¿Dos regresos?
River, Huracán, Primera B Nacional
15/04/12
Ramiro Funes Mori y Juan Manuel Díaz cumplieron su fecha de suspensión y están en condiciones de reaparecer en el partido del sábado ante Instituto, en el Monumental. ¿Ingresarán por Luciano Abecasis y Leandro González Pirez? ¿O Matías Almeyda hará alguna variante táctica, como poner una línea de tres en el fondo, para permitir el ingreso desde el minuto inicial de David Trezeguet? Se verá.
¿Y la bandera?
“Ascender no es un mérito, es una obligación”, decía una bandera que estuvo colgada en la platea San Martín alta. Lo curioso es que se vio durante pocos minutos y al comenzar el partido ya no estaba. ¿Alguien dio la orden de que la sacaran?
Juntan más tela
El 28 de septiembre (Día Internacional del hincha de River), el Frente Angel Labruna tiene previsto estrenar La bandera más larga del mundo (medirá 6.200 metros y unirá a la vieja cancha de la avenida Tagle y Figueroa Alcorta con el Monumental). Ayer los hinchas volvieron a donar tela en el Monumental, y lo mismo podrán hacer el próximo sábado ante Instituto.
Vella y su primera vez
Tuvieron que pasar nada menos que 29 fechas para que Luciano Vella se diera el gusto de jugar un partido oficial en el Monumental por primera vez. El lateral, que ayer se mudó a la posición de tres ante la ausencia de Juan Manuel Díaz, había sido titular en otros partidos en que River fue local, pero en la cancha de San Lorenzo por la suspensión que pesaba sobre el Monumental.
¿Dos regresos?
“Ascender no es un mérito, es una obligación”
domingo, 15 de abril de 2012
El trapo en la San Martín alta rezaba la leyenda “Ascender no es un mérito. Es una obligación”. Yo me atrevo a cambiar el principio de la bandera y pondría “Ser campeón” para encabezar el deseo “millonario”.
El primer tiempo fue de terror. Además de no generar juego, River se encargó de maltratar la pelota.
Sabemos de la presión, por momentos muy buena de parte del rival, pero uno se pregunta, ¿Cómo hacían antes los grandes jugadores de River ante la marca de los contrarios? ¿Qué hacían Moreno, Onega, Alonso, el Enzo, Monserrat, Coudet? Como si hubieran jugado liberados de presiones extremas.
Eso es cháchara pura, muchachos. Por suerte, el segundo Cámpora más famoso no estuvo en el partido y el que jugó por primera vez para nosotros fue el defensor contrario Ferrero, quien con la camiseta nuestra nos hizo pocos favores y ayer terminó expulsado tontamente.
Cirigliano, sin estar fino como todos, provocó el primer gol, con un par de pisadas de crack. Allí, empezó a tomar color la victoria antes de que no les alcance lona de recitales para taparse a los jugadores y a la dirigencia, que permite que el estado del campo de juego se parezca a un circo romano.
Pero con pocos leones en el campo, las víctimas somos nosotros, estoicos e imperturbables. Encanta Ocampos cuando encara al área de forma vertical, Aguirre cuando entra enchufado, ilusiona David, el afrancesado de roble argentino y se aprende de la lección maestra de Cave-gol, verdadero bastión de quien deberían aprender sin ladrar, los que se ofenden por sus declaraciones y responden políticamente con la camiseta perfumada de contra.
Falta profundidad, tenemos menos vértigo que un choque de tortugas. No puede ser Ponzio el generador de juego. Pensemos variantes que se viene Instituto, un partido crucial para terminar arriba como nos merecemos. ¡Salud y abrazo de cancha! Ariel Prat - Cantautor hincha de River
“Ascender no es un mérito, es una obligación” - Más Deportes - Diario Los Andes
Ganar y sufrir hasta el fin - 15.04.2012 - lanacion.com *
Ganar y sufrir hasta el fin
Por Martin Castilla | LA NACION
Twitter: @mccastilla |
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El desahogo de River en su máxima expresión en el cuerpo de Cavenaghi, autor del segundo gol. Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia
Una tarde-noche de sensaciones encontradas expuso el hincha de River en el Monumental. El sentimiento del público sufrió vaivenes constantes durante el encuentro que el conjunto que dirige Matías Almeyda le ganó a Huracán. El estado de ánimo de la gente mutó entre nerviosismo y apoyo para un plantel que hace apenas una semana protagonizó un durísimo revés, frente a Atlanta, Y al final, después de una semana con un sinfín de especulaciones con relación a la formación del equipo, no entregó más que otra muestra de que en el fútbol el envase puede ser bastante extraño a su propio contenido, y las expectativas, quedar claramente disociadas de lo que pretende un entrenador. Como si la olla a presión que fue abarrotándose durante los últimos días por la salida de David Trezeguet se hubiera saturado al punto de convertirse en una mezcla poco sustanciosa, generadora de un partido más pequeño que la recuperación futbolística que podía esperarse.
