El cómo importa, de eso, luego del partido de hoy, no pueden quedarles dudas, ni a los resultadistas que condicionan el análisis a la estadística, ni a aquellos que se van al extremo del lirismo, ni a aquellos que tienen una visión más equilibrada.
¿Qué es jugar bien? Lo que hizo River hoy en la mayoría de los departamentos futboleros, eso es jugar bien: generar situaciones, tener variantes, etc. Lamentablemente no tuvo ni suerte (la que lo ayudó tantas veces para salir campeón, generalmente bajo el seudónimo de Carrizo), ni carácter en jugadores clave ni, en mi humilde parecer, pericia en algunos cambios, fundamentalmente el ingreso de Bou en la única zona en la que el rival lastimaba certeramente. En estados de exitismo absoluto, muchos pronosticaron que pasar de ronda era una misión que tenía características de milagro. Creo que esos nunca observaron el cómo, aún con un River desteñido. Sin quitarle méritos a River, cualquiera que haya analizado el partido de ida se habrá dado cuenta que el Millo lo mereció ganar por goleada y que los mexicanos deben ser uno de los equipos más flojos que le haya tocado enfrentar a River en mucho tiempo. Algunos equipos igualmente flaquean contra estos rivales, como Passarella y su River ante Caracas, así que no le pienso sacar ni un milímetro de elogio a lo que mostró el equipo en muchos aspectos del juego.
Lamentablemente, el árbol no puede tapar el bosque, y no me puedo guiar por la impresión de un partido, porque estaría cayendo en la más absurda contradicción.
Estadísticamente, la gestión Simeone arrojó un título, con el plús de ser conseguido luego de 4 años y de la eliminación contra San Lorenzo, pero con preponderancia de un par de individualidades sobre el trabajo colectivo.
Futboleramente hablando, y perdón si a alguno le molesta que lo repita, la gestión Simeone produjo una catarata de signos negativos cercanos a la gestión de muchos de los técnicos de la era Aguilar, denominador común innegable de la peor crisis institucional y futbolera de River de la historia. Lamentablemente, Simeone no sufrió la sangría que sufrieron los otros entrenadores, y eso tampoco se puede soslayar. Se le fueron Carrizo, que ya estaba vendido, y se encaprichó con un solo arquero -Andújar- para reemplazarlo. Se le fue Alexis Sánchez, un jugador que utilizó poco y nada y que, a mi entender, servía mucho más de los que algunos creen. Se fue Ortega, por decisión de Simeone. Y se fue y volvió Abreu, que en el semestre pasado tuvo incidencia más decorativa que tangible, por lo menos en la red. Aún cuando la estadística hable del más goleador, yo me preguntaré por la calidad de esa cuota.
La política de refuerzos fue deficitaria, por pedido, por aceptación o por lo que fuera. La quemada de juveniles estuvo cerca de ser tan patética como la de Passarella. La cosecha en clásicos fue tristísima. Las producciones contra Boca estuvieron cercanas al papelón y la de San Lorenzó alcanzó esa categoría, casi que robándole la pole position a la final de la Libertadores 66. Ni hablar de que se batieron dos records negativos históricos, como la mayor cantidad de partidos sin ganar por torneos locales y el hecho de quedar último y solo por primera vez en 107 años, disputadas 13 fechas.
Pero hay algo, y es el cómo, que me hace pensar que más allá de todo esto, lo más importante es que de este año de Simeone en River vamos a recordar la vuelta y un puñado de partidos, quizás contra Vélez, pero especialmente el de hoy, un partido que River no ganó, pero que puede servir para que River gane mucho. En síntesis, demasiado poco.
Si el DT da un paso al costado, se aprenderá y servirá para exponer al único responsable común a todos los fracasos futboleros y de los otros que tuvo River en los últimos 7 años: José María Aguilar y su comisión directiva. Quedarán 5 partidos para que el hincha entienda que el club lo necesita.
Si Simeone da un paso al costado, quizás algunos que hoy no lo pueden ni ver, lo recuerden mejor y le den una chance en el futuro. Si Simeone da un paso al costado, los jugadores quedarán expuestos debidamente y no habrá sostén popular para Tuzzio y tantos otros.
Pobre Cholo, cómo debe sentirse el tipo, y lo digo en serio, después de dejar agónica su garganta para que Ahumada no se fugara del club. Gran respuesta la de Ahumada… Nadie le pide magia, sólo carácter, pero hasta eso perdió. Veremos si habla de taquito atroz…
Pero, en menor medida, la responsabilidad también es del DT. No es que no tiene a nadie… Cómo cuernos se debe sentir Ponzio… Ahumada con dolencias y él otra vez en el banco en un partido decisivo.
Obviamente River no tiene un plantel de la jerarquía de una década atrás. Como tampoco, y en mayor medida, lo tiene el resto. Por eso interpreto que la responsabilidad debe ser mayor.
Desde estás líneas no pido que Simeone renuncie ni nada por el estilo. Sí pido, que cuando se cumpla el último día de su contrato, se analice su gestión, como se hace en cualquier institución seria y sin payasos que ofrecen renovaciones fuera de tiempo 4 veces a distintos entrenadores en nombre del oportunismo y la demagogia.
Ojalá que cuando se tenga que pensar en su continuidad o en su salida, se repasen todos y cada unos de estos aspectos, de lo contrario, River estará girando una curva en la ruta más peligrosa, que sorteó con éxito un par de veces, pero siempre a 200 km por hora y con los ojos vendados.
Abrazo.-