El gol del torneoRoberto Pereyra, alias el Tucumano, hizo una apilada fantástica que finalizó con una mejor definición para meter a la Sexta en la punta. FEDERICO ROZENBAUM | frozenbaum@ole.com.ar [](javascript:Popup(‘http://www.servicios.clarin.com/notas/jsp/ole/v5/galeria/galeria.jsp?notaId=1629224&mtmTipo=Imagen&mostrar=907630’,‘fotos’,‘920’,‘650’,‘yes’,'yes’)
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"MI ÍDOLO ES EL BURRITO ORTEGA. ME ENCANTARÍA CONOCERLO , CUENTA EL TUCU.
Como en esos mitos urbanos en los que el boca a boca termina magnificando la veracidad de los hechos, el gol que Roberto Maximiliano Pereyra le hizo el sábado a Vélez encontró múltiples versiones. Para algunos, gambeteó a seis tipos. Para otros, a cinco. Y, para el propio jugador, “apenas a cuatro”. Así de simple repasa su mejor obra desde que a principio de año se puso la camiseta de River. ¿Cómo fue? Arrancó por el sector derecho, a la altura del círculo central, y en cinco metros se sacó de encima a un paquete de piernas rivales. Metió una diagonal y un enganche. Le quedó para su pierna menos hábil, la zurda. Ningún problema: resolvió como con la buena al segundo palo.
El gol no solamente tuvo el valor de la belleza. También le sirvió a la Sexta para alcanzar la punta y bajar nada menos que al puntero. Fue el segundo de la mañana (luego llegó un remate lejano de Montenegro). Y casi logra el tercero con otra apilada de colección. Incluso llegó a eludir al arquero de Vélez, pero su última gambeta le salió larga, y Meza se vio tentado a tocarla. Offside.
Pereyra, alias el Tucumano, es una de las sorpresas de la temporada. A sus 17 años, acaba de llegar de Cadetes de San Martín de Mar del Plata, el club de Juan Esnaider. Hasta el 2006 su talento estaba escondido en el club UTA, de su provincia. Pero en diciembre llegó su gran prueba. “Cuando llamé a mis viejos para contarles que me eligieron en River, se pusieron a llorar”, cuenta mientras pide que en la nota aparezcan los nombres de Leonides y de Rosa Alicia Toledo. Son los que ahora, desde el municipio de Las Talitas, tratan de imaginar mentalmente el golazo del nene.
Flaco y alto (1,84 y 74), con piernas ligeramente chuecas, el Tucu lleva tres goles en los siete partidos que jugó (se perdió los primeros por una pubialgia). Empezó jugando como volante por derecha, luego pasó a la izquierda y últimamente lo viene haciendo como enganche. “Mi ídolo es el Burrito Ortega. Me encantaría conocerlo”, cuenta quien, por polifuncionalidad y apariencia física, tiene más parentesco con Lucho González.
Pereyra disfruta de sus primeros tiempos en Buenos Aires. Se ha empapado con el ritmo cumbiero de La Liga y El Empuje. También empezó a cursar el segundo año en el plan Adultos 2000. Y, mientras tanto, se ganó un lugar en River. El de promesa.