“Ortega dijo en el vestuario: este nos va a sacar campeones”
Villalva, niño mimad del Burrito, dice que se le puso “la piel de gallina” cuando leyó los elogios de su ídolo. Y cuenta que de chico jugaba a ser el jujeño y que en su casa guarda como un tesoro los botines que le regaló Ariel.
FEDERICO ROZENBAUM | frozenbaum@ole.com.ar
“El Keko me encanta, me hace acordar a mí” dijo el Burrito.
Le quedan grandes. Se los podría poner si les agregara un poco de algodón en la punta. Pero no. Daniel Alberto Villalva no usa esos botines negros (39) que hace un tiempo le regaló Ariel Arnaldo Ortega. Prefiere preservarlos en su museo más personal. O sea, en el santuario que tiene en su cuarto de Caá Catí, Corrientes, adonde acaba de sumar otro trofeo: el elogio que el Burrito le lanzó en público a través de Olé. “Es un fenómeno -confiesa el Keko-. Se me puso la piel de gallina al ver lo que Ariel declaró el domingo”.
-¿Te sorprendió?
-Obvio. Me avisaron que había salido en el diario, pero en mi pueblo no lo conseguí. Entonces, primero lo leí por Internet y después lo mandé a buscar a Corrientes capital.
-¿Podés ser el Ortega del futuro, como él dijo?
-No sé, je. Las cosas que hace él son increíbles. Yo solamente trato de copiar sus enganches. Cuando era chico y jugaba al fútbol, hacía como que era Ortega. Y relataba “la tiene el Burrito, encara el Burrito, se escapa el Burrito…”.
-Y con el tiempo conociste al verdadero Burrito.
-Sí. Desde que llegué a River me vieron un parecido con Saviola. Yo les decía a mis compañeros que a mí me gustaba Ortega. Después se dio que pude cruzarme varias veces con él. Y fui medio caradura.
-¿Cómo?
-Hace como dos años me lo crucé en el anillo del Monumental y le pedí una foto.
-Le saliste barato.
-Más o menos, porque después me dio los botines y un shortcito. Un domingo le conté que me gustaría tener algo suyo. Al otro día me mandó el regalo por medio de Mariano Pita, que es el encargado de la pensión. Y así seguí disfrutándolo de cerca. Un par de veces fui alcanzapelota para ver lo que hacía en la cancha.
-¿Y qué partido recordás de esa etapa?
-El 2-0 a Boca del 2007, sin dudas. Estuve en el lateral, justo por donde le tiró el caño a Paletta. ¡Mamita!
Al Keko le brota la espontaneidad cuando habla de ese otro changuito al que construyó como su alter ego. En su disco rígido están guardados cada uno de los contactos que mantuvieron en el pasado cercano. Pero lo del presente es aún más fuerte. “Si yo fuese el técnico, lo pondría ya. Es un pibe al que no le importa nada y juega por amor al fútbol”. Firmado: Ortega. Desmayado: Villalva. Sí, la promesa suprema de las Inferiores, delantero, goleador, explosivo, tricampeón con la categoría 92, crack.
-¿Desde que son compañeros el trato cambió?
-Cuando él volvió al club, yo no estaba porque me encontraba con la Selección. Pero dos días después caí en River y me saludó con muy buena onda.
-¿Te dio algún consejo?
-Me preguntó cómo me estaba yendo y me dijo que me quedara tranquilo porque me va a ir bien.
-¿Por qué creés que te tiene tanta confianza?
-Ni idea. La otra vez yo estaba en el vestuario, sentado, y el Burrito me señaló y le dijo a Gerlo: “Este petiso nos va a sacar campeones y yo me jubilo, je”.
-¿Y…?
-Me quedé helado. A mí me alcanza con estar en la Primera y compartir el equipo con Ariel. Pero si encima opina eso de mí…
-¿Por lo menos le pudiste devolver una pared en algún partido?
-Todavía no nos tocó jugar juntos. Una vez estuve para el otro equipo, pero así también se aprende.
