Qué decimos cuando decimos “que venga el que sea”?
Primero lo inevitable, y es que no estamos en condiciones de elegir a nadie. Pero hay otra cuestión no menos cierta, entre los que pueden elegir, ninguno elegiría jugar contra nosotros en octavos. NINGUNO.
Segundo. River pasó sobrellevando errores muy pelotudos. El primero y más evidente es haber subestimado el grupo. Que la altura, que el piso, que los viajes…Siempre se pensó en la clasificación hasta que teníamos la soga al cuello. Y ahora que pasamos, queremos creer que de eso se aprendió. No hay excusas, cada partido a muerte.
Tercero. Claramente no somos el equipo del año pasado. Menguamos en todos los aspectos. El asunto es que aún así, somos un equipo que le puede ganar a cualquiera, porque si los de arriba se levantan bien, que la vayan a buscar al fondo.
Estamos vivos. Toque quien nos toque, dependemos que el equipo haya aprendido la lección, de mejorar en todas las lineas y apoyarse en el envión anímico que siginificó una clasificación de esta manera.
Lo cierto es que no le tenemos miedo a nadie. Que venga cualquiera, porque nuestro destino, lo tenemos que escribir nosotros.