Alguna vez alguien dijo: “Periodismo es contar lo que otros no saben o quieren ocultar, el resto es propaganda”.
Como soy fanático de este axioma y noto extremas sensibilidades, algunas justificadas en sus sospechas, me permito analizar al equipo exclusivamente desde el punto de vista futbolístico, porque creo que adentro de la cancha no juegan los pésimos dirigentes, por lo menos en un plantel con tantas variantes.
Este River tiene el respaldo del resultado, pero juega mal, colectivamente y por diseño táctico, cualquiera sea, de manera individual. Juega mal y juega feo, que son cosas y factores diferentes y cuya importancia está determinada por el orden en el que las enumero. Si repasamos línea por línea podría decir que más allá de las colaboraciones defensivas de Abreu, Carrizo es la única solución para las pelotas detenidas en contra. La distribución de marcas es insólita (notar las asignaciones a Ahumada) y en la mayoría de los centros cabecea el rival.
Ferrari pasó de ser capitán y seleccionable a convertirse en un un desconocido producto de la desconfianza, provocada por ser el primer titular que será suplente en nombre de la táctica de turno. Lo de Cabral a esta altura no resiste debate. Es un capricho del técnico, que lo pidió y lo banca en un puesto demasiado sensible para la estructura. Para mí, que van 12 partidos y más de 70 prácticas, estos son errores incomprensibles. No tengo la culpa si en un equipo de fútbol lo que menos se hacen son prácticas de fútbol.
Una vez más le agradezco a Simeone la recuperación de Villagra y sus reflejos para los cambios. Reflejos que no me gustaría elogiar porque implícitamente le reconocen un mal planteo inicial de los partidos. Ayer los volantes externos volvieron a jugar demasiado pegados al 5, regalándole los laterales al rival y perdiendo sorpresa en ataque, exactamente igual que contra el América. Una de las grandes mentiras del fútbol habla de abrir la cancha. Ok, los volantes deben abrir la cancha, pero a 40 metros del arco, si la abren en el área grande rival, el único recurso es el centro.
Este River no tiene variantes y encima defiende retrocediendo. No impone presión al rival y juega con fuego a la media distancia y al nivel de Carrizo. No coincido con que sea un equipo desequilibrado porque nunca le crearon cinco mano a mano en un partido y eso sí es un mérito que transforma la mala leche de los periodistas de sobre. Sí creo que ataca poco porque recupera poco, y esto no se debe a los jugadores en cancha, sino a la manera y la zona donde se defiende, porque si Ponzio o Ahumada corren demasiado o mal, es porque la defensa no achica a sus espaldas. Es rídiculo, más allá de sus ganas, que el mayor recuperador de River sea Alexis Sánchez. El chileno, al igual que Ortega, desgasta su físico innecesariamente. Si tenés un tipo que desequilibra como casi nadie en el mundo con su gambeta, ponelo donde duele, no a 50 metros del arco y con posiciones fijas. Imagínense a Alexis jugando con la libertad y la cercanía al arco con la que juega Palacio en Boca…
Pero este River de Simeone privilegia el sistema, cualquiera sea, a la libertad de los jugadores. Un caso testigo es el de los que juegan detrás y para abastecer a Abreu. Su posición y el no pisar el área definen al equipo como defensivo, porque no son las características ni los nombres los que hablan por un esquema sino la movilidad, la sorpresa, la actitud y la zona que finalmente ocupan. O sea, no la que está predeterminada, sino en la que aparecen.
