¿Desesperación oficial? Desaciertos del Gobierno ante el 8N

LOS ESPEJOS DE DE LA RÚA Y ALFONSÍN
“Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy tan seguro”. Albert Einstein.

La desesperación tiene muchas veces los rostros más impredecibles. Uno de ellos es la estupidez. Es lógico: cuando no se sabe cómo actuar, se apela al célebre e inmanejable manotazo de ahogado, que puede llevar a las sendas más desconocidas y peligrosas.
Es lo que ocurre en estas horas, luego de que el Gobierno manifestara su elocuente falta de reflejos frente a la marcha que se prepara para el próximo 8 de noviembre. Es que, en su desesperación por desactivar esa mega manifestación, el oficialismo ha cometido todos los errores posibles.
Si es que existe un manual de desaciertos, este ha sido puntillosamente estudiado y llevado a cabo desde la mismísima Casa de Gobierno. Veamos por qué.
Primer error: es contradictorio sostener que no existe preocupación alguna por el 8N por parte del kirchnerismo, al tiempo que se instruye a blogueros y periodistas K —dinero mediante— para que manchen el espíritu de la movilización. ¿Cómo se entiende que se movilice a toda una tropa oficial si en teoría no hay inquietud por lo que va a ocurrir?
Segundo error: apelar a la mentira para ensuciar la marcha, asegurando que hay motivaciones concretas detrás de esta. Es posible que pequeños grupos con intereses personales se inmiscuyan en la movida, pero no tienen nada que ver con el real espíritu de la misma. Lo único que logra el Gobierno con esta afirmación, es que muchos de los que hasta ahora no se mostraban convencidos de concurrir, terminen de hacerlo.
Tercer error: buscar organizadores interesados en torno al armado de la manifestación. La acusación es tan ridícula que cae por propio peso. ¿Quién tendría poder de convocatoria como para agrupar a millones de personas en todo el país? ¿Realmente nos quieren hacer creer que a través de inocentes redes sociales se puede liderar una protesta de tal magnitud?
Si así fuera, ¿por qué las páginas de Facebook que arman los rentados cyber militantes tienen tan poca adhesión?
Cuarto error: victimizarse hablando de un intento de desestabilización contra el Gobierno. Si existe semejante movida, ¿por qué el kirchnerismo no hace la correspondiente denuncia ante la Justicia? En lugar de ello, el ministro Julio Alak ha impulsado un expediente judicial contra periodistas de este medio por incitación a escraches y cacerolazos, el cual increíblemente permanece bajo secreto de sumario desde hace meses.
De más está decir que, como decisión editorial, Tribuna de Periodistas ha optado desde un primer momento por no opinar sobre las manifestaciones y cacerolazos. Debe decirse que, si se hubiera optado por lo contrario, no configuraría esto delito alguno.
Quinto error: utilizar el aparato de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) para atacar a los “enemigos del modelo”. Al usar los recursos del Estado en contra de sus propios financistas —es decir, los ciudadanos— se deja abierta la puerta a una denuncia por malversación de fondos públicos.
