Un poco de historia: Bernabé y Adolfo

Siempre es bueno recordar a quienes nos hicieron los mas grandes:

Ferreyra, la Fiera de los Millonarios

Bernabé Ferreyra cambió la historia de River Plate y, en consecuencia, la del fútbol argentino. Su fichaje significó el nacimiento de una etapa totalmente nueva para el club, que empezó a convivir con el éxito y la grandeza y se ganó el sobrenombre de los Millonarios, apodo que ha sobrevivido hasta nuestros días.

Los 45.000 pesos pagados por él en 1932 y sus extraordinarias cualidades futbolísticas crearon en torno a él una expectación desconocida hasta la época y su sola presencia era suficiente para que los aficionados llenaran las gradas del estadio de Alvear y Tagle. Los ingresos del club aumentaron de forma notable y ello propició que el potencial del equipo se viera considerablemente reforzado.

Bernabé dio sus primeros pasos futbolísticos en el Jorge Newbery de su ciudad natal, Rufino, en 1919, cuando sólo tenía diez años, y de ahí pasó a Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, de Junín, y en 1927 a Tigre. Su inigualable capacidad realizadora provocó el interés de conjuntos más poderosos económicamente, como Huracán o Vélez Sarsfield, con el que llegó a jugar en una gira por Perú, Chile, Cuba, México y Estados Unidos. Sin embargo, fue River el que logró su contratación y con ella variar el rumbo de su historia.

El responsable de ese fichaje, como de tantas otras decisiones que ayudaron a convertir a River en la gran entidad que es hoy, fue Antonio Vespucio Liberti, el mejor dirigente en la historia del club. Liberti fue también quien dio los pasos necesarios para construir el estadio Monumental, que lleva su nombre.
El encuentro que terminó de convencer a Liberti de las cualidades de Ferreyra enfrentaba a Tigre con San Lorenzo, que se juagaba el título con Boca. Tigre perdía 2-0, pero en ocho minutos Bernabé logró tres tantos y dio la vuelta al choque.

El efecto del fichaje de Ferreyra fue inmediato y en su primer año con la camiseta franjirroja logró el campeonato argentino y terminó como máximo goleador, con 43 tantos. Tenía un disparo potentísimo, que no admitía comparación con el de otros futbolistas de la época, y demostraba una inteligencia y una determinación frente a la portería rival que le permitieron lograr 187 goles en los 185 partidos oficiales que jugó con River. Es el futbolista argentino con mejor promedio de goles en los campeonatos locales, 1,01 por partido, según la IFFHS. En 228 encuentros fue capaz de convertir 232 tantos, unas cifras que se antojan inalcanzables en la actualidad. De hecho, es el único argentino de la historia con más goles que partidos jugados.

“No necesitaba entrenarme con mis compañeros”
“Cuando éramos locales le hacía meter dos cámaras a la pelota y la mojaba bien. Así pesaba como tres kilos y si el arquero le llegaba a meter el cuerpo se iba adentro con pelota y todo”, contó años después Ferreyra para explicar la potencia de su disparo. No era esa la única curiosidad que acompañó a Bernabé cuando se incorporó a River: “Seguí viviendo en Rufino y viajaba a Buenos Aires los viernes. No necesitaba entrenarme con mis compañeros, porque nos conocíamos muy bien. Inclusive seguía jugando en Jorge Newbery y ésa era mi práctica. Nos juntábamos los domingos y la rompíamos”.

Hombre de gran corazón, Ferreyra nunca se preocupó de cuidar todo el dinero que ganó en su carrera y lo repartió con generosidad. Conocido como La Fiera y El Mortero de Rufino, Ferreyra contribuyó a ganar tres campeonatos y una vez retirado volvió a fijar su residencia en Rufino, hasta que en 1943 regresó a Buenos Aires para trabajar en el estadio Monumental. Una intervención quirúrgica le obligó a jubilarse en 1956 y como muestra de agradecimiento por su aportación al club, el entonces presidente, Antonio Vespucio Liberti, decidió asignarle una subvención económica que compensara su pensión. Falleció en mayo de 1972.

