El suicidio de un adolescente

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                                             [[IMG]http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/logo-soy_ch.gif[/IMG]](http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/index-2011-05-19.html)             Viernes, 13 de mayo de 2011
     
                                  [b]Sin lugar para los frágiles[/b]

         Carlos Agüero trabajaba en el campo, estudiaba de  noche y visitaba las redes sociales como cualquier otro chico de 17  años. Pero ese ejercicio lúdico de encontrarse con otros y otras se fue  convirtiendo en una pesadilla a partir de que un grupo de [compañeros](http://en.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1eros)  de colegio empezaron a agredirlo porque no parecía lo suficientemente  macho, porque no había tenido novia, porque sus anteojos eran demasiado  grandes. Lo tildaban de puto, con todo el menosprecio que puede cargar  esa palabra cuando en lugar de decirla se la escupe. El nunca pudo  hablar con nadie acerca de su sexualidad, la vergüenza y la sensación de  encierro lo llevaron a colgarse de una soga cerca del lugar donde  trabajaba. Murió solo, tan solo como se había sentido en la escuela que  no quiso o no pudo contenerlo, que sólo exige que [sobre](http://en.wikipedia.org/wiki/Spanish_prepositions) su caso no se hable más.
                                                         [[IMG]http://www.pagina12.com.ar/fotos/soy/20110513/notas_y/soyt.jpg[/IMG]](http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-1969-2011-05-19.html)

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                       [IMG]http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif[/IMG] Por Flor Monfort 
                     Carlos  Agüero tenía una confidente. Su prima María era, además, su mejor  amiga, su compañera de banco, su cómplice cuando lloraba por los gritos,  los insultos o los comentarios en [Facebook](http://www.facebook.com/).  “Putazo” le escribieron en una foto que subió a su perfil y él, que no  quería tener problemas con nadie, solamente lloraba con María. Carlos  Agüero tenía 17 años cuando se colgó de un árbol en el medio de un campo  cerca de Chepes, el pueblo donde vivía, a 240 kilómetros de La Rioja  capital. Su tío lo buscó toda la noche del 16 de abril y lo encontró al  amanecer, desnucado. No dejó cartas y su círculo jura que no había  indicios de que iría a matarse, pero sí hay una historia que  reconstruir, un rompecabezas que revela la discriminación y el terror de  un chico que, como tantos, intentaba pasar desapercibido entre vecinos y  [compañeros](http://en.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1eros)  por miedo a que le pegaran, lo burlaran, lo despreciaran. “Yo no podría  creer que él no me contara si era homosexual, pero ahora, que no puedo  creer lo que pasó y no puedo dejar de acordarme de él, pienso que tal  vez ese era su secreto”, dice María. Ella junto a Franco, el hermano  mayor de Carlos, reconstruyen los días anteriores al suicidio.
[b]–¿Qué pasó el viernes 15?[/b]

[b]Franco:[/b] –Fue el último día que Carlos fue al  colegio. Nos levantamos temprano, somos cuatro en casa y nos organizamos  para que cada uno haga algo. Cuando terminamos de hacer las camas y  limpiar la casa, a la hora de la siesta, nos pusimos a tocar la guitarra  porque yo le estaba enseñando. Después tomó la merienda y partió para  la escuela.
[b]María:[/b] –Ese día lo vi muy callado pero no pensé que  pasara nada. En la mitad del segundo módulo pidió permiso y le fue a  hablar a un chico, Franco Soria, que lidera el grupo de los que siempre  lo molestaban. Se acercó a él y le dijo por qué le habían puesto  “putazo” en la foto de [Facebook](http://www.facebook.com/)  y por qué no se lo decían en la cara. A Carlos siempre le gritaban  “chau morocha” o decían “mirá cómo camina”, era una burla constante,  pero él no quería tener problemas con nadie, ni quería que los padres se  enteraran y además era muy frágil físicamente, así que la idea de tener  una pelea lo aterraba.
El acto de valentía de acercarse a hablar con ellos por primera vez  fue respondido con insultos y risas. Franco se puso a llorar en clase, y  la preceptora lo sacó del aula y le pidió que se fuera a la casa. “No  me dejó que lo acompañara y nos dijo al resto ‘que de esto no se entere  el vice’”, cuenta María, que no está sorprendida por la actitud  irresponsable de la escuela de dejarlo irse solo, a la noche, cuando  además él había sido la víctima de las burlas. Disciplinar a través del  miedo es moneda corriente en la Normal Quiroga, según la prima y el  hermano de Carlos, que también fue a esa escuela.
[b]Franco:[/b] –Yo compartí un año con él y ya [desde el principio](http://en.wikipedia.org/wiki/Desde_El_Principio)  me comentaba estos ataques que sufría, pero yo le decía que no les  diera bola. Lo jodían porque no le conocían novias o porque era muy  estudioso. En una época íbamos a bailar salsa al Club Comercio y [menos](http://en.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1s_y_Menos)  mal que no se enteraron, porque les hubiera dado tela para la joda.  Este chico Franco, que era el más obsesionado con Carlos, había perdido  la mamá hace poco tiempo, entonces la preceptora le dijo “entendelo, que  está pasando un mal momento”, pero en general nunca reprendían a los  malos y, además, ¿a Carlos quién lo entendía?
[b]María:[/b] –Cuando terminó la clase me fui a buscarlo.  Lo encontré en Cerro Carril Viejo, un galpón donde vamos los jóvenes a  escuchar música. Estaba ahí solo, llorando. Me hizo prometerle que no le  contaría a nadie lo que había pasado. Yo le dije que sí pero le pedí  que él me prometiera que el lunes volvíamos juntos a la escuela, con la  frente bien alta, y que esto no lo iba a afectar más. El me lo prometió.  Yo cumplí pero él no cumplió su promesa.
[b]Franco:[/b] –Nosotros queremos que la escuela se haga  cargo, esto no puede quedar en la nada porque puede haber otros chicos o  chicas en esta misma situación. Por eso llamamos al Inadi: yo creo que  mi hermano no era gay, porque alguna vez me había dicho que tenía una  novia, pero tampoco me interesa. El sufría discriminación y lo dejaron  muy solo en la escuela. La policía está investigando, no-sotros les  dimos el celular de él para que vieran los mensajes donde lo atacaban  pero por ahora nadie declaró ni pasó nada con la causa. Como es un  suicidio, puede quedar en la nada.
[b]LA REGLA DEL NO TE METAS[/b]

