No descubro nada si digo que el fútbol se rige por resultados. La estadía en un club se va a extender o a acotar según cantidad y calidad de esos resultados. Pero hay algo más resultadista que el fútbol en general y es el clásico en particular.
Me voy a atrever a trasladar lo que pensaba yo en cada tramo del partido a lo que se le puede cruzar por la cabeza a cualquier hincha común. Sabiendo que puede y seguramente haya diferencias.
Supongo que nadie -o casi- entendió la función de Carbonero. Dejó vía libre a la proyección constante de Insúa que, con la aparición de Miño o Riquelme, se cansaron de hacerle el 2-1 a Mercado y complicarlo gran parte del partido.
También imagino que cuando llegó el gol de Lanzini, todos dijimos “por fin” se nos da una e inmediatamente pensamos en el banco. Y el cambio rápido que se imponía era el de Kranevitter quizás por Carbonero para reforzar ese sector.
Y una vez que Riquelme clavó el tiro libre en el ángulo, criticamos para adentro a Ramón por no haber movido fichas en el momento indicado, porque ese foul, quizás, nunca se hubiera producido de haber un jugador fresco y de marca en la mitad de cancha. A la vez, y acá sí creo que absolutamente todos lo pensamos: “Qué equipo verde, River. Siempre lo mismo con los bosteros. Los dejamos venir y nos embocan”. Y a muchos, entre los que me incluyo, se nos cruzó por la cabeza que se nos viniera la noche por completo.
Todas estas críticas, calenturas del momento, puteadas, se disolvieron en el minuto 42 con el cabezazo de Funes Mori. Si Orión no hubiese salido en falso y el Mellizo no se agigantaba en el área rival, probablemente seguiríamos siendo el equipo verde de los últimos largos años. Pero no. Ahora casi todos coincidimos en que River hizo un planteo inteligente cuando casi todo en el fútbol argentino y ni hablar en los clásicos se define por detalles minúsculos.
A partir del minuto 42, River pasó de hacer un partido pobre a hacer un gran partido. Ramón hizo un planteo inteligentísimo y cambios oportunos y todos lo sostenemos obstinadamente. Y está bien porque racionalizar el partido más pasional del deporte más pasional se lo dejamos a los neutrales.
Es lindo una vez estar en la vereda de enfrente y ver que los vecinos hablan de merecimientos y fallos arbitrales y nosotros los miramos desde donde cabeceó Ramiro.