Hoy toca recordar a Mirko Saric, el llamado a ser el nuevo ‘Redondo’ de San Lorenzo, que decidió quitarse la vida en medio de una desalentadora etapa personal…
Con apenas 18 años, Mirko ya había debutado en Primera, pero fue en 1999, con Oscar Ruggeri como DT, cuando se convirtió en uno de los centrocampistas fetiches del fútbol argentino. Incluso se hablaba de un posible interés del Real Madrid.
Era un volante habilidoso, elegante en su juego y con un metro noventa de estatura, que hacía imaginarse al fútbol de Fernando Redondo. Un día, debió cambiar su puesto en la cancha, y allí comenzó su bajón futbolístico, que lo envió a la Reserva.
Poco después, sufrió una rotura de ligamentos y, a la par, un desengaño amoroso con su pareja, que lo llevó a hundirse aún más. Él, a través de un ADN, había descubierto que el hijo que estaba esperando con su novia de aquel momento, no era suyo.
En 2011, Ruggeri confesó una charla que tuvo con Mirko, días antes de que suceda lo peor:
“Un día me golpea la puerta, me dice: ‘¿Puedo hablar con vos?’. ¿Qué estaba esperando yo? Que dijera ‘mirá, a mí por izquierda no me gusta jugar’, yo lo hacía jugar por izquierda; ‘no tengo marca’, no sé… Me senté en la cama y me dice… ‘No le encuentro sentido a la vida’. Así, de la nada. A mí”.
Mirko, en ese tiempo con apenas 21 años, sufría de depresión y era tratado por un psiquiatra, pero el final, ese maldito final, sólo lo sabía él. En la última noche, en plena cena con sus viejos, soltó un comentario que pone la piel de gallina: “Ustedes son unos padres maravillosos, pero mi problema no tiene solución”.
A la mañana siguiente, tomó la decisión de suicidarse y fue Ivana, su mamá, quien lo encontró en su propia habitación, un 4 de abril del 2000, ya sin vida.
Una tragedia nos robó a un crack, recordó un hincha de San Lorenzo. Y sí.