Pedernera, el Beethoven del fútbol

El fútbol tiene memoria débil y no siempre devuelve lo mucho que le dan y permite que se pierdan en el olvido nombres de futbolistas muy grandes, que contribuyeron a la evolución y crecimiento de este deporte. Uno de esos grandes olvidados es el argentino Adolfo Pedernera, un genio que supo adelantarse a la época que le tocó vivir y que entendió el juego como nadie lo había hecho.

Sus compañeros y rivales sí supieron valorar la aportación de Pedernera al fútbol y hombres como Alfredo Di Stéfano no ahorran elogios cuando hablan de Adolfo, uno de los principales referentes de La Saeta en sus comienzos en River. Rivales como el legendario capitán uruguayo Obdulio Varela también lo tenían claro: “Yo he jugado contra Pedernera, y cómo él, nadie”.

Pedernera fue el gran ideólogo de la Máquina dentro del campo, el hombre que con su calidad, inteligencia y visión de juego hizo posible que un grupo de excelentes jugadores marcara una época en la historia del fútbol, no sólo argentino, sino mundial. La paternidad de ese equipo legendario ha sido atribuida a los técnicos Renato Cesarini y Carlos Peucelle. Cansado de la disputa, Peucelle quiso acabar con el debate muchos años después: “La Máquina de River fue un invento de doña Rosa, la madre de Adolfo Pedernera”.

La casualidad, como en casi todos los aspectos de la vida, también hizo su aportación. Y es que Pedernera comenzó jugando como delantero por la izquierda, pero el excelente marcaje al que le sometió en dos ocasiones Ignacio Díaz, defensa de San Lorenzo, motivó que retrasara su posición. Así, actuando como un moderno mediapunta, más que como delantero centro, se convirtió en el generador de todas las acciones ofensivas de River. Sus magníficas cualidades hicieron de él un futbolista ideal para ese puesto y sus excelentes pases encontraron en Ángel Labruna el mejor destinatario posible.

“Hacíamos una WM”
La perfección que alcanzó aquel bloque la trató de explicar el propio Adolfo: “En la práctica nosotros hacíamos una WM, con Moreno, yo, Rodolfi y Ramos en los cuatro vértices de lo que se llamaba el cuadrado mágico. Pero lo fundamental de ese equipo era que cubríamos todos los sectores de la cancha moviéndonos con permanentes cambios de puesto”. Eran los años 40 y el fútbol total había llegado a este juego. Y no sólo había llegado, sino que bajo el liderazgo que ejercía Pedernera era interpretado a la perfección.

Famosos, ricos y admirados, en aquella época la presencia de los futbolistas también era requerida en los principales círculos sociales. Pedernera recurría a la ironía para justificar la fama de mujeriegos que les acompañaba: “No es cierto que anduviéramos por ahí corriendo mujeres. Nosotros no las corríamos: ellas se dejaban agarrar”.
Había comenzado su carrera en Huracán, al que se incorporó en 1930 y en el que permaneció hasta que en 1933 fichó por River. Tenía sólo 14 años y apenas dos temporadas después debutó con el primer equipo. Fue el 28 de julio de 1935, ante Ferro en la cancha de Alvear y Tagle, y ese día compartió ataque con Deambrosi, Lago, Bernabé Ferreyra y Peucelle, entrenador de River años después. Vistió la camiseta de la banda roja hasta 1946, cuando fue traspasado a Atlanta por 140.000 pesos, una verdadera fortuna en la época.

El Ballet Azul
Ese momento significó el fin de la Máquina y de una de las etapas más brillantes en el siglo casi de vida de la entidad de Núñez. Lo bueno de ese traspaso fue que abrió las puertas de River a Di Stéfano, que se había tenido que marchar cedido a Huracán ante la imposibilidad de robarle minutos al gran Pedernera. Alfredo siempre ha hablado de la enorme responsabilidad que supuso para él tener que sustituir a Pedernera en River.

Conocido como El Beethoven del fútbol, El Gardel del fútbol o El Maestro, Pedernera jugó posteriormente en Millonarios de Bogotá, donde se reunió con Pipo Rossi y Di Stéfano para hacer historia en el fútbol colombiano con un equipo que alcanzó tal grado de brillantez que fue conocido como El Ballet Azul.
Se retiró en Huracán e inició entonces su trayectoria como técnico. Dirigió a Independiente, América de Cali, Colombia, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Boca Juniors, Quilmes, Independiente y Argentina, con la que fracasó en su intento de clasificarla para el Mundial '70.
Fallecido en mayo de 1995, pocos meses antes nos transmitió la principal diferencia que veía entre el fútbol de su época y el actual: “Ya no existe la bohemia de antes. Hoy el mensaje es más claro: si ganas, sirves; si pierdes, no”.

