El por qué de la capacidad del Monumental
Los planos más actuales que tiene el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires del Monumental datan del año 2003. En ese entonces regía la ley de que se coloquen asientos en toda la popular y los planos dicen que las capacidades de la Sívori y Centenario alta son de 0 (cero).
En noviembre del 2010, Javier Ignacio Ibáñez, presidente de la Agencia Gubernamental de Control del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, solicita a River la actualización de los planos para que éste sea habilitado. Sin en plano entregado y desde hace casi un año, Ibañez realiza habilitaciones provisorias cada 15 días para que el estadio pueda ser usado tanto en los partidos como para los recitales.
Después de los incidentes del 26 de junio, el fiscal de la ciudad, Gustavo Galante, junto con un grupo de profesionales hace una inspección del Monumental. Las inspecciones dan mal y Galante intimó al GCBA y a River que actualice los planos y haga las reformas correspondientes.
River recurre a estudiantes de arquitectura de la UBA, quienes arman los nuevos planos. Se dan diferencias de hasta 10 metros respecto al último plano que habían entregado y arroja la suma de 63.000 espectadores que el estadio puede albergar. El club entrega estos planos actualizados en el GCBA el 4 del mes corriente.
El Gobierno de la Ciudad hace dos observaciones, entre otras, que si o si requerían modificaciones. La primera es la del ancho de las escaleras, que debía ser de 130cm y no de 90cm como son actualmente. Para esto había que sacar una línea de asientos en cada fila. El otro tema recae sobre las bocas de acceso y unas modificaciones menores.
La obras ya están en marcha, pero esto requiere que los planos sean nuevamente actualizados y, obviamente, aprobados por el GCBA. El tema es delicado ya que todo este proceso requiere de unos 30 días.
Con las obras ya empezadas, es probable que ante una inspección se otorgue una habilitación provisoria, como viene siendo hace tiempo y así poder volver a Núñez en la fecha 14.
RIVER DESDE LA TRIBUNA