Colegas queria compartir con ustedes la nota que le hicieron a Elizondo en Ole y es la primera vez que leo que alguien realmente sabe como encarar el problema de la violencia, fijense que tiene una filosofia totalmente distinta a la del fantoche busca fama de Castrilli, ojala pueda llevarla a cabo.
Y no les saca la roja
Elizondo lanza desde el Gobierno un programa para el hincha del futuro y da su fórmula polémica para parar la violencia actual. “Hay que pactar con los barras”.
GUSTAVO GRABIA ggrabia@ole.com.ar
Horacio Elizondo suena como futuro reemplazante de Javier Castrilli en el Subsef.
Horacio Elizondo suena como futuro reemplazante de Javier Castrilli en el Subsef.
Un año atrás, ataviado íntegramente de negro y en pantalones cortos, Horacio Elizondo producía un suceso del que hablarían todos: echaba en la final del Mundial a Zinedine Zidane. Doce meses después, el ex árbitro también viste de negro, pero es un traje a medida. Como el cargo que, dice, ejerce ahora: Coordinador de Programas Deportivos Educacionales, un puesto con rango de subsecretaría de Estado que depende de la Secretaría de Deportes y aglutina bajo su mando a gente de los ministerios de Educación, Ciencia y Tecnología, Interior y Desarrollo Social.
Después del receso escolar, el ex juez pondrá en marcha un programa específico (ver Los hinchas…) que trabajará sobre los preadolescentes para construir paz en la cancha partiendo desde los hinchas del futuro. Pero eso es el mañana. La violencia es un problema actual, Javier Castrilli se toma licencia como director de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos y su nombre suena fuerte para reemplazarlo en un futuro cercano, que muchos ubican tras las elecciones de octubre. “Escuché eso en varios lugares, pero nadie me lo ofreció oficialmente. Igual, a mí hoy ese cargo mucho no me seduce, lo mío es mezclar educación y deporte. Pero sí es cierto que cuando Kirchner me convocó a trabajar, lo primero que me dijo fue: ‘‘Hay que hacer algo con las barras’’”.
—Entonces…
—Para mí el error es atacar la cuestión desde un lugar policial y de represión, cuando es educativo y social. Las barras están organizadas para el mal. Bueno, organicémoslas para el bien haciendo un trabajo dentro de su núcleo duro. La barra les da a sus integrantes un marco de pertenencia, de contención, desde un lugar nocivo pero contención al fin, en un mundo donde se los excluye en forma constante.
—Pero las barras parecen integradas y con una salida económica delictiva.
—Sí, pero hay que mostrarles que pueden tener una salida económica distinta, trabajando para el bien. Yo charlé en privado con un barra de un equipo grande. Estaba orgulloso de ese mote, pero le daba vergüenza que en el colegio a su hijo lo señalaran como el hijo del barra. Eso da la pauta de que hay salida. Seguro que hay barrabravas delincuentes, como también hay abogados y médicos delincuentes. Yo creo que se pueden hacer grandes cosas, pero para eso se debe cambiar la mirada sobre el fenómeno. Acá la industria del hincha se armó desde un lugar negativo y yo quiero positivarlo trabajando sobre escolaridad, control sanitario, drogadicción. La Seguridad en el fútbol se basó hasta acá en prevenir. Es decir, trabajar para que el problema no estalle, y bastante mal nos ha ido, y no para eliminarlo. Yo prefiero el concepto de promoción, que consiste en atravesar el conflicto para solucionarlo.
—Castrilli hizo un proyecto educacional…
—Lo vi, no sirve, es de profilaxis, preventivo, por dónde tenés que ir, cómo sentarte en la cancha. No se hace cargo del problema, por algo lo seguimos teniendo. Para mí la solución está en sentarse con los actores sociales de este flagelo, y eso no se ha hecho.
—¿Sentarse a negociar con Alan, Adrián, Di Zeo, Bebote y el resto?
—Negociar no, sí sincerar la situación. Si no seguimos con operativos gigantescos que vaya uno a saber qué justifican, porque los arman y las barras se siguen encontrando. Y la verdad, sólo un 10% de las fallas podrán ser accidentales. El otro 90% está programado para que fallen. El estado de conflicto es grande. Entonces sentemos a todos a la mesa y veamos qué necesidades tiene el barra, el policía y cómo podemos solucionarlo. Quizá muchos dirigentes no puedan compartir ese espacio porque el barra los señalaría como el que les dio entidad. Pero yo tengo las manos limpias y puedo hacerlo. Sé que es una idea que la mayoría de la sociedad no está preparada para aceptar, pero para mí no hay otro camino que pasar del aparato represivo al inclusivo, firmando un pacto.
—¿Pactar con los barras? El juez Perrotta lo hizo con La Doce y seis meses después le estalló Boca—Chacarita en la cara. El año pasado en Almirante Brown hicieron un pacto directivos de Seguridad, dirigentes del club y los líderes de las dos fracciones, y fijate lo que pasó el mes pasado.
—¿Pero qué trabajo hubo atrás de eso? Esos acuerdos fueron para las fotos. Acá hay que hacer un laburo profundo sabiendo que habrá gente de esa misma entraña que querrá sabotearlos, y a ésos hay que dejarlos afuera y armar asociaciones civiles con los que quieran reconvertirse.
—Pero la barra maneja otro negocio. Si ya tuvieron fundaciones y la Justicia determinó que las usaron para lavar la plata negra que conseguían de actividades delictivas.
—Por eso, que no sean fundaciones sino asociaciones civiles con responsabilidades concretas. Y cuando fallen, les cortamos las becas, el desarrollo social, todo. Pero quiénes mejor que ellos, que conocen toda la representación de los barrios en los paraavalanchas, para reconvertirse en agentes sociales.
—Las barras transformadas en ONG futbolísticas. Suena seductor pero es utópico.
—Yo no lo creo. Sé que los barras tienen un nivel de cobertura muy grande, pero si cuento con apoyo político, el proyecto de institucionalizarlos para reformarlos no es una utopía.