Consulta: dolares

Lo puse a Heller porque supuestamente, a millo le simpatiza nuevo encuentro pero parece que le gusta más repetir las gansadas de economistas de derecha que quieren que el gobierno deje de emitir para frenar el consumo y fomentar el laburo, pero esta visión la tienen cientos de economistas que nunca vas a ver en TN, con Leuco y Majul parlotear y operar para tener una devaluación del 40% y favorecer a sus patrones que le garpan el sueldito por el lobby…

cual laburo el que no crece desde hace un par de años… o el 40% que esta en groncho?

No creo que sean gansadas, creo que parte de razón tienen, como te dije, yo quiero que frenen la inflación, y no hay una solución única para hacerlo me parece.

ves que podes sacarte el turbante de bin laden cada tanto

Como te cerré el orto empezás a patear la pelota para otro lado. Ahora no mencionás la inflación y hablás del laburo. Gracias, vuelva prontos…

inflacion

Seguro, pero nunca la solución y el diagnóstico lo voy a tomar de esos hijos de putas que fueron los tecnócratas del desastre argentino…

Estaría bueno que en algún momento vos te saques la careta de Carrió también …

de lilita?? no era del fer iglesias??

Ese argumento es el peor que escuche para explicar la inflación. Hasta economistas bastante cercanos ideológicamente, y que escriben habitualmente en página 12, les parece una burrada total.

Aca esta la nota original de los investigadores del FLACSO que aseguran que la “inflación oligopólica” es un factor importante.

Página/12 :: cash

[SPOILER]DOMINGO, 10 DE MARZO DE 2013
Inflación…

Por Pablo Manzanelli y Martín Schorr *
Las subas de precios de los últimos años no son un fenómeno excluyente de la economía argentina, sino que se enmarcan en un contexto mundial de significativo aumento de los commodities (alimentos, petróleo). Pero la influencia de las circunstancias internacionales en cada economía nacional actúa por intermedio de sus rasgos estructurales específicos. La industria argentina denota niveles sumamente elevados de concentración económica: 95 de las 169 ramas fabriles relevadas por el censo tienen estructuras de mercado altamente concentradas: las primeras ocho fábricas explican más del 50 por ciento de la producción. De allí que en 2010 apenas 100 firmas industriales explicaron el 41 por ciento del valor de producción sectorial. Esa gravitación fue del 35 por ciento en 2001 y del 27 por ciento en 1993.

¿Podría afirmarse que los oligopolios industriales han contribuido a la aceleración de los precios durante la posconvertibilidad? Este es el interrogante que motivó una reciente investigación del Area de Economía y Tecnología de Flacso. Los resultados arrojaron que entre 2001 y 2010 los precios mayoristas de las industrias oligopólicas se incrementaron el 8 por ciento por encima del promedio industrial, mientras que las ramas fabriles con mayores niveles de competencia aumentaron sus precios el 10 por ciento por debajo de la media. De esta manera, se corroboró que el importante proceso de elevación de precios industriales en el período 2001-2010 fue conducido por las ramas altamente concentradas.

Ello se asocia, principalmente, al sustancial movimiento de excedentes en 2001-2003, dado que allí las ramas más concentradas aumentaron sus precios el 11 por ciento por encima del promedio industrial, mientras que los rubros fabriles con estructuras de mediana concentración lo hicieron el 13 por ciento por debajo y los de escasa concentración, el 19 por ciento. Por su parte, ante la aceleración del proceso inflacionario a partir de 2007, el conjunto de las ramas del espectro fabril local impulsó el crecimiento de los precios mayoristas, fundamentalmente aquellas caracterizadas por estructuras de mercado altamente concentradas (en promedio su nivel de precios fue 7,5 por ciento por arriba del promedio), mientras que la situación relativa de las ramas de escasa concentración retrocedió y las de mediana concentración prácticamente no sufrieron alteraciones.