La escuela efectivamente hizo poco por contener a un adolescente que  necesitaba ser escuchado. Que esa noche lo haya dejado volver solo a su  casa puede parecer una anécdota que cobra sentido ahora, sabiendo que  Carlos se sintió, más que liberado, sin salida. Pero es evidente que  poner el velo del “secreto” en todo el episodio era la peor opción  posible, igual que haber ignorado las señales de alerta durante los  cuatro años de escolaridad de Carlos. Jamás citaron a los padres, nunca  le preguntaron cómo se sentía, mucho [menos](http://en.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1s_y_Menos)  castigaron de alguna manera la actitud violenta del resto. Pero ¿con  qué herramientas cuenta una escuela cualquiera, no sólo en un pueblo  aislado por la geografía, para tramitar este tipo de eventos? ¿Cuánto  sigue pesando el mandato de que hay cosas de las que es mejor no hablar,  [sobre](http://en.wikipedia.org/wiki/Spanish_prepositions)  las que es mejor no preguntar, como si pertenecieran a la intimidad de  cada uno, de cada una? De hecho, con la ley de educación sexual en  suspenso de hecho, ¿en qué ámbito chicos y chicas pueden poner en juego  sus dudas, sus temores, sus deseos?
Marcelo Lucero, representante del Inadi en La Rioja, explica que a  raíz de este caso hicieron un relevamiento de Chepes, que es un pueblo  muy chico, casi un paraje. “La escuela le dio la espalda al sufrimiento  de Carlos. Era el segundo mejor promedio, jamás había tenido problemas  de conducta y sufrió cantidad de maltratos en el aula. Las maestras y  preceptoras en lugar de contenerlo y tratar de que el problema no pasara  a mayores, lo dejaron ir esa noche. Un delirio, porque vos no podés  dejar que el chico se vaya solo a la casa, mucho menos si asiste al  turno noche. Es un caso que golpeó muy duro a La Rioja, porque gracias a  varias cosas que están empezando a ocurrir, desde la ley de matrimonio y  desde que cierta gente se niega a mirar para otro lado, tuvo bastante  difusión. La directora de la escuela, Mili Vega, está tratando de tapar  todo para desligarse de la responsabilidad, pero lo cierto es que su  comportamiento es vergonzoso: la Escuela Normal Electrónica de Chepes es  una institución estatal, sin embargo su gestión trata al alumnado como  si fuera un colegio de curas y monjas, los obliga a llevar uniforme como  si fuera un privado y ahora intenta que se deje de hablar del suicidio  de Carlos”, dice Lucero, descargando la responsabilidad en actitudes  individuales.
Apenas fue notificado, el Inadi local se comunicó con el Ministerio  de Educación de la provincia, a cargo de Walter Flores, para que  intervenga, no sólo en esta escuela en particular sino para que el caso  motorice la reflexión general de la institución educativa y haya espacio  para hacer charlas y jornadas de reflexión, pero Flores no respondió  los llamados y circulares del Inadi. “Por lo bajo, nos acusan de ser  ultra K, y nos mandan a pedir ayuda al gobierno nacional. Esta es una  provincia muy conservadora, no es ninguna novedad, pero ignorar el  suicidio de un joven por cuestiones políticas, ya me parece redoblar la  apuesta de la gravedad del asunto”, concluye. También podría advertirse  que exhibir la interna política, explicar lo que no se hizo sólo delata  justamente eso: lo que no se hizo, lo que falta hacer.
[b]UN CASO PUBLICO ¿CUANTOS SECRETOS?[/b]

