Robó US$ 1 para tener coberta médica.

                                       [b]EL GÉNERO LITERARIO ANTIKIRCHNERISTA

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Periodismo de suspenso

Por Edgardo Mocca

Hasta hace unos meses, la oposición mediático-política estaba convencida de que la suerte de la experiencia kirchnerista estaba echada; solamente hacía falta ordenar satisfactoriamente la propia fuerza, eludir los atajos personalistas y elegir correctamente la fórmula ganadora para que estuviera asegurado el ocaso definitivo del elenco gobernante. Los más recalcitrantes, hasta ponían en duda que hiciera falta esperar el largo y tedioso período que dictan las reglas institucionales. Hugo Biolcati y Mariano Grondona protagonizaban entonces una tristemente recordada escena en la que sus prosapias golpistas, que tanto procuran ocultar, salían al aire con el alarde provocador que suelen inspirar los momentos favorables.
El escenario ha cambiado y con él, el género literario que cultivan los escribas del establishment mediático y buena parte de sus disciplinados seguidores políticos. Han elegido algo así como el “suspenso político” para mantener vivo el drama y evitar que caiga la moral de la tropa. A ese registro pertenece la prosa de los peronólogos del diario Clarín, empeñados en convertir al por ahora espectral “peronismo disidente” en la amenaza latente que terminará por desmantelar el castillo oficialista. No tienen demasiadas noticias favorables para alimentar la profecía: cada uno de los referentes del espacio vive más preocupado por bloquear cualquier avance de los otros que por elevar la cotización del conjunto. Su aparición pública más notable fue la cena que compartieron con Héctor Magnetto en la casa del CEO de Clarín. Es decir, están en la etapa de asegurar credibilidad en el universo de los poderes corporativos y lejos todavía de ensayar algún mensaje más o menos promisorio hacia la sociedad.
Como la producción real no abunda, se hacen circular rumores. Cada vez que los empleados de Magnetto firman una nota sobre el tema, nos encontramos con acontecimientos muy graves para el kirchnerismo que están por suceder en la tropa justicialista. Siempre hay intendentes del conurbano conspirando, kirchneristas quejosos y a la espera del momento indicado para emigrar, grandes avances de la disidencia que se mantienen en la sombra para evitar desembarcos prematuros. El “no” de Carlos Reutemann -irreversible según Morales Solá hace un par de meses- reaparece rodeado de dudas y tentaciones de lanzamiento de su candidatura, cada vez que el “arrollador” avance del peronismo filoduhaldista queda desmentido por encuestas porfiadamente desalentadoras.
Nadie puede predecir el curso político. En ningún lado, y mucho menos en un ambiente especialmente fluido por la desestructuración orgánica como es el nuestro. Por otro lado, se sabe que no hay nadie (salvo los especialistas del archivo, tan de moda hoy en día) que se ocupe de contrastar el rumor disfrazado de anuncio de un día con la desaparición del tema al día siguiente. Entonces, mientras la derecha peronista va encontrando algún camino de desarrollo, se mantiene viva la llama del suspenso con versiones, insinuaciones y puros inventos, siempre aderezados por la referencia a “fuentes del justicialismo”. Ése fue el caso que en los últimos días se tejió alrededor de lo que se interpretó como un reto del ex presidente Kirchner a Scioli, cuando le pidió que identificara quién le ata las manos para encarar el problema de la seguridad en la provincia.

Nada más fácil que imaginar la factura de los comentarios peronólogos subsiguientes. Muchos teléfonos suenan en solidaridad con el gobernador. La mayoría de los llamados son de intendentes que están disconformes con el desembarco de Kirchner en la provincia. El suspenso crece: ¿Qué hará Scioli? ¿Se mantendrá dócil al yugo kirchnerista o se decidirá a abrazarse con los disidentes? El suspenso es electrizante: hay encuestas que muestran que Scioli tiene mejor imagen y más intención de voto que Kirchner, de modo que su viraje pondría en crisis todo el andamiaje oficialista. Tan interesante es la narración que hasta sus autores la confunden con la realidad: Duhalde le escribe a Scioli pidiéndole que se rebele contra la injusticia y ayude a la disidencia a existir políticamente. Todo se desinfla casi instantáneamente cuando Scioli declara que no se siente ofendido, y que el peronismo deberá discutir y definir en 2011 su futuro. Cunde el enojo y la descalificación con el ex motonauta; el tema desaparece hasta mejor ocasión.
Casi simultáneamente, el género del suspenso antikirchnerista encuentra otro soporte real para su producción. En este caso es un hecho -una nueva intervención médica en el aparato circulatorio de Néstor Kirchner- al que la más elemental sensibilidad ética periodística debería dejar afuera de toda manipulación política. Pero no es el caso. Los periodistas “independientes” (de la moral y del buen gusto) reaccionan a coro. Casi como si respondieran a un libreto que alguien dictara. Casi como si no pudieran pensar individualmente la cuestión y estuvieran obligados a cumplir una función dentro de un extraño “centralismo democrático” estalinista imperante en los medios en los que trabajan. Se habla del peligro en el que se encuentra el ex presidente. De su “debilidad”. De la incertidumbre que rodeará, de ahora en más, su lanzamiento electoral (el género de suspenso en acción). Casi nadie omite la “evidente” relación causal que tienen los problemas cardíacos de Kirchner con su talante nervioso, con su obsesión por pelearse con todo el mundo. De pronto la denuncia de crímenes en el origen del traspaso de las acciones de Papel Prensa, el cierre de Fibertel por falta de licencia y la enfermedad arterial pasan a formar parte del mismo “paquete comunicativo”. Todo eso sin ningún esfuerzo para disimular el odio.

El odio que atribuyen a los gobernantes pero que experimentan en carne propia, entendiendo el interés afectado de sus patrones como si fuera propio. El odio que logran infundir y compartir con algunos de sus lectores, que inundan durante unas horas con sus aberrantes comentarios las versiones punto com de los principales diarios.
El género de suspenso, queda dicho, no es un síntoma de fortaleza de sus cultores. Lo es de la degradación de cierto periodismo político y de cómo esa degradación convive con un estado de cosas, provisorio y cambiante pero real, en el que las profecías de derrumbe han cedido el paso a una lenta y a la vez marcada recuperación política del Gobierno. Recuperación que es inseparable de un clima social que aconsejaría otra manera de hacer política en la Argentina. Una manera en la que, por lo menos, la salud y la vida de los actores políticos quedara a salvo del desenfreno pseudoinformativo.

mmm… es complicado el tema del sistema de salud en la Argentina… en las provincias limitrofes por lo menos, yo creo que se debería buscar una manera de que haya una retribucion de parte de los paises de origen de muchos que llegan para atenderse gratuitamente, sino el asunto se torna insostenible, con hopistales atestados a toda hora, falta de medicamentos, programacion de cirugías con meses y meses de espera…