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No es Cholo un faltazo
Ortega sufrió otra recaída y no fue a la práctica. Simeone vuela de la bronca, siente que la situación se tornó inmanejable y les pedirá a los dirigentes que “hagan algo”. ¿Tan poquito duró la tranquilidad?
Para algunos, la noche del miércoles fue larga. Un boliche ubicado en Libertador al 1800 (Olivos) fue el lugar elegido por un grupito de futbolistas para alargar los festejos por el título.
Para Ariel Ortega, esa noche del miércoles terminó casi de día.
Aruba duró poco.
El plantel estaba citado en Ezeiza a las 10.30. Varios rostros reflejaban cansancio, pero firmaban el presentismo. El entrenamiento arrancó sin el Burrito. Se pensó en una demora por el tránsito. Intentaron ubicarlo en su celular. Nada. Recién pasado el mediodía, el doctor Luis Seveso (estaba en la práctica) y Ricardo Goldemberg (gerente de fútbol, que se encontraba en el Monumental) oyeron su voz.
“Mañana (por hoy) les voy a explicar. ¿A qué hora y dónde es el entrenamiento?”, respondió el jujeño.
A esa altura, Simeone volaba de la bronca.
Desde que el plantel se encerró en el vestuario para escuchar por radio el final de Estudiantes-Colón hasta ayer por la mañana, pasaron apenas 88 horas. Tres días y poco más de calma, alegría, desahogo. Poco importaba si era Núñez, Aruba o Nueva York. River era (es, claro) campeón. Y punto. Lo llamativo del faltazo es que se produjo un día después de que Ortega le dijera a Olé que “dar la vuelta junto a mi hijo fue impagable” y de que recibiera, más que un baño, una catarata de buena onda del ambiente, desde Maradona hasta Francescoli.
A diferencia de otras recaídas originadas en su “síndrome depresivo impulsivo” con tendencia al alcohol, esta vez el Burrito no jugaba poco y nada, sino que acababa de resultar decisivo para el título.
Otra arista que alimenta la furia y el desconcierto del cuerpo técnico es que Ortega se negó, al igual que el resto, a aceptar una licencia para que el plantel iniciara sus vacaciones ya mismo. Tampoco hay respuestas, al menos no las tiene Simeone, para que este bajón se produjera ahora y no durante los tres días libres (mañana, domingo y lunes) de los que gozarán los players.
“No pude ir por cuestiones personales. Ya está. No hablé con Simeone. Si tengo que hablar, lo haré. Pero no hay mucho de qué hablar”, fue la incómoda respuesta pública del 10 ayer, en radio La Red.
Respuesta que alimentó la calentura de Simeone.
Técnico y jugador habían blanqueado que, un mes antes de la consagración, cruzaron puntos de vista (Ortega quería ser titular; Simeone, aprovecharlo en el segundo tiempo) y se alinearon detrás de un objetivo en común. El objetivo se alcanzó…
El Cholo ya siente que la situación se tornó inmanejable. “Hagan algo”, les pidió y les pedirá a los directivos. Porque el DT siente que esta nueva recaída reflota la molestia interna de varios jugadores por su “falta de compromiso y mala cara si no juega”. Aguilar era tajante ante aquel planteo: “No se metan con Ortega”. El Cholo mete presión: estas actitudes le embarran la convivencia del grupo, cuyo lema es que “el esfuerzo no se negocia”. En el club están preocupados por “dos amigotes” ajenos al plantel, que no se le despegan. Y la semana que viene, el presidente se reu-nirá con el ídolo.
Ortega avisó que hoy irá a la práctica. Habrá, claro, una charla con Simeone. ¿Le dirá, como dejó trascender entre sus íntimos, que analiza volver a internarse? ¿Qué hará el Cholo? ¿Y los dirigentes?
Y lo más importante: ¿qué hará Ortega?
Para los dirigentes… “Ortega no le interesa curarse”
A los dirigentes, aún felices por el título y resignados ante las ausencias de Ortega, no los sorprendió. Una más y van…
En Núñez nadie se sorprendió por la ausencia de Ariel Ortega en el entrenamiento matutino. Si bien se reflotó la preocupación que siempre generan estos faltazos por la salud de Ortega, a los dirigentes no les levantó tanto la temperatura como a Simeone. Todavía disfrutando de la tranquilidad y alegría que generó la vuelta olímpica, la nueva falta de conducta del ídolo fue un tema que quedó en segundo plano.
La reunión de Comisión Directiva prevista para la tarde se presentaba como ideal para que alguno de los directivos preguntara por el Burrito. Sin embargo, durante el encuentro ni se tocó el tema. Y sí se prolongaron los festejos del domingo: el presidente Aguilar les regaló a cada uno de los miembros de la CD una camiseta con el número 33 y la frase “alegría nao tem fim”, como la que utilizaron los jugadores durante la vuelta olímpica.
La situación del ídolo ya se tornó inmanejable tanto para el cuerpo técnico como para los dirigentes. En las oficinas del Monumental están resignados ante estas ausencias porque ya le brindaron todos los medios posibles a Ortega para que se trate y se recupere de su adicción al alcohol. “Mejoró un poco cuando se fue a Chile, pero ahora está incontrolable. No se lo puede ayudar porque a él mismo no le interesa”, comentó un directivo importante. Por el momento, no habrá sanción (ni pensaron en esa posibilidad) y tampoco se evalúa qué hacer a futuro. Ser el responsable de terminar la carrera del Burrito en River tiene un costo político altísimo, por lo cual es una decisión que no quieren tomar y que, en el peor de los casos, la dejarán en manos del Cholo.