Y dale con Brasil…
Un llamado a la solidaridad, hermanos brasileños: Inflacionen!
agosto 13, 2012
El título puede parecer raro, o demasiado sarcástico. Pero expresa una preocupación sincera, y paso a explicarles.
En el Página 12 de este domingo, Alfredo Zaiat publica uno de sus largos y documentados editoriales sobre economía El factor Brasil. De ahí extraigo los siguientes párrafos (en realidad, tengo que confesar que una selección previa la hizo aquí Artemio López, a quien visito regularmente porque, entre otras cosas, me ahorra trabajo en buscar los argumentos inteligentes a favor del gobierno que se publican en los medios):
“El economista Miguel Bein se pregunta en su último reporte “por qué una economía como la de Brasil, que viene haciendo ‘todo bien’ en términos de contener la tasa de inflación a partir de políticas prudentes monetarias y fiscales y que dejó deslizar el tipo de cambio 25 por ciento frente a la reversión de los capitales, evidencia un freno similar al de la economía argentina”.
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La respuesta se encuentra, precisamente, en las características de la elogiada política económica brasileña. Esta es una mezcla de ortodoxia, con metas de inflación orientadas desde el Banco Central, con heterodoxia conservadora, con medidas para evitar el supuesto recalentamiento por miedo a la inflación desde el Ministerio de Hacienda. Es un combo especial que provoca la aceptación del establishment de economistas, ortodoxos y parte de heterodoxos.
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El último informe “Coyuntura y Desarrollo” de FIDE lo advierte y menciona el impacto adverso que viene teniendo para la economía argentina la desaceleración industrial de Brasil. Afirma, a la vez, que “no es menos grave la incidencia de las asimetrías evidentes que existen entre las políticas económicas” de ambos países. “No es una tarea sencilla, más allá de la evidente empatía que existe entre ambas presidentas, compatibilizar una gestión que prioriza el cumplimiento de las metas de inflación, … con otra cuyo objetivo principal es el desarrollo productivo con equidad”, afirma el documento de FIDE, conducido por Héctor Valle.
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Esa mezcla de ortodoxia y heterodoxia conservadora provocó que la economía brasileña comenzara a desacelerarse antes del impacto pleno en el comercio internacional provocado por la profundización de la crisis europea. Eso sucedió porque cuando Brasil crecía a un ritmo del 7,5 por ciento anual en 2010 no fue la ortodoxia del Banco Central que propuso el freno, sino la heterodoxia de Hacienda. El argentino Eduardo Crespo, profesor universitario en Río de Janeiro, lo explicó en un reciente seminario del Cefid-Ar. “Brasil venía creciendo con tasas de interés muy altas, entonces recomendaron bajarla y devaluar el real. Pero hicieron la advertencia de que esa modificación de variables podía provocar un impacto en los precios, un golpe inflacionario. ¿Qué propusieron? Cambiar el ancla cambiaria por el ancla fiscal; frenar el gasto”, señaló.
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Para Crespo los efectos empezaron a verse reflejados antes de que aparecieran las primeras sombras de la crisis mundial en la región. “La causa del retroceso de los indicadores no fue la crisis, sino que la crisis fue la excusa para justificar el ahorro fiscal que impusieron. Son los responsables del estancamiento por sus propuestas de enfriamiento de la economía”, apunta. Para sugerir que “hay que tener cuidado con los amigos heterodoxos”.
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El economista Matías Vernengo, profesor de la Universidad de Utah, también es crítico por el tipo de liderazgo económico que tiene Brasil en la región. Señala que en el contexto de la crisis internacional Brasil no ayuda mucho sino que, al contrario, tiene superávit comercial con la región. Lo mismo que sucede con Alemania, que es superavitaria con Grecia, y por ello es en gran medida responsable de los problemas de Europa. “Es contradictorio que una potencia hegemónica tenga superávit comercial con sus socios, además tampoco ofrece el financiamiento del Bndes para una política fuerte de inversiones en los países vecinos, ni está dispuesto a ceder mucho en las negociaciones comerciales”, concluye Vernengo.“
Hay algo que debo precisar antes de seguir adelante con mi comentario, y mi preocupación: He repetido en el blog – ver este post reciente, pero hay muchos otros - que, curiosamente, las diferentes estrategias que han seguido Brasil y Argentina están provocando, al cabo del camino, situaciones muy parecidas.
