Leales a la violencia
La guerra en la barra Pincha sigue: el grupo Los Leales atacó a balazos a su rival, Mastrovitto.
La Plata está sitiada. La guerra en la barra de Estudiantes tiene tomada a toda la ciudad y se suceden las batallas a puro balazo sin que el Estado pueda detenerla. Nueve días después del enfrentamiento en la estación de trenes de La Plata que dejó como víctima fatal a Sergio Rodríguez, oficial de la Policía Federal, ayer, con una impunidad notable, las fracciones que luchan por el poder se volvieron a enfrentar, esta vez en Ringuelet. Allí estaba comiendo Gustavo Mastrovitto, que fue el número dos de la barra durante el reinado de Fabián Gianotta, que terminó el año pasado cuando fue preso por un crimen en el boliche Alcatraz y por una agresión a sus rivales internos durante la semifinal de la Copa Libertadores en el Unico de La Plata. Mastrovitto estaba junto a otros barras y por ahí pasaron los del grupo Los Leales, quienes dominan hoy la popular y tiraron una ráfaga de balazos, uno de los cuales le dio a Mastrovitto. Al rato la Policía detuvo a los cinco atacantes, entre ellos Iván Tobar, número dos de Los Leales.
¿Por qué a Mastrovitto? En La Plata cuentan que éste junto a otros violentos del grupo que lideraba Gianotta se reunieron dos semanas atrás con el Morsa Montero, otro ex jefe, para armar una banda para recobrar el mando en la popular. De esa reunión habría participado también el Hache Alonso, otro que talló fuerte en la barra del León en la década del 2000.
Cuatro días después de esa reunión, se produjo el tremendo choque en la estación de trenes donde Los Leales dicen haber sido emboscados, investigación que todavía está en curso a cargo del fiscal Marcelo Romero, quien citó a declarar por la misma al titular del Coprosede, Rubén Pérez, apuntado por no prevenir el hecho lo que, según algunos, podría hasta ser indicativo de una supuesta liberación de la zona.
Lo cierto es que Los Leales querían tomarse venganza y lo hicieron ayer en Ringuelet. Y si bien hay cinco detenidos, nadie cree que esto termine acá. A punto tal que el gobernador Daniel Scioli citó para el lunes a Rubén Filippas, el presidente del club. En la reunión también estará el ministro de Justicia de la Provincia, Ricardo Casal, y el de Seguridad, Carlos Stornelli. Quizá ahí surja la decisión de cortar de una vez con los lazos que le dan impunidad a estos delincuentes.
Canallas y criminales
Asesinaron a Juan Alberto Bustos, capo de Los Chaperos de la barra de Central, rival del líder Pillín.
A Rosario Central se lo conoce popularmente como Canalla. La acepción en realidad les cabe a sus barrabravas: desde hace tiempo que gobiernan con impunidad los negocios ilegales montados alrededor del fútbol, y para mantenerlos apelan a la violencia. Porque Central es un grande y el botín también. Así la guerra entre los dos grupos de la barra, Los Chaperos y Los Pillines, se remonta a una década atrás. Ayer fue asesinado Juan Alberto Bustos, líder del primer grupo, que relegado del poder de la barra buscaba volver. Y aunque el hecho podría atribuirse a un montón de actividades non santas, la Policía puso como primera hipótesis la guerra interna en los Canallas. Y según dicen muchos, no están errados.
La historia nació en 2002, cuando Andrés Bracamonte al frente de Los Pillines, desbancó de la tribuna a los hermanos Juan Alberto y César Bustos, que habían heredado la barra a fines de los 90 de parte de su padre, Juan Carlos, histórico dominador de la tribuna del Gigante.
A partir de ahí hubo una guerra constante que, sin embargo, siempre tuvo un ganador: Bracamonte, que sufrió un ataque a balazos en 2006 y acusó a sus rivales de haber contratado un sicario para matarlo. Con impecables conexiones a nivel político, policial y dirigencia deportiva, Pillín mantuvo y amplió su influencia. A punto tal que la barra manejaba pases de chicos de Inferiores, seguridad en los recitales que se hacen en Arroyito y hasta hizo campaña política por el kirchnerismo cuando llevó como candidato a Rafael Bielsa, reconocido Leproso.
Pero en 2006 a Bracamonte le iniciaron una causa por amenazas contra un empleado del club (quería que le diera carnets actualizados para su grupo de 700 barras, ante la inminencia de las elecciones internas de la institución) y con la Justicia tras sus pasos, se abrió un frente interno. También cayó su ladero, Oscar Pacomono Ferreyra, por una agresión con arma blanca a un rival de la interna. Así, el primero que le peleó el poder fue Luciano Molina, de la zona Sur, donde mandan Los Chaperos. Hubo dos batallas tremendas que terminaron con un tiroteo infernal a la casa de Molina y éste, fuera de combate.
