Francescoli y su socio y jefe Paco Casal orquestraron la llegada de De La Cruz, plagada de componentes raros. River pagó una fortuna, + 4.000.000 USD por… el 30% del jugador, una suma prácticamente irrecuperable, al menos en abstracto.
Casal fue históricamente decisivo a la hora de armar los equipos de Uruguay. Hasta hace unos años, si a un jugador no lo representaba Casal, no podía jugar en la selección uruguaya.
De La Cruz queda libre en julio del año que viene. En teoría, el club que debería estar haciendo un escándalo es Liverpool de Uruguay quien, en teoría, perdería el 70% del pase de un jugador bien cotizado. De hecho, hasta sería una buena oportunidad en abstracto para negociar con Liverpool una redistribución de porcentajes. Sin embargo, Liverpool está callado.
¿Qué está pasando? El dueño del jugador es Casal. Francescoli y D’onofrio se van a ir de River muy pronto. Y está todo encaminado para que ganen todos y el que pierda acá sea el club.
Hay que estar atentos. Hay que hacer ruido. Que Francescoli sepa, como mínimo, que todos estamos al tanto de su prontuario y sus intenciones. La extraordinaria gestión del Muñeco no nos va a hacer olvidar que este delincuente se llevo una fortuna de sueldo sólo para hacer negocios con amigos y rascarse las bolas. Y que si lo de De La Cruz se termina confirmando sería grotesco. Incluso si De La Cruz no tuviera nada que ver con Francescoli el asunto sería sumamente grave por lo negligente. Pero De La Cruz es un jugador del (ex?) socio y jefe de Francescoli, Casal. Esto es criminal (y no estoy siendo metáforico).