No se si ya la habian puesto porque es algo vieja, de cuando Alexis hizo la publicidad de Nike, salio en la revista “El Grafico” de este mes en Chile, es una GRAN nota, dicen cosas interesantes y sorprendentes, leanla porque vale la pena y tiene cosas para discutir.
La estrella chilena abre las puertas de su intimidad. Renació después de su lesión, es una de las ¿Eprincipales armas de River Plate y El Gráfico estuvo con él en Buenos Aires para conocer cómo convive con el éxito, cuánto ha crecido como jugador y cuáles son sus sueños de gloria.
EL VIAJE A BUENOS AIRES comienza lleno de incógnitas. Una podría ser permanente, sobre todo para los más fanáticos: “¿Cómo irá a jugar? ¿Andará bien? ¿Será figura?”. Todo eso se podrían preguntar mirando hacia al cielo -a modo de rezo- en la previa de un partido de River Plate. Alexis va al banco. Alexis va de titular. Alexis hará dupla con el Burrito Ortega. Alexis. Alexis. Alexis. Se habla de él en todas partes, no es cuento. Camino del aeropuerto de Ezeiza rumbo a Capital, el taxista tiene su opinión: “Ah, ¿venís a entrevistar al pibe de River? Anda bien ese…”. El boca a boca es el eco de lo que publican los diarios, discuten las radios y analizan en televisión.
El termómetro marca 32°. La sensación térmica levanta hasta los 36°. La humedad abrasa las calles de la capital argentina. Surge otra de las dudas iniciales: ¿se podrá hablar con Alexis Sánchez?
Otro taxi, ahora camino a La Paternal, el mismo calor y el chofer que invita a la charla futbolera: “Es que ese pibe, el chileno, tiene potrero, ¿me entendés? Vos no le hablés de 4-2-3-1, ¡ponelo y hacelo jugar como él sabe!”. El fútbol podría ser así de simple, debería ser simple. El estadio Diego Armando Maradona, el destino de ese día, es el escenario ideal para pensar en aquello.
Allí juega de local Argentinos Juniors, y tal como se ve por televisión cuando lo jugadores hablan con la prensa en la zona mixta entre vestuarios, las paredes internas están tapizadas con algunas de las muchas figuras que entregó el semillero del club: Sergio Batista, el mismísimo Diego, Juan Román Riquelme, Esteban Cambiasso… “¿Qué te parece? Acá podría haber jugado Ale…”, reflexiona en voz alta Fernando Felicevich. Saluda a los responsables de la grabación de un videoclip de Nike que le da vida a la cancha de Argentinos en plena semana, y pregunta por el jugador que representa. Alexis ya se cambió, luce sus nuevos zapatos de fútbol y espera las instrucciones del director. Lleva un cintillo amarrado a la muñeca que dice “Chile”: “Este lo tengo desde el Mundial Sub-20, no me lo saco por nada del mundo”, se anima a contar para romper el hielo. Obediente, sigue las instrucciones mientras la cámara lo sigue a él. Todo alrededor de su figura. Dentro y fuera de la cancha.
Los suplementos deportivos se pelean sus pocas frases: “En Tocopilla jugaba descalzo y esquivando piedras”. “Lo importante de esta historia no es cómo empieza, sino cómo termina. Falta mucho”. “Jamás imaginé que me gritarían chileeeno…”. Todos se sorprenden con las gracias del chileno. Así como en los entrenamientos, aquí en Argentinos Alexis juega con la pelota cada vez que las instrucciones le dan un respiro. Y así como se preguntan por sus silencios cuando no está jugando, los medios argentinos ya discuten sobre el vértigo con el que corre por las bandas o sobre su vocación compulsiva por la gambeta.
Ahora es turno de las fotos. Habla, grita y anima el fotógrafo. En cada pausa una lluvia de rociadores moja el cuerpo y el rostro de Sánchez. La producción alcanza las tres horas, River entrena por la tarde y Alexis está cansado. Las dudas, otra vez: ¿habrá tiempo para una entrevista?
El tocopillano hace patria en Argentina. Se enfunda la camiseta que Marcelo Salas transformó en éxito de ventas en Chile durante la segunda mitad de los noventa. Genera el ya célebre “¡Chileeeno! ¡Chileeeno!” en cuanto pisa el césped del Monumental. La gente lo adoptó con cariño. Va en la senda del triunfo. Ayer, una jugada magistral para humillar a Boca Juniors en un superclásico de verano. Hoy, protagonizando una campaña publicitaria internacional, como rostro para Argentina y Chile. Mañana, los desafíos coperos con River Plate. A sus 19 años, es una de las principales figuras de su equipo y, en consecuencia, del fútbol argentino.