Ambas notas escritas por Óscar Garcia para As.

futblogging: Ferreyra, la Fiera de los Millonarios
futblogging: Pedernera, el Beethoven del fútbol

Siempre es bueno recordar a quienes nos hicieron los mas grandes:

Ferreyra, la Fiera de los Millonarios

Bernabé Ferreyra cambió la historia de River Plate y, en consecuencia, la del fútbol argentino. Su fichaje significó el nacimiento de una etapa totalmente nueva para el club, que empezó a convivir con el éxito y la grandeza y se ganó el sobrenombre de los Millonarios, apodo que ha sobrevivido hasta nuestros días.

Los 45.000 pesos pagados por él en 1932 y sus extraordinarias cualidades futbolísticas crearon en torno a él una expectación desconocida hasta la época y su sola presencia era suficiente para que los aficionados llenaran las gradas del estadio de Alvear y Tagle. Los ingresos del club aumentaron de forma notable y ello propició que el potencial del equipo se viera considerablemente reforzado.

Bernabé dio sus primeros pasos futbolísticos en el Jorge Newbery de su ciudad natal, Rufino, en 1919, cuando sólo tenía diez años, y de ahí pasó a Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, de Junín, y en 1927 a Tigre. Su inigualable capacidad realizadora provocó el interés de conjuntos más poderosos económicamente, como Huracán o Vélez Sarsfield, con el que llegó a jugar en una gira por Perú, Chile, Cuba, México y Estados Unidos. Sin embargo, fue River el que logró su contratación y con ella variar el rumbo de su historia.

El responsable de ese fichaje, como de tantas otras decisiones que ayudaron a convertir a River en la gran entidad que es hoy, fue Antonio Vespucio Liberti, el mejor dirigente en la historia del club. Liberti fue también quien dio los pasos necesarios para construir el estadio Monumental, que lleva su nombre.
El encuentro que terminó de convencer a Liberti de las cualidades de Ferreyra enfrentaba a Tigre con San Lorenzo, que se juagaba el título con Boca. Tigre perdía 2-0, pero en ocho minutos Bernabé logró tres tantos y dio la vuelta al choque.

El efecto del fichaje de Ferreyra fue inmediato y en su primer año con la camiseta franjirroja logró el campeonato argentino y terminó como máximo goleador, con 43 tantos. Tenía un disparo potentísimo, que no admitía comparación con el de otros futbolistas de la época, y demostraba una inteligencia y una determinación frente a la portería rival que le permitieron lograr 187 goles en los 185 partidos oficiales que jugó con River. Es el futbolista argentino con mejor promedio de goles en los campeonatos locales, 1,01 por partido, según la IFFHS. En 228 encuentros fue capaz de convertir 232 tantos, unas cifras que se antojan inalcanzables en la actualidad. De hecho, es el único argentino de la historia con más goles que partidos jugados.

“No necesitaba entrenarme con mis compañeros”
“Cuando éramos locales le hacía meter dos cámaras a la pelota y la mojaba bien. Así pesaba como tres kilos y si el arquero le llegaba a meter el cuerpo se iba adentro con pelota y todo”, contó años después Ferreyra para explicar la potencia de su disparo. No era esa la única curiosidad que acompañó a Bernabé cuando se incorporó a River: “Seguí viviendo en Rufino y viajaba a Buenos Aires los viernes. No necesitaba entrenarme con mis compañeros, porque nos conocíamos muy bien. Inclusive seguía jugando en Jorge Newbery y ésa era mi práctica. Nos juntábamos los domingos y la rompíamos”.

Hombre de gran corazón, Ferreyra nunca se preocupó de cuidar todo el dinero que ganó en su carrera y lo repartió con generosidad. Conocido como La Fiera y El Mortero de Rufino, Ferreyra contribuyó a ganar tres campeonatos y una vez retirado volvió a fijar su residencia en Rufino, hasta que en 1943 regresó a Buenos Aires para trabajar en el estadio Monumental. Una intervención quirúrgica le obligó a jubilarse en 1956 y como muestra de agradecimiento por su aportación al club, el entonces presidente, Antonio Vespucio Liberti, decidió asignarle una subvención económica que compensara su pensión. Falleció en mayo de 1972.