El 27 de abril, familiares, amigos y muchos vecinos y conocidos de  la familia Agüero marcharon desde la casa de Carlos hasta la plaza del  pueblo para exigir la visibilidad del caso. Franco dice que necesitaba  hacer las pancartas, salir a la calle, sentir que la gente se lamentaba  por su hermano. Vio mil veces esa escena en la televisión: gente  marchando en silencio, pidiendo justicia, tomados de la mano intentando  reparar algo del dolor. No puede entender cómo su hermano no le insistió  en que necesitaba ayuda, ni le dejó una carta o le dio una señal, pero  también está convencido de que él sólo no puede cargar con esa  responsabilidad. “El suicidio de Carlitos podría haberse evitado, tal  vez yo no debería haberme callado su sufrimiento, pero él tenía terror  de que papá y mamá se acercaran a la escuela para pedir que interviniera  y me hacía jurarle que no iba a comentar nada, si no el grupito que lo  tildaba de gay le iba a decir que era una nena de mamá.” Fátima y  Roberto Agüero, los padres de Carlos y Franco, son gente de campo; ella  es ama de casa, él trabaja los fines de semana en el Pozo San Carlos, un  paraje donde están las bombas hídricas que proveen de agua al pueblo.  Ninguno quería que este caso se difundiera, pero esto ocurrió de todas  maneras, un poco por casualidad, otro poco porque hubo ciertos ecos en  medios alternativos que multiplican las voces en Internet. Así, algo que  en este momento puede estar ocurriendo en otros lugares, pequeños como  Chepes, enormes como las grandes ciudades, empieza a salir a la luz  gracias a quienes no quieren callarse. Uno de ellos es Facundo Moya,  tiene 27 años y es ayudante en la cátedra de Antropología de la  Universidad de Córdoba, donde temas como género, identidad, racismo y  salud diferencial son centrales. Estaba en La Rioja cuando fue el  suicidio de Carlos y sus padres conocen a la familia Agüero de toda la  vida, por lo que el hecho lo motivó a escribir por primera vez una nota  en el portal Indymedia que le dio más visibilidad al caso. “El motor  para escribir la nota fue la bronca de pensar: ‘esta familia está hecha  mierda y a nadie le importa un carajo’, de leer las notas diminutas de  los diarios de allá y ver cómo obviaban la realidad, de hablar con  Claudio Saul, el intendente de Chepes, y plantearle lo de la  discriminación y que me conteste que no cree que este suicidio venga por  ese lado, porque él construyó un polideportivo muy lindo para que los  jóvenes puedan entretenerse, y me termine haciendo propaganda de su  gestión, con la ‘música de fondo’ del llanto más desgarrador que escuché  en mi vida, el de Fátima, la madre de Carlitos. Así que quizá fue, al menos  en parte, una especie de intento egoísta de exorcizarme un poco de esa  bronca. Si sos puto, y además de clase media, excéntrico y rubio, tenés  más posibilidades de subsistencia que si sos o parecés puto, vivís en  una villa, o trabajás en una fábrica, o tuviste la mala pata de nacer en  un pueblo de 10.000 habitantes”, dice. Al trabajo de Facundo se sumó la  acción de Fernando Baggio, presidente de La Glorieta, una organización  que trabaja intensamente en el ámbito de la provincia de San Juan, muy  cercana al sur de La Rioja, donde vivía Carlos. “Apenas me enteré del  suicidio hice un comunicado que luego tomó la revista digital Sentido G y  provocó un comunicado de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays,  Bisexuales y Trans. Intentamos darle visibilidad porque la  discriminación en Cuyo es muy fuerte; no son pocos, lamentablemente, los  casos de adolescentes que nos contactan porque viven diversas  situaciones de violencia, por parte de sus pares, vecinos, en la escuela  e incluso de sus propios padres”, explica y apunta que éste es tal vez  el suicidio más visible que se ha logrado asociar al bullying escolar  desde la promulgación de la ley de matrimonio igualitario.
[b]EL BULLYING ESCOLAR[/b]

En Estados Unidos, el acoso escolar a los jóvenes lgbt ganó  notoriedad en la prensa el año pasado. Tyler Clementi, de 18 años,  estudiaba violín en la Universidad de Nueva Jersey y se tiró del célebre  puente Washington al río Hudson cuando un compañero de cuarto difundió  un video donde se lo veía teniendo sexo con otro hombre. Billy Lucas, de  15 años, se colgó en su cuarto del Greensburg High School, en Indiana,  por los tormentos recibidos durante años. Estos suicidios engrosaron la  lista de los seis ocurridos sólo en septiembre de 2010 por bullying  escolar a chicos o chicas gays y puso la lupa en la estadística general,  que registra entre 5 y 8 suicidios por mes por esta causa.
The Trevor Proyect, una organización que brinda asesoramiento y  contención en el paso a la adultez de los adolescentes lgbt, estima que  los jóvenes homosexuales son hasta cuatro veces más propensos a intentar  suicidarse que sus pares heterosexuales y calcula, gracias a su línea  telefónica, que nueve de cada 10 estudiantes lgbt sufrieron algún tipo  de acoso en su paso por la escuela. Basta poner “joven”, “suicidio” y  “gay” en cualquier motor de búsqueda para registrar cantidad de casos en  todo el mundo. [Twitter](http://twitter.com/), Facebook y otros redes sociales ayudaron a propagar el maltrato: en el caso de Clementi la voz de alerta sobre  el video comenzó en la web de los 140 caracteres y luego se subió al  perfil de unos de los acosadores, quien había puesto una cámara en el  cuarto que compartía con Clementi para tomar las imágenes. En el caso de  Lucas, sus propios compañeros llenaron su perfil de Facebook contando  cómo eran testigos del acoso que él sufría, una especie de mea culpa  masivo que daba cuenta del infierno sufrido por el chico.
En el caso de Clementi, los “buchones” están procesados por invasión  a la privacidad y podrían tener hasta cinco años de cárcel, pero en  general el bullying como delito es muy difícil de probar, se diversifica  en distintos compañeros, se ampara en el anonimato de la red y no  existe como figura legal. En este sentido, la causa abierta en la  fiscalía de Chepes por el suicidio de Carlos no registra ningún  movimiento ni se prevé una denuncia particular por parte de la familia  hacia la escuela, quien, dicho sea de paso, jamás se comunicó con los  Agüero para solidarizarse o excusarse por lo sucedido el día anterior a  la decisión de Carlos.
Luis De Grazia, militante lgbt independiente y uno de los autores  del cuadernillo “Salí del clóset” que el año pasado editó la Comunidad  Homosexual Argentina, dice que éste es un caso más de los tantos que se  registran cuando el colegio se transforma en un infierno para  adolescentes lgbt. Algunos terminan en suicidio, como el de Carlos,  otros tantos, según pudo comprobar él en la investigación preliminar a  la redacción del cuadernillo, son intentos de suicidio que marcan a los  chicos y los terminan de estigmatizar, y muchas de las historias de  jóvenes marginados y acosados en sus lugares de estudio provocan la  deserción del ejercicio escolar. “La escuela es una constante entre los  chicos que no salieron del closet, porque hay un clima de convivencia  donde está naturalizado el maltrato entre los compañeros. Ese discurso  de ‘los chicos son crueles’ es muy pobre, porque en todo caso lo cierto  es que los chicos ven adultos crueles y reproducen esas conductas. En la  escuela se remarcan los estereotipos: está el negro, el boliviano, la  puta, el chorro y el puto, y esa marca genera una vulnerabilidad enorme.  Por tener que convivir todos los días con esa rutina tan jodida muchos  chicos y chicas eligen no salir del closet hasta que terminen la  escuela. Los miles de casos de homofobia, de misoginia y de transfobia  tienen raíces muy profundas que no se destierran con una ley.” El  proyecto del cuadernillo fue una excusa para ir a dar talleres en  escuelas, cuenta De Grazia, y esa experiencia fue un exponente de las  ideas que siguen circulando. Los chicos preguntaban ¿cuándo te hiciste  homosexual? o insisten con que la homosexualidad es una enfermedad. En  ese sentido, los relevamientos que existen en Estados Unidos sobre casos  de bullying escolar a chicos y chicas lgbt señalan muy bien los  contextos en los que se dan estos casos y remarcan la importancia del  sin salida, la encrucijada que supone no tener apoyo en la casa,  sentirse humillado en la escuela, no poder abrir la boca ni con un  confidente. La información que recaban los sitios de The Trevor Project o  de la campaña It gets better son útiles para encarar la militancia y  las políticas públicas con otro matiz. “Hay cambios que se producen con  mucha rapidez que tienen que ver con los debates o mismo con la ley, por  eso son importantes, pero el horizonte sigue siendo el horizonte.”

