sin embargo, insiste en su interpretación. Cuando Lorenzo Miguel dice que “fue interceptado por un grupo policial”, advirtió: “Mire que Galtieri se va a enojar si me detiene” (pág. 191). Reconoce, sin embargo, que como consecuencia de la jornada cegetista “en la Casa Rosada se pensó en abortar el desembarco en Malvinas, pero ya no se podía” (ídem). O sea que esta jornada no precipitó el desembarco, como ha interpretado la mayoría -incluso nosotros-, sino que estuvo a punto de paralizarlo.
Objetivamente, el desembarco desvió esta situación hacia un canal nacionalista y desplazó el protagonismo de la clase obrera por el de las clases medias, incluso superiores.
Democracia
Luego de la rendición, Galtieri fue destituido por un golpe y abrió una ‘transición’ política: “La democracia naciente fue hija de la derrota” (pág. 13). Todas las fuerzas políticas habían apoyado la ocupación de las islas, desde la UCR a la Ucedé, así como el peronismo y la izquierda (con la excepción de la entonces Política Obrera, que advirtió que solamente cambiaría de posición si la flota británica se desplazaba al Atlántico sur para emprender una guerra imperialista).
Esta posición recién cambió cuando Haig-Reagan empezaron a trabajar para crear una oposición ‘pacifista’ con vistas a un recambio político general. La iniciativa de volver a la democracia fue tomada por el imperialismo norteamericano. Lo hizo con el consentimiento de la Junta Militar, que desde ese momento trabajó por la derrota argentina y su recambio pactado. Yofre cuenta que el 17 de abril, “al terminar la reunión con Haig y Vernon Walters, el ex jefe de la CIA, (Walters) le dijo al presidente argentino que durante su estadía deseaba conversar con el ex presidente Frondizi, a quien había conocido cuando acompañó a Eisenhower en 1960 en su visita a la Argentina. El comentario fue de cortesía, en tanto que él sabía que tarde o temprano el gobierno militar iba a enterarse de sus planes por el servicio de inteligencia. Walters visitó a Frondizi en su departamento y tras ese encuentro, el viernes 23, el MID hizo público su pensamiento a través de un documento que conmovió a la clase dirigente” (pág. 316). El desarrollismo pasó a la oposición. Alfonsín lo hizo a fines de mayo (pág. 231).
En junio, sin embargo, lo que estaba caldeado era el ambiente popular. Para neutralizarlo, se montó el viaje del Papa a Londres y Buenos Aires, en una clara maniobra para que fuera aceptada la rendición inminente de la dictadura. El brigadier Miret “mostró un informe de inteligencia donde se dice que están dadas todas las condiciones para un clima insurreccional en Buenos Aires y otros centros urbanos en las próximas dos semanas” (pág. 497). Fue la advertencia final para que la Junta destituyera a Galtieri y encaminara el país a ‘la democracia’, por medio de un pacto con los partidos tradicionales -que se convirtieron, de este modo, en los rescatistas del Estado capitalista. Este proceso fue malinterpretado por Nahuel Moreno, quien lo calificó como “el inicio de la revolución democrática”. Lo curioso es que él había apoyado más que cualquier otro la ocupación de Malvinas, e incluso había intentado conversaciones con la jefatura del II Cuerpo de Ejército.
Ya de movida titular “Debate Malvinas” los pinta de cuerpo de entero como son y como fueron: anti nacionales y bien funcionales a la derecha.
¿Qué debate? En Malvinas no hay que debatir nada, hay que sumarse al reclamo del gobierno de tu país para que nos devuelvan lo que es nuestro. Ah cierto que Argentina es el imperialismo colonial en este caso y los keplpers el pueblo oprimido.
Una muestra mas del bananerismo que tenemos en el senado
Senador propone dejar de exhibir prendas con bandera inglesa El legislador justicialista del departamento San Javier, José Baucero, presentó la iniciativa en la Cámara alta provincial. El proyecto pide que el Ejecutivo recomiende a las casas de venta de indumentaria sacar de las vidrieras la ropa o los accesorios que tengan imágenes de Gran Bretaña. Es en el marco del debate sobre la soberanía de las Islas Malvinas. Sería tratado la semana que viene [LEFT] Un legislador santafesino propone sacar de las vidrieras las remeras con la bandera de Inglaterra. Ampliar Imágenes [/LEFT]
En el marco de los debates por la soberanía de las Islas Malvinas, un senador de la provincia de Santa Fe propuso que los comercios del rubro textil retiren de exhibición las prendas que tengan la bandera de Inglaterra o del Reino Unido de Gran Bretaña. Propuestas similares se multiplicaron en las redes sociales en los últimos meses, pero esta vez llegó a la Legislatura provincial de la mano del representante del departamento San Javier, el justicialista José Baucero.
