Tristisima realidad...

El más humillado, lejos

River no sabe dónde está el fondo: otra vez fue goleado, otra vez avergonzó a sus hinchas y otra vez se retiró en medio de los “oooleees” de rivales que hace un tiempo aspiraban a empatarle. A 9 del puntero, llega mareado al superclásico.

Baila para mí… Argentinos, otro que paseó a este River.

River se arrastra. Como si el prestigio pudiera comprarse en cualquier mercadito. La anormalidad es que las derrotas vergonzantes, humillantes, ya no sorprenden, son habituales. Cualquiera le falta el respeto, le gana con una abrumadora sensación de justicia, lo golea, lo goza. Y no hay reacción. Nadie reacciona. No le hierve la sangre a Passarella, a quien seguramente este plantel sólo vio jugar en VHS, pero sepan que como futbolista era capaz de contagiar a una maceta. Sí, en serio. Porque no transmiten nada los jugadores, sólo desidia, trotecito, todos miran al compañero, a ver qué inventa, y casi siempre miran a Ortega, a este Ortega, que se habrá sentido agobiado por sus problemas, pero puede fiarse hasta la eternidad de la entereza de su orgullo. Ni ganas de insultar les quedan a los hinchas después de tanto hall y de tanto silbido para el técnico, están abombados. Todo conforma una alarmante espera de lo inevitable: otro golpe, algún triunfito, otro papelón…

Argentinos le hizo cuatro, lo paseó por arriba, lo bailó por abajo. ¿Cuántos de sus jugadores serían reconocidos durante un viaje en subte? ¿Y los de Tigre en un bar? ¿O los de San Martín de San Juan en un colectivo, aun vestidos con la ropa deportiva del club? Ni hablar de los venezolanos del Caracas. De ese prestigio se habla. Passarella hace y deshace, va y viene, que juego sin enganche, que mejor pongo un enganche. Inventa, tira manotazos, pero sin reflejos, por inercia. Y los jugadores lo sienten. La responsabilidad del técnico es amplia, no quedan dudas. Pero, ¿y los que entran? River es, junto con San Lorenzo, el equipo más goleado del torneo. No, no falta una “r”: el más go-lea-do. Está claro, Passarella ya no defiende. Pero su equipo tampoco. Delorte, con tiempo y espacio, le da un pase normalito a Hauche, que la flojísima distribución de los jugadores de River ayuda a categorizar como brillante. Un ratito después, nadie marca a nadie en un córner, y el grandote hasta puede elegir, en el borde del área chica, a qué palo sentenciar a Carrizo. El gas, el ímpetu, esa voracidad por borrar los tres años sin títulos, duró un suspiro, ¡tres victorias en cuatro fechas!, y basta. Y eso que en el vestuario todavía se percibe el olor de esa carta con la que el técnico anunció que si en este semestre no ganaba un título, se iba…

La sensación es que River se tambalea de cara a un precipicio. Camina porque tiene que caminar, pero no reacciona, no hay un freno. Si en el ataque no aparece la ayuda divina de un Falcao que hace tres semanas jugaba poco y mal, no hay muchas más razones para seguir teniendo fe. Tal vez rezar por un pase distinto del Burrito o algún zapatazo de Belluschi. A esta altura, cuesta creer, aunque este River esté haciendo un doctorado en ilusionismo. La epopeya ante Botafogo bien pudo ser tragedia si los brasileños no canchereaban en tres contras claritas.

Aun defendiendo así, aun atacando así, este River puede (sólo porque de fútbol se trata) ganarle a Boca. Y entonces Passarella dirá (o lo dirán otros, y él sonreirá) que no habrá caído en ningún superclásico desde que regresó a Núñez. Y en su interior, tal vez sienta que ganó un título, o tal vez sienta que es el único título que podía ganar en este semestre. Pero River sigue cayendo. Con un recién ascendido, o con dos, o con un equipo que recién empieza a interpretar a su técnico, como ayer. Y pierde por escándalo. [b]El domingo podrá revolear la camiseta, pero si la mira bien, está hecha jirones.

[/b]
Nuestro hermoso presente perfectamente resumido.
[Saludos]

El más humillado, lejos

River no sabe dónde está el fondo: otra vez fue goleado, otra vez avergonzó a sus hinchas y otra vez se retiró en medio de los “oooleees” de rivales que hace un tiempo aspiraban a empatarle. A 9 del puntero, llega mareado al superclásico.

Baila para mí… Argentinos, otro que paseó a este River.

River se arrastra. Como si el prestigio pudiera comprarse en cualquier mercadito. La anormalidad es que las derrotas vergonzantes, humillantes, ya no sorprenden, son habituales. Cualquiera le falta el respeto, le gana con una abrumadora sensación de justicia, lo golea, lo goza. Y no hay reacción. Nadie reacciona. No le hierve la sangre a Passarella, a quien seguramente este plantel sólo vio jugar en VHS, pero sepan que como futbolista era capaz de contagiar a una maceta. Sí, en serio. Porque no transmiten nada los jugadores, sólo desidia, trotecito, todos miran al compañero, a ver qué inventa, y casi siempre miran a Ortega, a este Ortega, que se habrá sentido agobiado por sus problemas, pero puede fiarse hasta la eternidad de la entereza de su orgullo. Ni ganas de insultar les quedan a los hinchas después de tanto hall y de tanto silbido para el técnico, están abombados. Todo conforma una alarmante espera de lo inevitable: otro golpe, algún triunfito, otro papelón…