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                                             [[IMG]http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/logo-soy_ch.gif[/IMG]](http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/index-2011-05-19.html)             Viernes, 13 de mayo de 2011
     
                                  [b]Sin lugar para los frágiles[/b]

         Carlos Agüero trabajaba en el campo, estudiaba de  noche y visitaba las redes sociales como cualquier otro chico de 17  años. Pero ese ejercicio lúdico de encontrarse con otros y otras se fue  convirtiendo en una pesadilla a partir de que un grupo de [compañeros](http://en.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1eros)  de colegio empezaron a agredirlo porque no parecía lo suficientemente  macho, porque no había tenido novia, porque sus anteojos eran demasiado  grandes. Lo tildaban de puto, con todo el menosprecio que puede cargar  esa palabra cuando en lugar de decirla se la escupe. El nunca pudo  hablar con nadie acerca de su sexualidad, la vergüenza y la sensación de  encierro lo llevaron a colgarse de una soga cerca del lugar donde  trabajaba. Murió solo, tan solo como se había sentido en la escuela que  no quiso o no pudo contenerlo, que sólo exige que [sobre](http://en.wikipedia.org/wiki/Spanish_prepositions) su caso no se hable más.
                                                         [[IMG]http://www.pagina12.com.ar/fotos/soy/20110513/notas_y/soyt.jpg[/IMG]](http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-1969-2011-05-19.html)

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                       [IMG]http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif[/IMG] Por Flor Monfort 
                     Carlos  Agüero tenía una confidente. Su prima María era, además, su mejor  amiga, su compañera de banco, su cómplice cuando lloraba por los gritos,  los insultos o los comentarios en [Facebook](http://www.facebook.com/).  “Putazo” le escribieron en una foto que subió a su perfil y él, que no  quería tener problemas con nadie, solamente lloraba con María. Carlos  Agüero tenía 17 años cuando se colgó de un árbol en el medio de un campo  cerca de Chepes, el pueblo donde vivía, a 240 kilómetros de La Rioja  capital. Su tío lo buscó toda la noche del 16 de abril y lo encontró al  amanecer, desnucado. No dejó cartas y su círculo jura que no había  indicios de que iría a matarse, pero sí hay una historia que  reconstruir, un rompecabezas que revela la discriminación y el terror de  un chico que, como tantos, intentaba pasar desapercibido entre vecinos y  [compañeros](http://en.wikipedia.org/wiki/Compa%C3%B1eros)  por miedo a que le pegaran, lo burlaran, lo despreciaran. “Yo no podría  creer que él no me contara si era homosexual, pero ahora, que no puedo  creer lo que pasó y no puedo dejar de acordarme de él, pienso que tal  vez ese era su secreto”, dice María. Ella junto a Franco, el hermano  mayor de Carlos, reconstruyen los días anteriores al suicidio.
[b]–¿Qué pasó el viernes 15?[/b]