La última oportunidad termina siendo la más importante. Sánchez y Felicevich, inseparables mientras el argentino está en Buenos Aires, se despiden y caminan hacia la salida: “Ven con nosotros y charlamos…”. El destino ahora es Puerto Madero, en un restaurante, a pasos del departamento que el club le arrienda. Alexis se prende en la charla con El Gráfico en un diálogo que no tiene desperdicios. Abierto y sincero, sus respuestas son tan sorprendentes como certeras, una manera de entender cada detalle de este momento de su carrera.-¿CUÁL ES LA PRIMERA sensación que puedes contarme sobre lo que estás viviendo?
-Esto es lo más grande que he vivido. El fútbol acá se vive de otra manera, con más pasión, con una energía diferente.
-Y tú en el medio. ¿Cada día tiran una nueva cotización sobre tu pase?
-Yo no le hago caso a las cifras o a los precios de los jugadores. Hoy dicen 20 palos y después, si te lesionas, ¿cuánto puedes valer?
-¿Quién te acogió en este plantel de River Plate lleno de estrellas?
-Con Ariel Ortega compartimos mucho. También he concentrado con Ponzio, Ferrari y Abelairas. Me llevo bien con todos, es un plantel muy bueno, muy acogedor. De hecho, ayer, le pedí a Gerlo que me leyera la entrevista que me habían hecho en un diario. Son buenos conmigo.
-Además, te tocó jugar de entrada este 2008. ¿Te has sentido cómodo también en ese sentido?
-El primer partido contra Boca Juniors en el verano jugué como un robot, muy preocupado de hacer lo que el técnico me pedía: ir y venir, quitar, volver a subir. Entonces hablé con el preparador físico…
-¿Qué le dijiste?
-Que estaba incómodo, que no me sentía conforme con lo que había hecho. “Quiero jugar como a mí me gusta”, le dije.
-Cuéntame eso de nuevo. Simeone te manda a la cancha y te dice: “Hacé esto y lo otro, jugá por las bandas, tocá de primera…”, pero te sentiste incómodo con la posición en la que jugaste…
-Es que era la primera vez que jugaba con él como técnico. Fue en el primer partido con Boca del verano. Después llamé a Fernando y le dije: “En el próximo partido voy a hacer lo que yo quiero”. “¡Nooo!”, me gritaba él del otro lado.
-Y con San Lorenzo te pidió lo mismo, ¿pero no lo hiciste caso?
-No, no podría hacer eso. Como te digo, hablé con el preparador físico, le conté que me sentía incómodo, que necesitaba un poquito de espacio para moverme. Entonces antes del partido llegó el Cholo y me dijo: “Entrá y jugá como a vos te gusta, como vos quieras”. Fue lo mejor…
-¿Hablaron después para ver cómo había salido el cambio?
-Un poco, me preguntó cómo me había sentido. Yo jugué muy bien esa noche contra San Lorenzo, así que estaba conforme. Le transmití eso.
-En ese partido hubo un gesto tuyo que me llamó la atención: cuando bajaste a la mitad de cancha y se te acerca un compañero, tú le haces una seña con la mano, como diciéndole que estabas tranquilo y que él se tranquilizara. ¿Esa es la manera en que estás viviendo esto?
-Es que yo siempre soy así, me lo tomo como algo normal. ¿Hay otra manera de tomárselo? Yo siempre trato de jugar igual, divirtiéndome, pasándolo bien. Además, acá todos juegan como si fuera la última pelota.
-Esa es una característica que puedes destacar del fútbol argentino?
-Acá son ganadores, tienen personalidad, por algo dicen que los argentinos tienen huevos. Van al frente, quieren todo. Por ahí a los chilenos les tiene que salir una jugada bien para agarrar confianza y andar bien.
-¿Te pasa lo mismo?
-No, no es mi caso, por eso te dije que le pasa a los chilenos, no a mí. Yo siempre juego igual, no sé por qué será, es mi manera de hacerlo.
-¿Y ese diálogo del que hablabas antes, ese gesto con tu compañero?