Los rubros oligopólicos que más contribuyeron al aumento de precios en 2007-2010 fueron:

  1. Algunas manufacturas que tienen vinculación con el mercado interno (industrias azucarera, láctea, elaboradora de cigarrillos, de jabones y detergentes, pastas alimenticias y la gráfica). Allí conviven grandes capitales oligopólicos del calibre de Ledesma, Atanor, Mastellone Hermanos, Massalin Particulares, Nobleza Piccardo, Procter & Gamble, Unilever, Molinos Río de la Plata, Vicentín y Clarín.

  2. Y elaboraciones de insumos básicos y bienes de consumo final no durable, con escasa complejidad tecnológica, alto aprovechamiento de las ventajas comparativas y/o institucionales de privilegio, que han logrado imponer el price leadership durante el período. Entre ellas sobresalen las refinerías de petróleo, acero y aluminio primario, chocolate y golosinas, la actividad cementera. En tales ramas se insertan grandes compañías que tienen una larga tradición en la elite empresaria local (Techint, Acindar, Aluar, Arcor, Loma Negra y las petroleras YPF, Petrobras, Esso y Shell).

Expansión

El grado de concentración no induce necesariamente a un ascenso de los precios. Lo que interesa, especialmente, es atender la lógica de acumulación de las corporaciones líderes, dado que la misma se encuentra subordinada a la estrategia de la firma por mantener las barreras al ingreso de nuevos actores en los mercados en los que operan. Ello, con la finalidad de apropiarse de ganancias extraordinarias asociadas a esa posición dominante.

Los capitales oligopólicos han logrado mantener las barreras al ingreso y sostener los elevados niveles de concentración económica durante la posconvertibilidad. Ello se vincula, en buena medida, con el establecimiento de un precio mayorista más elevado que el promedio industrial, en un escenario en el que las grandes empresas se han mostrado reticentes a canalizar sus abultados excedentes a la formación de capital (de allí su “reticencia inversora” y sus holgados márgenes de beneficio).

Así, la estrategia de expansión de las firmas que se insertan en mercados fabriles altamente concentrados no estuvo impulsada por sus esfuerzos de inversión, sino más bien por su capacidad oligopólica en la formación de precios, traccionando el proceso inflacionario que tuvo lugar en la posconvertibilidad.

Se trata de cuestiones estructurales para nada menores en una coyuntura como la actual, caracterizada por el hecho de que desde diversos espacios vinculados con el poder económico industrial se viene presionando por una devaluación como mecanismo esencial para “ganar competitividad”. Ello, ante el retraso cambiario que se desprendería de las tendencias inflacionarias (en cuya explicación, obviamente, nada se dice sobre el componente oligopólico). En términos estratégicos, desde estos sectores se apunta a que con un aumento del tipo de cambio real se logre sentar las bases para reeditar el proceso que tuvo lugar tras la regresiva salida de la convertibilidad: que las industrias altamente concentradas utilicen su poder de mercado vía la fijación de precios. Y por ese medio se viabilice nuevamente una doble transferencia de ingresos a su favor: a partir de una reducción de los salarios y de nuevas apropiaciones de excedente en detrimento de las industrias menos concentradas.

Intervención

La “inflación oligopólica” no constituye el factor causal excluyente de la elevación de los precios fabriles, pero la misma desempeñó un papel de suma relevancia. Y ello es así porque los efectos de la “inflación importada”, sumamente importantes para aprehender el fenómeno, no permiten per se identificar los factores estructurales internos, y, por ende, tampoco permiten elucidar los aspectos indivisibles a la estrategia de intervención tendiente a su posible reversión.

Con el telón de fondo de la lamentable manipulación del sistema estadístico nacional, el diagnóstico del gobierno, implícito en las medidas adoptadas (en lo esencial: retenciones a las exportaciones y negociación “cara a cara” con firmas líderes), ha reconocido el carácter “importado” y “oligopólico” de la suba de precios. Pero difícilmente consiga contener el proceso inflacionario (estructural) a partir de soluciones de “corto plazo” (coyunturales), como las que se han venido implementando. Máxime cuando un pilar esencial de esta política se ha visto obturado tras el conflicto con las patronales del agro. Y el otro no alcanza a contemplar la posibilidad cierta de que los costos implícitos de la negociación con las compañías líderes sean trasladados a la cadena productiva que tales firmas dominan. Esto último, en detrimento fundamentalmente de sus pequeños y medianos proveedores y/o clientes, con el consecuente recrudecimiento de la concentración del ingreso sectorial y la manifestación de tendencias a la centralización del capital a favor de los oligopolios dominantes.