[b]Franco:[/b] –Fue el último día que Carlos fue al  colegio. Nos levantamos temprano, somos cuatro en casa y nos organizamos  para que cada uno haga algo. Cuando terminamos de hacer las camas y  limpiar la casa, a la hora de la siesta, nos pusimos a tocar la guitarra  porque yo le estaba enseñando. Después tomó la merienda y partió para  la escuela.
[b]María:[/b] –Ese día lo vi muy callado pero no pensé que  pasara nada. En la mitad del segundo módulo pidió permiso y le fue a  hablar a un chico, Franco Soria, que lidera el grupo de los que siempre  lo molestaban. Se acercó a él y le dijo por qué le habían puesto  “putazo” en la foto de [Facebook](http://www.facebook.com/)  y por qué no se lo decían en la cara. A Carlos siempre le gritaban  “chau morocha” o decían “mirá cómo camina”, era una burla constante,  pero él no quería tener problemas con nadie, ni quería que los padres se  enteraran y además era muy frágil físicamente, así que la idea de tener  una pelea lo aterraba.
El acto de valentía de acercarse a hablar con ellos por primera vez  fue respondido con insultos y risas. Franco se puso a llorar en clase, y  la preceptora lo sacó del aula y le pidió que se fuera a la casa. “No  me dejó que lo acompañara y nos dijo al resto ‘que de esto no se entere  el vice’”, cuenta María, que no está sorprendida por la actitud  irresponsable de la escuela de dejarlo irse solo, a la noche, cuando  además él había sido la víctima de las burlas. Disciplinar a través del  miedo es moneda corriente en la Normal Quiroga, según la prima y el  hermano de Carlos, que también fue a esa escuela.
[b]Franco:[/b] –Yo compartí un año con él y ya [desde el principio](http://en.wikipedia.org/wiki/Desde_El_Principio)  me comentaba estos ataques que sufría, pero yo le decía que no les  diera bola. Lo jodían porque no le conocían novias o porque era muy  estudioso. En una época íbamos a bailar salsa al Club Comercio y [menos](http://en.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1s_y_Menos)  mal que no se enteraron, porque les hubiera dado tela para la joda.  Este chico Franco, que era el más obsesionado con Carlos, había perdido  la mamá hace poco tiempo, entonces la preceptora le dijo “entendelo, que  está pasando un mal momento”, pero en general nunca reprendían a los  malos y, además, ¿a Carlos quién lo entendía?
[b]María:[/b] –Cuando terminó la clase me fui a buscarlo.  Lo encontré en Cerro Carril Viejo, un galpón donde vamos los jóvenes a  escuchar música. Estaba ahí solo, llorando. Me hizo prometerle que no le  contaría a nadie lo que había pasado. Yo le dije que sí pero le pedí  que él me prometiera que el lunes volvíamos juntos a la escuela, con la  frente bien alta, y que esto no lo iba a afectar más. El me lo prometió.  Yo cumplí pero él no cumplió su promesa.
[b]Franco:[/b] –Nosotros queremos que la escuela se haga  cargo, esto no puede quedar en la nada porque puede haber otros chicos o  chicas en esta misma situación. Por eso llamamos al Inadi: yo creo que  mi hermano no era gay, porque alguna vez me había dicho que tenía una  novia, pero tampoco me interesa. El sufría discriminación y lo dejaron  muy solo en la escuela. La policía está investigando, no-sotros les  dimos el celular de él para que vieran los mensajes donde lo atacaban  pero por ahora nadie declaró ni pasó nada con la causa. Como es un  suicidio, puede quedar en la nada.
[b]LA REGLA DEL NO TE METAS[/b]

La escuela efectivamente hizo poco por contener a un adolescente que  necesitaba ser escuchado. Que esa noche lo haya dejado volver solo a su  casa puede parecer una anécdota que cobra sentido ahora, sabiendo que  Carlos se sintió, más que liberado, sin salida. Pero es evidente que  poner el velo del “secreto” en todo el episodio era la peor opción  posible, igual que haber ignorado las señales de alerta durante los  cuatro años de escolaridad de Carlos. Jamás citaron a los padres, nunca  le preguntaron cómo se sentía, mucho [menos](http://en.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1s_y_Menos)  castigaron de alguna manera la actitud violenta del resto. Pero ¿con  qué herramientas cuenta una escuela cualquiera, no sólo en un pueblo  aislado por la geografía, para tramitar este tipo de eventos? ¿Cuánto  sigue pesando el mandato de que hay cosas de las que es mejor no hablar,  [sobre](http://en.wikipedia.org/wiki/Spanish_prepositions)  las que es mejor no preguntar, como si pertenecieran a la intimidad de  cada uno, de cada una? De hecho, con la ley de educación sexual en  suspenso de hecho, ¿en qué ámbito chicos y chicas pueden poner en juego  sus dudas, sus temores, sus deseos?
Marcelo Lucero, representante del Inadi en La Rioja, explica que a  raíz de este caso hicieron un relevamiento de Chepes, que es un pueblo  muy chico, casi un paraje. “La escuela le dio la espalda al sufrimiento  de Carlos. Era el segundo mejor promedio, jamás había tenido problemas  de conducta y sufrió cantidad de maltratos en el aula. Las maestras y  preceptoras en lugar de contenerlo y tratar de que el problema no pasara  a mayores, lo dejaron ir esa noche. Un delirio, porque vos no podés  dejar que el chico se vaya solo a la casa, mucho menos si asiste al  turno noche. Es un caso que golpeó muy duro a La Rioja, porque gracias a  varias cosas que están empezando a ocurrir, desde la ley de matrimonio y  desde que cierta gente se niega a mirar para otro lado, tuvo bastante  difusión. La directora de la escuela, Mili Vega, está tratando de tapar  todo para desligarse de la responsabilidad, pero lo cierto es que su  comportamiento es vergonzoso: la Escuela Normal Electrónica de Chepes es  una institución estatal, sin embargo su gestión trata al alumnado como  si fuera un colegio de curas y monjas, los obliga a llevar uniforme como  si fuera un privado y ahora intenta que se deje de hablar del suicidio  de Carlos”, dice Lucero, descargando la responsabilidad en actitudes  individuales.
Apenas fue notificado, el Inadi local se comunicó con el Ministerio  de Educación de la provincia, a cargo de Walter Flores, para que  intervenga, no sólo en esta escuela en particular sino para que el caso  motorice la reflexión general de la institución educativa y haya espacio  para hacer charlas y jornadas de reflexión, pero Flores no respondió  los llamados y circulares del Inadi. “Por lo bajo, nos acusan de ser  ultra K, y nos mandan a pedir ayuda al gobierno nacional. Esta es una  provincia muy conservadora, no es ninguna novedad, pero ignorar el  suicidio de un joven por cuestiones políticas, ya me parece redoblar la  apuesta de la gravedad del asunto”, concluye. También podría advertirse  que exhibir la interna política, explicar lo que no se hizo sólo delata  justamente eso: lo que no se hizo, lo que falta hacer.
[b]UN CASO PUBLICO ¿CUANTOS SECRETOS?[/b]

