¿Sigue el cabaret?

Que no hierva el agua

Ante más episodios que remarcan la división del plantel, Ischia les pidió a sus hombres que se concentren en la definición del torneo y que hablen lo menos posible. Esta vez hubo ruido por… ¡un termo!

Suena increíble, pero a la vez lógico, acaso porque fue una constante en el semestre. Otra vez las paredes del vestuario (que a esta altura ya tienen voz y voto) volvieron a convocar a Ischia y a su plantel. Volvieron a encerrarlos. A tocar viejas cuestiones. A buscar evitar males mayores. Porque parece que sí, que de nuevo Boca deberá superar otro principio de terremoto interno. Como si no los hubiera tenido en este tiempo, pero con la diferencia de que ahora el sismógrafo lanzó la alerta a unas poquitas horas de la triple final del domingo. Nada menos, sí.

“Lo único que voy a pedirles es que no les den de comer a los de afuera. Y que traten de exponerse lo menos posible porque cualquier cosa que digan puede interpretarse mal. Es un momento importante. Ah, y tengan fe que van a salir campeones”.

Esta vez, fue Ischia quien tomó la palabra. El solo. Y detrás de un discurso corto que terminó en arenga de campeonato, sin decir mucho pero sugiriendo todo, el DT buscó anticipar la jugada, desactivar la bomba antes de que el segundero empiece a correr. Porque el Pelado, como todo el mundo Boca en estas horas complicadas post empate con Gimnasia, detectó ese olorcito a pólvora de días no tan lejanos, supo del run run de viejas heridas que la levantada del equipo logró atenuar pero no sanar, se enteró de ese tufillo poco conveniente de cara a la definición del torneo. Y entonces, piloto de tormenta recibido en curso acelerado de tres meses, no quiere nubes negras.

Sí, Boca debería estar más inquieto por lo que se juega ante Colón, porque el título local tan esperado se le puso bravo v parece que se le resiste. Pero no. No puede. Esa tensión externa, acaso, destapó otra vez la olla interna. En un grupo visiblemente dividido, otra vez hay quienes les apuntan con recelo a ciertas actitudes de Riquelme. Algo que nació por la charla mano a mano que Román tuvo con Ameal (fue el único que se juntó con el presidente, quien igual ya dijo que quiere reunirse con Palermo) y porque a los jugadores les llegó que en ese encuentro JR habría dicho que no quería más en el equipo a Cáceres y Morel. Hasta hay quienes dicen que esa postura se delata en los refuerzos que el 10 ve con buenos ojos: Schiavi y Clemente Rodríguez. “¿No te parece demasiada coincidencia? Esto, en vez de unir al grupo, lo que hace es dividirlo más”, le comentó a Olé un integrante del plantel.

Pero no son los paraguayos la única cuestión. Es lógico, por otra parte, que el enfrentamiento público entre Cáceres-Riquelme haya dejado secuelas irreparables. Y de hecho, nada ha cambiado en el mapa interno del grupo de ese ayer a este hoy. Sin embargo, ante la versión, gran parte del plantel se puso del lado de ellos. Y eso hizo que recrudecieran heridas latentes. Y que aflorararan otros reclamos: los que dicen que el 10 se recluye, incluso en las prácticas, sólo con su grupo (Ibarra, Figueroa, Javi García, Damián Díaz) y no se abre a los demás; los que lo acusan de que el domingo, como conductor y líder, no marcó el camino desde la actitud para llevar a Boca a una victoria clave (ojo, todo el equipo no jugó bien); hasta quienes le reclaman que el sábado le hizo pasar un mal momento a un colaborador del club porque no trajo agua caliente para él y su gente, que tomaba mate en el vestuario, separados del otro grupo que lo hacía en utilería y que sí había recibido el agua.

Este detalle del agua para el mate, una pequeñez, un asunto de chicos, muestra la temperatura de la situación. Si esa cuestión es capaz de movilizar el malestar de los demás, es porque el nivel de tolerancia es nulo. Quizás Ischia lo haya entendido así. Y por eso se movió rápido. Otra vez, su apuesta, la de Boca, es la misma que antes de River: que se unan en la cancha. Y que justo ahora no hierva el agua…


Creo que si Boca no sale campeon, explota el cabaret de vuelta con todo. Si sale campeon, todo queda en la nada como paso despues de ganarle a River.

