[b][LEFT]Para vos pibe.
Esta líneas son para vos. Para vos pibe, jóven hincha de River que no llegás a los 20 y que te toca deambular en el derrotero mas ríspido y oscuro de la gloriosa historia millonaria.
Ni con el mayor de los esfuerzos podría internalizar el dolor que debés sentir en el cuerpo de tanto dar batalla. Te imagino sentado en el banco de tu clase, día a día, mes a mes, año a año, resistiendo y resistiendo. Sufriendo los embates de tus compañeros de grado o de división. Enemigos por los cuatro costados, aguardando pacientes que atravieses la puerta de entrada del aula para descargar toda su artillería de burlas chascos y candongas. Yo te veo allí, solo, con el mentón alzado, estoico, ofreciendo tu pecho rojo y blanco, llevando con vos, sólo las armas que te dió la historia, nada más…y nada menos.
Te imagino en los recreos, en las clases de gimnasia. Te conjeturo hasta en los actos, siempre defendiendo la parada, siempre alerta, siempre atento…y me quiero morir.
Trincheras en todas partes, en la escuela, en el colegio, en el barrio, en la familia.
Mas de una vez habrás terminado a las trompadas por defender tu camiseta y su tradición.
Nadie sufrió a River como lo sufrís vos pibe. Nadie, nunca. Tu generación se ha convertido en “la generación del aguante”, muy distante a la nuestra que sólo conocía de triunfos y conquistas. Vos corporizás al hincha más hincha, al más leal, el más puro, el que le ha dado y le sigue dando a River todo su aliento, todo su amor, sin pedir nada, y recibiendo a cambio, sólo decepciones y tristeza. Cuando yo tenía tu edad, era fácil ser hincha del millo, por eso no puedo culparte por tu fanatismo incondicional al equipo y a la hinchada, tuviste que aferrarte a lo que tenías a mano, no te dimos otra herramienta.
Quiero que sepas que no estás solo. Que somos millones como vos, que detrás de esta caja negra existe una historia tan rica, pero tan rica, que te va ayudar a seguir sacando pecho y sentir el incomparable orgullo de ser hincha de River aún en las circunstancias mas adversas. Es que “tu” club, pibe, es el mas grande de la Argentina y uno de los mas grandes del mundo, nunca dudes en sentirte orgulloso de lo que defendés, nunca claudiques. Le estás poniendo la sangre y el pecho a la institución deportiva con más campeonatos obtenidos en primera división, cuyas vitrinas alojan una colección de trofeos que son la envidia de muchos clubes del mundo y casi todos los de este país. Vos sos parte de una mística dormida, que por yaciente no deja de alumbrar nuestro horizonte futbolístico todos los días. ¿Y sabés por qué?, porque el fútbol argentino no puede “entenderse” sin River Plate, sin los Labruna, Carrizo, Pedernera, Moreno, Bernabé, Distéfano, Sívori, Alonso, Enzo y tantos otros más. Lo que defendés todos los días, a capa y espada, es más que una insignia futbolística, es una manera de entender el deporte, es una filosofía de juego, es un modo de vida. El “equipo” del que sos hincha ha escrito las páginas doradas de la historia de este juego, y no me refiero al cuánto, me refiero al cómo. River es ese susurro que habla del respeto y la idolatría a la leyenda de “La Máquina”, es la envidia bien entendida por el llamado -con acierto- el “paladar negro millonario”, el que nos distingue de los otros y nos confiere un target “ABC1”. River es la imperiosa necesidad de “ver” fútbol bien jugado y conquistar objetivos a través de la belleza, la estética y la docencia, condimentos sin los cuales nunca dejaremos la mesa satisfechos. River es identidad, es gallardía, es esa caricatura de galera y bastón que simbolizaba la distinción, que nos hacía “pertenecer”. En River, pibe, “reventar” un balón fuera de los límites del campo, era un exabrupto, “demoler” a un rival a patadas, una grosería, tratar mal a la pelota, un pecado. River era el fútbol “Vip”, era un pase al vacío y el Beto Alonso “trotando rápido” para interceptar el balón mientras Santoro salía en su búsqueda, pero como el Beto era el 10 de River no se la lleva, pega el saltito, el arquero tarda 1 segundo en darse cuenta que la pelota siguió su curso y cuando quiso ir en su búsqueda, el “Pelé blanco” ya la había encontrado y empujado hacia la red…una exquisitez, la mixtura exacta entre la plástica, la armonía y la acción. Puro River.
Te agradezco en nombre de todos los hinchas “de antes” y de ahora que sigas empujando este pesado arado sobre tierras secas y arenosas, siempre con las manos vacías, sólo con la esperanza de que algún día vuelvas a ver el fruto que se te negó injustamente.
Quiero cerrar este relato pidiéndote disculpas. Sí, disculpas por haberte defraudado como hincha y como socio. Cada uno de nosotros, “los grandes” tenemos una cuota de responsabilidad en este presente indecoroso, sea por acción u por omisión. Nosotros no supimos cuidar de tu tesoro, de nuestro tesoro, lo dilapidamos sobrando una realidad, llegando al extremo de ningunear la propia asfixia. Y te dejamos este presente aciago. No hay resultados reconfortantes en este presente, no hay triunfos ni alegrías, pero sí hay enseñanzas que deben capitalizarse para no repetirlas en el futuro, una de ellas: nunca te olvides que los “dueños” de River Plate no son los dirigentes, sino sus socios y sus hinchas, los “verdaderos propietarios” de este sentimiento, ustedes, los que siempre dan, sin esperar nada a cambio, esto, no es sólo una frase.
Te pido que nunca bajes los brazos, que sigas así, sintiendo esta camiseta a pesar de estos ingratos momentos, con esperanza y actitud positiva. Vos vas a ser testigo de ese día en que la historia vuelva a depositarnos en el sitial de privilegio al que pertenecemos por estirpe. Y no te va a alcanzar el pecho para contener tanta alegría, tanta emoción. Este presente será un pasado adverso y nefasto que te habrá marcado a fuego, pero pasado al fin. Hoy más que nunca en nuestra historia centenaria, River sos vos.[/LEFT][/b]