00:00 | RIVER - SAN LORENZO
Con las botas puestas
Simeone mete mano y junta a Abreu con Falcao, pero Radamel en la triple conducción y Ortega por la izquierda. Y vuelven Ferrari y la línea de cuatro.
Poné a Falcao arriba!". Aunque no lo veía del otro lado del alambrado, por las dudas pegó el grito. Exagerando, el pibe no tenía más de 15 años pero sí la certeza de que el colombiano debía estar entre los titulares de este River. Unos 50 metros más allá, Diego Simeone escuchó y sonrió. Ya tenía decidido darle al Tigre la oportunidad de mostrarse. Esta noche, sí. Aunque no como el chiquitín espera. No, no. En su búsqueda permanente para encontrar el equipo para el Clausura y la Libertadores, el Cholo enterrará (por ahora) el discutido 3-3-3-1 que lo dejó pataleando contra Boca y saldrá con un 4-2-3-1, el mismo que utilizó en el arranque de su ciclo frente a Independiente. ¿Con Falcao de punta? Error. Aunque suene extraño, el colombiano ocupará el lugar en el que Ortega se movió ante Boca, como un enlace clásico en esa triple conducción detrás de la referencia de área. ¿Y el Burrito sale? Otro error: irá por la banda izquierda. Porque la idea puede sufrir alteraciones y los resultados pueden tardar en llegar, pero gane, empate o pierda, el técnico sigue con las botas puestas.
Se sabía que Simeone no iba a repetir el esquema táctico con que había intentado sorprender a Boca. El propio entrenador ya lo había anticipado. Por eso sus jugadores lo siguieron con mucha atención mientras acomodaba unos conitos naranjas en el césped de la cancha de Apand. Que pusiera cuatro en la última línea no llamó la atención de ninguno porque estaba casi cantado. Y tampoco que les ordenara a Paulo Ferrari y Cristian Villagra, los dos laterales de nacimiento que tiene hoy el plantel, que se acomodaran en las bandas. ¿Al centro? Cabral y Nasuti. Unos metros más adelante, dejó ver otro regreso: el doble cinco, con Ahumada (será la primera vez del capanga de Passarella en este ciclo) acompañado por Abelairas, quien ya se había movido (y bien) en esa posición en el debut veraniego. Lo que ninguno se imaginaba es que con Falcao y Abreu preparados para sumarse al resto, el Cholo no los ubicara juntos. Al contrario. Mientras el Loco volvió a convertirse en cabeza de área, al colombiano le ordenó que se parara en el centro de la línea de tres enlances, algo lejos del arco rival y con la responsabilidad implícita de participar en la gestación del juego, cuando su fuerte siempre fue moverse cerca de los tres palos y si bien no es un negado técnicamente, habitualmente gana más por potencia y presencia física que por habilidad en el mano a mano.
Lo de Rosales por derecha tiene la lógica que en algún punto le falta a la presencia de Ortega por el otro costado. Y no porque el Burrito no pueda jugar tirado sobre la raya --de hecho lo hizo en los últimos partidos de Passarella, con Buonanotte como doble enlace–, sino porque fue el propio Simeone quien había contado a los pocos días de asumir que no creía conveniente pedirle al Burrito mucho ida y vuelta porque “hoy tiene menos recorrido que antes y debe jugar más suelto…”.
La repetición de movimientos ofensivos y defensivos no alteró el dibujo. Para nada. Sólo dejó más interrogantes en torno a este River que con la pelota en su poder está diseñado para llegar con no menos de cuatro hombres al área rival, pero que cuando la pierde necesita que esos mismos intérpretes transpiren más de lo que están acostumbrados para recuperarla. Este River que recién está naciendo de la mano de un Simeone laburador, tacticista, ambicioso, perserverante. Este River que hoy tratará de pintarle la cara al San Lorenzo de Ramón y que, de yapa, intentará ganar para quedarse con el título del verano. Las botas, ya las tiene bien calzadas…
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