Otra cuestión: el inaudito escrache se lleva a cabo a través de la tergiversación de datos en medios alineados al kirchnerismo como los diarios Tiempo Argentino y Página/12, paradójicamente vinculados al espionaje local. Los periodistas de TDP están curados de espanto a ese respecto: en esos medios los han acusado de golpistas, antisemitas, desestabilizadores, menemistas, duhaldistas, clarinistas, etc, etc. Tal rosario de acusaciones termina siendo contradictorio en sí mismo y poco creíble. Esa conducta hace que los medios referidos sean cada vez menos consumidos.
Sexto error: subestimar a la ciudadanía. Quienes salen a las calles a protestar lo hacen por su hartazgo ante tanta corrupción y cercenamiento de sus libertades. Si estos buscaran en verdad derrocar al gobierno, ¿por qué esperaron nueve años y medio para hacerlo?
De todas las acusaciones oficiales mencionadas, esta última es la más disparatada. Los ciudadanos no saldrían a las calles si obtuvieran respuestas concretas por parte del Gobierno. Sin embargo, ante el persistente silencio oficial no parece haber alternativa. ¿Qué debería hacer la sociedad? ¿Reclamar ante jueces que claramente están alineados al oficialismo?
Le será muy difícil al kirchnerismo explicar la enorme convocatoria del próximo 8 de noviembre sin caer en supuestas conspiraciones. Aún cuando intente desestimar la protesta diciendo que los manifestantes son en realidad “ingratos ciudadanos de clase media”, ¿cómo minimizar el impacto de tamaña muestra de fuerza popular? ¿Es acaso delito protestar si no se pertenece a la clase más pobre de la Argentina?
El nerviosismo del Gobierno por lo que ocurrirá el próximo jueves es evidente, eso está claro. Lo más doloroso para sus funcionarios parece ser el hecho de no poder hacer nada al respecto. Todas las opciones que se oportunamente evaluaron fueron inmediatamente descartadas por su predecible ineficacia, principalmente la idea de Luis D’Elía de hacer una contramarcha. ¿Quién apoyaría una movida llevada adelante por un enriquecido “piquetero”, cuyos hijos cobran sueldos desorbitantes en la Anses?
Lamentablemente para los K, la fiesta parece haberse acabado y las inquietudes oficiales se empiezan a hacer cada vez más notorias. Es muy similar a lo vivido en los últimos años del menemismo, cuando las divisiones internas se empezaron a hacer evidentes.
Antes de insistir con su obcecación, Cristina debería mirar a otros dos espejos de la historia que peligrosamente se parecen a lo que se vive en estos días: uno es el reflejo de lo sucedido en 2001, cuando Fernando De La Rúa terminó fuera del poder luego de mostrarse desinteresado en movilizaciones sociales similares a las de ahora.
El segundo es el que le tocó vivir a Raúl Alfonsín en 1989, luego de intentar tapar los problemas de la economía con las mismas herramientas discursivas que hoy utiliza el kirchnerismo.
En ambos casos, el final de la historia ha sido casi calcado. ¿Debe presumirse entonces que es eso lo que busca Cristina?