Que no hierva el agua

Ante más episodios que remarcan la división del plantel, Ischia les pidió a sus hombres que se concentren en la definición del torneo y que hablen lo menos posible. Esta vez hubo ruido por… ¡un termo!

Suena increíble, pero a la vez lógico, acaso porque fue una constante en el semestre. Otra vez las paredes del vestuario (que a esta altura ya tienen voz y voto) volvieron a convocar a Ischia y a su plantel. Volvieron a encerrarlos. A tocar viejas cuestiones. A buscar evitar males mayores. Porque parece que sí, que de nuevo Boca deberá superar otro principio de terremoto interno. Como si no los hubiera tenido en este tiempo, pero con la diferencia de que ahora el sismógrafo lanzó la alerta a unas poquitas horas de la triple final del domingo. Nada menos, sí.

“Lo único que voy a pedirles es que no les den de comer a los de afuera. Y que traten de exponerse lo menos posible porque cualquier cosa que digan puede interpretarse mal. Es un momento importante. Ah, y tengan fe que van a salir campeones”.

Esta vez, fue Ischia quien tomó la palabra. El solo. Y detrás de un discurso corto que terminó en arenga de campeonato, sin decir mucho pero sugiriendo todo, el DT buscó anticipar la jugada, desactivar la bomba antes de que el segundero empiece a correr. Porque el Pelado, como todo el mundo Boca en estas horas complicadas post empate con Gimnasia, detectó ese olorcito a pólvora de días no tan lejanos, supo del run run de viejas heridas que la levantada del equipo logró atenuar pero no sanar, se enteró de ese tufillo poco conveniente de cara a la definición del torneo. Y entonces, piloto de tormenta recibido en curso acelerado de tres meses, no quiere nubes negras.

Sí, Boca debería estar más inquieto por lo que se juega ante Colón, porque el título local tan esperado se le puso bravo v parece que se le resiste. Pero no. No puede. Esa tensión externa, acaso, destapó otra vez la olla interna. En un grupo visiblemente dividido, otra vez hay quienes les apuntan con recelo a ciertas actitudes de Riquelme. Algo que nació por la charla mano a mano que Román tuvo con Ameal (fue el único que se juntó con el presidente, quien igual ya dijo que quiere reunirse con Palermo) y porque a los jugadores les llegó que en ese encuentro JR habría dicho que no quería más en el equipo a Cáceres y Morel. Hasta hay quienes dicen que esa postura se delata en los refuerzos que el 10 ve con buenos ojos: Schiavi y Clemente Rodríguez. “¿No te parece demasiada coincidencia? Esto, en vez de unir al grupo, lo que hace es dividirlo más”, le comentó a Olé un integrante del plantel.

Pero no son los paraguayos la única cuestión. Es lógico, por otra parte, que el enfrentamiento público entre Cáceres-Riquelme haya dejado secuelas irreparables. Y de hecho, nada ha cambiado en el mapa interno del grupo de ese ayer a este hoy. Sin embargo, ante la versión, gran parte del plantel se puso del lado de ellos. Y eso hizo que recrudecieran heridas latentes. Y que aflorararan otros reclamos: los que dicen que el 10 se recluye, incluso en las prácticas, sólo con su grupo (Ibarra, Figueroa, Javi García, Damián Díaz) y no se abre a los demás; los que lo acusan de que el domingo, como conductor y líder, no marcó el camino desde la actitud para llevar a Boca a una victoria clave (ojo, todo el equipo no jugó bien); hasta quienes le reclaman que el sábado le hizo pasar un mal momento a un colaborador del club porque no trajo agua caliente para él y su gente, que tomaba mate en el vestuario, separados del otro grupo que lo hacía en utilería y que sí había recibido el agua.