Si es aceptado que el problema inflacionario es estructural y tiene como una de sus causas principales al comportamiento de los actores concentrados, sería un aliciente importante la aplicación estricta e integral de la legislación vigente en materia de defensa de la competencia, identificando y sancionando las prácticas distorsivas de la competencia y/o el abuso de posición dominante y las conductas desleales. También la regulación de las cadenas productivas de modo de acotar fuertemente los comportamientos oligopólicos u oligopsónicos que intervienen en ella. Y, adicionalmente, resultaría auspicioso avanzar en la “institucionalización” de la figura del grupo económico, estableciendo límites a su expansión y fijando nuevas relaciones entre el capital oligopólico y las firmas de menores dimensiones.

Pero ello sería aún insuficiente, en la medida en que la inflación mayorista industrial también es expresión de los límites distributivos que impone el perfil de especialización predominante en el ámbito fabril. Allí, el salario adopta, en particular para la dinámica de acumulación y reproducción ampliada de las empresas líderes, la forma social de un costo de producción, en lugar de adquirir el rol de impulsor de la demanda interna. Por eso, no resulta casual el componente “oligopólico” de la inflación, ni tampoco que las grandes transnacionales y los grupos económicos locales presionen por una devaluación como vía inductora de una mayor “competitividad”.

De modo que urge la discusión y definición de una estrategia de desarrollo industrial de mediano y largo alcance que, considerando las alianzas sociales y políticas que le den sustento, debería propender a completar numerosos casilleros del entramado manufacturero (con un lugar destacado para una política sustitutiva), impulsando las actividades más complejas en lo tecnológico y aquellas en las que su reproducción ampliada tenga a la demanda interna como impulso esencial. Se trata de un desafío complejo, pero cuya dificultad no sería más seria ni más riesgosa que la que se desprendería de no hacerlo.

  • Area de Economía y Tecnología de la Flacso.[/SPOILER]

Y aca una contestación en el mismo diario, 7 días despúes, donde otro grupo de economistas heterodoxos dejan expuesto lo totalmente ridículo del argumento de los investigadores del FLACSO.

Página/12 :: cash

[SPOILER]
DOMINGO, 17 DE MARZO DE 2013
“Es la puja…”

Por Eduardo Crespo * y Alejandro Fiorito **
En la última edición de Cash, los investigadores de Flacso Pablo Manzanelli y Martín Schoor publicaron un artículo donde se apunta a una inflación de origen oligopólico como causa significativa del proceso inflacionario que vive la Argentina. Los autores se refieren a un trabajo realizado por dicha institución en el cual se sostiene que los precios industriales de los sectores “concentrados” habrían crecido un ocho por ciento por encima del promedio industrial en el período 2001-2010 y de allí concluyen que los “oligopolios” realizaron una contribución importante a la dinámica inflacionaria. Tanto en la nota periodística como en el artículo académico mencionado, los dos investigadores no hacen ninguna referencia empírica a los costos que debió enfrentar cada sector, ya que únicamente conociendo los costos relativos sectoriales se podrían corroborar las presuntas prácticas anticompetitivas. Por caso, si los costos de los sectores responsabilizados por la inflación hubieran crecido aún más que un ocho por ciento por encima del promedio, dichos “oligopolios” habrían desempeñado un rol deflacionario, contrariando el argumento. Más llamativo es que el índice industrial analizado y reelaborado por los autores, con oligopolios incluidos, presenta una suba de precios inferior al promedio de toda la economía, al extremo de resultar casi indistinguible del índice de precios al por mayor agregado publicado por el cuestionado Indec.