El 27 de abril, familiares, amigos y muchos vecinos y conocidos de  la familia Agüero marcharon desde la casa de Carlos hasta la plaza del  pueblo para exigir la visibilidad del caso. Franco dice que necesitaba  hacer las pancartas, salir a la calle, sentir que la gente se lamentaba  por su hermano. Vio mil veces esa escena en la televisión: gente  marchando en silencio, pidiendo justicia, tomados de la mano intentando  reparar algo del dolor. No puede entender cómo su hermano no le insistió  en que necesitaba ayuda, ni le dejó una carta o le dio una señal, pero  también está convencido de que él sólo no puede cargar con esa  responsabilidad. “El suicidio de Carlitos podría haberse evitado, tal  vez yo no debería haberme callado su sufrimiento, pero él tenía terror  de que papá y mamá se acercaran a la escuela para pedir que interviniera  y me hacía jurarle que no iba a comentar nada, si no el grupito que lo  tildaba de gay le iba a decir que era una nena de mamá.” Fátima y  Roberto Agüero, los padres de Carlos y Franco, son gente de campo; ella  es ama de casa, él trabaja los fines de semana en el Pozo San Carlos, un  paraje donde están las bombas hídricas que proveen de agua al pueblo.  Ninguno quería que este caso se difundiera, pero esto ocurrió de todas  maneras, un poco por casualidad, otro poco porque hubo ciertos ecos en  medios alternativos que multiplican las voces en Internet. Así, algo que  en este momento puede estar ocurriendo en otros lugares, pequeños como  Chepes, enormes como las grandes ciudades, empieza a salir a la luz  gracias a quienes no quieren callarse. Uno de ellos es Facundo Moya,  tiene 27 años y es ayudante en la cátedra de Antropología de la  Universidad de Córdoba, donde temas como género, identidad, racismo y  salud diferencial son centrales. Estaba en La Rioja cuando fue el  suicidio de Carlos y sus padres conocen a la familia Agüero de toda la  vida, por lo que el hecho lo motivó a escribir por primera vez una nota  en el portal Indymedia que le dio más visibilidad al caso. “El motor  para escribir la nota fue la bronca de pensar: ‘esta familia está hecha  mierda y a nadie le importa un carajo’, de leer las notas diminutas de  los diarios de allá y ver cómo obviaban la realidad, de hablar con  Claudio Saul, el intendente de Chepes, y plantearle lo de la  discriminación y que me conteste que no cree que este suicidio venga por  ese lado, porque él construyó un polideportivo muy lindo para que los  jóvenes puedan entretenerse, y me termine haciendo propaganda de su  gestión, con la ‘música de fondo’ del llanto más desgarrador que escuché  en mi vida, el de Fátima, la madre de Carlitos. Así que quizá fue, al menos  en parte, una especie de intento egoísta de exorcizarme un poco de esa  bronca. Si sos puto, y además de clase media, excéntrico y rubio, tenés  más posibilidades de subsistencia que si sos o parecés puto, vivís en  una villa, o trabajás en una fábrica, o tuviste la mala pata de nacer en  un pueblo de 10.000 habitantes”, dice. Al trabajo de Facundo se sumó la  acción de Fernando Baggio, presidente de La Glorieta, una organización  que trabaja intensamente en el ámbito de la provincia de San Juan, muy  cercana al sur de La Rioja, donde vivía Carlos. “Apenas me enteré del  suicidio hice un comunicado que luego tomó la revista digital Sentido G y  provocó un comunicado de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays,  Bisexuales y Trans. Intentamos darle visibilidad porque la  discriminación en Cuyo es muy fuerte; no son pocos, lamentablemente, los  casos de adolescentes que nos contactan porque viven diversas  situaciones de violencia, por parte de sus pares, vecinos, en la escuela  e incluso de sus propios padres”, explica y apunta que éste es tal vez  el suicidio más visible que se ha logrado asociar al bullying escolar  desde la promulgación de la ley de matrimonio igualitario.
[b]EL BULLYING ESCOLAR[/b]