Este detalle del agua para el mate, una pequeñez, un asunto de chicos, muestra la temperatura de la situación. Si esa cuestión es capaz de movilizar el malestar de los demás, es porque el nivel de tolerancia es nulo. Quizás Ischia lo haya entendido así. Y por eso se movió rápido. Otra vez, su apuesta, la de Boca, es la misma que antes de River: que se unan en la cancha. Y que justo ahora no hierva el agua…


Creo que si Boca no sale campeon, explota el cabaret de vuelta con todo. Si sale campeon, todo queda en la nada como paso despues de ganarle a River.

puta madre, no vaya a pasar lo mismo que con nosotros, venian para el orto todo el cabarulo y nos ganaron :frowning:

EL CABARET NUNCA SE FUE,
lo que pasó fue que boca empezó a ganar (de pedo, pero ganando al fin) y esas cosas se dejaron de lado. Pero como se le escapó la oportunidad de salir campeón en La Plata y dejó una ventaja notable de 2 puntos a un partido del final, la prensa volvio a hablar. Lo cual me llama mucho la atencion, porque es sabido que los medios son bastante pro-boca y lo mas logico seria que no agranden tanto ese tema, pero como bien dice la nota de bosterolé, el quilombo vende mas.

(Todos los medios se la van de serios y se quejan de Rial pero literalmente son iguales o peores)

El cabaret y la mala onda jamas se fueron de boca… ¿Alguien de veras se creyó que por ganar 2 o 3 partidos seguidos iban a ser todos amigos de nuevo? ¿Acaso esperaban que riquelme empezara a ser mejor tipo y mas compañero y menos estrella porque boca ganaba? Nah… todo siempre estuvo ahi, latente, esperando salir a flote en cuanto las cosas salieran mal. Y salieron: un equipo en Promocion les sacó 2 puntos casi sobre el final.

Asi como caceres salió por su cuenta a hablar al pedo, no les extrañe que en los proximos dias alguien tire otra bomba. Ah, lo de riquelme queriendo borrar a caceres y morel es totalmente cierto… el DT es el, no ischia. Y por suerte para nosotros, mientras riquelme este en boca (muchos años mas, sin dudas) habra quilombo, porque el problema es el.

Cerró el Cabaret

[i]Aquéllas palabras de Pedro Pompilio retumbaron en Casa Amarilla, pero en la boca de Juan Román Riquelme, que tiró su versión de la frase: “Basta de puterío, hablemos de fútbol”. Y agregó: “Si no nos equivocamos podemos ganar el campeonato”.

[/i]Con calma y con pausa, como cuando juega, Juan Román Riquelme se sentó frente a los micrófonos en el hall de Casa Amarilla para dar una conferencia de prensa que no sería una más. El enganche primero comenzó a declarar ante cada pregunta de los periodistas con la diplomacia que lo caracteriza, pero cuando le tocaron el tema de los problemas internos saltó como leche hervida: “Basta de hablar de puterío, yo acá vine a hablar de fútbol”. Terrible.

Las palabras del recordado Pedro Pompilio todavía retumban en La Boca. El presidente fallecido había dicho que se cerraba “el cabaret” cuando saltó la bronca de Julio César Cáceres contra Riquelme. Ahora, el enganche tiró su propia versión de la frase y evitó meterse en temas calientes. Pero además Riquelme pronunció otras palabras filosas: “El partido del domingo no me lo pierdo ni en pedo (sic)”, dijo cuando le preguntaron por su cansancio, algo que había remarcado Diego Maradona ayer.

También le preguntaron si se sentía “una víctima” de los medios y de sus compañeros, por ser siempre el centro de las miradas, a lo que Román respondió:
“El domingo voy a jugar un partido de fútbol y voy a hacer todo lo posible para que el equipo gane”. Clarito.

Pero no fue solo un bombardeo entre los periodistas presentes y Riquelme la conferencia de prensa de Casa Amarilla
, también se habló de fútbol: “Si no nos equivocamos, confío mucho en que podemos lograr el campeonato”, dijo primero. También elogió a Carlos Ischia. “Tenemos un gran técnico”, apuntó y se desligó de las acusaciones que lo apuntan como el “dueño del equipo”. También agregó: “Si digo algo después dicen que saco o pongo a un técnico, como ya me lo tuve que aguantar el año pasado”. Un Riquelme áspero.