Pedernera, el Beethoven del fútbol

El fútbol tiene memoria débil y no siempre devuelve lo mucho que le dan y permite que se pierdan en el olvido nombres de futbolistas muy grandes, que contribuyeron a la evolución y crecimiento de este deporte. Uno de esos grandes olvidados es el argentino Adolfo Pedernera, un genio que supo adelantarse a la época que le tocó vivir y que entendió el juego como nadie lo había hecho.

Sus compañeros y rivales sí supieron valorar la aportación de Pedernera al fútbol y hombres como Alfredo Di Stéfano no ahorran elogios cuando hablan de Adolfo, uno de los principales referentes de La Saeta en sus comienzos en River. Rivales como el legendario capitán uruguayo Obdulio Varela también lo tenían claro: “Yo he jugado contra Pedernera, y cómo él, nadie”.

Pedernera fue el gran ideólogo de la Máquina dentro del campo, el hombre que con su calidad, inteligencia y visión de juego hizo posible que un grupo de excelentes jugadores marcara una época en la historia del fútbol, no sólo argentino, sino mundial. La paternidad de ese equipo legendario ha sido atribuida a los técnicos Renato Cesarini y Carlos Peucelle. Cansado de la disputa, Peucelle quiso acabar con el debate muchos años después: “La Máquina de River fue un invento de doña Rosa, la madre de Adolfo Pedernera”.

La casualidad, como en casi todos los aspectos de la vida, también hizo su aportación. Y es que Pedernera comenzó jugando como delantero por la izquierda, pero el excelente marcaje al que le sometió en dos ocasiones Ignacio Díaz, defensa de San Lorenzo, motivó que retrasara su posición. Así, actuando como un moderno mediapunta, más que como delantero centro, se convirtió en el generador de todas las acciones ofensivas de River. Sus magníficas cualidades hicieron de él un futbolista ideal para ese puesto y sus excelentes pases encontraron en Ángel Labruna el mejor destinatario posible.

“Hacíamos una WM”
La perfección que alcanzó aquel bloque la trató de explicar el propio Adolfo: “En la práctica nosotros hacíamos una WM, con Moreno, yo, Rodolfi y Ramos en los cuatro vértices de lo que se llamaba el cuadrado mágico. Pero lo fundamental de ese equipo era que cubríamos todos los sectores de la cancha moviéndonos con permanentes cambios de puesto”. Eran los años 40 y el fútbol total había llegado a este juego. Y no sólo había llegado, sino que bajo el liderazgo que ejercía Pedernera era interpretado a la perfección.

Famosos, ricos y admirados, en aquella época la presencia de los futbolistas también era requerida en los principales círculos sociales. Pedernera recurría a la ironía para justificar la fama de mujeriegos que les acompañaba: “No es cierto que anduviéramos por ahí corriendo mujeres. Nosotros no las corríamos: ellas se dejaban agarrar”.
Había comenzado su carrera en Huracán, al que se incorporó en 1930 y en el que permaneció hasta que en 1933 fichó por River. Tenía sólo 14 años y apenas dos temporadas después debutó con el primer equipo. Fue el 28 de julio de 1935, ante Ferro en la cancha de Alvear y Tagle, y ese día compartió ataque con Deambrosi, Lago, Bernabé Ferreyra y Peucelle, entrenador de River años después. Vistió la camiseta de la banda roja hasta 1946, cuando fue traspasado a Atlanta por 140.000 pesos, una verdadera fortuna en la época.

El Ballet Azul
Ese momento significó el fin de la Máquina y de una de las etapas más brillantes en el siglo casi de vida de la entidad de Núñez. Lo bueno de ese traspaso fue que abrió las puertas de River a Di Stéfano, que se había tenido que marchar cedido a Huracán ante la imposibilidad de robarle minutos al gran Pedernera. Alfredo siempre ha hablado de la enorme responsabilidad que supuso para él tener que sustituir a Pedernera en River.