En Estados Unidos, el acoso escolar a los jóvenes lgbt ganó  notoriedad en la prensa el año pasado. Tyler Clementi, de 18 años,  estudiaba violín en la Universidad de Nueva Jersey y se tiró del célebre  puente Washington al río Hudson cuando un compañero de cuarto difundió  un video donde se lo veía teniendo sexo con otro hombre. Billy Lucas, de  15 años, se colgó en su cuarto del Greensburg High School, en Indiana,  por los tormentos recibidos durante años. Estos suicidios engrosaron la  lista de los seis ocurridos sólo en septiembre de 2010 por bullying  escolar a chicos o chicas gays y puso la lupa en la estadística general,  que registra entre 5 y 8 suicidios por mes por esta causa.
The Trevor Proyect, una organización que brinda asesoramiento y  contención en el paso a la adultez de los adolescentes lgbt, estima que  los jóvenes homosexuales son hasta cuatro veces más propensos a intentar  suicidarse que sus pares heterosexuales y calcula, gracias a su línea  telefónica, que nueve de cada 10 estudiantes lgbt sufrieron algún tipo  de acoso en su paso por la escuela. Basta poner “joven”, “suicidio” y  “gay” en cualquier motor de búsqueda para registrar cantidad de casos en  todo el mundo. [Twitter](http://twitter.com/), Facebook y otros redes sociales ayudaron a propagar el maltrato: en el caso de Clementi la voz de alerta sobre  el video comenzó en la web de los 140 caracteres y luego se subió al  perfil de unos de los acosadores, quien había puesto una cámara en el  cuarto que compartía con Clementi para tomar las imágenes. En el caso de  Lucas, sus propios compañeros llenaron su perfil de Facebook contando  cómo eran testigos del acoso que él sufría, una especie de mea culpa  masivo que daba cuenta del infierno sufrido por el chico.
En el caso de Clementi, los “buchones” están procesados por invasión  a la privacidad y podrían tener hasta cinco años de cárcel, pero en  general el bullying como delito es muy difícil de probar, se diversifica  en distintos compañeros, se ampara en el anonimato de la red y no  existe como figura legal. En este sentido, la causa abierta en la  fiscalía de Chepes por el suicidio de Carlos no registra ningún  movimiento ni se prevé una denuncia particular por parte de la familia  hacia la escuela, quien, dicho sea de paso, jamás se comunicó con los  Agüero para solidarizarse o excusarse por lo sucedido el día anterior a  la decisión de Carlos.
Luis De Grazia, militante lgbt independiente y uno de los autores  del cuadernillo “Salí del clóset” que el año pasado editó la Comunidad  Homosexual Argentina, dice que éste es un caso más de los tantos que se  registran cuando el colegio se transforma en un infierno para  adolescentes lgbt. Algunos terminan en suicidio, como el de Carlos,  otros tantos, según pudo comprobar él en la investigación preliminar a  la redacción del cuadernillo, son intentos de suicidio que marcan a los  chicos y los terminan de estigmatizar, y muchas de las historias de  jóvenes marginados y acosados en sus lugares de estudio provocan la  deserción del ejercicio escolar. “La escuela es una constante entre los  chicos que no salieron del closet, porque hay un clima de convivencia  donde está naturalizado el maltrato entre los compañeros. Ese discurso  de ‘los chicos son crueles’ es muy pobre, porque en todo caso lo cierto  es que los chicos ven adultos crueles y reproducen esas conductas. En la  escuela se remarcan los estereotipos: está el negro, el boliviano, la  puta, el chorro y el puto, y esa marca genera una vulnerabilidad enorme.  Por tener que convivir todos los días con esa rutina tan jodida muchos  chicos y chicas eligen no salir del closet hasta que terminen la  escuela. Los miles de casos de homofobia, de misoginia y de transfobia  tienen raíces muy profundas que no se destierran con una ley.” El  proyecto del cuadernillo fue una excusa para ir a dar talleres en  escuelas, cuenta De Grazia, y esa experiencia fue un exponente de las  ideas que siguen circulando. Los chicos preguntaban ¿cuándo te hiciste  homosexual? o insisten con que la homosexualidad es una enfermedad. En  ese sentido, los relevamientos que existen en Estados Unidos sobre casos  de bullying escolar a chicos y chicas lgbt señalan muy bien los  contextos en los que se dan estos casos y remarcan la importancia del  sin salida, la encrucijada que supone no tener apoyo en la casa,  sentirse humillado en la escuela, no poder abrir la boca ni con un  confidente. La información que recaban los sitios de The Trevor Project o  de la campaña It gets better son útiles para encarar la militancia y  las políticas públicas con otro matiz. “Hay cambios que se producen con  mucha rapidez que tienen que ver con los debates o mismo con la ley, por  eso son importantes, pero el horizonte sigue siendo el horizonte.”

Creo que lo unico que se puede hacer en estos casos es tratar de habar con el chico.
Encontrar un motivo para que se desahogue y pueda platicar. El bullying a existido y probablemente exista toda la vida, los payasos que pueden empezar por joder, pero luego se la siguen sin saber lo mal que pueden hacer llegar a sentir a una persona…
Siempre he creido y he sido de la Postura no hagas lo que no te gustaria que te hicieran…
Entonces siempre el Respeto por delente…,

A mi me dicen Putazo (entre otras) tambien, aunque no me la coma

la escuela hacerse cargo??? de que estamos hablando por favor… un profesor no está capacitado, ni tampoco es su obligacion estarlo, para enfrentar este tipo de problemáticas

Tal vez un profesor no este capacitado, pero siempre debe de estar el respeto por delante. Eso si lo puede Promover.