Otro testigo de esa postura es Buonanotte. El jugador que más entiende a Simeone y que mejor puede asistir a los delanteros es desterrado a volantear por izquierda, reduciéndole la oferta de escape a su gambeta, siendo marcado por el rival y la raya. Cada vez que Buonanotte pretendió superar al rival en ese sector del mediocampo, generalmente perdió la pelota (en todos los partidos). Y acá repaso otro punto, River ayer ganó por lo que en tenis se entiende como errores no forzados. Yo no adhiero a eso de pegar en los momentos justos, apostar al error del rival, como méritos ineludibles del juego. Yo sigo insistiendo que los méritos nacen de quien los provoca. Y el gol de Rosales nace de un error de Medel, no de una virtud de River. Por diseño, ese Rosales nunca se hubiera escapado de su extrema posición de extremo derecho, como dijo el Tano Fassini por La Red. La jugada nace de una gambeta fallida de Buonanotte y la recuperación de la pelota. En la misma jugada conviven lo que Simeone le aporta y le saca a Diego: sacrificio y naturaleza. Buonanotte es para Simeone el Piatti de River, él mismo lo dijo. Pero el Enano no es Piatti. No juegan de los mismo. El de River no tiene ni la velocidad ni el vigor físico ni el retroceso que ocasionalmente puede experimentar Piatti, y el de Estudiantes no tiene ni el pase gol ni la pausa ni la capacidad, aún no explorada en Primera, que Buonanotte tiene en la pelota parada.
Precisamente es Rosales quien mejor entiende a Abreu, pero es lógico que jueguen Ortega y Alexis. El desafío es para Abreu, cada día más gesticulador pese a que en lo que es su especialidad está en deuda, y también para Simeone de adecuar un jugador a 5 que 5 a uno. Palermo y Abreu no son muy diferentes, sin embargo el de Boca hizo goles con gente que jugaba para él, como Guillermo y otra más individualista, como Delgado o Palacio. ¿Cuál es la diferencia? Que eran duplas de ataque y el que iba por afuera jugaba en su misma línea, no a 35 metros de él. En River generalmente juega sólo, con compañeros que privilegian la gambeta como Ortega o Alexis, o el gol, como Falcao, entonces, cuando más cerca jueguen de Abreu, más fácil será para el uruguayo integrarse a cualquier circuito de juego. Aunque insisto, que quien juegue detrás de Abreu sea Falcao (por características más allá del rendimiento) es casi tan urticante como lo de Cabral. Además nos confundimos si creemos que Abreu tiene la capacidad para aguantar la pelota o bajarla que tiene Palermo. Para esta tarea el de Boca es más ductil, sí, más ductil, mientras Abreu quizás es mejor en el área, con el pie, para definir. Quizás tenga un menú más amplio.
Otro caso para debatir es el de Abelairas. El plantel tiene variantes en pelota parada, que es en lo único que aporta el Pitu, por lo que me parece riesgoso desperdiciar 45 minutos para que sea el primer cambio casi siempre. Su tarea es insulsa, no toca la pelota si no es un simple primer pase en el 4-2-3-1. No tiene ida y vuelta, no se compromete, etc. Las estadísticas a veces son casualidades, Abelairas es hoy uno de los goleadores de River en el año, pero díficilmente lo sea a fines de semestre. Quizás vuelva a ilusionarnos cada enero antes de una pasantía a México, al igual que Sambueza. Espero por un Archubi a punto. Plantel y variante para las posiciones que todos los hinchas reclaman, hay. También hay variantes para un Ortega con traumatismo de cráneo, y esto no es hablar con el diario del lunes.
Valoro, al igual que mi amigo de ideales Ariel Santillán, que el equipo gane estos partidos (ojo que el año pasado también se le ganó a Colo Colo) y que no se pierdan los partidos perdibles o se eviten papelones, pero las bases de las opiniones son distintas, por eso me permito analizar lo que veo. Las dos opiniones, si bien escapan a un denominador común, están enlazadas desde la honestidad y de entender que el principal problema de River está fuera de la cancha o el banco de suplentes. Creo que se complementan y no chocan o se superponen.
Me alegra un Simeone con menos tics y lo sigo bancando porque se que tiene la virtud de cambiar. Hasta ahora no lo hizo con la rigidez del sistema, sí con el dibujo. Desde el desorden ofensivo, llegó el gol de Augusto, o me va a decir el Cholo que le gritó todo el primer tiempo que se cerrara a la derecha de Ponzio y lo crítico justo al inicio de la jugada del gol (chequear el audio) por empezar la diagonal para que finalmente hiciera el gol…
Material hay, será cuestión de saber cuál utilizar. Por las dudas sugiero sacarle cemento al sistema y hacerlo de plastilina…
Abrazo.-