[b]Christian Sanz

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LOS ESPEJOS DE DE LA RÚA Y ALFONSÍN
“Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy tan seguro”. Albert Einstein.

La desesperación tiene muchas veces los rostros más impredecibles. Uno de ellos es la estupidez. Es lógico: cuando no se sabe cómo actuar, se apela al célebre e inmanejable manotazo de ahogado, que puede llevar a las sendas más desconocidas y peligrosas.
Es lo que ocurre en estas horas, luego de que el Gobierno manifestara su elocuente falta de reflejos frente a la marcha que se prepara para el próximo 8 de noviembre. Es que, en su desesperación por desactivar esa mega manifestación, el oficialismo ha cometido todos los errores posibles.
Si es que existe un manual de desaciertos, este ha sido puntillosamente estudiado y llevado a cabo desde la mismísima Casa de Gobierno. Veamos por qué.
Primer error: es contradictorio sostener que no existe preocupación alguna por el 8N por parte del kirchnerismo, al tiempo que se instruye a blogueros y periodistas K —dinero mediante— para que manchen el espíritu de la movilización. ¿Cómo se entiende que se movilice a toda una tropa oficial si en teoría no hay inquietud por lo que va a ocurrir?
Segundo error: apelar a la mentira para ensuciar la marcha, asegurando que hay motivaciones concretas detrás de esta. Es posible que pequeños grupos con intereses personales se inmiscuyan en la movida, pero no tienen nada que ver con el real espíritu de la misma. Lo único que logra el Gobierno con esta afirmación, es que muchos de los que hasta ahora no se mostraban convencidos de concurrir, terminen de hacerlo.
Tercer error: buscar organizadores interesados en torno al armado de la manifestación. La acusación es tan ridícula que cae por propio peso. ¿Quién tendría poder de convocatoria como para agrupar a millones de personas en todo el país? ¿Realmente nos quieren hacer creer que a través de inocentes redes sociales se puede liderar una protesta de tal magnitud?
Si así fuera, ¿por qué las páginas de Facebook que arman los rentados cyber militantes tienen tan poca adhesión?
Cuarto error: victimizarse hablando de un intento de desestabilización contra el Gobierno. Si existe semejante movida, ¿por qué el kirchnerismo no hace la correspondiente denuncia ante la Justicia? En lugar de ello, el ministro Julio Alak ha impulsado un expediente judicial contra periodistas de este medio por incitación a escraches y cacerolazos, el cual increíblemente permanece bajo secreto de sumario desde hace meses.
De más está decir que, como decisión editorial, Tribuna de Periodistas ha optado desde un primer momento por no opinar sobre las manifestaciones y cacerolazos. Debe decirse que, si se hubiera optado por lo contrario, no configuraría esto delito alguno.
Quinto error: utilizar el aparato de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) para atacar a los “enemigos del modelo”. Al usar los recursos del Estado en contra de sus propios financistas —es decir, los ciudadanos— se deja abierta la puerta a una denuncia por malversación de fondos públicos.
Otra cuestión: el inaudito escrache se lleva a cabo a través de la tergiversación de datos en medios alineados al kirchnerismo como los diarios Tiempo Argentino y Página/12, paradójicamente vinculados al espionaje local. Los periodistas de TDP están curados de espanto a ese respecto: en esos medios los han acusado de golpistas, antisemitas, desestabilizadores, menemistas, duhaldistas, clarinistas, etc, etc. Tal rosario de acusaciones termina siendo contradictorio en sí mismo y poco creíble. Esa conducta hace que los medios referidos sean cada vez menos consumidos.
Sexto error: subestimar a la ciudadanía. Quienes salen a las calles a protestar lo hacen por su hartazgo ante tanta corrupción y cercenamiento de sus libertades. Si estos buscaran en verdad derrocar al gobierno, ¿por qué esperaron nueve años y medio para hacerlo?
De todas las acusaciones oficiales mencionadas, esta última es la más disparatada. Los ciudadanos no saldrían a las calles si obtuvieran respuestas concretas por parte del Gobierno. Sin embargo, ante el persistente silencio oficial no parece haber alternativa. ¿Qué debería hacer la sociedad? ¿Reclamar ante jueces que claramente están alineados al oficialismo?
Le será muy difícil al kirchnerismo explicar la enorme convocatoria del próximo 8 de noviembre sin caer en supuestas conspiraciones. Aún cuando intente desestimar la protesta diciendo que los manifestantes son en realidad “ingratos ciudadanos de clase media”, ¿cómo minimizar el impacto de tamaña muestra de fuerza popular? ¿Es acaso delito protestar si no se pertenece a la clase más pobre de la Argentina?
El nerviosismo del Gobierno por lo que ocurrirá el próximo jueves es evidente, eso está claro. Lo más doloroso para sus funcionarios parece ser el hecho de no poder hacer nada al respecto. Todas las opciones que se oportunamente evaluaron fueron inmediatamente descartadas por su predecible ineficacia, principalmente la idea de Luis D’Elía de hacer una contramarcha. ¿Quién apoyaría una movida llevada adelante por un enriquecido “piquetero”, cuyos hijos cobran sueldos desorbitantes en la Anses?
Lamentablemente para los K, la fiesta parece haberse acabado y las inquietudes oficiales se empiezan a hacer cada vez más notorias. Es muy similar a lo vivido en los últimos años del menemismo, cuando las divisiones internas se empezaron a hacer evidentes.
Antes de insistir con su obcecación, Cristina debería mirar a otros dos espejos de la historia que peligrosamente se parecen a lo que se vive en estos días: uno es el reflejo de lo sucedido en 2001, cuando Fernando De La Rúa terminó fuera del poder luego de mostrarse desinteresado en movilizaciones sociales similares a las de ahora.
El segundo es el que le tocó vivir a Raúl Alfonsín en 1989, luego de intentar tapar los problemas de la economía con las mismas herramientas discursivas que hoy utiliza el kirchnerismo.
En ambos casos, el final de la historia ha sido casi calcado. ¿Debe presumirse entonces que es eso lo que busca Cristina?

