La Corte Suprema y Hebe de Bonafini

Patinó feo Hebe, y le hace mal a la imagen del gobierno. Ahora, queda en cada uno juzgar o no a una víctima del terrorismo de Estado, una persona cuya obra trasciende ampliamente a cualquier exabrupto verbal.


Falacia del hombre de paja

                                                                     De Wikipedia, la enciclopedia libre
                                                                                                                                                                       

                                                               La [b]falacia del hombre de paja[/b] es una [falacia](http://es.wikipedia.org/wiki/Falacia)  informal. Consiste en "poner en la boca" del interlocutor argumentos  que nunca dijo. Posteriormente, se rebate ese argumento desde la propia  invención, dando la sensación de que se "ganó" la discusión.

Ejemplo:

[ul]
[li]Sentencia: No estoy de acuerdo con el régimen político de Cuba.[/li][li]Réplica: Lo que pasa es que defiendes las políticas de Estados Unidos.[/li][/ul]
El primer interlocutor habló sobre Cuba pero no dijo nada de Estados Unidos. En este caso, Estados Unidos es un hombre de paja al cual derrotar en lugar de hablar de Cuba
Etimología

Toma su nombre de la analogía establecida por los retóricos entre el «combate» dialógico y un combate real, en el que luchar contra un muñeco de paja es sólo una pantomima.
La literatura lógica tradicional designa con este nombre sólo a la acción de representar de manera incorrecta un argumento; por extensión, se emplea también para la práctica de refutar una versión restringida («más débil», en la jerga epistemológica) del argumento, aunque en realidad la refutación de una versión restringida puede ser una herramienta cabal en la argumentación, reduciendo el alcance de las afirmaciones del interlocutor como parte de una prueba casuística o de una demostración de irrelevancia.
Otras variantes retóricas de la falacia del hombre de paja incluyen el rebatir las afirmaciones de un interlocutor, y tomar ello como prueba de que se han rebatido todas las defensas posibles de las mismas, o elaborar una imagen caricaturesca que se asemeje en algunos aspectos al interlocutor y emplear las críticas a ésta (ya falaces como argumenta ad hominem) como pruebas de refutación.