Un Recuerdo Especial.

[b]Me ubicó unos once o doce años atrás, yo tenía entre siete u ocho años. Era un domingo, quizás uno de los días más felices de mi vida, en ese día no fui a un cumpleaños ni a nada de eso; sino a la cancha.

Esa ida a la cancha fue algo muy especial para mí, porque asistí con él. La palabra fanatismo quizás le quedaba corta para decir lo que realmente sentía por su club: Cerro Porteño. Todos sus hijos que eran cinco, salieron por el club de la madre, también sus primeros nietos no fueron simpatizantes de su club hasta el nieto número ocho que finalmente resultó ser cerrista. Ese nieto soy yo, realmente no recuerdo la inclinación hacia ese club, pero sin pensar más esa inclinación fue gracias a él.

Volviendo a ese domingo mi madre me llevó hasta su casa y al llegar allí me estaba esperando con un amigo y chofer. Estaban en la puerta y yo bajé del auto corriendo, subí cuatro escalones y allí me abrazó, me besó y me presentó a su amigo. Al parecer yo había llegado tarde porque, apenas llegué, nos subimos al auto y nos dirigimos hacia el estadio. Yo permanecía callado, mirando autos y árboles que pasaban al lado mío mientras los dos viejitos hablaban animosamente. Después de aproximadamente veinte minutos de viaje estábamos en el estadio “Gral. Pablo Rojas” de Cerro Porteño. A la entrada él saludaba a una enorme cantidad de personas y a cada una de ellas me las iba presentando. Subimos una larga escalera y llegamos a nuestros lugares.

Recuerdo que él y su amigo se sentaron detrás mío, es decir un asiento más arriba. El estadio estaba lleno, cada ataque de nuestro equipo yo lo vivía plenamente dando saltos desde mi lugar, cuando di uno de esos saltos me doy vuelta para verlo a él que se esta riendo disimuladamente de los saltos que yo daba; luego de eso no volví a hacerlo hasta que terminó el partido y todo fue alegría para los locales. No recuerdo el resultado exacto pero lo que sí es que le ganamos a Libertad. A la salida él se seguía encontrando con viejos amigos, yo me sentía orgulloso de él porque era una persona muy querida y recordada por todos; él también se sentía orgulloso de mí, lo digo por la forma en la que me presentaba a sus amigos, hasta llegó a decir que siempre me traería a la cancha porque yo daba suerte al equipo.

En el viaje de vuelta yo estaba realizado porque había conocido el estadio de mi equipo, que para mí era grandioso, el mejor, a pesar de que había estadios mucho mas lindos. Me llevaron hasta mi casa y unas cuadras antes de llegar no sabía cómo agradecerle por el excelente momento que me hizo pasar, en realidad no sabía si decirle: Gracias o Muchas Gracias. Al llegar a la puerta de mi casa le dije simplemente “gracias” porque me dio vergüenza decirle muchas gracias, no sé por que.

En casa conté a mis padres todos los detalles de mi ida a la cancha, estaba muy entusiasmado, y les dije que me gustaría mucho volver a realizarlo y de hecho lo haría porque él me lo había prometido. Y así sucedió, después de unos meses volví al estadio de mi equipo con él. El resultado fue favorable nuevamente para nosotros y volvió a decir que yo realmente traía suerte al equipo.

Después de ese partido nunca más fui a la cancha con él, ahora cuando voy a un partido tal vez con mis amigos o solo siempre recuerdo esa magnífica tarde que pasamos juntos y quiero que vuelva para estar allí al lado mío; pero es nada más que un deseo imposible porque él una mañana quedó dormido para siempre. Yo tenía doce años y fue ahí que recordé los innumerables y felices momentos que a muchos nos hizo pasar, entre los cuales el que con más precisión recordé fue simplemente la ida a la cancha con él: Mi abuelo y padrino, Papá Gallo.

Te amo y te extraño.[/b]

[b]Me ubicó unos once o doce años atrás, yo tenía entre siete u ocho años. Era un domingo, quizás uno de los días más felices de mi vida, en ese día no fui a un cumpleaños ni a nada de eso; sino a la cancha.