En las economías modernas, casi todas las actividades productivas presentan diferentes barreras a la entrada para los nuevos competidores, razón por la cual ciertas empresas que operan en esas actividades obtienen tasas extraordinarias de rentabilidad. Pero de esta circunstancia no se infiere que los precios fijados por un puñado de grandes empresas necesariamente deban ser superiores que aquellos que eventualmente serían cobrados por un mayor número de firmas de menor tamaño. Por el contrario, las grandes unidades productivas, con barreras o sin ellas, por lo general profundizan la división del trabajo, aprovechan economías de escala y reducen sus costos en relación con las unidades de menor envergadura. El tamaño mínimo eficiente de las unidades productivas tiende a crecer por motivos esencialmente técnicos. Con escalas de producción pequeñas, por el contrario, resulta difícil reducir costos –y precios finales– en forma significativa.

Por ello, exceptuando algunos mercados específicos donde las escalas de producción no son relevantes, las unidades de menor tamaño tienden a ser desplazadas de los mercados por las continuas reducciones de precios relativos sectoriales impulsadas por unidades mayores, en procesos competitivos que suelen ser predatorios para los pequeños productores. Si fuera cierto que las pequeñas unidades colocan precios inferiores, serían éstas las que tenderían a imponerse en el mercado y no lo contrario. Por otra parte, no existe ninguna evidencia de que las empresas o unidades productivas pequeñas necesariamente paguen mayores salarios, garanticen mejores condiciones laborales o ambientales, generen mayores ingresos estatales bajo la forma de impuestos. Al menos en materia económica, lo pequeño no es hermoso. La concentración y la centralización del capital son inherentes al funcionamiento de un sistema capitalista competitivo. No es la negación de la competencia la que genera concentración sino todo lo contrario. En el peor de los casos, debe insistirse, la concentración del capital va acompañada por mayores tasas de ganancia para las empresas que pueden colocar barreras a la entrada de nuevos competidores, pero no por mayores niveles de precios.

Pero lo que resulta más sorprendente del enfoque defendido por los investigadores de Flacso, es que la mayor concentración también debería suponer mayores niveles de inflación. Para que esto suceda, sería necesario que las empresas con poder para fijar precios opten por subirlos en forma continua. Si estuviéramos frente a un proceso de inflación oligopólica de “suma relevancia”, como el que se apunta, cabría esperar que el grado de concentración del capital en Argentina sea significativamente mayor que en otros países donde las tasas de inflación son menores. Por caso, ¿es mayor la concentración del capital en Argentina que en Estados Unidos, Europa, China o Brasil? En los deflacionarios años de la convertibilidad, ¿prevalecían las pequeñas empresas? Las barreras a la entrada pueden explicar la mayor rentabilidad de las firmas involucradas, pero no necesariamente un mayor nivel de precios, y mucho menos aún una mayor inflación, es decir, un aumento sostenido de los mismos a lo largo del tiempo.

La inflación argentina responde principalmente a la tradicional puja distributiva por obtener una mayor porción del excedente social. Cuando existe alguna incompatibilidad entre los distintos actores sociales, esencialmente trabajadores y empresarios, sobre la participación que cada parte exige en el excedente, la consecuencia más habitual es que dicha discrepancia se traduzca en sucesivos aumentos de precios y salarios. Así, por ejemplo, un aumento “inicial” de precios (o de salarios) es sucedido por aumentos “compensatorios” de salarios (o precios) que a su vez son repasados como nuevos aumentos de precios (salarios) y así sucesivamente. Esta dinámica puede acentuarse o atenuarse dependiendo de numerosos factores, como subas o reducciones de precios internacionales, devaluaciones o apreciaciones cambiarias, modificaciones de precios relativos, aumentos o reducciones de los niveles de desempleo. En este tipo de procesos, una suba de precios relativos impulsada por algunos sectores “oligopólicos” en la peor de las circunstancias puede introducir algún condimento en el conflicto distributivo preexistente, pero no puede marcar la dirección general del proceso. Caso contrario, ¿cómo se explica que un ocho por ciento por encima del promedio de un índice que creció menos que el resto de los índices sectoriales sea una causa “importante” de una suba total de precios cercana al 300 por ciento en el período bajo análisis?

