Lo escribí en mi Facebook por la gente que se preocupó por cómo estaba. Hoy la realidad me pegó de frente. Se los dejo por si a alguien le interesa leerlo.
[b]Escribo estas líneas no para hacer una reflexion futbolístico-institucional (que vendrá más adelante, en frío) sino para reflexionar un poco sobre esta experiencia. Lo que viví hoy no se lo deseo a nadie, tenga la camiseta que tenga. Las cosas que ví no me las olvido más. Es mucho más profundo que algo futbolístico sentir que estás atrapado sin escapatoria, no poder abrir los ojos producto del ardor de los gases lacrimógenos, ver gente ensangrentada, tirada en el piso sin moverse, mujeres desmayándose, piedras, tiros y una batalla campal a muerte. Tanto policías extramadamente represivos, como agitadores que nada entienden del amor del hincha y disfrutan del caos. Un operativo policial que falló y solamente se encargó de proteger a futbolistas y periodistas que se encontraban en el campo de juego. De la gente, ninguno de ellos se acordó. Para colmo, con las mangueras no sólo las utilizaron para aquellos que comenzaron el caos en la Sívori baja sino también a la gente de la popular, que nada había hecho, dando origen así a la hecatombre que todos habrán podido ver.
Esto no debe quedar así. TODOS los culpables y responsables deben pagar por el daño que le hicieron a River. Pero siempre los más vulnerables somos todos los demás. Tal como dije, evitando cualquier conclusión deportiva por ahora, quiero que el caos que vivimos todos los presentes hoy en el Monumental, no lo viva nadie más, tenga la camiseta que tenga. Porque atrás de cada persona hay una vida, una familia, un grupo de afectos.
Entiendo el folklore, los festejos, las cargadas, pero mi consejo sería evitar todo tipo de cargadas, no porque sea mi club el afectado, sino porque las repercusiones pueden traer consecuencias mucho más serias de lo que ya ocurrió. Y porque detrás de las cargadas hay decenas de heridos y, Dios no lo permita, alguna que otra víctima fatal.
Los que me conocen sabrán que vivo y respiro fútbol. Y que quiero que desde Grondona, Aguilar y Passarella para abajo, paguen todos. Pero esta vez, también quiero un poco de paz, mucha fuerza para los hinchas de River de corazón y para los heridos que seguramente la deben estar pasando mucho peor que yo.
Agradecer a todos aquellos que con un llamado o un mensaje se preocuparon por uno, y decirles que más allá de algún raspón y golpes típicos de las corridas, físicamente estoy bien.
Paremos un poco la pelota. Se los desea alguien, con lagrimas en los ojos, que dramatizó a sobremanera el fútbol, pensándolo como algo de vida y muerte, hasta que llegó a su casa y cuando abrió la puerta encontró a toda su familia llorando por la integridad de uno.[/b]