Conocido como El Beethoven del fútbol, El Gardel del fútbol o El Maestro, Pedernera jugó posteriormente en Millonarios de Bogotá, donde se reunió con Pipo Rossi y Di Stéfano para hacer historia en el fútbol colombiano con un equipo que alcanzó tal grado de brillantez que fue conocido como El Ballet Azul.
Se retiró en Huracán e inició entonces su trayectoria como técnico. Dirigió a Independiente, América de Cali, Colombia, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Boca Juniors, Quilmes, Independiente y Argentina, con la que fracasó en su intento de clasificarla para el Mundial '70.
Fallecido en mayo de 1995, pocos meses antes nos transmitió la principal diferencia que veía entre el fútbol de su época y el actual: “Ya no existe la bohemia de antes. Hoy el mensaje es más claro: si ganas, sirves; si pierdes, no”.

Ambas notas escritas por Óscar Garcia para As.

futblogging: Ferreyra, la Fiera de los Millonarios
futblogging: Pedernera, el Beethoven del fútbol

Muy interesante, especialmente para nosotros, los más “nuevitos” de edad, je.

mu bueno capo…saludoss!

hace poco puse un texto similar, pero a estos nardos no les importa nada se esmeran en bajar rapìdo abajo y`poner: muy bueno capo saluuudos

Pensé que ibas a hablar de la faceta nazi de Bernabé Ferreyra.

Esta bueno el texto, pero Pedernera dirigio a la bosta…

Es cierto ellos nos hicieron los Más Grandes…pero x cosas como éstas no son

ídolos del club: Di Stéfano, D.T de voka, luego naturalidad española e idolatría

merengue, no es considerado uno de los grandes idolos de River a pesar de haber

nacido en Nuñez.

Sívori, nacionalizado italiano, ídolo de la Juve…tampoco es considerado uno de los

grandes ídolos del club.

Pedernera nos hizo Grandes pero la cagó dirigiendo a voka.

Así hay varios casos más…

Por cosas como éstas cada día Amo más a ÁNGEL LABRUNA (el Máximo Ídolo de

todos los tiempos) x dioss q GLORIA, ese sí q nos hizo Los Más Grandes

del Mundo!!!

salu2

Lo de las nacionalizaciones es un prejuicio tuyo, a mi me da igual de que país sean, pero vos dirigir en x lugar lo podes elegir, nacer no.

A mí no me interesa de q país sean…lo q digo es q x cosas como esas no son

considerados Idolos nada más, q esté bien o mal es a criterio de cada uno:confused:

Mucha gente mayor si los tiene como idolos de su epoca.
Creo que pasa porque antes el fanatismo no era tan “extremista” como lo es ahora, mas allá de lo que han hecho dentro de un campo

Hoy por hoy, nadie dura lo que duraban en aquellas epocas en los clubes.Hoy juegan un par de campeonatos buenos y ya se van, no importa a donde muchas veces, pero el tema es irse.

PD:Faltaria un subforo,“Viejas glorias” para este tipo de temas.
Total, hay tanto subforo al pedo…

Hay uno qeu se llama Cumpleaños y inmediatamente abajo otro que en la descripcion dice para saludos de cumpleaños, je

Nunca debemos olvidar a estos tipos, que hicieron a River el MAS grande de todos…
Cuántos ídolos que tenemos! Dios mío…

Gracias: a ambos!

Nunca debemos olvidar a estos tipos, que hicieron a River el MAS grande de todos…
Cuántos ídolos que tenemos! Dios mío…

Gracias: a ambos!

PD: aquel fue para Bernabe, este para Adolfo… perdón. Borrenlo administradores. Gracias!

muy bueeno ee, justo lo lei ayer jajaja , pero acordate que ferreyra termino convirtiendo 44 goles en total (porque el del desempate se cuenta):stuck_out_tongue:

Impresionante… la verdad que si… estos tipos hicieron de lo que river es hoy.

Igual NO HAY como Angelito.

El más grande entre los grandes.

Según mi abuelo (86 años, hincha de Boca), no pasó jugador alguno por el fútbol argentino que le lustrare los botines a Adolfo Pedernera.

la gente no comia por ver a Bernabe.

eso si era jugar al futbol, 5 delanteros partidos 7 a 0. Esto es un asco.
Ojala vuelva ese futbol algun dia.