-Hablando de aprender, él comentó que necesitás que te “caguen a patadas” para crecer…
-Puede ser. Por mi cuerpo tengo que tratar de esquivar o a usar más los brazos para sacarme a los defensores de encima. Tengo que cambiar algunas cosas para que no me coman en la Primera.
-¿Por ejemplo?
-Para encarar necesito arrancar un metro más atrás de la marca, así tengo más posibilidades de ganarle en velocidad.
El Keko, a los 17 años, fue presentado en sociedad en el partido contra Colón. Después no volvió a sumar presencias en Primera. En el medio participó del Sudamericano Sub 17, sumó juegos en Reserva y hasta transpiró con las mismas ganas de siempre la camiseta de la Sexta -su división de origen-. “Me pasaron muchas cosas juntas. Me sobra motivación para terminar de dar el salto”. La misma motivación que tuvo su padre cuando desde pichón lo declaró hincha de River y lo bautizó con un Daniel Alberto inconfundiblemente gallina.
-¿El Apertura debe ser tu torneo consagratorio?
-No tengo apuro. Uno quiere jugar ya, pero sé que todavía tengo cosas por aprender.
-Nada de ansiedad.
-Claro. Trato de tener la cabeza bien puesta. La idea es seguir trabajando como lo hice hasta ahora. Por algo estoy donde estoy.
-¿Sabés si vas a ir al Mundial Sub 17?
-Es otro de los objetivos que me propuse para el semestre que arranca. Me encantaría. Hicimos una buena campaña en el Sudamericano y ahora tenemos ganas de lograr el Mundial. Tengo muchos sueños
-¿Ya cumpliste algunos?
-Sí, el día que me dijeron que tenía que jugar en Primera, la mañana que con la Novena goleamos a Boca en la Bombonera, las vueltas olímpicas que dimos con mi categoría, las veces que me llamaron a la Selección, la vez que me avisaron que me habían fichado en River, los goles…
-¿Y lo último fue estar la lado de Ortega?
-Sí, ni hablar. Estoy viviendo un sueño. Con estar a su lado, me alcanza. Pero voy paso a paso. Me encantaría ir a la pretemporada para seguir aprendiendo de él.
-Didier Drogba, al menos, ya te conoce.
-Sí. Con la 92 fuimos a jugar a Inglaterra, le ganamos a Chelsea, el morocho nos vino a visitar al vestuario y yo le regalé mi camiseta. Y al otro día él me mandó la suya a través de Di Santo.
-¿Esa camiseta vale como los botines del Burro?
-No, menos, je.
“Ortega dijo en el vestuario: este nos va a sacar campeones”
Los 2 changuitos
Uno es de Ledesma y el otro, de Caá Catí. Los dos llegaron de pibitos para cumplir el sueño en River.
EL KEKO, EN SU CORRIENTES. EL BURRO Y LA NONA EN JUJUY.
De Ledesma a Caá Catí hay un mundo de distancia en relación a la cercanía que mantienen dos de los habitantes más famosos de ambas ciudades. El jujeño Ortega y el correntino Villalva, los dos changuitos del Interior, ya eran hinchas de River mucho antes de atravesar la puerta grande de Figueroa Alcorta. Los dos emulaban jugar en el Monumental cuando aún corrían en canchas de tierra. Los dos maravillaron en la primera prueba que les puso el fútbol. Y los dos se identidicaron con el club.
El Keko aún es un embrión de crack al lado del ídolo Ortega. Ahora bien, el hecho de que Ortega lo declare como su potencial sucesor indica que encuentra en el pibe muchos puntos de contacto. El carácer es uno de ellos: están pintados por la misma sencillez y naturalidad para tomarse la vida. Y en el fútbol acaso encuentran a un hermano en común. Ortega ha jugado de enganche como de mediapunta, mientras que Villalva siempre fue delantero. Ortega es un especialista en el arte de enganchar y Villalva hizo escuela a la hora de encarar. Ortega tiene 319 partidos en la Primera de River. Villalva, uno. Ortega y Villalva aprendieron a engañar con un mismo recurso: el freno. Y el arranque. Y el freno.