Se reeditan vinilos clásicos del Rock Nacional

El rock nacional se reedita en vinilo Sony planea relanzar clásicos de su catálogo en el formato de moda

Todos conocen más o menos la paradoja de Artaud, el álbum de tapa rara de Spinetta: cuando salió en 1973, desencajó a disqueros y discómanos. Pero el paso del tiempo jugó a su favor y, al día de hoy, es el objeto más preciado para cualquier entusiasta del rock argentino. No es fácil hallarlo. Y la posibilidad de volver a fabricarlo, con su forma original y deforme, siempre fue remota. Hasta ahora. Ese disco, precisamente, podría convertirse en la punta de lanza para una serie de reediciones de 17 títulos nacionales en vinilo. Así lo adelanta Damián Amato, director de Sony Argentina. “Hay un nicho muy interesante de consumidores de vinilos que crece día tras día”, asegura. “Al detectar una necesidad del mercado, surgió este proyecto.”

Lo cierto es que el plan ya está armado y algunos aseguran que los vinilos ya se habrían mandado a fabricar al exterior. La serie incluye un poco de todo: de Sumo (Divididos por la felicidad, 1985) a Virus (Superficies de placer, 1987), pasando por dos de los trabajos de Charly García y Pedro Aznar, Tango (1986) y Tango 4 (1991). También abarca distintas épocas, desde 1969, con el debut homónimo de Almendra, hasta 1992, con El león de Los Fabulosos Cadillacs y Colores santos de Cerati y Melero. Pero los nombres que más sobresalen, cuantitativamente, son los de Spinetta y Soda Stereo. Del trío hay cuatro rescates: Nada personal (1985), Ruido blanco (1987), Doble vida (1988) y Canción animal (1990). Zeta Bosio da su beneplácito: “Es muy bueno que se reediten esos discos en vinilo, porque es el formato original en el cual pensamos cuando mezclábamos y hacíamos los temas”.

En cuanto a Spinetta, más allá de Almendra, el foco está puesto en la década del 70: el segundo de Pescado Rabioso, dos de Invisible (Durazno sangrando y El jardín de los presentes), Artaud y otro como solista (A 18’ del sol). ¿Por qué esta selección? “Son algunos de los discos más representativos del rock nacional”, explica Amato. “Y todos fueron editados originalmente en vinilo, como formato de origen.” También son títulos que hoy, en sus ediciones originales y usadas, cuestan entre 500 y 2000 pesos.

¿Por qué los vinilos se valorizaron tanto? Sergio Rotman, reconocido coleccionista del formato, responde: “Porque suenan bárbaro y se pueden tocar con las manos. ¿Quién quiere pagar por algo intangible, como los MP3? Ni en la Iglesia te cobran por orar…”. El saxofonista de los Cadillacs y cantante de El Siempreterno hurga en su discoteca y cuenta: “Lo que más amo son todos los simples de Pescado Rabioso, en 33 rpm, como se estilaba en esa época, mientras que en el resto del mundo eran de 45 rpm”.

La demanda existe: a los consumidores de discos les atraen los vinilos. Y ese culto se refleja en algunas cotizaciones. Está el caso ya citado de Artaud. Y luego sigue Pescado 2, álbum doble con libro y arte surrealista. En ambos casos, y por distintas circunstancias, estuvo involucrado Gustavo Spinetta, hermano de Luis Alberto. "Antes ya habíamos colaborado con Jorge Visñovezky en Desatormentándonos", explica. “En el caso de Pescado 2, el arte en general lo produjo Luis, con dibujos propios y fotos. Y nos propuso, otra vez a Jorge y a mí, ilustrar una de las caras del álbum doble.”

¿Qué pasará con Artaud y su forma irregular, capaz de desafiar la rectitud de las bateas? “No sé, pero recuerdo que molestó bastante el hecho de no encajar con el resto de los discos, no sólo en tu casa sino también en las disquerías, donde los apilaban aparte”, dice Gustavo, que en ese álbum tocó la batería. Y de paso cita al poeta francés para explicar los colores de la tapa: el verde (“La resurrección”) y el amarillo (“La descomposición, la decadencia”). Y, de paso, confirma su preferencia por el formato: “Tiene presencia y permite expresar algo más que música. ¿Si tengo todos los discos de mi hermano en vinilo? No todos los que quisiera; muchos me los sacaron en algún descuido, hace años ya”.

Bosio también supo atesorar lo suyo: “Conservo todos mis vinilos, no sólo los de Soda, sino que tengo una colección de muchos años. Me gusta tomarme el tiempo de escucharlos cada tanto. ¿Mis favoritos? Canción animal, y una edición especial de Abbey Road que se masterizó a la mitad de la velocidad y suena increíble”.


¿Compraste alguno? Ya aparecieron los vivos de siempre, que agotaron los vinilos de varias disquerías y ahora los venden por Mercado Libre (4 o 5 veces más caros).