En el arranque del año, River impuso un sello ofensivo; con sus matices, mostraba una idea de juego que se consolidaba por jerarquía individual más que por funcionamiento colectivo, pero en el ingreso a esta etapa definitoria de la B Nacional necesitaba encontrar más aspectos sólidos. Lejos estuvo de conseguirlo en los últimos partidos. Porque más allá de haber obtenido tres puntos fundamentales para su objetivo, frente a Huracán corrió riesgos, ideó un montón de sistemas tácticos pensando en el arco de enfrente, pero finalmente el camino al triunfo se abrió con un gol en contra de su rival, como consecuencia del error de Hernán González.
Y ahora, a pesar de quedar a un punto de Instituto (juega hoy, ante Atlanta), el exigente desafío que le queda por delante le impone corregir varios aspectos. Porque el resultado puede resultar un engaño si no se consideran las causas. Y porque el sufrimiento estuvo cerca toda la noche. Por eso el conjunto de Núñez se marchó en el medio de la euforia local y más aliviado que de costumbre. Sí, el mismo equipo que llegó a estar nervioso, comprometido y quebrado en todas sus líneas por un limitado Huracán. Tal vez por eso tanta liberación tras el remate de arremetida del Maestrico González que se desvió en el cuerpo del defensor del Globo. Porque la alegría de ahora a poco estuvo de caer en la vulnerabilidad que lo paraliza.
River resultó responsable de casi todo. Del peor momento y de la recuperación. De sus alegrías y también de sus penurias. Si hasta estuvo ausente en el primer tiempo, cuando la pelota le quemaba. Cuando a pesar de jugar con cuatro volantes, Cirigliano y Ponzio no presionaban unos metros más adelante, ni Sánchez ni Ocampos se mostraban como alternativas de juego. ¿No habrá que buscar la causa de la falta de juego de River en la ausencia de desequilibrio por los costados, más que si se puede jugar o no con tres delanteros? Apenas comenzó el segundo tiempo, Almeyda pensó en variantes, en modificar esquemas, en cambiar posiciones para ajustar detalles, pero más importante que toda esta búsqueda es la impronta que le pueden dar al equipo los futbolistas… Esa que una vez más generó la entrada de Trezeguet (por Abecasis), acompañado con los ingresos de Maestrico González (por Vella) y Martín Aguirre (por Ocampos).
Huracán cometió un pecado al retrasarse muy cerca de su arco en el segundo tiempo de un partido en el que amenazó con algo más a partir de los intentos de Mauro Milano y Rodrigo Battaglia. Porque gran parte de la explicación del encuentro estuvo en que los dirigidos por Néstor Apuzzo pasaron de la estabilidad del primer tiempo a la desorientación, los rechazos desesperados del segundo y las expulsiones (vieron la roja Ferrero y Tavio).
River depende tanto del rival como de sí mismo, porque eso parece ser hoy por hoy River. Con esos desequilibrios que marcan un equipo que busca su identidad de la mano de una madurez que aún no alcanzó, más allá del 2-0 que sentenció el contraataque contra entre Domínguez y Cavenaghi. Por delante tiene el tramo más importante de este duro camino y siente que, como reza una bandera de la platea San Martín, “ascender no es un mérito, sino una obligación” . Respiró aliviado para esperar la fecha decisiva del próximo sábado, cuando en el Monumental enfrente el choque clave con Instituto. Ayer, el equipo de Almeyda conoció el sufrimiento y la euforia por partes iguales. Son lecciones que aún debe aprender para volver a primera, como clama el mandato popular.