Esa ida a la cancha fue algo muy especial para mí, porque asistí con él. La palabra fanatismo quizás le quedaba corta para decir lo que realmente sentía por su club: Cerro Porteño. Todos sus hijos que eran cinco, salieron por el club de la madre, también sus primeros nietos no fueron simpatizantes de su club hasta el nieto número ocho que finalmente resultó ser cerrista. Ese nieto soy yo, realmente no recuerdo la inclinación hacia ese club, pero sin pensar más esa inclinación fue gracias a él.

Volviendo a ese domingo mi madre me llevó hasta su casa y al llegar allí me estaba esperando con un amigo y chofer. Estaban en la puerta y yo bajé del auto corriendo, subí cuatro escalones y allí me abrazó, me besó y me presentó a su amigo. Al parecer yo había llegado tarde porque, apenas llegué, nos subimos al auto y nos dirigimos hacia el estadio. Yo permanecía callado, mirando autos y árboles que pasaban al lado mío mientras los dos viejitos hablaban animosamente. Después de aproximadamente veinte minutos de viaje estábamos en el estadio “Gral. Pablo Rojas” de Cerro Porteño. A la entrada él saludaba a una enorme cantidad de personas y a cada una de ellas me las iba presentando. Subimos una larga escalera y llegamos a nuestros lugares.

Recuerdo que él y su amigo se sentaron detrás mío, es decir un asiento más arriba. El estadio estaba lleno, cada ataque de nuestro equipo yo lo vivía plenamente dando saltos desde mi lugar, cuando di uno de esos saltos me doy vuelta para verlo a él que se esta riendo disimuladamente de los saltos que yo daba; luego de eso no volví a hacerlo hasta que terminó el partido y todo fue alegría para los locales. No recuerdo el resultado exacto pero lo que sí es que le ganamos a Libertad. A la salida él se seguía encontrando con viejos amigos, yo me sentía orgulloso de él porque era una persona muy querida y recordada por todos; él también se sentía orgulloso de mí, lo digo por la forma en la que me presentaba a sus amigos, hasta llegó a decir que siempre me traería a la cancha porque yo daba suerte al equipo.

En el viaje de vuelta yo estaba realizado porque había conocido el estadio de mi equipo, que para mí era grandioso, el mejor, a pesar de que había estadios mucho mas lindos. Me llevaron hasta mi casa y unas cuadras antes de llegar no sabía cómo agradecerle por el excelente momento que me hizo pasar, en realidad no sabía si decirle: Gracias o Muchas Gracias. Al llegar a la puerta de mi casa le dije simplemente “gracias” porque me dio vergüenza decirle muchas gracias, no sé por que.

En casa conté a mis padres todos los detalles de mi ida a la cancha, estaba muy entusiasmado, y les dije que me gustaría mucho volver a realizarlo y de hecho lo haría porque él me lo había prometido. Y así sucedió, después de unos meses volví al estadio de mi equipo con él. El resultado fue favorable nuevamente para nosotros y volvió a decir que yo realmente traía suerte al equipo.

Después de ese partido nunca más fui a la cancha con él, ahora cuando voy a un partido tal vez con mis amigos o solo siempre recuerdo esa magnífica tarde que pasamos juntos y quiero que vuelva para estar allí al lado mío; pero es nada más que un deseo imposible porque él una mañana quedó dormido para siempre. Yo tenía doce años y fue ahí que recordé los innumerables y felices momentos que a muchos nos hizo pasar, entre los cuales el que con más precisión recordé fue simplemente la ida a la cancha con él: Mi abuelo y padrino, Papá Gallo.

Te amo y te extraño.[/b]

Lindas palabras, lindo homenaje campeón.

lindoo recuerdoo,y lindo homenajee

muy bueno Marce… muy bueno.

ro

Emocionante Marce,me robaste unas lagrimas y me hiciste recordar gratos momentos vividos con mi Abuelo y mi tio.

Un hermoso homenaje…la verdad mui lindo marce

Emm

no entendi el msj

pero we

muy bueno Marce.-

TE BANCO MARCE

Espectacular. Fuerza hermano.

veleta!

las palabras que salen del corazón se disfrutan desde allí.

Este thread vale mil veces mas que todos los que abriste juntos.
Muy tierno Marce, se ve que salio del corazon (:

Adhiero totalmente.