Y Es dificil pero en algunas escuelas hay algunas personas capacitadas como Psicologos, eso deberia fomentarse mas para que los chicos puedan sentir confianza-
El Psicologo pudiera ser un puente entre lo que ve, y siente el chico, y como aprender a manejarlo

a mi me parece que es una problemática complejísima que va bastante mas allá de lo que es imponer respeto solamente… el que un aumno sienta respeto por sus profesores en todo caso sería la punta del iceberg, la connsecuencia de todo un proceso de educación previo, el 99% que viene de los hogares mismos

Que pena. Pobre pibe y pobre familia.
QEPD

Todo depende de la personalidad de cada uno, se ve que el pibe no tenía el carácter para defenderse de los demás. A mí me dicen eso y saco el celular y le muestro una foto de su mamá acariciandome la verga, algo hago…
Ahora, tanta gente inocente que muere y algunos no aprovechan la vida, sabiendo que hay gente que está muy enferma y daría lo que sea por tener tanta vida como a él le quedaba por delante.
Pero bueno cada loco con su tema, si él pensó que era lo mejor allá él.

los exclusivos responsables de este tipo de situaciones son los padres y/o tutores de los menores agresores… es imposible que no se den cuenta en que andan sus hijos y que no hagan nada en consecuencia

Estoy muy de acuerdo en que es una problematica muy compleja. Muchos pueden pensar que al chico le falta caracter, pero , si lo vemos un poquito mas alla, el chico se ha de haber sentido terriblemente solo, no sabia como decirlo, ni siquiera sabia a quien decirselo, No sentia confianza…
Muchas veces lo que hacen, no es falta de valor, o cobardia como muchos pudieran pensar. Muchas veces es que simplemente no sabes que hacer, sientes que se esta yendo algo de las manos, y no sabes como rescatarlo…Sentirse solo es normal, pero hay una diferencia entre estar solo y sentirse solo…Nosotros somos los que decidimos hacerlo…
Y Tambien es cierto que todo puede promoverse desde el hogar, pero muchas veces , los chicos ni siquiera sabe porque lo dicen, simplemtente siguen, lo que aprendieron…Es como cuando uno dice que quiere ser diferente, pero haces todo , pero absolutamente todo, para comportarte como los demas…Creo que es ahi, cuando hay que hablar con los chicos en especial un adulto, en este caso el Psic. y Hacerlo ver una perspectiva nueva, no solo a la que se cerro

Ahora ya no se puede hacer nada, este pibe no va a volver a vivir. Pero aún así el problema está en que como dice esa pancarta, todos te dicen que es lo que está bien y que es lo que está mal, y como vos los seguís a ellos pensás qe no tener novia o ser homosexual está mal y al no poder evitar estar solo llegás a eso.
No sé si hay forma de cambiar eso, ya que hay un estereotipo de adolescente instalado en la sociedad y todo aquel que no sea así va a ser discriminado.
Lo único que podrían hacer es que las escuelas tengan charlas que hablen sobre esto y le hagan tener el respeto a la vida.

Pero si en esa escuela se venía diciendo “que no se entere el vice” no creo que cambie mucho.

Que bajon

La escuela se manejó mal en varios sentidos. Pero el bullyng es una situación común, sobre todo en pueblos chicos, y nadie imagina el peor desenlace

Pero que atendieron mal, y favorecieron el impulso que traía, lo hicieron

en que se manejó mal la escuela Roberto?


en el foro participan varios profesores… Silvana (Riversita) por ejemplo… habría que preguntarle si ella está capacitada para hacer frente a adolescentes con graves problemas de formación, yo creería que no.


hace un par de semanas, en una reunión del colegio, el padre de una alumna compañera de curso de mi hijo mayor (8vo año), dijo que su hija estaba teniendo un problema de este tipo y fue clarito: “el problema no son los chicos sino los padres, los chicos son solamente reflejo de lo que viven en cada hogar… por favor papás, hablen con sus hijos, nosotros somos los principales responsables de esto”… mas clarito echenle agua

En la resolución de conflictos. Sólo se mostraba comprensión para el molesto (porque había perdido la madre), pero nada hacia el molestado. Encima dejan ir solo de noche, cuando no pueden dejarlos salir antes del fin del horario escolar sin avisar a los padres. Es más, lo que corresponde es que un tutor venga a buscarlo si se sale antes de hora.

Después está el contexto de un lugar conservador y discriminador, que puede haber sobrepasado al personal de la escuela, pero lo que se desarrolló dentro de la misma, fue su responsabilidad

pero me parece que eso es una nimiedad al lado de la magnitud del problema… el problema acá es el altisimo nivel de agresion que demuestran algunos menores, que evidentemente no se va a detener ni a solucionar porque un tutor acompañe o no a un alumno a su casa o no lo deje salir de la escuela…


yo creo que tiene que haber una legislación urgente por la cual los padres se hagan cargo de las acciones de sus hijos…

es terrible… yo tmb lo lei ayer y pense en subirlo al foro… pobre pibe… yo creo que las escuelas deberian hacerse cargo de estas cosas, de tratar de parar el bullying… de sancionar con severidad a los que discriminan… por que es cierto que muchos de nosotros hemos sufrido abusos y no hemos llegado a tal extremo… pero si una persona es fragil, como este chico, puede terminar asi… y es terrible… miles de adolescentes se suicidan alrrededor del mundo por que sus compañeros los marginana y/o acosan… esto tiene que parar… de algun modo… empezando por las escuelas, que son el lugar donde ocurren la mayoria de estas cosas…sancionar al que discrimina, contener al que es discriminado…

pero como se sanciona al que discrimina? se le pone amonestaciones? se lo suspende? eso sería una solucion? con eso ya van a dejar de proceder de esta manera?

Que asco me da tu comentario…

Despues llenense la boca hablando de la defensa a la vida, la hermandad crsitiana y bla bla bla…

Y cual es la conchuda obligacion de un profesor???.. paar materia y olvidarse de las relaciones sociales???..

De verdad te parece que unj profesor no DEBERIA estar apto para estas situaciones???..


Este es un problema de caracter Educativo-social. Demuestra las realcoionmes feroses que formamos, los papuperrimos valores de solidaridad que hay…

Y esto es algo de lo cual TODOS somos parte y responsable.