Yo no voté a Cristina, pero la respaldo en la discusión con el campo. Considero que no debe retroceder, porque el debate de fondo es por el modelo de país.
Me parece que hay mucha gente desinformada, que opina sin saber de lo que habla. También están las partes interesadas y los molestos por otros motivos, que aprovechan la oportunidad para criticar.
Empecemos por una cuestión anecdótica para pasar luego al tema puntual. El Mini Cooper de Flor K no lo pagamos todos. Los Kirchner son millonarios y les alcanza el dinero para comprar ese auto o uno igual bañado en oro. Es cierto que hicieron su fortuna con la usura, lo cual es cuestionable éticamente.
Resulta evidente que les gustaría haber tenido otro papel durante los años de plomo, cuestión que intentan subsanar ahora. No está mal, es preferible luchar por los derechos humanos tarde que nunca.
Cuestionamientos y diferencias al margen, en el debate por por el país que queremos, me siento mucho más cercano a la Presidenta que al campo.
Esta no es una protesta de desocupados quienes no tienen para comer, sino de un sector que es uno de los grandes beneficiados de la política económica.
Un sector cuyas ganancias se mantienen con el esfuerzo de todos los argentinos con el dólar alto, el combustible a precios subvencionados y los subsidios, entre otros.
El problema es que los ruralistas siempre quisieron ganar más y no repararon en las consecuencias para el resto de la sociedad.
Para defender sus privilegios, el campo argentino alentó históricamente la intervención de potencias extranjeras en la economía argentina (primero, Inglaterra y, luego, Estados Unidos), apoyó golpes de Estado y provocó la desindustrialización del país.
Con las medidas anunciadas ayer, el 80 por ciento de los productores rurales pasa a ganar lo mismo o más que antes del 11 de marzo. Sin embargo, la protesta sigue.
Lo que pretenden realmente es la eliminación total de las retenciones de la soja para lograr facturaciones extraordinarias.
Alegan que el 95 por ciento de la soja se vende en el exterior, por lo cual es precio internacional no tiene consecuencias sobre el mercado interno. Esto es falso.
¿Por qué plantar -por ejemplo- trigo si puedo ganar mucho más con la soja? El alto precio de la soja provoca el desplazamiento de otros cultivos y, al disminuir la oferta de los mismos, aumenta su precio. Encarece además el valor de la tierra para cualquier actividad.
Las retenciones, además de tener un claro fin recaudatorio, apuntan a nivelar estos desbalances. Las implementaron muchos países para controlar los precios internos tras una gran devaluación como la que se realizó en Argentina.
Es una herramienta válida y, que quede claro, ni siquiera con el aumento causaba pérdidas al campo. Seguían ganando mucha plata.
Pero difícil es que entienda de distribución uno de los sectores que paga los peores sueldos del sector privado y que tiene uno de los mayores porcentajes de trabajadores en negro.
Un peón rural gana unos 1.100 pesos mensuales, mientras que el salario promedio para los privados es de 1.900 pesos (70 por ciento mayor). Además, sólo uno de cada cuatro trabajadores del campo está en blanco.
De los cacerolazos participó gente que apoyaba al campo y gente con otra agenda.
El número de manifestantes representa un porcentaje insignificante del padrón electoral. Sin embargo, algunos incluso pedían la renuncia de una Presidente que fue elegida por amplia mayoría hace pocos meses.
En este sentido, la protesta fue aprovechada por diversos opositores para llevar agua para su molino. Vieron la luz y reaparecieron varios que perdieron por paliza en las últimas elecciones.
Hay gente que no entiende bien cómo funciona el sistema democrático y tiene dificultad para digerir las derrotas.
Reitero que yo no voté a Cristina ni soy peronista, pero elijo mil veces su idea de modelo de país antes que la que propone el campo.