Pillín creyó que desde ahí podía gobernar con tranquilidad. Pero la paz duró menos de lo que esperaba. El año pasado le empezaron a llover otras causas judiciales y problemas en la tribuna, en los que Bracamonte siempre vio la mano del grupo Los Chaperos. Creyéndolo debilitado, los del Sur fueron de nuevo por la popular, esta vez con el rostro de Cato Molaro, otro barra, como estandarte. La historia terminó como siempre: varios enfrentamientos, uno de ellos en La Carpita, el club donde para Bracamonte, que terminó con una víctima fatal. Así las cosas, el 29/1/10 fue baleado Mauro, el hijo de Molaro, y su madre acusó directamente a Bracamonte, que cayó preso por esta causa 20 días atrás y consiguió dejar la cárcel la semana pasada.
En Rosario, su salida fue tomada como una señal de poder e impunidad. En realidad, otro barra de la fracción de Pillín se hizo cargo del ataque y entonces el líder quedó afuera. Ahora está otra vez en el ojo de la tormenta. Porque al Chaperito lo acribillaron en la puerta de su casa, sin decir agua va, y todas las miradas apuntan a la barra.
De Halcones y asesinos
La interna barra de Defensa y Justicia se cobró una vida. Apuntan al Vaca, capo también en La Doce.
A Defensa y Justicia le dicen el Halcón porque en su momento fue bancada por la empresa de transporte público de dicho nombre. De hecho, los colores de su camiseta, amarillo y verde, son los mismos que los del colectivo 148. Pero los miembros de su barra son halcones por otro motivo: son aves de rapiña. Y por el botín que se genera a través de la violencia y las actividades ilegales, llegan a matar. Como sucedió el jueves, cuando en otro capítulo en la interna de la barra se enfrentaron los bandos que responden a Héctor Alarcon, el Vaca, actual líder, y su rival, apodado Pata, y la trifulca terminó con una víctima mortal, Marcos Galarza, de sólo 21 años e integrante del grupo del Pata. El hecho sucedió en el barrio Santa Rosa de Florencio Varela, muy cerca del estadio de Defensa y Justicia, y los agresores que serían del grupo de Alarcón habrían huido en una camioneta modelo Partner que estaría identificada, según informó el diario El Sol de Quilmes. Por el hecho hay un detenido de la fracción del Pata, justo del bando del que era Galarza. Y ante la chance de que vuelvan a enfrentarse mañana en la cancha (DyJ recibe a Boca Unidos), el Coprosede determinó que se juegue en Lanús y a puertas cerradas.
El estallido se venía venir desde hace tiempo. La barra de Defensa es manejada hace 15 años por Héctor Alarcón, el Vaca, un hombre que también pone mano de obra para el Justicialismo de Florencio Varela. Menemista primero, duhaldista después, se alineó fuertemente a la corriente kirchnerista de la zona que responde al legislador Carlos Kunkel. Sus beneficios se notaron rápido: montó una empresa de transporte de micros truchos que hacen el recorrido desde el Sur del Gran Buenos Aires hasta la Capital Federal.
Además, en junio del 09, el club se abrió a los capitales privados interesados en lucrar con el fútbol y dio el manejo de la actividad a la empresa Pro Fut, que hizo gala de una billetera importante trayendo refuerzos de nivel para la B Nacional. Eso también se notó en la tribuna, con telones nuevos y gastos que el Vaca sólo se daba en Boca, ya que está en La Doce desde la época de Di Zeo y ahora sigue con Mauro Martín. De hecho viajó a los mundiales de Francia y Alemania y está en la lista de los xeneizes que irán a Sudáfrica.
Pero el goteo de dinero sólo alcanzó a sus protegidos: Tatú, el Colorado Pimentón y el Polaco de Hudson. Y otro grupo quiso morderle el queso. Después de varios encontronazos, en julio de 09 la fracción del Pata pasó a la acción, fue al galpón donde el Vaca tenía los micros y le incendió cuatro.
A partir de ahí, la violencia en el barrio fue in crescendo. Por eso los importantes operativos policiales de local, aún cuando se juega sin público visitante. Hasta que el jueves, se cruzaron en el barrio Santa Rosa y la historia terminó con la vida del chico Galarza. Al cierre de esta edición, los supuestos imputados evaluaban ponerse a disposición de la Justicia. Mientras, el presidente del club, José Lemme, hombre de José Luis Meiszner y Julio Grondona, decía que todo esto lo había tomado por sorpresa. Raro: es el representante de la AFA en el Comité estatal contra la Violencia en el Fútbol. Se ve que ahí nadie había previsto lo que podía ocurrir. Como pasa siempre en el mundo del fútbol.