El rock nacional se reedita en vinilo Sony planea relanzar clásicos de su catálogo en el formato de moda

Todos conocen más o menos la paradoja de Artaud, el álbum de tapa rara de Spinetta: cuando salió en 1973, desencajó a disqueros y discómanos. Pero el paso del tiempo jugó a su favor y, al día de hoy, es el objeto más preciado para cualquier entusiasta del rock argentino. No es fácil hallarlo. Y la posibilidad de volver a fabricarlo, con su forma original y deforme, siempre fue remota. Hasta ahora. Ese disco, precisamente, podría convertirse en la punta de lanza para una serie de reediciones de 17 títulos nacionales en vinilo. Así lo adelanta Damián Amato, director de Sony Argentina. “Hay un nicho muy interesante de consumidores de vinilos que crece día tras día”, asegura. “Al detectar una necesidad del mercado, surgió este proyecto.”

Lo cierto es que el plan ya está armado y algunos aseguran que los vinilos ya se habrían mandado a fabricar al exterior. La serie incluye un poco de todo: de Sumo (Divididos por la felicidad, 1985) a Virus (Superficies de placer, 1987), pasando por dos de los trabajos de Charly García y Pedro Aznar, Tango (1986) y Tango 4 (1991). También abarca distintas épocas, desde 1969, con el debut homónimo de Almendra, hasta 1992, con El león de Los Fabulosos Cadillacs y Colores santos de Cerati y Melero. Pero los nombres que más sobresalen, cuantitativamente, son los de Spinetta y Soda Stereo. Del trío hay cuatro rescates: Nada personal (1985), Ruido blanco (1987), Doble vida (1988) y Canción animal (1990). Zeta Bosio da su beneplácito: “Es muy bueno que se reediten esos discos en vinilo, porque es el formato original en el cual pensamos cuando mezclábamos y hacíamos los temas”.

En cuanto a Spinetta, más allá de Almendra, el foco está puesto en la década del 70: el segundo de Pescado Rabioso, dos de Invisible (Durazno sangrando y El jardín de los presentes), Artaud y otro como solista (A 18’ del sol). ¿Por qué esta selección? “Son algunos de los discos más representativos del rock nacional”, explica Amato. “Y todos fueron editados originalmente en vinilo, como formato de origen.” También son títulos que hoy, en sus ediciones originales y usadas, cuestan entre 500 y 2000 pesos.

¿Por qué los vinilos se valorizaron tanto? Sergio Rotman, reconocido coleccionista del formato, responde: “Porque suenan bárbaro y se pueden tocar con las manos. ¿Quién quiere pagar por algo intangible, como los MP3? Ni en la Iglesia te cobran por orar…”. El saxofonista de los Cadillacs y cantante de El Siempreterno hurga en su discoteca y cuenta: “Lo que más amo son todos los simples de Pescado Rabioso, en 33 rpm, como se estilaba en esa época, mientras que en el resto del mundo eran de 45 rpm”.

La demanda existe: a los consumidores de discos les atraen los vinilos. Y ese culto se refleja en algunas cotizaciones. Está el caso ya citado de Artaud. Y luego sigue Pescado 2, álbum doble con libro y arte surrealista. En ambos casos, y por distintas circunstancias, estuvo involucrado Gustavo Spinetta, hermano de Luis Alberto. "Antes ya habíamos colaborado con Jorge Visñovezky en Desatormentándonos", explica. “En el caso de Pescado 2, el arte en general lo produjo Luis, con dibujos propios y fotos. Y nos propuso, otra vez a Jorge y a mí, ilustrar una de las caras del álbum doble.”

¿Qué pasará con Artaud y su forma irregular, capaz de desafiar la rectitud de las bateas? “No sé, pero recuerdo que molestó bastante el hecho de no encajar con el resto de los discos, no sólo en tu casa sino también en las disquerías, donde los apilaban aparte”, dice Gustavo, que en ese álbum tocó la batería. Y de paso cita al poeta francés para explicar los colores de la tapa: el verde (“La resurrección”) y el amarillo (“La descomposición, la decadencia”). Y, de paso, confirma su preferencia por el formato: “Tiene presencia y permite expresar algo más que música. ¿Si tengo todos los discos de mi hermano en vinilo? No todos los que quisiera; muchos me los sacaron en algún descuido, hace años ya”.

Bosio también supo atesorar lo suyo: “Conservo todos mis vinilos, no sólo los de Soda, sino que tengo una colección de muchos años. Me gusta tomarme el tiempo de escucharlos cada tanto. ¿Mis favoritos? Canción animal, y una edición especial de Abbey Road que se masterizó a la mitad de la velocidad y suena increíble”.


¿Compraste alguno? Ya aparecieron los vivos de siempre, que agotaron los vinilos de varias disquerías y ahora los venden por Mercado Libre (4 o 5 veces más caros).

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Gustavo: “gasto mucho dinero y tiempo en armar un disco, para q despues me lo destripen con el peor sistema digital posible”

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Deben costar un huevo y la mitad del otro, imposibles de conseguir para una persona normal

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el winco que tengo de los 70’s sirve?

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Ojo, no eran tan caros: entre $270 y $330. Digo eran porque ya es difícil conseguirlos en ese costo.
Espero que sirva de experiencia, para que esto se vuelva habitual.