-Es que yo siempre les hablo a mis compañeros… no tanto, pero cuando digo algo lo digo en serio. Tampoco soy de dar consejos por darlos, no soy quién para dar un consejo. Cuando pienso en señalarle algo a un compañero es porque voy a decirle la verdad, no porque yo me sienta más que él. Si está haciendo algo que lo hace ver mal en su forma de jugar, se lo voy a decir: “Te estás escondiendo, baja a marcar, tienes que proyectarte con confianza”, lo que sea, siempre será la verdad.
-También es cierto que hasta que no te dicen algo, por ahí uno no se da cuenta…
-El otro día nos pasó en pleno partido con Boca. Le grité a un compañero para que agarrara la pelota…
-¿Quién era?
-Uno de los jóvenes, da lo mismo quien. Él me decía: “No me llega ninguna, cómo querés que juegue?”. Y yo le grité: “La concha de tu madre, la pelota no te llega porque te estás escondiendo. Muéstrate y te la empezarán a pasar”.
-Lo retaste en serio. ¿Habrá pensado que nadie se daba cuenta?
-Puede ser, no sé. Lo bueno es que se animó después de eso, empezó a buscar la pelota y jugó muy bien. Eso lo benefició a él y al equipo.
-Ese tipo de cosas queda entre ustedes, no lo comentan con el técnico…
-No, eso es entre compañeros, queda entre nosotros. Es un tema de confianza.UNGIDO COMO ÍDOLO
-En la primera fecha del Clausura, en el Monumental, los hinchas de River Plate comenzaron con el grito de “¡Chileeeno…!” antes de que empezara el partido. ¿Qué te pasó al escucharlo?
-Ponte tú en ese lugar… ¿cómo te sentirías?
-Y… se me pondría la piel de gallina…
-Ya poh… ¿te darían más ganas de jugar?
-¡Claro!
-Esa es la sensación, aunque yo trato de tomármelo con tranquilidad… porque también puede ser que esas ganas que te vienen con los gritos te jueguen en contra. Porque cuando escuchas eso quieres salir a correr con más fuerza, a ganar todas las pelotas… A mí me ayuda a jugar mejor, me siento con más energía, con mucha fuerza. De hecho, la primera vez que me gritaron “¡Chileeeno…!”, enganché de manera perfecta y metí un pase espectacular.
-En la jugada del penal contra Boca, en el verano, el grito fue espontáneo. ¿No podías seguir antes de que te botaran?
-Yo quería seguir… pero me toca con el pie y perdí el equilibrio.
-Si metías el gol, cerraban la cancha…
-Yo no iba pensando en nada… sólo esquivaba y le daba para adelante. Después, sólo me preocupé del dolor que tenía en la muñeca, porque me caí fuerte sobre mi mano izquierda.
-De la mano con los gritos y esas jugadas ante Boca vienen las referencias a Marcelo Salas. ¿Cómo te lo tomas?
-Falta mucho… por ahí se apuran mucho en comparar. El resto, ¿qué te puedo decir de Marcelo que alguien no sepa?
-¿Seguiste la campaña de él en River?
-No veía los partidos… yo era muy chico… además, no teníamos tele en casa…
-Entonces no te acuerdas de nada…
-Si, de la última etapa de él en el equipo, cuando volvió de Italia.
-¿Y cuál era el jugador al que admirabas cuando eras más chico?
-No veía fútbol, nunca. Prefería jugar afuera, en la calle, con mis amigos…
-¿Cuál es el primer recuerdo que tienes entonces del fútbol?
-El Mundial de Francia 98… tenía nueve años…
-¿Ese fue el primer partido de Salas que veías?
-No… no sé. Capaz que lo había visto antes por la U, o por la Selección.
-O sea, como casi todo el país, te reunías con familia y amigos a seguir el Mundial por televisión.
-No… gritaban gol y yo corría a mirar la repetición. Yo estaba jugando en la calle, miraba el gol y volvía a jugar.
Me encanto, no lo tenia al chileno puteando a un compañero ni discutiendo su posicion con Simeone. Es discutible si estuvo bien el planteo del chileno, si el Cholo hizo bien en dejarlo hacer lo que quiera, pero son cosas que no se conocian del chileno.
Y son declaraciones que te hacen llegar a la conclusion que los sistemas no juegan si el jugador tiene la rebeldia de jugar como le guste, a Alexis no le gustaba jugar en una posicion, se dio cuenta que no le rendia al equipo y decidio hacer lo que se le cante, a veces esa rebeldia es buena pero a veces no.