Se cumplen 35 años de "La batalla de Belgrado"

[ul]
[li]UN PARTIDO HEROICO[/li]
[b]35 años de la batalla de Belgrado

[/b]JAVIER TORRESKubala, el entrenador de España, tuvo en vela al doctor de la expedición española por miedo a un envenenamiento en el hotel.

[li]Hay pocos escenarios más hostiles que el estadio de Belgrado para jugar un partido decisivo. El que disputó la selección española el 30 de noviembre de 1977 fue a cara de perro. España y Yugoslavia peleaban por una plaza en el Mundial de Argentina '78. El que ganara tenía billete directo a Buenos Aires. Un partido a vida o muerte en el peor lugar posible.[/li]En 1977 Yugoslavia padecía la dictadura de Tito -que declaró fiesta nacional el día del partido- para calentar aún más el partido. Los jugadores de la selección española recuerdan lo que les decían en las calles de Belgrado los días previos a la cita: ‘Os vamos a meter cuatro o cinco’. “Era una forma de intimidarnos, planificaron todo un trabajo psicológico”, dice Marcelino, el lateral derecho español encargado de marcar aquél día a la estrella local, Dragan Dzajic.
Ante la que se les venía encima, el entrenador de España, Ladislao Kubala, ordenó al médico de la selección que pasara las noches despierto en el hotel para vigilar que la comida española no fuera envenenada. El temor al rival comenzó antes del partido.
Cuando llegó la hora de la verdad, los yugoslavos no tardaron en confirmar todas las sospechas. Empezó el partido y España sacó de centro. Pirri apenas tocó el balón y ya había recibido una entrada descomunal. Fue la ‘bienvenida’ al equipo español, al que aún le quedaban 90 minutos de infierno: codazos, puñetazos, patadas… En realidad, los jugadores yugoslavos no tuvieron que esforzarse demasiado para intimidar a los españoles y al árbitro: las gradas estaban repletas de militares a los que invitaron a chillar como vulgares ultras.
Botellazo a Juanito
Cardeñosa, uno de los héroes de la jornada, recuerda lo que sucedía cada vez que sacaban un córner. “Nos amagaban con pegar y otras veces nos daban de verdad, como cuando dos centrales rodearon a Rubén Cano y le pegaron puñetazos”. Antes, Pirri abandonó el campo lesionado tras sufrir una patada por detrás: “Noté como me crujió la pierna, no podía ni andar. Luego intenté seguir en el campo otros ocho o diez minutos pero fue imposible”.
A pesar del ambiente hostil, los jugadores españoles sacaron la casta ante la adversidad. En un balón largo de esos que parece imposible alcanzar, Cardeñosa corrió hasta la línea de fondo, salvó el centro y puso el balón al segundo palo. Allí apareció Rubén Cano, que remató a gol a pesar de disparar con la espinilla y casi sin ángulo. El gol silenció El pequeño Maracaná, aunque su ira solo se aplacó unos segundos.
Unos minutos después el mítico delantero del Real Madrid, Juan Gómez ‘Juanito’, fue sustituido por un compañero. Al abandonar el campo, Juanito, que nunca fue de achantarse, le dedicó un gesto a la grada bajando el dedo pulgar. Acto seguido una botella impactó en su cabeza. El jugador malagueño abandonó el estadio en camilla y sangrando. Treinta y cinco años después, esa imagen, cual soldado victorioso, es nuestro recuerdo de la Batalla de Belgrado.

//youtu.be/nOmFmVcLEoo

[/ul]

[ul]
[li]UN PARTIDO HEROICO[/li]
[b]35 años de la batalla de Belgrado

[/b]JAVIER TORRESKubala, el entrenador de España, tuvo en vela al doctor de la expedición española por miedo a un envenenamiento en el hotel.

[li]Hay pocos escenarios más hostiles que el estadio de Belgrado para jugar un partido decisivo. El que disputó la selección española el 30 de noviembre de 1977 fue a cara de perro. España y Yugoslavia peleaban por una plaza en el Mundial de Argentina '78. El que ganara tenía billete directo a Buenos Aires. Un partido a vida o muerte en el peor lugar posible.[/li]En 1977 Yugoslavia padecía la dictadura de Tito -que declaró fiesta nacional el día del partido- para calentar aún más el partido. Los jugadores de la selección española recuerdan lo que les decían en las calles de Belgrado los días previos a la cita: ‘Os vamos a meter cuatro o cinco’. “Era una forma de intimidarnos, planificaron todo un trabajo psicológico”, dice Marcelino, el lateral derecho español encargado de marcar aquél día a la estrella local, Dragan Dzajic.
Ante la que se les venía encima, el entrenador de España, Ladislao Kubala, ordenó al médico de la selección que pasara las noches despierto en el hotel para vigilar que la comida española no fuera envenenada. El temor al rival comenzó antes del partido.
Cuando llegó la hora de la verdad, los yugoslavos no tardaron en confirmar todas las sospechas. Empezó el partido y España sacó de centro. Pirri apenas tocó el balón y ya había recibido una entrada descomunal. Fue la ‘bienvenida’ al equipo español, al que aún le quedaban 90 minutos de infierno: codazos, puñetazos, patadas… En realidad, los jugadores yugoslavos no tuvieron que esforzarse demasiado para intimidar a los españoles y al árbitro: las gradas estaban repletas de militares a los que invitaron a chillar como vulgares ultras.
Botellazo a Juanito
Cardeñosa, uno de los héroes de la jornada, recuerda lo que sucedía cada vez que sacaban un córner. “Nos amagaban con pegar y otras veces nos daban de verdad, como cuando dos centrales rodearon a Rubén Cano y le pegaron puñetazos”. Antes, Pirri abandonó el campo lesionado tras sufrir una patada por detrás: “Noté como me crujió la pierna, no podía ni andar. Luego intenté seguir en el campo otros ocho o diez minutos pero fue imposible”.
A pesar del ambiente hostil, los jugadores españoles sacaron la casta ante la adversidad. En un balón largo de esos que parece imposible alcanzar, Cardeñosa corrió hasta la línea de fondo, salvó el centro y puso el balón al segundo palo. Allí apareció Rubén Cano, que remató a gol a pesar de disparar con la espinilla y casi sin ángulo. El gol silenció El pequeño Maracaná, aunque su ira solo se aplacó unos segundos.
Unos minutos después el mítico delantero del Real Madrid, Juan Gómez ‘Juanito’, fue sustituido por un compañero. Al abandonar el campo, Juanito, que nunca fue de achantarse, le dedicó un gesto a la grada bajando el dedo pulgar. Acto seguido una botella impactó en su cabeza. El jugador malagueño abandonó el estadio en camilla y sangrando. Treinta y cinco años después, esa imagen, cual soldado victorioso, es nuestro recuerdo de la Batalla de Belgrado.

//youtu.be/nOmFmVcLEoo

[/ul]