Otra idea defendida por los investigadores es que los sectores concentrados habrían aumentado su participación en los distintos mercados al tiempo que se mostraban “reticentes” a invertir. Esta conclusión resulta asombrosa por enmarcarse en una economía cuya industria se duplicó en el período en consideración. No parece razonable que las firmas estudiadas hayan ganado participación en sus respectivos sectores “sin canalizar sus abultados excedentes a la formación de capital”. ¡Ganan participación sin invertir y la producción industrial se multiplica por dos!

Estas conclusiones se chocan con una evidencia demoledora: tanto en Argentina como en el resto del mundo la inversión privada en equipos de producción responde a los resultados que anticipa el conocido principio del acelerador de la inversión (Fiorito, AEDA, 2009, Medicis, UNLP, 2010; y Amico, Fiorito & Hang, Cefid-AR, 2011). Según este mecanismo, como tendencia, las inversiones se ajustan a la demanda agregada por el simple motivo de que los beneficios están unidos a la venta de productos. Es un hecho que en las economías de mercado la utilización de la capacidad productiva industrial oscila entre el 70 y el 85 por ciento del total. Si el crecimiento de la demanda agregada resulta mayor (o menor) que la formación de capital, el grado de utilización aumenta (o disminuye) generando incentivos para aumentar (o disminuir) el ritmo inversor.

Estos resultados se chocan de bruces con la idea difundida en Argentina según la cual las empresas “concentradas”, en lugar de ajustar su capacidad productiva frente al crecimiento de la demanda, elevarían sus precios ajustando para arriba sus márgenes de rentabilidad unitarios sin incrementar sus niveles de producción. Si éste fuera el caso, debería considerarse como una paradoja que la utilización de la capacidad instalada en la industria continúe fluctuando en torno de niveles normales en lugar de explotar y llegar rápidamente al ciento por ciento, como cabría esperar si el comportamiento inversor tuviera las características apuntadas. Asimismo, ese argumento se contradice con las estimaciones de los márgenes unitarios de ganancia conocidos para el caso argentino (por ejemplo en Murga & Zelada, Cefid-AR, 2012; y Bein, Estudio Bein & Asociados, 2/2013) que apuntan a un margen entre decreciente y estable durante el período discutido, de tendencia moderadamente contracíclica. Estas estimaciones, por su parte, se ajustan muy bien a la constatación de que en Argentina, durante la última década, se produjo una mejora de la distribución funcional del ingreso, al tiempo que los salarios del sector privado crecieron por encima de la productividad.

La tesis de una inflación causada por motivos oligopólicos, que se ofrece para explicar la experiencia argentina, es una versión maquillada, con cosmética políticamente correcta, de la tradicional y ortodoxa inflación por exceso de demanda, sólo que en lugar del “pleno empleo” o de un “producto potencial” definido por la disponibilidad de recursos, el límite al crecimiento de la demanda estaría dado por las conductas anticompetitivas de una clase empresaria poco emprendedora. A diferencia de otros países, Argentina tendría una “burguesía” rentística, que sufre el síndrome cultural de la “reticencia inversora”. Este argumento se sigue repitiendo aún en un año como el 2012, cuando la demanda agregada sufrió una fuerte desaceleración sin grandes repercusiones atenuantes sobre la dinámica inflacionaria. Al parecer, los oligopolios siempre estarían subiendo sus márgenes de beneficios, cuando la demanda crece y cuando no lo hace también. La particularidad del caso argentino sería que la inflación se produce tanto por exceso como por insuficiencia de demanda

  • Profesor de la UFRJ.

** Profesor de la UNLU.[/SPOILER]

:lol: segui escuchando a heller litl… :lol:

¿Qué tiene que ver que sean “de medios afines”? En página está el perro Verbitzky que encabeza la lucha contra el Indec. Todo lo que provenga de ahí, lo va a bastardear y no va a dejar pasar oportunidad para pegarle. En economía bajan esa línea.

Yo sigo sosteniendo que hasta que no se desarme todo ese sector concentrado, van a seguir jodiéndonos poniendo los precios que se les cante el ojete.