Decía en ese post que enlazo “Brasil, tanto con Lula como con Dilma, elígió (o pudo tomar) un camino distinto al que eligió (o se vió obligada a tomar) Argentina con los Kirchner, aunque en ambos casos tuvieran una estrategia industrialista y de defensa del mercado interno y del consumo popular. En el caso de Brasil con énfasis en el control de la inflación y el acceso a los mercados de capitales, mientras que Argentina recurrió al estímulo al consumo a través del gasto público. Nosotros crecimos más rápidamente en producción industrial (veníamos de una depresión mucho más larga y profunda que la que afrontó Brasil) a costa de una inflación mucho más alta. Eso nos impide ahora recurrir a las políticas anticíclicas que Dilma está aplicando y que Artemio aplaude. Pero, de todas maneras, Brasil sufre del mismo problema que en Argentina se ve con alarma (sobre todo hasta ahora por los opositores): la comparativa sobrevaloración de su moneda, que hace que los precios internos de muchos de sus productos sean más caros que los que rigen en el mercado internacional.”Por eso, no piensen que yo creo que el hecho que Brasil tenga una tasa de inflación mucho más baja que la argentina significa, por sí, que su política económica es “acertada” (¿qué significa eso, exactamente?) y la nuestra no. Tampoco, creo, claro que la puja distributiva es más acotada allí porque sus empresarios / sindicalistas son generosos y desprendidos, al contrario de los nuestros, tan codiciosos. Son estrategias distintas y el tiempo dirá, como siempre, si son sustentables.
Mi inquietud está centrada en el hecho que esa nota de Zaiat – un articulista muy inteligente, pero que a veces parece militar en La Justificadora – desde el título mismo, da la impresión que si las circunstancias externas son favorables – como algunas lo son, de forma espectacular. Dice A. Z. “La tasa de interés internacional se mantiene cerca del 0 % con perspectivas de continuar en ese nivel por un tiempo más. El precio de la soja en el Mercado de Chicago sigue firme arriba del record de los 600 dólares y el barril de petróleo se ubicó por debajo de los 100 dólares” – y la política económica que el gobierno está aplicando es – por definición – sabia y prudente, entonces la culpa que no todo esté bien debe ser de Brasil, que perversamente no quiere tener un poquito de inflación.
Lo más preocupante, por supuesto, sería que Zaiat tenga razón. Porque ningún gobierno, ni el brasileño ni el de ningún país del mundo – incluído el nuestro, claro – va a cambiar un elemento central de su política económica y social – como es la tasa inflacionaria que su sociedad está dispuesta a soportar – porque a un país vecino y amigo le convenga que lo haga. Pregúntense si Argentina estaría dispuesta a modificar su política arancelaria general para favorecer la competitividad uruguaya.
Como alguien comprometido con el proceso de integración de la América del Sur, tengo claro que las políticas económicas de los países que participan en él deben ser articuladas, en particular las de los dos socios mayores, Brasil y Argentina. Como ya lo es, con errores y asimetrías pero consistentemente a lo largo de más de 30 años, en el caso de la industria automotriz. Pero… el acuerdo político, con el necesario reparto de costos y beneficios, debe ser previo. Creo que Frau Merkel lo está haciendo claro en el proceso de integración europeo, no?
Hay otro aspecto de mi preocupación, confieso, que a mí me parece más realista. Temo que el entusiasmo de Zaiat y de otros publicistas, más krugmaniano que keynesiano, por las ventajas de algo de inflación – que son reales, ojo; mi punto es que es una herramienta peligrosa – tiene más que ver con la intención de justificar la política actual que con un análisis teórico profundo. Yo no estoy en condiciones de hacerlo, pero les recuerdo a todos que en las elecciones de 2013 o de 2015 puede haber un pronunciamiento sobre el asunto de la instancia definitiva, los hombres y mujeres que la viven.