[b]Christian Sanz

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Cómo estamos con las notas de este pasquín, eh (Tribuna de Periodistas). Algunos puntos a considerar:

  1. El Kirchnerismo no “movilizó ninguna tropa” para el 8N, así que no se de qué hablan. Inventan para “criticar” sobre una mentira.

  2. Si no quieren que se critiquen los reclamos de clase y las consignas golpistas de la marcha, no las lleven. De la misma manera que el kirchnerismo no organiza una contramarcha para no generar descontento.

  3. Fantasma de Alfonsín y De la Rúa? Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja.

PD: Jajaja!


Ya me estoy preparando para ir a recibirlo a Ezeiza.

:lol:

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8N Yo si voy
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8N yo no voy
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Esta nota es una verrrrrrrguenza y no puede continuar

Fracassarela dixit

Hay rumores de que viene una batería de anuncios para esta semana, habrá que ver si es posta

Tenés miedo, Angel? Te lo pregunto en serio, sin chicanas.

leí hasta " - dinero mediante - " y me detuve. Ya te das cuenta para que lado viene la nota… Y si bien supongo que al oficialismo no le gusta que haya una marcha, tampoco creo que se calienten mucho.

:lol:

¿A alguno de ustedes les paga el gobierno por postear acá? :lol:

Sí, a mi me pagan en droga, un tipo con la remera de La Campora pasa todos los meses.

Yo aproveché la desesperación oficial para pedir un aumento…

JAJAJAJAJA Me hiciste acordar a “Encapuchados con banderas de La Cámpora”.

:lol::lol::lol:

Que lástima, yo solía leer esa página a menudo, mas que nada los artículos de economía. Pero ahora es cualquier cosa, Sanz me recuerda a Castillotouncrack, periodistas buenos que flashearon en algún momento que se viene la dictadura del proletariado.

A ver mas alla de la tontera del articulo hay algo que es real … hay tipos que por pretender ser mas cristinistas que cristina estan llevando al gobierno a un enfrentamiento cerrado con un parte de la poblacion… como paso en el 2009 cuando la 125…En aquel momento muchos escepticos como yo por ejemplo estuvimos del lado del gobierno por que el sector enfrentado era relamente deplorable… hoy si bien hay deplorables en el sector contra hay muchos escepticos y fluctuantes que no se van a poner del lado del gobierno… y eso va a influir seguramente en las elecciones del año que viene…si en el gobierno hubiese tipos mas “politicos” deberian aconsejar a la JEFA que deje de poner como voceros oficiosos a diana conti, rossi, abal medina, larroque, delia u otros requeterecontra ultras y poner a tipos como randazzo al frente de los microfonos que tiene la muñeca suficiente como para no decir pelotudeces que predispongan mas el enfretamiento…,
Trasladandolo al foro seria mejor que los representantes del oficialismo sean tipos sensatos como Millon 80 o Nicklas en lugar de little einyel o aleito…

Es gracioso que alguien crea seriamente que el ciudadano entra al cuarto oscuro pensando en las palabras de Diana Conti y Abal Medina…

Carrió también es ultra pero desde otra posición. Igual, adhiero a que al gobierno le convenía bajar un poco de línea a esos que decís, aunque pienso también que hay declaraciones de estos que son más polémicas (Rossi y el librepensador) que exabruptos(Larroque y el narcosocialismo) , pero el que ya tiene la predisposición a tomar todo para el ojete va a percibir todo de esa manera y probablemente vaya a cacerolear.

Seguro que no , un tipo pensara mas en que le aumetaron los precios exageradamente, que hay mas choreo, y hasta la corrupcion que en las sandeces que puedan decir conti o medina… pero en estado de efervsecencia y fogoneado por los medios contra las declaraciones de los imbeciles se recontra multiplican para causar ese efecto en la gente…Y si sabiendo que el multimedio del mal va a machacar con esas cosas no seria razonable decirle a los estupidos que cierren el orto???