Con el telón de fondo de la lamentable manipulación del sistema estadístico nacional, el diagnóstico del gobierno, implícito en las medidas adoptadas (en lo esencial: retenciones a las exportaciones y negociación “cara a cara” con firmas líderes), ha reconocido el carácter “importado” y “oligopólico” de la suba de precios. Pero difícilmente consiga contener el proceso inflacionario (estructural) a partir de soluciones de “corto plazo” (coyunturales), como las que se han venido implementando.

Te banco, el primero esta algo confundido pero tiene buenas intuiciones.
Respecto de la inflación en argentina, creo que tuvo momentos. Yo pienso que en una primera etapa era un problema de “ajuste de precios relativos”. Una vez boudou dijo algo como esto y lo mataron je, pero incluso tipos como carlos rodriguez consideraban que la emisión en si no era inflacionaria hasta 2007,8 ponele. Yo los banco, pero aca hay que ponerse muy fino con la terminología y al fin y al cabo el que determina la politica monetaria es el BCRA, asi que tb le podemos tirar la culpa.

Ahora, últimamente creo qeu tiene que ver con emisión mas clásica. Yo no acepto muchas teorias “alternativas” de todos modos, en temas de inflación soy bien cerrado je.

¿Heller?

[video=dailymotion;x5heoe]http://www.dailymotion.com/video/x5heoe_las-empresas-generan-inflacion_news[/video]

ah me quedo mas tranquilo Navarro ese si que la tiene… :lol: te falta artemio asi completas el triunvirato de la fantasia

Pero angel, debería considerar lo que dicen mas que quien lo dice. A mi si me viene alguno de los que considero nefastos, primero evaluo que dice y no lo descarto por el juicio que tenga de ellos. Si cavallo a vos te viene y te dice que 2+2 es 4, parece que no sos capaz de creerle. Creo que uno puede pensar por si mismo.

littl y esta frase no van de la mano jamas

Pero yo no me refería a “todos los economistas”, hablé de dos o tres puntuales que andan polulando por los medios que sostienen lo de la emisión que se sabe que son operadores y lobbystas…

---------- Mensaje unificado a las 12:40 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 12:39 ----------

Uy, me asusté! Por un momento pensé que ibas a contestar con una respuesta fundada y llena de estadísticas y datos…Que susto!

Little, creeme que la concentración oligopólica nunca puede ser la causa principal de la inflación en ningun país. Puede explicar un nivel de precios relativos mas elevado con respecto a otros sectores, en detrimento del consumidor, como todo oligopolio, e incluso puede crecer la brecha de nivel de precios entre el sector concentrado y el competitivo, por una cuestión de poder de mercado (lo que en un contexto inflacionario, se ve como mayor inflación relativa), pero nunca puede explicar la dinámica de la suba generalizada de precios en una economía. Esta lleno de paises con igual o mayor concentración oligopólica que la Argentina, pero con inflación muchísimo mas baja.

El argumento tradicional de la puja distributiva entre empresarios y trabajadores es una explicación mucho mas lógica y con mas consenso dentro de los sectores “progesistas” o heterodoxos, mientra que en la ortodoxia se apunta principalmente a la emisión de dinero.

Pero a mi como economista, para que me convenzan de que existe un proceso de “inflación oligopólica”, algo que va a contramano de todos los modelos ortodoxos y heterodoxos que estudie en la facultad, y de la evidencia empírica, me tienen que venir con un análisis mucho mas serio y formal que el que hicieron los muchachos del flacso.

Como trabajo descriptivo esta bueno, pero para darle algo de sustento, primero necesita una teoría formal (con un modelo matemático), y tambíen un trabajo empírico-econometríco que sea sujeto a revisión y que me demuestre que hay una dirección de causalidad empiricamente muy relevante y estadísticamente significativa desde la inflación en los mercados concentrados a la inflación general. Y si la encuentran, que demuestren que porcentaje de la variación total de los precios la pueden explicar por esta vía.

Pero vos estás hablando de “causa principal”, me imagino que estamos de acuerdo que la inflación es multicausal. Vos me decís que otros países tienen concentración y e inflación baja. No me parece acertado comparar la historia de los países, más, sabiendo el rol que acá tuvieron, tienen (y ojalá que nunca más) los grupos económicos de nuestro país.