Se trata de un proyecto de comunicación para que el Ejecutivo provincial, a través del organismo correspondiente, “recomiende a las casas de venta de indumentaria masculina o femenina sean estas mayoristas o minoristas, retirar de la exhibición pública toda prenda o accesorio cualquiera sea su calificación, donde se exhiba la imagen representativa de la bandera de inglesa o británica”.
Según publicó el sitio santafesino Notife, Baucero pidió que la iniciativa se trate sobre tablas en la última sesión del Senado. Pero, tras la negativa del socialismo, pasó para la semana que viene.
El senador justicialista consideró que “el proyecto no intenta señalar en forma coercitiva cuales deben ser las pautas de comercialización para las casas de venta de indumentaria masculina o femenina sean estas mayoristas o minoristas, sino una expresión de deseo”.
El objetivo del legislador es “llamar la atención sobre un avance desarrollado por algún sector que responde a intereses colonialista y que a través de un mensaje subliminal busca confundir a nuestros pueblos”.
José Baucero destacó que el pueblo del departamento al que representa, no odia a los demás países, ni a sus habitantes, pero cree que los héroes de guerra caídos en las islas Malvinas, merecen que no seamos cómplices quizás inocentes de esta avanzada subliminal lanzada a través de la moda y que promueve sobre todo en nuestros jóvenes usar la bandera inglesa para vestirse”.
El senador agregó que “respeta a todos por igual y acepta a quienes no se sienten agredidos” y aseguró que nunca llevaría imagen de las banderas mencionadas por respeto a quienes murieron en la guerra de Malvinas”.
Hay que debatir y mucho panqueque. Lo que pasa es que vos sos un tipo que al ver la bandera argentina vas atras de ella sin importar quien la lleve, ni tampoco hacia donde.
Leete las notas y despues hablamos. Mientras no leas nuestra posición solamente vas hablar estupideces, como siempre.
¿Por que no propone echar a las mineras y petroleras inglesas??
Hablando de legisladores, la legislatura porteña le iba a dar un reconocimiento a Almeyda por ser un deportista destacado y por sus acciones sociales (?) lo dijeron el otro dia en la cancha… miren las pelotudeces que hacen los legisladores de la ciudad.
Por eso terminas apoyando al imperialismo que decis convatir, no toda persona que lleve la bandera argentina es “defensor de la patria”.
Nose si viste La patagonia rebelde, el final de esa pelicula es excepcional, justamente habla de esto…
El imperialismo es el que nos robó las islas, el que nos mató a los pibes, el que hoy intenta seguir manteniendo las mismas actitudes que cuando iban en barcos adueñándose del mundo.
El pueblo argentino y sus trabajadores apoyan la causa malvinas con fervor ¿Qué hace el partido sin obreros? Obviamente desoír a ese pueblo como toda la vida.
EEUU convocó a la “calma” a Argentina y a Gran Bretaña
La vocera del Departamento de Estado dijo que la situación de las Islas fue uno de los temas tratados entre el presidente Obama y el primer ministro inglés, David Cameron.
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21:51 | Estados Unidos, 19 de marzo.- El gobierno de los Estados Unidos volvió a repetir que en este año aniversario convocó “a la calma” a las partes, es decir, la Argentina y el Reino Unido, a 30 años de la guerra por la soberanía de las Islas Malvinas.
La encargada de fijar la posición de la administración de Barack Obama fue la vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, quien, ante una consulta de un periodista acreditado sobre las declaraciones de los cancilleres de la Unasur, afirmó: “Bueno, como ustedes saben, nosotros hemos llamado a la calma en este año aniversario”.
Nuland señaló que la semana pasada estuvo de visita el primer ministro inglés, David Cameron, por lo que piensa que “el presidente habló sobre este asunto” cuando estuvo en ese país.
Dado que la presidente Cristina Kirchner hizo saber la semana pasada que el Gobierno realizará demandas a nivel internacional y en fueros locales contra empresas petroleras que exploren en las costas off shore de las Malvinas, Nuland comentó ante una consulta que Roberta Jacobson, secretaria para Asuntos del Hemisferio Occidental, “ha estado en contacto con los argentinos”.
La posición de los Estados Unidos ha sido de neutralidad hasta ahora ante la insistencia de Cameron para que la Casa Blanca se defina a favor de la autodeterminación de los kelpers. Y han dicho que reconocen una administración de “facto” pero que no definieron sobre la soberanía de las Islas.