Argentinos le hizo cuatro, lo paseó por arriba, lo bailó por abajo. ¿Cuántos de sus jugadores serían reconocidos durante un viaje en subte? ¿Y los de Tigre en un bar? ¿O los de San Martín de San Juan en un colectivo, aun vestidos con la ropa deportiva del club? Ni hablar de los venezolanos del Caracas. De ese prestigio se habla. Passarella hace y deshace, va y viene, que juego sin enganche, que mejor pongo un enganche. Inventa, tira manotazos, pero sin reflejos, por inercia. Y los jugadores lo sienten. La responsabilidad del técnico es amplia, no quedan dudas. Pero, ¿y los que entran? River es, junto con San Lorenzo, el equipo más goleado del torneo. No, no falta una “r”: el más go-lea-do. Está claro, Passarella ya no defiende. Pero su equipo tampoco. Delorte, con tiempo y espacio, le da un pase normalito a Hauche, que la flojísima distribución de los jugadores de River ayuda a categorizar como brillante. Un ratito después, nadie marca a nadie en un córner, y el grandote hasta puede elegir, en el borde del área chica, a qué palo sentenciar a Carrizo. El gas, el ímpetu, esa voracidad por borrar los tres años sin títulos, duró un suspiro, ¡tres victorias en cuatro fechas!, y basta. Y eso que en el vestuario todavía se percibe el olor de esa carta con la que el técnico anunció que si en este semestre no ganaba un título, se iba…

La sensación es que River se tambalea de cara a un precipicio. Camina porque tiene que caminar, pero no reacciona, no hay un freno. Si en el ataque no aparece la ayuda divina de un Falcao que hace tres semanas jugaba poco y mal, no hay muchas más razones para seguir teniendo fe. Tal vez rezar por un pase distinto del Burrito o algún zapatazo de Belluschi. A esta altura, cuesta creer, aunque este River esté haciendo un doctorado en ilusionismo. La epopeya ante Botafogo bien pudo ser tragedia si los brasileños no canchereaban en tres contras claritas.

Aun defendiendo así, aun atacando así, este River puede (sólo porque de fútbol se trata) ganarle a Boca. Y entonces Passarella dirá (o lo dirán otros, y él sonreirá) que no habrá caído en ningún superclásico desde que regresó a Núñez. Y en su interior, tal vez sienta que ganó un título, o tal vez sienta que es el único título que podía ganar en este semestre. Pero River sigue cayendo. Con un recién ascendido, o con dos, o con un equipo que recién empieza a interpretar a su técnico, como ayer. Y pierde por escándalo. [b]El domingo podrá revolear la camiseta, pero si la mira bien, está hecha jirones.

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Nuestro hermoso presente perfectamente resumido.
[Saludos]

estos bosteros nos han cargado con mal gusto varias veces, pero esta vez no me parece una cargada, es la pura verdad, cualquiera de nosotros diria lo mismo :cry:

No es ninguna novedad. Hace poco, hicieron una nota sobre Botafogo, donde decía que a los medios en Brasil los acusa de “Gallinear”, y bosterOlé agregó:

"…los acusan de Gallinear, justamente contra River, equipo que se ganó el mote de gallina por ir ganando una final 2 a 0 a Peñarol y terminar 2 - 4".

Yo lo uso como medio de información, nada más. No voy a volver a comprar un Ole ni en joda, no hay que darles plata a estos hijos de puta.

Saludos

Lo que dicen es la triste realidad muchachos …la cargada esta aca en este titulo http://www.ole.clarin.com/notas/2007/10/04/01512366.html

Pero muy a pesar que detesto este diario el resumen de arriba es real, somos una lagrima y lo peor no hay señales de que a nadie le preocupe, lo diga ole o quien lo diga es asi y creo que alcanza con ver un poco a River para darse cuenta, que lo diga un diario es una redundancia.
[Saludos]

Execlente descripcion de lo q pasa y sentimos en River…le mande un mail para felicitarlo… :lol:

Quiero saber si soy un loco o me pasa a mí sólo que en los últimos años (Cienciano, Caracas, Tigre, AAAJ, etc) terminó llorando de la impotencia. Será para tanto? no sé. Lo que sí se es que a pesar de que estas lacras lo quieran destruir, si todos nosotros queremos RIVER es un gigante dormido que será como el AVE FENIX…es demasiado grande para que esta gente lo destruya, pero muchachos, hagámoslo ya. Es gran parte de nuestra vida la que está en juego!.

Los jugadores están hechos mierda loco, este chabón los está desmoralizando, los pone, los saca como Ojeda, Ponzio, etc., cuando se vaya esta lacra vamos a volver, siento que estos jugadores nos van a dar muchas alegrías con otro D.T., los tipos dejan todo en la cancha, lo que pasa es que están mareados. En un momento del partido vi como le pegó el grito a Belluschi y éste lo miró con una cara que se lo quería coger, en fin, si los idiotas que están en el banco no los alientan, hagámoslo nosotros (incluyo a Pitarch y Sabella que cuando les habla el Kanser miran para otro lado).

Sabes lo que pasa… la gente cambia de odio e insultos a aplausos y alegria tan facilmente en la cancha que Aguilar y cia. ya ni se asustan.

Si River gana el domingo, igual la gente deberia ir a romper el hall para que se vayan todos esos ladrones que tienen a River como esta.

Ojala y ganemos el domingo…

Salu2!

No, no, no. Protesta sí, el hall lleno, gane o pierda. Romper, nada. Es tu casa, y a tu casa no la rompés a pedazos.

Abrazos, Martín.