Carta Abierta del grupo de obsecuentes K sin capacidad de crítica en la cual critican algunos aspectos de la política nacional. Interesante nota.
Las 10 diferencias de Carta Abierta 11 - POR MARCELO ZLOTOGWIAZDA
Nunca antes un grupo kirchnerista expuso una serie de críticas a lo hecho, junto con reclamos de líneas de acción.
Que un grupo de intelectuales kirchneristas señale públicamente que el Gobierno se “equivoca” con la sanción de la Ley Antiterrorista, y además manifieste su “sorpresa” y “preocupación” porque adopta una norma “contradictoria con el espíritu democrático del proyecto nacional que hoy despliega”, es sin duda algo para destacar; más aún teniendo en cuenta que en las filas oficialistas la táctica prima sobre la crítica y la disciplina sobre la rebeldía.
También es llamativo que en momentos de creciente tensión entre el Gobierno y la CGT, un nucleamiento conformado por mayoría de gente que está mucho más a gusto con las prácticas sindicales de la CTA reivindique la trayectoria de Hugo Moyano (el único mencionado con nombre y apellido, fuera de la Presidenta y Néstor Kirchner), valore el rol que ha tenido la alianza con la CGT, y se expida a favor de que se renueve el compromiso común con el líder camionero.
Son sin duda dos posicionamientos excepcionales. Pero sólo debido a que refieren a dos temas de estricta actualidad y bien calientes, se entiende que la repercusión mediática y política del undécimo documento de Carta Abierta haya quedado casi exclusivamente circunscripto a esos asuntos. Hay bastantes más apreciaciones para resaltar extraordinarias, fuera de lo común, que quedaron eclipsadas por la gravitación de lo coyuntural.
Nunca antes un grupo kirchnerista, ni Carta Abierta ni ningún otro, expuso una serie de críticas a lo hecho, junto con reclamos de líneas de acción, como el que el jueves 29 de diciembre presentó el colectivo de intelectuales que tiene entre sus miembros más conocidos a Horacio González, Ricardo Forster, Jaime Sorín, David Blaustein y María Pía López.
La Carta de la Igualdad (tal el título) fundamenta la idea de que la igualdad es horizonte y paradigma de la acción de gobierno y, por supuesto, es sumamente elogiosa y traza un balance muy positivo de lo hecho hasta ahora. Pero eso no es excepcional; es lo previsible por parte de militancia consustanciada.
Lo raro, y por ende interesante, son los cuestionamientos, objeciones y señalamientos sobre asuntos por corregir o encarar. En las nueve nutridas páginas del manifiesto es posible encontrar un decálogo de ese tipo de planteos.
Lo ya mencionado sobre la Ley Antiterrorista es uno de esos planteos, y hasta podría interpretarse que la invocación a mantener la alianza con Moyano va a contramano de algunos que empujan a Cristina a distanciarse del jefe de la CGT.
La lista es más extensa.
Siempre en el marco de la igualdad como criterio rector, los intelectuales sostienen que, en la misma línea del impulso a la Ley de Matrimonio Igualitario, se debería avanzar con los proyectos para despenalizar el aborto, una idea que desafía la opinión en contra de la propia Presidenta.
En educación plantean que hay que avanzar “por lo aún faltante”, como ser que “la buena escuela pública sea la mejor alternativa de formación en todos los lugares y para todos los sectores”. Al respecto, marcan críticamente “el creciente peso relativo de la educación privada –sostenida con financiamiento del Estado– en todos los distritos del país”, y que “ese avance en desmedro de la centralidad de la educación pública es una fuente de desigualación social”.
En un documento sobre la igualdad no podía faltar la cuestión impositiva. Reconocen que el kirchnerismo ha revertido la tendencia regresiva del sistema tributario y que “ha alcanzado una leve progresividad al final de la década recién concluida”, pero asimismo sostienen que “el régimen impositivo sigue siendo injusto con el 20 por ciento más pobre de la población y reclama una reforma tributaria”. Según ellos, la reforma debería incluir un impuesto a la renta financiera, mayor progresividad en Ganancias, cambios en el IVA, la consolidación de las retenciones y el refuerzo de los gravámenes a los patrimonios en las provincias.
En cuanto a salud, dicen que “no se han producido avances en importancia e intensidad equivalentes a los que sí se dieron en áreas como derechos previsionales, humanos, educación y generación de empleo”. Agregan que “hoy, sólo el 1,9 por ciento del Producto Bruto se invierte en salud pública gratuita, mientras subsiste una enorme inequidad en la distribución de los recursos”. Proponen “recuperar el rol del Estado como único rector y prestador creciente y dominante, para hacer realidad la universalidad de la atención y el acceso a la salud como derechos de ciudadanía”. Con más detalle, plantean “el control a los laboratorios, la producción pública de medicamentos y la regulación de la medicina prepaga”.
Los intelectuales se muestran preocupados por la extranjerización de la economía, que describen como “un problema central y estructural subsistente e intacto”. Dicen, que conjuntamente con la concentración, contribuyen a una persistente fuga de capitales, con lo cual “el resultado del esfuerzo común es girado al exterior por los más poderosos, que cuanto más ganan más giran”. Es por ello que para atenuar ese problema “intacto” hablan de la necesidad de “una nueva ley de inversiones extranjeras que provea un marco regulatorio que permita al Estado fijar políticas”.
El manifiesto también apunta como pendiente una legislación justa sobre la posesión de la tierra urbana y rural, que “implica un debate respecto del derecho de propiedad”.
En igual sentido abogan por el reemplazo de la ley de Entidades Financieras, que ya cuenta en el Congreso con un proyecto del diputado Carlos Heller, que los kirchneristas puros no han empujado con empeño.
Hacia el final de la Carta aparece un llamado de atención sobre “el empeoramiento del balance de divisas en el sector energético” que, según ellos, “alerta sobre una insuficiencia exploratoria del capital privado en la industria petrolera”. Ante lo cual proponen mejorar el planeamiento y la regulación pública y “recuperar la centralidad empresaria estatal”.
Al decálogo anterior podría agregarse como undécima diferencia el siguiente párrafo: “Los enfoques económicos que desde diversos sectores apuntan a detener la política de incrementos salariales, ubicándola como causa del alza de los precios y de la disminución de la competitividad externa, tienden a imponer un orden injusto propio de la experiencia neoliberal, pero esta vez actualizándolo bajo la forma de una peligrosa heterodoxia de raíz conservadora”.
¿Acaso no se amolda el párrafo a las reiteradas declaraciones de Cristina referidas a la necesidad de moderar los reclamos sindicales?
Más que interesante sería que la Carta Abierta tuviera respuesta oficial.
Las 10 diferencias de Carta Abierta 11 - Infonews | Un mundo, muchas voces
Acá está la carta completa, para el que tenga tiempo y ganas: